viernes, 9 de febrero de 2018

Santos por meses y días

santos del 1 de febrero

San Trifón (Trypho) (Lampsaco, 232 – Nicea, 2 de febrero 250) fue un joven de cristiano que sufrió martirio durante las persecuciones de Decio (249-251). Es venerado como santo por todas las confesiones. San Trifón continua celebrándose el 1 de febrero.

Biografía[editar]

Según la tradición, San Trifón nació en Campsada, Frigia, hoy Turquía, y de pequeño se hizo cargo de un grupo de gansos. De hecho, su nombre deriva del griego τρυφη (tryphe) que significa "delicado". Consiguó la fama como sanador, especialmente con animales, y es considerado uno de los Santos Anárgicos, particularmente invocado en las granjas.1
Durante las persecuciones de Decio fue apresado en Niceaalrededor del 250 y fue horriblmente torturado. Fue decapitado con una espada después de haber convertido al prefecto Licio.
Sus reliquias fueron enterradas inicialmente en su ciudad natal de Campsada. Posteriormente, fueron trasladas a Constantinopla, y luego a Roma. Su festividad se celebra el 1 febrero en el calendario ortodoxo2​y romano.3
Es ampliamente venerado en la iglesia oriental ortodoxa en la que es el patrón de los jardineros y los viticultores. Muchas iglesias está dedicadas a él, y el emperador bizantino León VI el Sabio (f. 912) entregó un eulgoio en honor al santo. Es el santo protector de Kotor en Montenegro, y uno de los santos de Moscú. En los iconos rusos del santo, a menudo se le ve con un halcón, una referencia al milagro atribuido a su intercesiones. Sus creyentes le dan poderes para luchar contra las invasiones de roedores y langostas, según aparece en la Gran Eucoologio.

febrero1_S_TrifonEste Santo era natural de Asia Menor y vivió en los años de los reyes Gordiano (238-244), Philippos y Decio. El Santo era muy pobre y de niño se dedicaba a cuidar animales en el campo para poder vivir. Mientras que realizaba su humilde trabajo, reflexionaba sobre las Sagradas Escrituras y con mucho celo realizaba sus deberes religiosos. La escritura que leía el santo juntamente con otras era: “El Señor se burla de los burlones, pero muestra su favor a los humildes”. (Proverbios 3:34). Realmente el humilde y piadoso Trifón con perseverancia, no solo llegó a conocer muy bien las Sagradas Escrituras, sino que pudo también enseñarlas; tan bendecido estaba por la gracia divina que realizaba milagrosas curaciones. La notoriedad de Trifón llego a oídos del rey Gordiano, quien envió a llamarlo porque su hija estaba enferma; y de hecho fue curada por Trifón. El padre agradecido intentó pagarle, pero el Santo se negó a aceptar pago alguno y se retiro con el agradecimiento del rey. Tiempo después, sin embargo, Trifón fue arrestado por admitir su fe en Cristo valerosamente. Sin miedo expresó fervientemente su oposición a la idolatría. Entonces fue golpeado, atado a un caballo y arrastrado, para posteriormente ser desnudado y quemado con antorchas.  Finalmente fue decapitado.
Más tarde, las reliquias de San Trifón fueron trasladadas a Constantinopla, y luego a Roma.
En Rusia, San Trifón es considerado como el santo patrón de las aves. Hay una historia que cuenta que cuando el zar Ivan el Terrible estaba de caza, perdió a su halcón por lo que le exigió a su ayudante que encontrara el pájaro dentro de tres días o de lo contrario sería condenado a muerte. Este buscó por todo el bosque, pero sin suerte.
Al tercer día, agotado por el tiempo de búsqueda, regresó a Moscú. Desesperado y cansado comenzó  a rezar con fervor a su santo patrón San Trifón Mártir, en busca de ayuda. En un sueño vio a un joven en un caballo blanco llevando el halcón del zar en la mano. El joven dijo: “Toma el pájaro perdido, ve al  zar y no llores”. Cuando erl halconero despertó,  vio al halcón en un pino. Se lo llevó al zar y le habló de la milagrosa ayuda que recibió de San Trifón . Agradecidos al Santo por salvar su vida, se construyó una capilla en el lugar donde apareció. Más tarde, también se construyó una iglesia dedicada al santo mártir Trifón en Moscú.
El Mártir es muy venerado en la Iglesia Ortodoxa Rusa como el protector celestial de Moscú. Muchos iconos rusos representan al santo sosteniendo un halcón en su brazo.






Elogio: En Augusta Pretoria, en los Alpes Grayos, san Urso, presbítero.
San Urso es el santo más popular del Val d'Aosta, protector contra las calamidades naturales y muchas enfermedades, entre ellas el reumatismo; su iconografía lo representa con un pájaro posado en su hombro, para recordar que reservaba una parte de sus cosechas para los pájaros. Las noticias sobre el santo provienen de la tradición oral, y de una «Vita Beati Ursi», de la que hay dos redacciones, la más antigua y breve proviene de fines del siglo VIII o inicios del IX, mientras que la más reelaborada y extensa, del siglo XIII.
Gracias a estas fuentes sabemos que Urso fue un presbítero que vivió entre los siglos V y VIII, y que tenía el encargo de cuidar y celebrar en la iglesia del cementerio de San Pedro. Esta figura de custodio y celebrante de una capilla o iglesia de cementerio estaba muy difundida en siglos pasados, y cuando estos edificios se encontraban en zonas apartadas, estos custodios-celebrantes tomaban el nombre de eremitas, a los cuales se dirigían los fieles para sus necesidades espirituales.
El desconocido autor de la «Vita...» lo describe como simple, dulce, humilde, pacífico y altruista, un hombre de Dios que conjugaba la oración continua con las obras de caridad, visitando a los enfermos, ayudando a los pobres, consolando a los afligidos y apoyando a los oprimidos, viudas y huérfanos. Dedicado al trabajo de su huerto para procurarse lo necesario, Urso dividía el producto en tres partes: para sí, para los pobres, y para los pájaros, los cuales, según dice la leyenda, en agradecimiento se posaban en su cabeza, en su hombro, en sus manos. También tenía un pequeña viña, cuyo vino tenía la virtud de curar a los enfermos.
El día de su muerte fue seguramente un 1 de febrero, porque en esta fecha se celebra su culto inmemorial, aunque el año nos es desconocido por completo. La tradición le atribuye multitud de milagros. Uno de ellos fue que en un período de gran sequía, cuando el agua escaseaba ya no sólo para los campos sino también para los propios fieles, Urso abrió una vertiente en una roca con su bastón; esa fuente aun existe, es la «Fontana di Sant’Orso», cuyas aguas se consideraban milagrosas, por lo que se hizo en 1649 una capilla para albergarla, restaurada en el siglo XIX.






Santa Viridiana (Castelfiorentino1182 - Castelfiorentino, 1 de febrero de 1242) fue una religiosa italiana venerada por la Iglesia Católica.

Biografía[editar]

Nació Castelfiorentino, Toscana en 1182; dentro de una familia noble en decadencia. Desde joven dio muestras de Santidad.1
Realizó una peregrinación a Santiago de Compostela, prometiendo antes volver. A su regreso le fue construida una ermita en donde permaneció 34 años.2​ Se dice que en una ocasión dos serpientes entraron a su celda pero ella nunca contó lo sucedido pues lo veía como un acto de sacrificio.1
Se cree que en 1221 fue visitada por San Francisco de Asís y que su muerte fue anunciada por el sonido de las campanas de Castelfiorentino.
S.Verdiana, Museo di Santa Verdiana.jpg

Elogio: En Castro Fiorentino, en la Toscana, santa Viridiana, virgen, que vivió recluida desde la juventud hasta la ancianidad.
Viridiana nació en Castelfiorentino, en Toscana, de una noble familia venida a menos. A la edad de doce años, un acaudalado pariente la llevó para que sirviera de compañía a su esposa, la que la nombró ama de llaves. Ya en este tiempo, gozaba de cierta fama de santidad, y cuando se le dio permiso para sumarse a una peregrinación que partía para Santiago de Compostela, se le hizo prometer primero que regresaría a Castelfiorentino. A su vuelta, los compañeros de viaje narraron tales cosas de su santidad, que la gente le rogó que se quedara permanentemente entre ellos. Ella accedió con la condición de que se le permitiera llevar una vida de reclusión y se le construyera una ermita. Esta fue erigida cerca del río Elsa, anexa a un pequeño oratorio. Parece que sólo tenía de superficie doce metros cuadrados y que su mobiliario no constaba más que de una pequeña piedra que le servía de asiento. En esta celda vivió durante 34 años. La sola comunicación que tuvo con el exterior se efectuaba por una pequeña ventana abierta en el oratorio de San Antonio. Su única comida al día consistía principalmente en pan y agua y, ocasionalmente, en verduras. Dormía sobre el desnudo suelo, menos en invierno, cuando utilizaba una estera. Tenía gran amor por los pobres, a quienes entregaba todo lo que la caridad de los visitantes le donaba. Su única preocupación era recibir a los pobres y a los afligidos. 
Milagros maravillosos fueron atribuidos a santa Viridiana. Se cuenta que una vez entraron dos serpientes en su celda a través de la angosta ventana y permanecieron con ella durante años. La santa aceptaba su presencia como un sacrificio y permitía que comieran de su propio plato. Sin embargo, no reveló a nadie la presencia de estos animales, pues no deseaba que conocieran sus sufrimientos. 
Se dice que san Francisco de Asís la visitó en 1221. Los dos santos conversaron de cosas celestiales y que él la admitió a su Tercera Orden. Advertida sobrenaturalmente de su próxima muerte, cerró su ventana y se la oyó recitar los salmos penitenciales. La tradición cuenta que su muerte fue anunciada de un modo milagroso mediante un súbito tañido de las campanas de Castelfiorentino. El arte florentino representa a la beata Viridiana con el hábito de una monja de Valleumbrosa y una cesta con dos serpientes en ella. Parece cierto que tuvo alguna relación con la orden de Valleumbrosa, no así con la Tercera Orden Franciscana. Su culto fue aprobado por Clemente VII en 1533.





Beato Andrés de Segni, religioso presbítero
fecha: 1 de febrero
fecha en el calendario anterior: 17 de febrero
n.: c. 1240 - †: 1302 - país: Italia
otras formas del nombre: Andrés de Anagni
canonización: Conf. Culto: Inocencio XIII 1724
hagiografía: «Vidas de los santos de A. Butler», Herbert Thurston, SI
Elogio: En el convento de Piglio, en el Lacio, beato Andrés, de la familia de los condes de Segni, presbítero de la Orden de los Hermanos Menores, que, renunciando a altas dignidades, prefirió servir a Cristo en la humildad y simplicidad.
Andrés pertenecía a una noble familia: era sobrino de Rolando Conti, que fue más tarde papa, con el nombre de Alejandro VI, y era también pariente de otro famoso ciudadano de Anagni, Benedicto Gaetani, que fue el Pontífice Bonifacio VIII. Dejando de lado todas las esperanzas de un porvenir glorioso en el mundo, Andrés ingresó en la Orden de Frailes Menores, como simple hermano lego, renunciando aun al sacerdocio. La fama de su santidad llegó pronto a ser muy grande y se tiene por cierto que se le propuso el capelo cardenalicio, que el beato se negó rotundamente a aceptar.
Nuestras fuentes de información no son muy fidedignas, lo cual nos inclina a mostrarnos escépticos acerca de algunos incidentes en la leyenda del beato. Por ejemplo, Wadding cuenta que «en una ocasión, cuando Andrés estaba enfermo y no podía digerir los alimentos ordinarios, un amigo le llevó unas aves asadas. El siervo de Dios, compadecido de las inocentes criaturas, en vez de comerlas, hizo sobre ellas la señal de la cruz y les mandó que se cubrieran de plumas y echaran a volar. Los pajarillos obedecieron al punto y levantaron el vuelo, piando alegremente» (Léon, I, 134). Está fuera de duda que el Beato Andrés fue muy venerado en vida y más aún después de su muerte, por los milagros que se le atribuían. Murió el l de febrero de 1302, y su culto quedó formalmente aprobado en 1724.





Beata Juana Francisca de la Visitación, virgen y fundadora
fecha: 1 de febrero
n.: 1843 - †: 1888 - país: Italia
otras formas del nombre: Ana Michelotti
canonización: B: Pablo VI 1 nov 1975
hagiografía: «Año Cristiano» - AAVV, BAC, 2003
Elogio: En Turín, en Italia, beata Juana Francisca de la Visitación (Ana) Michelotti, virgen, que fundó el Instituto de Hermanitas del Sagrado Corazón, para servir al Señor cuidando desinteresadamente a los enfermos pobres.
En el Turín del siglo xix, sacudido por los belicosos aires de la unificación italiana, encendió el Señor una de las grandes luminarias de la Iglesia contemporánea, san Juan Bosco. Puede ser entendido como la estrella central de una constelación de santos. En su órbita también se inscribe la Beata Juana Francisca de la Visitación, que nos ofrece un suave destello de luz y esparce un calor manso, como una brasa viva y silenciosa. Sintió como él el hechizo que produce siempre la figura de san Francisco de Sales, dechado de bondad y de mansedumbre. Si Don Bosco fundó la Sociedad Salesiana, nuestra beata logró dar vida al primitivo proyecto de san Francisco de Sales de fundar una congregación de monjas dedicadas a visitar y cuidar a los enfermos pobres.
Murió a los 44 años exactamente, un día después de san Juan Bosco, el 1 de febrero de 1888. Se llamó antes de ser religiosa Ana Michelotti, nacida en Annecy, en la Alta Saboya, el 29 de agosto de 1843, de padre piamontés y madre saboyana. Fue la tercera de cuatro hermanos, huérfanos de padre en la niñez. La madre, viuda y reducida a gran pobreza, demostró un temple extraordinario en el sostenimiento de los hijos, sacando tiempo para visitar y atender a enfermos necesitados. El influjo en su hija Ana fue decisivo desde sus primeros años. Cuando visitaba enfermos la acompañaba, y en su corazón brotaba la compasión y el interés por los demás. Así, la vocación a la vida religiosa brotó en ella con la mayor espontaneidad, en ambiente de estrechez suma pero atenta a los que todavía sufrían más.
A los diecisiete años entró en el monasterio de las Hermanas de San Carlos, de Lyon, una congregación dedicada a la enseñanza, y muy pronto comprendió que su lugar no era aquél. La acogió en el mismo Lyon una señorita muy piadosa, y comenzó el apostolado entre los enfermos. Su madre falleció en 1864 y el único hermano que le quedaba, cuatro años después. A sus veinticinco años seguía viviendo de prestado en Lyon, sin hogar familiar de referencia: sola. En su camino se cruzó un alma inquieta, sor Catalina, ex novicia de las Hermanas de San José de Annecy. Ambas coincidieron en la idea de poner en marcha el proyecto que habían tenido san Francisco de Sales y santa Juana de Chantal de fundar una congregación de hermanas para visitar y asistir a enfermos pobres. La gente comenzó a llamarlas «las dos señoritas de los pobres». Su casa se reducía a dos pequeñas habitaciones en una buhardilla, pero contaban con la bendición del arzobispo de Lyon, ante el que emitieron los votos el 29 de julio de 1869. Ana Michelotti asumió nuevos nombres de clara resonancia salesiana: Juana Francisca de Santa María de la Visitación. ¡Todo un programa!
En el camino de muchos santos hay trechos marcados por desconciertos y fracasos. No es del todo fácil de explicar la separación de las dos compañeras en 1870. Ana permaneció durante un tiempo en Annecy; luego halló cobijo junto a algunos familiares de la rama paterna en Almese, en el Piamonte, continuando su entrega a los enfermos, siempre dispuesta a obedecer. Respondió con prontitud, volviendo a Lyon, cuando se vio reclamada autoritariamente, y se encontró reducida a simple novicia, y sometida a grandes pruebas y humillaciones, ella que a todas luces era cofundadora. Retornó a Annecy, y la comunidad de Lyon, por cierto, no tardó en extinguirse. En Annecy, su ciudad natal, había para ella un sitio privilegiado de oración junto a la urna que guardaba las reliquias de S. Francisco de Sales. ¿Qué hacer? ¿Qué rumbo debía tomar la monja fracasada, ya llegada a los 28 años? Los santos permanecen siempre a la escucha y en su corazón a veces resuenan «palabras sustanciales», que dan fuerza para realizar lo que significan. Tales fueron las que oyó internamente con toda claridad: «Encamínate a Turín. Allí te quiere el Señor para que allí establezcas tu monasterio».
Hacia Turín se dirigió a finales de 1871 y allí se estableció definitivamente en 1873. Sus biógrafos hacen especial mención de dos personas de vida muy santa que le prestaron ayuda: el P. Félix Carpignano, del Oratorio de San Felipe Neri, y María Clotilde de Saboya. Buscó para su fundación una designación que denota humildad, devoción y amor: Piccole Serve del Sacro Cuore di Gesú, Siervecillas del Sagrado Corazón de Jesús, al servicio de enfermos pobres. Sólo eran tres para comenzar pero bastaron para que el cardenal Gastaldi, arzobispo de Turín, autorizase la obra en 1874, año en que las tres tomaron el hábito. El 2 de octubre de 1875 emitieron los votos de pobreza, castidad y obediencia. Sorprendentemente, el mismo cardenal que tan duro e incomprensivo se mostró con Don Bosco, cuando la obra de éste ya resultaba asombrosa, supo prestar su apoyo a una pobrecita mujer que echaba a andar de modo tan insignificante.
La dedicación a los enfermos pobres supuso sacrificios mayores de los imaginados. Varias de las poquitas monjas de los comienzos fallecieron víctimas del contagio. Pero pocos años después ya eran veinte. En 1880 pudieron abrir la segunda casa en Milán y en 1882 otra nueva en Valsalice, cerca de Turín, que se convirtió en casa-madre. Pronto siguieron otras fundaciones. La sombra benéfica de Don Bosco la acompañó en los momentos más difíciles. La consolidación y la expansión de una Congregación religiosa no es simple fruto de planificación y capacidad organizadora. Se requiere en los fundadores un carisma especial que suscite en otros el seguimiento, formándolos luego y sosteniéndolos con la enseñanza y el ejemplo. Beata Juana Francisca cifró su atención en el Corazón de Jesús que le inspiró la entrega sacrificada, abrazándose a la cruz. Pablo VI no duda en afirmar que responde fielmente al ideal de la mujer fuerte de la Biblia (Prov 31,17-20): «En ciudad ajena, pobre y careciendo de todo, falta de salud, afectada y afligida por muchas dificultades, alcanzó tal grado de virtud que siguió a Cristo con omnímoda libertad, imitándolo muy de cerca y logrando fundar una familia de religiosas que ha superado ya el siglo de existencia viviendo de su carisma de caridad».
Gravemente enferma, cesó como madre general de su congregación en enero de 1887. Falleció santamente el 1 de febrero del año siguiente. Fue enterrada con la máxima simplicidad en un pobre cementerio y hubiera ido a parar al osario común, si no hubiesen sido recogidos sus restos diez años después. Desde el año 1923 descansan en la capilla de la casa-madre de Valsalice. Fue proclamada beata por el papa Pablo VI en Roma el 1 de noviembre del Año Santo de 1975. 

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