jueves, 22 de marzo de 2018

Santos por meses y días

santos del 29 de marzo

San Eustasio (560-629) fue abad de Luxeuil-les-Bains en el Franco Condado.
Era de una noble familia de Borgoña. Nació a finales del reinado de Clotario I y se adscribió bajo la disciplina de San Columbano en el monasterio de Luxeuil y después de haber dejado este monasterio, por acompañar a Columbano, volvió a él el año 611 y gobernó la comunidad hasta que el rey Teodorico I le envió a Italia a que buscase a san Columbano en el monasterio de Bobio. No quiso volver este santo y volvió a enviar a Eustasio para que continuase gobernando el monasterio de Luxeuil.
Habiendo pues vuelto Eustasio, predicó el evangelio el año 616 y 617 a los boyos y a los bávaros. Cuando estuvo ya de vuelta en su monasterio, uno de sus religiosos llamado Agresto o Agrestin, habiéndolo querido empeñar, aunque en vano, en el cisma de los defensores de los Tres Capítulos, se sublevó contra él y emprendió hacer condenar la regla de san Columbano en un concilio que se tuvo en Macón el año 623 y 624. Eustasio sostuvo en él la regla de su maestro e impidió que le condenase este concilio.
Los martirologios varían acerca del día de su muerte asignando unos su siesta en 29 de marzo y otros en 11 de octubre. Su vida, que escribió Jonás y está en el acta sanctorum de Dolando, se halla también en las actas del padre Mabillon. Se dice que originariamente la iglesia que en París tiene el nombre de San Eustaquio, estaba bajo la invocación de San Eustasio y que solamente en la secuela de los tiempos se ha dado a esta iglesia llegada a ser parroquia considerable, el nombre de San Eustaquio mártir pretenso.


29 de Marzo
San Eustasio de Luxeüil
Santos: Jonás, Baraquisio, Acacio, Bertoldo, confesores; Cirilo, diácono y mártir; Segundo, Pastor, Victoriano, Armogastes, Máscula, Arquimimo, Sáturo, mártires; Eustasio, Simplicio, Constantino, abades; Baltasar Sánchez y Raimundo Lulio, beatos.

Nació Eustasio pasada la segunda mitad del siglo VI, en Borgoña.
Fue discípulo de san Columbano, monje irlandés que pasó a las Galias buscando esconderse en la soledad y que recorrió el Vosga, el Franco-Condado y llegó hasta Italia. Fundó el monasterio de Luxeüil a cuya sombra nacieron los célebres conventos de Remiremont, Jumieges, Saint-Omer, Foteines, etc.
Eustasio tiene unos deseos grandes de encontrar el lugar adecuado para la oración y la penitencia. Entra en Luxeüil y es uno de sus primeros monjes. Allí lleva una vida a semejanza de los monjes del desierto de oriente.
Columbano se ve forzado a condenar los graves errores de la reina Bruneguilda y de su nieto rey de Borgoña. Con esta actitud, por otra parte inevitable en quien se preocupa por los intereses de la Iglesia, desaparece la calma que hasta el momento disfrutaban los monjes. Eustasio considera oportuno en esa situación autodesterrarse a Austrasia, reino fundado el 511, en el período merovingio, a la muerte de Clodoveo y cuyo primer rey fue Tierry, donde reina Teodoberto, el hermano de Tierry. Allí se le reúne el abad Columbano. Predican por el Rin, río arriba, bordeando el lago Constanza, hasta llegar a tierras suizas.
Columbano envía a Eustasio al monasterio de Luxeüil después de nombrarle abad. Es en este momento –con nuevas responsabilidades– cuando la vida de Eustasio cobra dimensiones de madurez humana y sobrenatural insospechadas. Arrecia en la oración y en la penitencia; trata con caridad exquisita a los monjes, es afable y recto; su ejemplo de hombre de Dios cunde hasta el extremo de reunir en torno a él dentro del monasterio a más de seiscientos varones de cuyos nombres hay constancia en los fastos de la iglesia. Y el influjo espiritual del monasterio salta los muros del recinto monacal; ahora son las tierras de Alemania las que se benefician de él prometiéndose una época altamente evangelizadora.
Pero han pasado cosas en el monasterio de Luxeüil mientras duraba la predicción por Alemania. Un monje llamado Agreste o Agrestino, que fue secretario del rey Tierry, ha provocado la relajación y la ruina de la disciplina. Orgulloso y lleno de envidia, piensa y dice que él mismo es capaz de realizar idéntica labor apostólica que la que está realizando su abad; por eso abandona el retiro del que estaba aburrido hacía tiempo y donde ya se encontraba tedioso; ha salido dispuesto a evangelizar paganos, pero no consigue los esperados triunfos de conversión. Y es que no depende de las cualidades personales ni del saber humano la conversión de la gente; ha de ser la gracia del Espíritu Santo quien mueva las inteligencias y voluntades de los hombres y esto ordinariamente ha querido ligarlo el Señor a la santidad de quien predica. En este caso, el fruto de su misionar tarda en llegar y con despecho se precipita Agreste en el cisma.
Eustasio quiere recuperarlo, pero se topa con el espíritu terco, inquieto y sedicioso de Agreste que ha empeorado por los fracasos recientes y está dispuesto a aniquilar el monasterio. Aquí interviene Eustasio con un feliz desenlace porque llega a convencer a los obispos reunidos haciéndoles ver que estaban equivocados por la sola y unilateral información que les había llegado de parte de Agreste.
Restablecida la paz monacal, la unidad de dirección y la disciplina, cobra nuevamente el monasterio su perdida prestancia.
Eustasio de Luxeüil ha cumplido su misión. Con cerca de setenta años de edad y más de treinta en el monasterio, ya solo tiene deseos de ver a Dios y salir a su encuentro, cosa que sucede en el año 625.










Santos Armogastes, Arquinimo y Saturno, mártires
Conmemoración de los santos Armogastes, Arquinimo y Saturno, mártires, que en el reino vándalo de África, durante la persecución desencadenada bajo el rey arriano Genserico, sufrieron graves suplicios e infamias por confesar la verdadera fe.
Con amplias variantes en la grafía de los nombres, e incluso en la fecha en que aparecen inscriptos, este grupo de mártires se conmemora en todos los martirologios antiguos. Todos ellos tienen como fuente el libro I de la Historia de la Persecusión en África, del obispo Víctor de Vita, que fue quien nos transmitió de primera mano los hechos, ya que vivió entre el 430 y el 480, y la persecución arriana en el norte africano ocurrió hacia el 460. Si es que puede establecerse una jeraquía de crueldad como puede establecerse una de bondad, puede decirse que la persecución de los vándalos -que en definitiva habían sido «cristianizados» (eran arrianos)- fue especialmente cruel y atroz, incluso comparada con las de los paganos.
De estos tres mártires nos cuenta Victor de Vita que eran católicos muy comprometidos, que argüían contra el arrianismo, y defendían la fe arrostrando toda clase de tentaciones de abandonarla; Saturno, por ejemplo, era procurador en al casa del rey, hasta que descubierto como católico se le puso en la opción de mantener la fe y perderlo todo, o convertirse al arriansmo, en lo que incluso la propia esposa lo presionaba. Murieron decapitados por no aceptar la conversión al arrianismo.





santos del 30 de marzo

San Zósimo de Siracusa, abad y obispo
fecha: 30 de marzo
†: c. 600 - país: Italia
canonización: pre-congregación
hagiografía: «Vidas de los santos de A. Butler», Herbert Thurston, SI
Elogio: En Siracusa, de Sicilia, san Zósimo, obispo, que, primero, fue humilde custodio del sepulcro de santa Lucía, y después, abad del monasterio de esta población.
Los padres de san Zósimo fueron terratenientes sicilianos que dedicaron a su pequeño hijo al servicio de Santa Lucía y lo colocaron, cuando tenía siete años, en un monasterio que llevaba el nombre de la santa, cercano a Siracusa y no lejos de su hogar. Allí su principal ocupación parece haber sido la de cuidar de las reliquias de la santa. La obligación no iba con la manera de ser del niño, acostumbrado como estaba a la vida al aire libre de la granja y, una vez, cuando el abad Fausto le impuso una tarea especialmente desagradable, huyó a su casa. Fue devuelto con humillación y la enormidad de su ofensa le abrumaba. Esa noche, en sueños, vio a Santa Lucía levantarse de su santuario y ponerse de pie junto a él, con un semblante de enojo. Mientras yacía atemorizado, apareció a un lado la hermosa figura de Nuestra Señora que intercedía por él y prometía, en su nombre, que nunca haría de nuevo tales cosas. Al transcurrir el tiempo, Zósimo se adaptó más a la vida del claustro; las visitas a su hogar se hicieron cada vez más raras y más breves y se acostumbró al régimen regular de oración, alabanza y contemplación de los demás monjes.
Durante treinta años vivió casi olvidado. Entonces murió el abad de Santa Lucía y hubo gran incertidumbre y discusión sobre la elección de un sucesor. Finalmente, los monjes acudieron al obispo de Siracusa y le suplicaron que hiciera el nombramiento por ellos. El prelado, después de examinarlos a todos atentamente, preguntó si no quedaba otro monje perteneciente al convento. Entonces se acordaron del hermano Zósimo, a quien habían dejado al cuidado del santuario y de la puerta. Se envió a buscarlo y no bien el obispo puso sus ojos en él, exclamó: «He aquí al que ha escogido el Señor». De esta suerte, Zósimo fue nombrado abad y unos días más tarde, el obispo le ordenó de sacerdote. Su biógrafo cuenta que gobernó el monasterio de Santa Lucía con tal sabiduría, amor y prudencia, que superó a todos sus predecesores y a todos sus sucesores. Cuando la sede de Siracusa quedó vacante, en 649, el pueblo eligió a Zósimo, quien, sin embargo, no quiso ser elevado a tal dignidad, en tanto que el clero elegía a un sacerdote llamado Vanerio, hombre vano y ambicioso. Se acudió al Papa Teodoro, que se decidió por Zósimo y lo consagró. Durante su episcopado, el santo fue notable por su celo en la enseñanza del pueblo y por su generosidad con los pobres; pero es difícil juzgar el valor histórico de las anécdotas que se cree fueron compiladas por un biógrafo contemporáneo. San Zósimo murió alrededor del año 660, a una edad cercana a los noventa años.





santos del 31 de marzo

Amós fue uno de los doce profetas hebreos conocidos como los Profetas menores. Era un pastor y productor de higos1​ en Técoa, en el límite del desierto de Judá (Amos 1, 1.). Fue profeta en Israel y el Reino del Norte durante el reinado de Jeroboam II (783 a.C - 743 a. C.). Le es atribuido el libro de la Biblia que lleva su nombre.

Profeta[editar]

Amós, con la rudeza y estilo directo de un pastor e inspirado por la fidelidad a Yahveh, condenó la corrupción de las élites, la injusticia social y el ritualismo ajeno al compromiso de vida, anunciando el fin de Israel. Acusado por el sacerdote Amasías de conspirar contra el rey (Amós 7, 10-11.), fue expulsado del templo de Betel (Amós 7, 12-13.). Según el apócrifo Vida de los Profetas fue herido en la cabeza por un hijo de Amasías, a consecuencia de lo cual murió al llegar a su tierra.2
Según la Biblia (Isaías.), el padre del profeta Isaías se llamaba también Amós. Sin más base que el hecho de tratarse de homónimos que vivieron hacia la misma época, algunos han pensado que se trata del mismo personaje, pero la mayoría de expertos descartan esa hipótesis, dado el origen social de Isaías.
Amos fue ganadero y punzaba higos de sicomoro, una clase de higos considerados alimento de pobres. La práctica de punzar higos tenía por objeto acelerar su maduración y aumentar el tamaño y la dulzura de la fruta (AM 7:14). Al igual que el pastor David a quien Yahveh llamó para efectuar servicio público, Dios procedió a tomar a Amos de seguir tras el rebaño y lo convirtió en profeta. De la soledad del desierto meridional, a Amos se le envió al reino idólatra de diez tribus con su capital Samaria. Amos comenzó su profecía de Dios dos años antes del gran terremoto que ocurrió en el reinado de Ozías, rey de Judá. La profecía de Amos queda dentro del periodo de 26 años entre 829 y 804 a. C. Amos como profeta fue de tal magnitud que Zacarías hizo mención de él unos 300 años después.



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