jueves, 21 de mayo de 2015

anatomía humana


Aparato digestivo

El conducto hepático común es el conducto formado por la confluencia del conducto hepático derecho (que drena la bilis del lóbulo derecho del hígado) y el conducto hepático izquierdo (que drena la bilis del lóbulo izquierdo del hígado). El conducto hepático común se une después con el conducto cístico, procedente de lavesícula biliar, para formar el conducto colédoco. Este conducto tiene normalmente 6–8 cm de longitud y 6mm de diámetro en adultos.
Conducto hepático común
GallbladderAnatomy-es.svg
Anatomía de la vesícula biliar y conductos próximos. Conducto hepático comúnetiquetado arriba.
Illu liver gallbladder.jpg
Hígado, vesícula biliar y conductos. Conducto hepático común señalado con el Nº12.
Latín[TA]: ductus hepaticus communis

VÍA BILIAR 
CÓMO ESTA FORMADA:  (ANATOMÍA

Vesícula Biliar

Es un pequeño saco en forma de pera situado sobre el lóbulo derecho del hígado Está compuesta por el fondo ,su base. que se ubica sobre el hígado, el cuello que es la zona más angosta y de donde la bilis drena por el conducto cístico al dudeno. Su parte principal es el  cuerpo , un saco muscular que contiene de 20 a 50 ml. de bilis. La bilis es de color amarillo verdoso y está compuesta por colesterol, sales biliares y pigmentos biliares.
La bilis interviene en el proceso de digestión de grasa durante la digestión . La hormona que da la señal para que esto ocurra se llama colecistoquinina.
En ausencia de vesícula no se produce este aumento de secreción de bilis concentrada durante la digestión
pero aún así cantidades moderadas de grasa son digeridas sin dificultad especialmente si se ingieren con otros alimentos.

Canalículos Biliares
Un canalículo biliar se localiza entre cada par adyacente de células hepáticas. Estos canalículos forman una malla ininterrumpida de canales que se interconectan en todo el tejido hepático y son demasiado pequeños para ser vistos con el microscopio común.
La bilis fluye luego a otros pequeños canalículos visible con el microscopio común que son los llamados colangiolos o dúctulos . Los colangiolos al unirse recogen la bilis en distintas partes del hígado y forman el conducto biliar interlobular que es el primer canal biliar que se acompaña por una rama de la arteria hepática y de la vena porta.
Estos canales se unen con otros hasta formar conductos biliares mayores y así sucesivamente hasta formar los dos conductos  hepáticos principales que emergen de los lóbulos derecho e izquierdo del hígado formando el canal hepático común.
Por fuera del hígado, al conducto hepático común, a una distancia variable, se agrega el conducto cístico para formar conjuntamente el canal biliar principal o colédoco. Este último pasa detrás de la primera parte del duodeno y primera parte del páncreas, y desemboca en el duodeno junto con el canal pancreático principal .
El colédoco tiene aproximadamente unos 7,5 cm. de longitud. El lugar donde desemboca en el duodeno se llama la ampolla de Vater. En la parte distal del colédoco hay una zona de tejido muscular liso que forma un esfínter que regula el pasaje de la bilis al duodeno y fuera descripto por Oddi. (figura 33).
La vesícula biliar ,que tiene una forma de pera, se encuentra unida a la superficie inferior de los lóbulos derecho y cuadrado del hígado. Usualmente tiene alrededor de 10 cm. de longitud y 3 a 5 cm. de diámetro almacena la bilis, la concentra y la excreta en el momento adecuado.






La defecación es el proceso biológico de eliminación de las heces.
Después de haber pasado por el intestino delgado y grueso, el quimo ya es materia fecal, por lo que va a almacenarse en el colon para luego desecharse. Hay varias "válvulas" para mantener las heces hasta la hora de la defecación. Ya acumulada la materia suficiente, el sistema parasimpático relaja el esfínter interno del ano (involuntario), que va a traer como reflejo la constricción del esfínter externo (voluntario) y la tensión del músculo elevador del ano. Junto con ello viene la necesidad de defecar.
El músculo elevador del ano produce un ángulo entre el recto y el mencionado orificio, que es como cuando se dobla una manguera (se cierra el paso de la materia al cerrar el conducto). Al momento de defecar, el esfínter externo se relaja voluntariamente y el músculo elevador del ano se relaja dando lugar a un cambio de 90° a 15° entre el recto y ano. Esto permite la evacuación de las heces. Para todo esto, debe de haber algo que empuje, y es de lo que se encarga la presión intraabdominal. Al tensar los músculos de las paredes abdominales (pujar) se incrementa la presión abdominal y se termina evacuando.
La regulación se debe a la actuación de varios componentes del sistema nervioso. En un primer momento es el sistema nervioso entérico el que ante la distensión del recto por la llegada de las heces estimula los movimientos peristálticos en masa del intestino grueso. También se estimula al sistema parasimpático para la relajación del esfínter interno, a través del nervio sacro. Finalmente es la corteza cerebral de forma voluntaria a través de los nervios pudendos la que relaja el esfínter externo. Si conscientemente se reprime el reflejo de la defecación, las señales del parasimpático cesan, y no se repiten hasta que vuelvan a producirse más movimientos en masa, especialmente después de las comidas. Los animales que carecen de control voluntario tienen un reflejo gastrocólico.

La defecación es un acto parcialmente reflejo y parcialmente voluntario. La distensión del recto despierta el deseo de defecar. Provoca además la contracción refleja del colon sigmoideo y simultáneamente la relajación del esfínter anal interno (formado por musculatura lisa). Eventualmente se relaja voluntariamente el esfínter anal externo. La peristalsis masiva del colon lleva, como hemos dicho anteriormente, su contenido hacia el sigmoideo. Estas contracciones masivas pueden aparecer con la llegada del alimento al estómago (reflejo gastrocólico), lo que podría explicar el deseo de defecar después del desayuno. Con la defecación se vacía el recto, pero los movimientos del colon llevan al recto nuevas masas fecales que elevan la presión intrarrectal. Cuando esta presión llega a 40-50 mm de Hg. entra en acción nuevamente el reflejo y despierta el deseo de defecar. Con la distensión del recto se contrae por vía refleja el colon, se produce un acortamiento del recto y la relajación del esfínter anal interno. La contracción y relajación del esfínter anal externo de musculatura estriada, depende de la voluntad. Puede, por lo tanto, mantenerse cerrado a pesar de una presión rectal elevada. Ni las contracciones del recto, ni las del sigmoideo son capaces de vencer el efecto de la voluntad mientras no sobrepasan cierto límite. El contenido rectal vuelve en tal caso al colon. Mientras el esfínter anal externo está cerrado, no se produce defecación y el deseo de defecar puede desaparecer transitoriamente. Sólo con la abertura del esfínter rectal externo se inicia la defecación. La defecación se inicia con una inspiración profunda seguida de una espiración forzada por la glotis cerrada (pujo) que aumenta la presión intraabdominal. La presión abdominal desplaza el contenido del intestino grueso hacia el colon sigmoideo que, al ser distendido, se contrae por vía refleja. Al mismo tiempo se relaja el esfínter anal interno, también por un mecanismo reflejo. Finalmente, se relaja voluntariamente el esfínter anal externo y las masas fecales son expulsadas al exterior.
El vago disminuye y el simpático aumenta el tono de la musculatura lisa del esfínter interno. Los efectos son por lo tanto opuestos a los que estos mismos nervios ejercen en general sobre la musculatura lisa del tubo digestivo. El control nervioso de la defecación es, en primera línea, de carácter reflejo, cuyo centro primario. está ubicado en la parte sacral de la médula espinal. La defecación no se realiza si se interrumpe en algún punto el arco reflejo. En estas condiciones, se produce la retención transitoria de los excrementos hasta que el recto se llena en forma excesiva y sólo en este caso se produce su evacuación. Se trata, por lo tanto, de una defecación pasiva por incontinencia rectal. La incontinencia es transitoria y desaparece después de cierto tiempo, debido a que las fibras nerviosas de la pared rectal toman la función del centro sacral, reaparece la actividad refleja del colon y aumenta el tono del esfínter interno.
Existe en la parte inferior de la médula sacral un centro secundario de la defecación, el cual comanda una cadena de reflejos cuyo efecto final es la evacuación de las masas fecales acumuladas en el recto. Este centro secundario es más bien un concepto funcional que una formación anatómica. Se trata de un complejo neuronal que momentáneamente toma la función del centro primario y pone en marcha, por vía refleja, varios mecanismos controlados por diferentes segmentos neurovegetativos y nervios somáticos. Es así, como una lesión de la médula a un nivel más alto, en su segmento torácico o lumbar, por ejemplo, resulta en la suspensión de la defecación voluntaria. Después de varias semanas se restablece una defecación de tipo similar a la voluntaria, debido a la participación de este mecanismo espinal secundario. Reaparece la fase refleja de la defecación, pero ésta ahora requiere la distensión excesiva del sigmoideo. Como la lesión medular ha interrumpido las fibras sensitivas que transmiten a la corteza cerebral los impulsos aferentes provenientes del colon y recto, el individuo no siente la necesidad de defecar.






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