viernes, 15 de mayo de 2015

Paleografía


Escritura española en el siglo XVI

Carta de Felipe II de 1583
En el siglo XVI, se usaron en España para los documentos tres clases de letra:
Si bien predominaba sobre todas, la última.
El abuso que los escribanos venían haciendo de la letra procesal desde el último tercio del siglo anterior, con el fin de hacer más rápido y de más valor su trabajo, ocasionó dos disposiciones que en el año 1503 tuvo que adoptar la Reina Católica. .- ...................................................:http://es.wikipedia.org/w/index.php?title=Especial:Libro&bookcmd=download&collection_id=94fca08e14ecda9bc1809dabf6133e66caf1f20d&writer=rdf2latex&return_to=Escritura+espa%C3%B1ola+en+el+siglo+XVI





A. Presenta en la escritura francesa del siglo XII dos formas: Una propia del carácter capital, constituida por trazos rectos (A), y otra uncial, compuesta de líneas curvas y parecida a la a minúscula de imprenta (a). Ambas admiten algunas variantes que no modifican esencialmente su figura.

La primera se presenta generalmente constituida por dos trazos que forman ángulo agudo, sin trazo horizontal que los una (A), según era usual entre los romanos (I). A veces, sin embargo, tenía el travesaño central, ya formado por una sola línea recta, o por dos en ángulo obtuso, cuyo vértice se dirigía hacia la parte inferior.

La segunda A solo se modifica en cuanto a la longitud de sus perfiles de arranque y de terminación, y a la mayor o menor curvatura de sus trazos. Su origen es también romano. Aparece en los códicesunciales desde el siglo III, generalizándose en los siguientes y conservándose después, casi hasta fines de la Edad Media.

En el siglo XIII siguieron usándose las mismas A en unión de nuevas formas de esta letra, que se generalizaron, entre otras la de la escritura de privilegios, y mas tarde de la alemana, parecida a nuestra A mayúscula de imprenta, con un trazo horizontal sobre su vértice y otros dos respectivamente colocados en sus bases.

La segunda figura de las A del siglo XIII de la lamina, no es de uso tan general, y tiene los mismos caracteres con que aparecía esta letra en la escritura uncial romana antes de adoptar la forma redondeada.

Esta misma forma, con su perfil inferior vuelto a arriba y de derecha a izquierda, comenzada usarse en el siglo XIV. Las dos que siguen, formada una sin levantar la pluma en una sola línea tres veces ondulada, y la otra por tres trazos, de los cuales el grueso izquierdo no llega a tocar al superior de la letra, se generalizaron en el siglo XV.

La variedad de A que se observa en los documentos de los siglos XVI y XVII, permite reducirlas a cinco tipos principales, que son los que se incluyen en la tabla de alfabetos. Las tres primeras son derivadas de las anteriormente descritas, y la cuarta no es sino la minúscula de mayor tamaño. Todas ellas se usan en las escrituras cortesana y procesal; la ultima, además, en la letra de juros y en la itálica.

La A parecida a la nuestra manuscrita, es propia de esta escritura.




B. La B es de las letras que menos alteraciones han sufrido en su estructura. Su forma es común a la escritura capital y a la uncial, y casi constante en los siglos XII al XVII. So hay que destacar que la figura de la b minúscula, de mayor tamaño, hace frecuentemente, en especial durante los siglos XVI y XVII, funciones de mayúscula. La B parecida a nuestra manuscrita, apareció con la escritura itálica y se uso a veces en la procesal.




C. La figura romana de esta letra, idéntica a la que actualmente se emplea en la tipografía, fue la usual en los siglos XII y XIII. Desde la segunda mitad de este siglo experimento algunas modificaciones, consistentes, en tener una línea arqueada cerrando su abertura, o en admitir uno o dos trazos verticales en su centro. La primera de estas modificaciones adquirió permanencia en la escritura de privilegios y en la alemana.

En los siglos XVI y XVII, además de la primera figura que hemos descrito, se hizo frecuente en los documentos escritos en las letras cortesana, itálica y procesal la C con la mitad de su arco bajo la caja del renglón.




D. Tuvo esta letra tres distintas figuras en el siglo XII: una propia de la escritura capital, otra de la uncial y otra mixta de ambas.

La primera se asemejaba a nuestra D mayúscula de imprenta, y procedía de la usada por los romanos desde los tiempos más remotos.

La segunda, constituida por una especie de O que ocupaba la caja del renglón, de cuyo vértice superior partía en dirección hacia la izquierda un trazo ligeramente encorvado, tiene también origen remoto, siendo característica de los escritos unciales desde el siglo III.

La tercera participa de los caracteres de las dos anteriores, teniendo su remate superior oblicuo con respecto al trazo vertical.

Estas mismas formas de la D siguieron usándose en los siglos XIII al XVII, sin mas variaciones que los trazos de adorno que solían acompañarlas en la escritura de privilegios, y el mayor redondeamiento que tenían los trazos superiores de la uncial en la alemana, y de la capital en la itálica y procesal, resultando en estas últimas en el siglo XVII con figura muy parecida a la D de nuestra actual escritura española.




E. Las diversas formas de esta letra en el siglo XII, pueden reducirse a dos tipos principales: el genuino de la escritura capital (E) y otro propio de la uncial, constituido por una curva en figura de C, con una línea horizontal en su centro. Los dos están tomados de la escritura romana.

En el siglo XIII siguieron usándose ambas formas en los documentos de letra francesa, pero en los de escrituras de privilegios y de albalaes se generalizaron algunas modificaciones de la E uncial, que principalmente consistían en duplicar o triplicar el trazo principal. En la escritura alemana se uso la E uncial con un trazo cerrando su abertura. En la cortesana de los siglos XIV y XV y en la procesal de este último se adoptaron las E nº 7, 8, 9 y 10, también unciales en su origen.

En los siglos XVI y XVII, continuó el uso de la E con las formas dichas, y con otras dos algo parecidas a nuestra E mayúscula manuscrita. Al mismo tiempo, en la escritura bastarda se renovó el uso de la Ecapital, pero generalmente prolongándose en dirección hacia la izquierda su trazo horizontal superior.




F. De las dos formas principales que tiene esta letra, ambas de origen romano, la del carácter capital (F) y la uncial de trazos curvos y prolongada por la parte inferior de la línea del renglón, predominó la segunda en los siglos XII al XV. Sus variantes son numerosas, aunque no alteran su forma esencial.

En los siglos XVI y XVII, las formas con que aparecía esta letra eran las mismas de la escritura minúscula, aunque sin que entre unas y otras hubiese otra diferencia que su respectivo tamaño.

En la escritura bastarda de estos siglos se uso la F capital, volviéndose al primitivo tipo romano, pero modificado el trazo superior que se prolongaba hacia la izquierda.




G. Las dos formas con que se presenta esta letra en la escritura del siglo XII, derivadas ambas de la romana, siguieron usándose hasta el siglo XV, sin otra modificación que tener en su centro uno o dos trazos verticales, en las escrituras llamadas de privilegios y de albalaes.

En los siglos XVI y XVII se usa la G con forma de c con sus extremos volteados, semejante a nuestra mayúscula manuscrita, o con la figura propia de la escritura capital romana (G).




H. Las dos formas de la H romana, capital (H) y uncial (h), se usaron en los documentos del siglo XIII.

En los posteriores a este siglo predominó el uso de la forma uncial.




I-J. Hasta el siglo XV no hay distinción en la escritura entre estas dos letras. Las dos formas usadas para designarlas son IJ, capital la primera y uncial la segunda. Esta última es la predominante. Ambas tienen su origen en la escritura romana.

En los siglos XVI y XVII, se estableció diferencia en cuanto a la manera de expresar gráficamente ambos sonidos, usándose la I uncial mas o menos prolongada y volteada en su terminación, para indicar el sonido de la i, y de la misma letra con una inflexión en su centro, para designar la j. La forma de estas letras es la misma que se observa en la escritura minúscula, sin más diferencia que ser de mayor tamaño.

En el siglo XVII y en la letra itálica, se vuelve a usar la I capital para la vocal, y se introduce una nueva forma de J, la mayúscula, que aun se conserva en nuestra bastarda española.




K. La figura de esta letra (K] apenas presenta variación alguna en los documentos españoles. Se compone de un trazo perpendicular a la caja del renglón y de mayor altura que el resto de la letra, y de dos líneas en ángulo obtuso, cuyo vértice esta unido a dicho trazo. Los dos lados del ángulo terminan en curvas, el superior hacia adentro y el inferior en dirección contraria, en la misma forma que los arcos de nuestra R.

El uso de la K, de aplicación frecuente en los siglos XII y XIII, decayó en los siguientes.




L. En los siglos XII al XV, presento dos formas esta letra: una capital, como nuestra moderna (L); y otra, de uso más frecuente, de carácter uncial, cuyo trazo primero estaba encorvado, y que presentaba el aspecto de un 2. Una y otra tienen precedentes en la escritura romana.

En los siglos XVI y XVII, son tres sus formas: la capital, ya descrita, la cual no se generaliza en los documentos hasta finales del periodo paleográfico; la uncial ya descrita, aunque con su curvatura en sentido inverso, y otra de figura parecida a nuestra L manuscrita moderna, la cual predominó sobre las otras en la escritura procesal.




M. En los siglos XII al XV, presenta cinco formas: una, tomada de la escritura capital romana, y cuatro, derivadas de la uncial.

La primera, idéntica a nuestra M versal, fue de muy limitado empleo en los documentos. Su uso es tan antiguo como la escritura romana.

La segunda, imitación de la uncial que aparece en los códices romanos, es la más usual en los diplomas, y alterna en ellos con la cuarta.

La tercera y quinta, de igual origen que las anteriores, se usaron en las inscripciones y en algunos documentos, desde el siglo XIII.

En los siglos XVI y XVII, volvió a tener la M la figura capital, si bien con sus trazos arqueados, y como aún la usamos en la escritura bastarda española.




N. La N presenta en los documentos de los siglos XII al XV las dos formas que le eran peculiares en la escritura romana, capital (N) y uncial (n). La primera aparece generalmente con su segundo trazo vertical prolongado por la parte inferior y terminando en un perfil, y tiene su línea central con tan poca oblicuidad, que en muchas ocasiones casi es horizontal y da lugar a que se confunda esta letra con la H.

En los siglos XVI y XVII, además de estas figuras de la N, aparece la que actualmente usamos en la escritura española.




O. Apenas varió la figura de esta letra en los siglos XII al XVII. Solamente en la usada en la escritura del siglo XIII y XIV con un rasgo o dos en su centro, y la de forma parecida a una C, que en principio de palabra se observa a veces en los documentos en escritura procesal.




P. A dos se reducen las seis principales formas de esta letra, usadas en los siglos XII al XV. La capital (P) y la uncial, cuya curvatura ocupa la caja del renglón y cuyo trazo recto se prolonga por debajo de este. La segunda tuvo mayor uso. Las dos están tomadas de la capital y de la uncial romanas.
En los siglos XVI y XVII, la forma uncial es como la minúscula, abierta por la parte superior, y la capital prolonga su arco hacia la izquierda.




Q. A dos, ambas de origen romano, se reducen las formas de la Q en los documentos de los siglos XII al XVII. La capital (Q) y la uncial (q). Alternando con ellas, se uso una Q que mezclaba caracteres de una y otra, tomando su forma de la uncial y su tilde de la de forma capital.




R. Apenas se separo esta letra del tipo romano hasta el siglo XIV, en el cual empezaron a usarse las R sexta y siguientes, las cuales se generalizaron en la escritura cortesana y más tarde en la procesal.
No es raro ver usada esta R en el centro de las palabras haciendo funciones de r doble.
En los siglos XVI y XVII, alternó esta forma de R con otra análoga a la que tiene a la actual española.




S. La forma que hoy usamos para la S apenas varió en los siglos XII al XVII. Solamente existe una variante que desde el siglo XIV alternó con ella, es la S en forma de C propia de las escrituras cortesana y procesal. Su uso llego hasta el siglo XVII.




T. Las formas que esta letra había tenido en los escritos romanos, capital y uncial, se usaron en los documentos españoles de los siglos XII al XVII, predominando la segunda.
En los siglos XVI y XVII, se uso además la T con forma parecida a la de una j.




U-V. No hay diferencia en el uso de estas letras en la Edad Media y en los primeros años de la Moderna. La U tuvo generalmente forma uncial en los siglos XII al XV, y la V, la forma capital, pero con su trazo izquierdo sobresaliendo del resto de la letra.
En los siglos XVI y XVII, además de estas formas, comenzaron a usarse las genuinas del alfabeto romano (U - V), especialmente en la escritura itálica o bastarda.




X. Las formas de esta letra apenas se diferencian de la X romana, de la que deriva, sólo en la mayor curvatura de sus trazos y en la prolongación que el segundo de estos suele tener por bajo de la caja del renglón.




Y. De escaso uso, esta mayúscula, tiene, generalmente, la forma uncial romana (y) en los documentos anteriores al siglo XVII. En este siglo alterna esta figura con la capital romana Y.




Z. Semejante a la que suele aparecer en los manuscritos romanos, aparece en los documentos de los siglos XII y posteriores con sus trazos encorvados. A veces termina por debajo de la caja del renglón por medio de una caída curva.

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