martes, 13 de febrero de 2018

POESÍA POR AUTOR

JOSE ALONSO Y TRELLES

Barranca abajo
de José Alonso y Trelles

Dicen que un criollo altanero
Ronda de noche tu choza...
No salgás ni aunque háiga luna,
¡Pisá derecho, morocha!
Cuentan que es gáucho ladino
Que los corazones roba,
Y que se jata e yevarlos
Prendidos de las yoronas...
¡Quiera Dios no quede el suyo
Como guacho atáo e soga
Lo que sienta el calorcito
De tus gracias tentadoras!
Vos, con esos ojos lindos,
Que son dos degas filosas,
Amagá p 'atropeyarlo,
Pero no avancés ni en broma;
Porque cuenta una chiniya,
Que tuvo con él su historia,
Que es como luz p'arrimarse
Cuantito le aflojan piola...
. . . . . . . . . . . . . .
Sin mostrártele mezquina
No la hechés de generosa,
Que la sé trái al jagüel
La hacienda más ariscona.
Querendona de a ratitos,
Y de a ratos desdeñosa,
Haciéndolo arder en celos
Si a las güenas no se doma.
Cuando el hombre se t'entriegue
Manso de manos y boca,
Querélo con tuita el alma
Y entregátele vos toda,
Que la vieja, que te asusta
Con Mandinga, es sabedora
De que por amar ansina
Dios salvó a ala Pecadora...
. . . . . . . . . . . . . .
Y a más, que ni en el infierno
Hay pena más grande y honda,
Que la de ir yamando a un alma
Y ver que esa alma está sorda!...









Canta la noche
de José Alonso y Trelles

Sobre la cabeza del lomiyo
Que luce en oro de su dueño el nombre,
Como cansáo de asujetar las riendas
Se apoya el brazo convidando al trote.
Obedece el overo,
Que sabe ya que al comenzar la noche,
La inquietú de su dueño se adormece
Como en agua e laguna el camalote,
Y, pisando a gatitas la gramiya,
Va saliendo del monte
Pa rumbiar por la costa e la cañada
Buscando un rancho al que da sombra un molle.
Duebla el jinete el poncho sobre el hombro,
Y pa que al viento su melena flote
Echa a la nuca el gacho y pára el oído,
Y se agacha pa ver el horizonte...
No se mueve ni un pasto; en la yanura
Ni el tero ni el chajá sienten el trote
Del overo que sabe, como su amo,
Que hay que juir de la luz y de los hombres...
. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
En la puerta del rancho
A que da sombra un molle,
Una china hechicera espera a un gáucho,
Y un poema de amor canta la noche.










Las avispas del deseo
Son -al verte ráir- felices,
Porque roban a tu boca
La miel pa sus camoatises.

Pa saber si te he querido
Vení a verme lo que muera,
Y campiando en mis pupilas
Verás tu retrato en eyas.

Perezosos son mis ojos
Pa abrirse cuando está lejos,
Porque te encuentran cerquita
Con sólo mirar pa dentro.

Cuando oigás que estoy muriendo
Por compasión vení a verme;
Porque estando vos con migo
No he de ver yegar la muerte.

Era rumbiar pa tu rqancho
Y alegrarse mi overito,
¿Por qué será qur hoy se empaca
Y no va si no lo hostigo?

Me engañastes y juré
Odiarte dende aquel día;
Pero el querer es mañero
Y yo te quiero entuavía.











Dóranse los trigales a un sol que quema,
Y, agitando sus alas, las segadoras
Largan en los rastrojos atáos de paja,
Que han de mascar más tarde las triyadoras.

Con el gancho e viruta sobre los ojos,
Montáos en mancarrones que, por sotretas,
Ni sombra son de aquellos que beyaquiaban
Al sentir las yoronas en las paletas,

Van cruzando las chacras, jediendo a gófio,
Cortáo el pelo al rape y en Zapatiyas
Los nietos de los gáuchos de vincha y lazo
-Juertes como los "talas" y "coroniyas",-

Que cuando estas quebradas no habían sentido
Más aráo que la trompa de los peludos,
Se golpiaban la boca putiando alcaldes,
Jinetes en baguales de los más crudos!...

A la puerta e los ranchos, cuando eyos pasan,
Salen las paisanitas de la tierruca,
Que se enceban la cara pa hecharse polvos,
Y se añudan el pelo sobre la nuca.

Y balan "vidalitas" en la acordeona,
y relinchan, al ráirse, como potrancas,
Y, al andar van diciendo de razas finas
Po el tamaño e los senos y de las ancas,

Y son tamién, las nietas de aqueyas chinas
De ojos como no hubo otros, lindas y esbeltas,
Que al morir de las tardes, todas de blanco,
Y adornadas con flores las trenzas sueltas,

Iban dende los ranchos hasta el palenque
A esperar a los crioyos de entrañas duras,
Que eran pa las chiruzas de sus amores
Suaves como las grasas de las achuras.










Charamuscas
de José Alonso y Trelles 

Ni me nuembre la guitarra que jué un tiempo mi alegría
Y hoy ni un poco de consuelo me le brinda al corazón;
Dejelá, no más, que duerma silenciosa, y triste, y fría,
Como tumba en que encerrad tengo mi última ilusión.

Hace mucho que no quiere las caricias de mi mano,
Hace mucho que no escucha los soyozos de mi amor;
Hace mucho que sus cuerdas, como en cepo colombiano,
Estaquean las canciones que endulzaban mi dolor,

Aprendió de mi chiruza los desdenes de matadores,
Se amigó con mi destino pa gozarse en verme dir,
Cabrestiando de la cincha de los únicos amores
Que, áun matándome, en mi alientan el anhelo de vivir.

Del amor que como un juego va quemándose las venas,
Y que nunca, ni áun en sueños, he de verlo florecer,
Y de ese otro amor hermoso que las odia a las cadenas,
Y que pide sacrificios y que esije hondo querer.

Dejalá no más, colgada del horcón de la cumbrera
A la que áhura con mis penas se complace en ser cruel,
A la prienda que jué un tiempo el sol de mi tapera
Camoatí en que mis canciones iban a beber la miel.










Como el cangrejo
de José Alonso y Trelles


Y bien echáo p'atrás; bien en la nuca,
Pa que tuitos me vean,
Pa que tuitos se enteren que no tengo
De que tener vergüenza;
Dios me hizo ansina, viejo,
Y ansina he de seguir hasta que muera;
Beyaco p'al recáo, negáo al freno,
Arisco pa dentrar ande otros dentran.
¿Que maté? ¿Que juí preso? ¿Que a gatitas
Me escapé de echar ráices en la celda?
¿Y de áhi? Si a mano viene áhura mesmito
Canto flor otra güelta,
Y otra güelta me enrriedo con los jueces
Y les juego risitas a las penas.
Todo está en que lo esijan
Mi china o mi opinión, cualquiera d'eyas,
Cualquiera d'eyas, viejo.
Porque sigo a las dos como un sotreta;
Porque doy por las dos si yega el caso
La sangre de mis venas...
¿Que soy gáucho atrasáo, fruto amargoso
Maduráo a la sombra e las taperas,
Charamusco en la hoguera de los odios
Que abrasan esta tierra?
¿Que le juyo al sobéo de eso que yaman
Progreso, y luz, y cencia,
Y voy siempre p'atrás como el cangrejo.
Rezusitando vinchas y melenas,
Como dijo el Fiscal el día e la vista,
Pa encajarme diez años de condena?...
¡Y qué hacerle al dolor si soy ansina,
Y ansinita he de ser hasta que muera!...
¡Ah hij'una! P'al que mata engüelto en sombras,
Seguro y a traición, no ha e tener lengua,
Y la tuvo pa mí, que herí de frente
Y maté en güena lay, en cancha abierta,
Y, antes de darle al fierro,
Pedí al táita respeto pa mis creencias,
Respeto p'al color de mi divisa
Que es mi más grande amor sobre la tierra,
Porque habla al corazón de sacrificios,
Y con las glorias de la Patria sueña,
Porque tiene el perfume e las cuchiyas,
Y el entusiasta olor de las peléas,
Y se enrieda en las cuerdas en que vibran
Mis tristes y mis décimas,
¡Y la yeva la china que yo adoro
Prendidita en la trenza!
¿Que es esto dir p'atrás como el cangrejo,
Resucitando vinchas y melenas,
Como dijo el Fiscal el día e la vista,
Pa encajarme diez años de condena?
¡Y qué hacerle al dolor si soy ansina,
Y ansina he de seguir hasta que muera!

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