miércoles, 21 de marzo de 2018

Santos por meses y días

santos del 18 de marzo

San Cirilo de Jerusalén
Saint Cyril of Jerusalem.jpg
Fresco de San Cirilo de Jerusalén
Proclamado Doctor de la Iglesia el 28 de julio de 1882 por el papa León XIII
Nacimientoc. 315
JerusalénIsrael Ver y modificar los datos en Wikidata
Fallecimiento386
Jerusalén
Venerado enIglesia católicaIglesia ortodoxaIglesia Anglicana
Festividad18 de marzo
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Cirilo de Jerusalén (en griegoΚύριλλος Α΄ Ιεροσολύμων[Kýrillos A Ierosolýmon]; en latínCyrillus Hierosolymitanus315 - 386) fue un obispo griego y miembro destacado de la patrística. Es venerado como santo tanto por la Iglesia católica como por la Iglesia ortodoxa. En 1883 fue declarado doctor de la Iglesia.
















Vida y personalidad[editar]

Poco se sabe sobre su vida antes de hacerse obispo. El dar el año 315 como el de su nacimiento es mera conjetura,1​ como el lugar, según dicen Cesarea Marítima. Parece que fue ordenado diácono por el obispo Macario de Jerusalén por el año 335, y sacerdote unos diez años después por parte de Máximo. Naturalmente inclinado por la paz y la conciliación, al principio tomó una posición relativamente moderada, distintivamente adversario del arrianismo, pero (como no pocos de sus contemporáneos ortodoxos) en ninguna forma dispuesto a aceptar el término homoioussios.
Separándose del metropolitano, Acacio de Cesarea, un partidario de Arrio, Cirilo tomó partido por los Eusebianos, el "ala derecha" del post-concilio de Nicea, y por lo tanto se vio en dificultades con su superior, que se vieron incrementadas por los celos de Acacio ante la importancia asignada a Cirilo en el Concilio de Nicea. En un concilio bajo la influencia de Acacio en el año 358, Cirilo fue depuesto y forzado a retirarse a Tarso.2​ En ese tiempo, fue oficialmente encargado de vender propiedades de la Iglesia para ayudar a los pobres,3​ aunque la motivación real parece ser que fue que Cirilo enseñaba la doctrina nicena y no la arriana en su catecismo.
Por otro lado, el Concilio de Seleucia al siguiente año, en el que Cirilo estuvo presente, depuso a Acacio. En el año 360 el proceso fue revertido por medio de la influencia de la corte metropolitana, y Cirilo sufrió otro año de exilio de Jerusalén, hasta la ascensión de Juliano el Apóstata que le permitió regresar. El emperador arriano Valente lo volvió a deportar en el año 367, luego de lo cual se mantuvo sin problemas hasta su muerte, siendo su jurisdicción confirmada expresamente por el Primer Concilio de Constantinopla (381), en el que estuvo presente. En ese concilio, votó por la aceptación del término homoioussios, al haber quedado finalmente convencido de que no había mejor alternativa.

Posición teológica[editar]

Aunque su teología estaba al inicio indefinida en fraseología, indudablemente tenía adhesión por la ortodoxia nicena. Aun cuando evitaba el debatible término homoioussios, expresó su sentido en muchos pasajes, que excluían por igual el patripasianismo (o sabelianismo) y la fórmula arriana de Hubo un tiempo en el que el Hijo no era. En otros puntos toma el terreno ordinario de los Padres Orientales, como en el énfasis que deja ver en el libre albedrío o αὐτεξούσιον (“aitexúsion”), así como su visión del pecado. Para él, el pecado es la consecuencia de la libertad, no una condición natural; el cuerpo no es la causa, sino el instrumento del pecado. El remedio para él es el arrepentimiento, en el cual insiste mucho.
Como muchos de los Padres Orientales, tiene una concepción esencialmente moralista del cristianismo. Su doctrina de la resurrección no es tan realista como la de los otros Padres; pero su concepción de Iglesia es decididamente empírica, a saber, la existente Iglesia Católica es la verdadera, pretendida por Cristo, el cumplimiento de la Iglesia del Antiguo Testamento. Su doctrina de la Eucaristía es notoria: si por momentos parece acercarse a la postura simbólica, en otras ocasiones se acerca mucho a una fuerte doctrina realista; el pan y el vino no son meros elementos, sino el cuerpo y la sangre de Cristo.

Lecturas catequéticas[editar]

Sus famosas veintitrés lecturas catequéticas (Gr. Katechesesis), que escribió siendo aún un presbítero, en el año 347 o 348, contiene instrucciones sobre los principales temas de la fe cristiana y su práctica en una forma un tanto popular y no tan científica, llenas de cálido amor pastoral y cuidado por sus catecúmenos, a quienes se dirigía. Cada lectura está basada en un texto de la Escritura, y hay una abundancia de citación escritural en todas ellas. Luego de una introducción general, siguen dieciocho lecturas para la competencia, y las cinco restantes están dirigidas a los recientemente bautizados, en preparación para recibir la comunión. En paralelo a la exposición del Credo como fue recibido por la Iglesia de Jerusalén, hay vigorosas polémicas contra los errores paganosjudíos y heréticos. Son de gran importancia para dar luz al método de instrucción usual en esa época, así como a las prácticas litúrgicas del período, de las cuales aquí se da el más extenso recuento existente.

Cirilo de Jerusalén, Santo
Memoria Litúrgica, 18 de marzo


Por: P. Ángel Amo | Fuente: Catholic.net 



Obispo y Doctor de la Iglesia

Martirologio Romano: San Cirilo, obispo de Jerusalén y doctor de la Iglesia, que a causa de la fe sufrió muchas injurias por parte de los arrianos y fue expulsado con frecuencia de la sede. Con oraciones y catequesis expuso admirablemente la doctrina ortodoxa, las Escrituras y los sagrados misterios (444).
Etimológicamente: Cirilo = Aquel que es un gran Rey, es de origen griego.
Breve Biografía

Desde el periodo apostólico hizo su aparición la herejía en la Iglesia; pero sin causar en las comunidades eclesiales esas profundas heridas producidas por el arrianismo y el nestorianismo en los siglos IV y V.

Pero si este pulular de herejías frenó un poco la evangelización de los paganos, suscitó también grandes figuras de pastores, de teólogos, de predicadores, de escritores que con sus obras, por medio de una catequesis sistemática, las homilías y los sermones, lograron exponer claramente la doctrina cristiana y penetrar en el mismo ambiente pagano. La defensa de la ortodoxia hizo más consciente y vívida la fe en el pueblo cristiano. Una de las figuras más representativas de este período de apasionadas batallas teológicas es la del obispo de Jerusalén, san Cirilo, que dirigió esa Iglesia desde el 350 hasta su muerte, en el 386.

Cirilo nació de padres cristianos en el año 315. Tuvo alguna simpatía por los arrianos; pero se separó de ellos muy pronto y se adhirió a los semiarrianos homoiusianos, esto es, a esa orientación teológica que se inclinaba a los convenios, que proponía el término “homoi-ousios” (de naturaleza semejante) en vez de “homo-ousios” (de la misma naturaleza, es decir, el Verbo de la misma naturaleza que el Padre): se trataba sólo de añadir una letra, pero era suficiente para eliminar la idea de la consubstancialidad entre el Padre y el Hijo. Cirilo abandonó también a los semiarrianos y se adhirió a la doctrina ortodoxa de Nicea. Por esto fue varias veces desterrado, bajo los emperadores Constancio y Valente. El primer concilio ecuménico de Constantinopla, en el que participó Cirilo, reconoció la legitimidad de su episcopado.

Las primeras incertidumbres de su pensamiento teológico demoraron, en Occidente, el reconocimiento de su santidad. En efecto, su fiesta fue instituida sólo en 1882. El Papa León XIII le concedió el título de doctor de la Iglesia por las 24 Catequesis que Cirilo compuso probablemente al comienzo de su episcopado y que él dirigía a los catecúmenos que se preparaban para recibir los sacramentos. De las primeras 19, trece están dedicadas a la exposición general de la doctrina, y cinco, llamadas mistagógicas, están dedicadas al comentario de los ritos sacramentales de la iniciación cristiana.

Las Catequesis de San Cirilo nos llegaron gracias a la transcripción de un estenógrafo, en la íntegra naturalidad y sencillez con que el santo obispo las comunicaba a la comunidad cristiana en los tres principales santuarios de Jerusalén, es decir, en los mismos lugares de la redención, en los que, según la expresión del predicador, no sólo se escucha, sino que “se ve y se toca”.






San Alejandro de Jerusalén (m. 250 o 251) es un mártir y santo cristiano venerado en la Iglesia ortodoxa y católica y ejecutado durante las persecuciones del emperador Decio.1

Vida[editar]

Es considerado el primer obispo de Capadocia. Alejandro fue hecho prisionero por su fe en el tiempo de Alejandro Severo y cuando fue liberado vino a Jerusalén, donde se le nombró coadjutor del obispo de JerusalénSan Narciso, del que se dice que contaba con 116 años. El anciano santo le instó a asistirlo en el gobierno de aquella sede. Este nombramiento contó con el consentimiento de los obispos de Palestina (Siria Palestina). Fue Alejandro quien permitió que Orígenes, entonces un laico, pudiera hablar en las iglesias. Fue una decisión polémica pero consiguió defenderse extendiendo otros permisos de la misma naturaleza dados incluso al mismo Orígenes en otros lugares, incluso a pesar de su juventud.
Alejandro fue especialmente reconocido por la biblioteca que construyó en Jerusalén. Finalmente, y con una avanzada edad, él, con otros obispos, fue llevado prisionero a Cesarea, y los historiadores dicen que "la gloria de sus blancos cabellos y su gran santidad formaban una doble corona para él en su cautividad". Sufrió numerosas torturas, pero sobrevivió a todas. Cuando las bestias salvajes fueron soltadas para que lo devoraran, algunas lamieron sus pies, y otras se recostaron la arena del coliseo. Desgastado por los sufrimientos, murió en prisión. Era el año 251.
Eusebio conservó fragmentos de una carta escrita por Alejandro a Antinoïtes; y otra a Antiochenes;2​ de la tercer a Orígenes;3​ y otra, escrita en conjunto con Theoctisto de Cesarea, a Demetrio de Alejandría.

San Alejandro de Jerusalén
Alexander of Jerusalem.jpg
NacimientoSiglo II
CapadociaTurquía Ver y modificar los datos en Wikidata
Fallecimiento250 o 251
Caesarea MaritimaSiria Palestina
Venerado enIglesia católica, Iglesia ortodoxa
CanonizaciónPrecongregación
Festividad18 de marzo (Iglesia católica), 26 de febrero, 22 de diciembre (Iglesia ortodoxa).

San Alejandro de Jerusalén, obispo y mártir
fecha: 18 de marzo
†: c. 251 - país: Israel
canonización: pre-congregación
hagiografía: «Vidas de los santos de A. Butler», Herbert Thurston, SI
Elogio: Conmemoración de san Alejandro, obispo y mártir, que, yendo de Capadocia a Jerusalén, recibió el encargo pastoral de la Ciudad Santa, donde fundó una importante biblioteca e instituyó una escuela. En su ya venerable y longeva edad, durante la persecución desencadenada bajo Decio fue conducido a Cesarea de Palestina, donde completó con un glorioso martirio su confesión de Cristo.
San Alejandro, junto con Orígenes, fue estudiante de la gran escuela Cristiana de Alejandría; primero estuvo bajo la dirección de san Panteno y luego bajo la de su sucesor Clemente. Fue nombrado obispo de su ciudad natal, Capadocia, y durante la persecución de Severo hizo su profesión de fe. Aunque no lo mataron, fue encarcelado por varios años hasta el principio del reinado de Caracalla. Su maestro Clemente, que había sido obligado a abandonar Alejandría, se comprometió a llevar una carta de Alejandro a la Iglesia de Antioquía, en la que enviaba la enhorabuena por la elección de san Asclepíades; noticia que había aligerado las cadenas a las que estaba sujeto, según él comentaba. Cuando obtuvo la libertad, hizo una peregrinación a Jerusalén, y ahí fue elegido por el pueblo para coadjutor del obispo de aquella sede, debido a una señal del cielo. Esta era la primera vez en la historia de la Iglesia que se daba el caso de un coadjutorado y translación episcopal; acaeció en el año 212 y tuvo que ser ratificado por la jerarquía de Palestina en un Concilio. Mientras estaban los dos obispos en el gobierno de la Iglesia de Jerusalén, Alejandro escribía a otra sede: «Os saludo en nombre de Narciso, quien a la edad de 116 años, nos pide que vivamos en inviolable paz y unión».
San Alejandro tuvo un conflicto con el obispo Demetrio de Alejandría, quien le censuró por haber tomado parte en la ordenación de Orígenes y por haberlo alentado a predicar en las iglesias, cuando era aún seglar. Por testimonio de Orígenes sabemos que Alejandro de Jerusalén sobresalía entre todos los prelados por su mansedumbre, dulzura y discernimiento. Hizo grandes beneficios a la ciudad; entre otros, le dio una biblioteca de obras teológicas, que todavía existía cuando, un siglo más tarde, Eusebio escribió, y de la que hizo constante uso. En la persecución de Decio, san Alejandro fue aprehendido e hizo su segunda confesión pública. Fue condenado a las fieras, pero no pudieron hacer que lo atacaran; entonces fue llevado prisionero a Cesarea, donde murió en cadenas. La Iglesia lo reconoce como mártir.


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