martes, 5 de mayo de 2015

arquitectura por época



arquitectura del medievo :
Una báscula es una máquina que sirve para levantar un puente levadizo.
Se compone de dos maderos atravesados por un eje colocado hacia el medio de su longitud, de suerte que dando la vuelta sobre este punto fijo, una de sus extremidades se levanta cuando la otra se baja. Es una palanca cuyo punto de apoyo está entre la potencia y la resistencia. Una parte de estos maderos sale fuera de la puerta y sostiene las cadenas del puente levadizo y la otra está dentro y tiene sus contrapesos que balancean el del puente, de suerte que tirando y bajando la extremidad interior de los maderos, la otra se levanta y eleva el puente.





Castillo (del latín castellum, diminutivo de castrum) es, según definición delDiccionario de la RAE, un «lugar fuerte, cercado de murallas, baluartes, fosos y otras fortificaciones». Existe todo un conjunto de edificaciones militares que guardan analogías con el castillo, como el alcázar, la torre, eltorreón, la atalaya, el fuerte, el palacio fortificado, la ciudadela o la alcazaba, lo que hace que no siempre sea fácil asegurar si se trata o no de un castillo propiamente dicho. Se tiene normalmente por tal el conjunto formado por un recinto amurallado que encierra un patio de armas, en torno del cual se sitúan una serie de dependencias y que dispone por lo menos de una torre habitable.- ......................:http://es.wikipedia.org/w/index.php?title=Especial:Libro&bookcmd=download&collection_id=3517e61dd8978af027a13cd71e85e426978336b4&writer=rdf2latex&return_to=Castillo

 Los castillos eran una construcción fortificada con fines defensivos o paramilitares.Altas torres y espesos muros son los rasgos mas característicos de los castillos de la antigüedad y de la edad Media. 
FUNCIÓN 
   Estas fortalezas servían a los señores feudales para mantener el dominio militar en sus territorios; en ellas se refugiaban en caso de revueltas.
    Alrededor de un núcleo central en forma de torre se levantaban los edificios de menor importancia.La torre principal,llamada torre del homenaje,último reducto en caso de ataque, contenía las dependencias 
 principales :habitaciones del señor feudal, capilla, almacén de víveres para el caso de sitio largo,una muralla y un foso.Este se traspasaba gracias a un puente levadizo y la puerta principal estaba protegida por una fuerte reja, llamada rastrillo.Las murallas eran almenadas, esto es, de silueta dentada y a lo largo de ella había troneras, orificios practicados para disparar a través de ellos.Los castillos se construían en lugares de difícil acceso y fáciles de defender.Las técnicas de sitio a estas fortalezas dieron lugar a una serie de armas ofensivas y defensivas.El medio más simple de conquista era el de vencer a sus defensores por inanición.Pero no era tarea fácil tomar un castillo, suponía una lucha encarnizada y el uso de armas como arietes,catapultas,bolas de hierro y ballestas gigantes.Los defensores repelían a los asaltantes que intentaban subir a las almenas con escaleras mediante pez hirviendo que les vertían encima.La decadencia del castillo llego con la invención de la artillería pesada.      
   Los castillos permitían el control de la población, de la agricultura, de la ganadería, del comercio y de los abastecimientos de su comarca en un momento en que eran constantes las luchas por afianzar y aumentar el dominio sobre el territorio,pues la fuerza militar equivalía al poder político y económico. 
   La castellología tiene su propia terminología y cada uno de los elementos constructivos su nombre característico y definitorio. Aquí introducimos un pequeño esquema, más amplio es el glosario. 
 
 



castillos del medievo .- ..................................:http://medieval.over-blog.es/article-castillos-medievales-en-espa-a-51247812.html


LA EDAD MEDIA: LOS CASTILLOS

Hasta el siglo IX los nuevos centros de población no descubrieron la utilidad de las ciudades fortificadas. Los vikingos que sitiaron París en el 886-888 encontraron cortado el paso por las murallas. Más o menos en la misma época, Alfredo de Inglaterra ideó un procedimiento para cerrar las ciudades con murallas, que debían ser vigiladas por fuerzas de la propia localidad. Para levantar y defender fortificaciones de este tipo era preciso que las autoridades públicas obligasen a algunos habitantes a pagar, construir y encargarse de guarnecer dichas murallas.
Si el ejercicio de la autoridad pública recaía en manos que no fueran las de los reyes, cosa que ocurrió sobre todo en Francia durante el siglo X, estos personajes tenían poderes, y a menudo razones, para levantar estas fortificaciones por su propia cuenta.
Los castillos como lugares fortificados y ocupados permanentemente eran de piedra, material que desde el principio exigió la participación de albañiles especializados y exigió tiempo para su construcción.
Para construir rápidamente una obra defensiva bastaba con unos montículos de tierra provistos de una robusta empalizada de madera en la parte superior con la cual poder resguardar un pequeño destacamento de soldados. Es probable que las fuerzas invasoras llevaran consigo obreros especializados capaces de proceder de improviso a construir fortificaciones de este tipo, pero es probable también que se contratara localmente a los trabajadores encargados de hacer esos montículos de tierra.
Habría sido imposible levantar un castillo, por pequeño que fuera, sin que el señor que debía ocuparlo no gozara de grandes poderes, incluso temporales, sobre una zona local o sobre un contingente de soldados. Los castillos, una vez construidos, debían ser confiados a sus castellanos, que muy pronto descubrían que aquella fortificación podía convertirse en la base de una acción política independiente. El castillo, siempre que estuviera adecuadamente dotado de agua y almacenes, pasaba a proporcionar a algunos señores locales, a veces absolutamente insignificantes, suficiente poder para mantener una independencia efectiva.
Reyes provistos de grandes recursos militares y de una cierta visión política, como Enrique II de Inglaterra, parece que tuvieron la habilidad de influir en los castellanos que amenazaban su seguridad consiguiendo que desmantelasen los castillos sobrantes y buscasen castellanos leales para los restantes, pero los gobernantes de este tipo no abundaban y fueron muchos los castillos que subsistieron y se convirtieron en centros de estados autónomos.
La función básica del castillo era siempre defensiva. Se elegía el emplazamiento primordialmente por las ventajas que ofrecía el lugar como defensa: una lengua de tierra accesible únicamente a través de un camino, terraplenes empinados, incluso un peñasco rocoso.
Todavía pueden verse en toda Europa ruinas de estos castillos, a veces encaramados en lugares increíbles, hoy más pintorescos que amenazadores. La pólvora ha arruinado sus construcciones defensivas, pero sólo cuando las condiciones políticas y económicas ya habían minado su seguridad.
 En el siglo XIII, la renovada importancia de las ciudades hizo que el acceso a ellas, si no su control, fuera indispensable para la preeminencia de la vida pública. Las ciudades desde el principio estuvieron provistas de murallas defensivas propias, murallas que debían ser permanentes y efectivas. Las técnicas de construcción de defensas de este tipo tenían que ver con la construcción de los propios castillos.
Eduardo I de Inglaterra, el inglés que construyó más castillos en Gales y Escocia, se sirvió de un arquitecto de Saboya, James of St George, quien demostró en Caernarvon cómo había que defender conjuntamente el castillo y la ciudad. De hecho, sólo una calidad de construcción de este género podía resistir los asaltos de los enemigos medievales. Y sólo castellanos situados en lugares aislados e inverosímiles podían preservar su independencia. En otros lugares el castillo había perdido todo su sentido para la política local. En los dos o tres siglos que duró su preeminencia, el castillo tuvo una profunda influencia sobre la vida y mentalidad de los señores, vasallos, soldados y habitantes de la localidad.
La finalidad principal de un castillo consistía en permitir que una guarnición cercada en él resistiese más que el sitio al que la podían someter sus enemigos. No había ningún castellano que tuviera interés en ganarse la enemistad de la población local ni en privarla del alimento y trabajo que pudiese encontrar en la inmediata vecindad. El castillo brindaba refugio contra las incursiones intermitentes, pero repetidas, de enemigos que venían de lejos, no contra la población local. Cuando se presentaba el enemigo, el castillo se convertía en refugio de hombres y animales de las cercanías y contaba con las provisiones suficientes para atenderlos.
El castillo, cuando se mantenía con propósitos que no fueran temporales y se convertía en una poderosa estructura de piedra, tenía la función especial de fortaleza para el vecindario o para la sociedad política. Guarnecido siempre con la fuerza mínima capaz de hacer frente a un Sitio, en ocasiones también podía acomodar a un gran número de personas, que no lo habitaban necesariamente en tiempo de guerra. Cuando llegaba a él el señor acompañado de su séquito, tenía allí su corte, recibía a sus vasallos y vecinos en la sala más grande, dando muestra de riqueza, munificencia y, en caso necesario, de justicia.
Al señor feudal le compete también la administración de la justicia en su pequeño Estado. Había un torreón donde se encuentran las estrechas, oscuras y húmedas celdas de la prisión. En ellas se encierra a los enemigos, a los súbditos que no han aportado el tributo al señor, y aun a los viajeros que han intentado evadir el pago de gravosos peajes. Junto a la prisión están las mazmorras donde se tortura a los prisioneros cuando se desea arrancarles alguna información.
A veces convocaba a los alguaciles locales para que expusieran sus alegatos, recibía a los nuevos arrendatarios, dictaba nuevas normas y dirimía antiguos litigios. El castillo era su casa de campo, su tesoro, su palacio, su casa temporal, el símbolo permanente de su poder y de su dignidad. En las islas británicas todavía siguen en pie suficientes castillos, algunos habitados aún, como Windsor o Warwick o Alnwick, que proclaman cuál era su propósito. Las reparaciones posteriores no han desvirtuado totalmente su aspecto original, aunque sería más difícil imaginar cómo debió ser su interior.
Las mejoras realizadas en el siglo XIII indican que sólo tardíamente su propietario adquiría casas más íntimas y confortables. El castillo era en gran parte un edificio público donde vivían aquellos que se tenían confianza mutua, donde comían y dormían, y donde sólo se encontraban especialmente recluidas las damas de alta alcurnia.
Los castillos, como los monasterios, eran lugares austeros en los que se había tenido en cuenta la importancia de la cuestión sanitaria, como lo demuestra su construcción. De la elegancia de los muebles, tapicerías o cortinajes que cubrían las paredes, de la comodidad de las camas y salones, sólo encontramos algunas alusiones en los romances. Su perfil dentado pretendía infundir miedo y respeto a los que se acercaban al castillo pero, así que penetraba en el patio, el viajero pasaba a formar parte de la gran familia del señor y vivían en él como miembro de ella.
cena medieval
En la noche la familia del castellano se reúne delante de un enorme hogar, en la cocina, espaciosa y oscura, del castillo. Se escuchan los relatos del trovador y se festejan las chanzas del bufón. Luego los pajes sirven al señor una última copa de vino: es el “vino del sueño”. La castellana, el señor, las damas de la corte y los pajes, alumbrándose con velas, se dirigen a sus habitaciones, subiendo las empinadas escaleras de caracol; los siguen los galgos que, echados sobre los cobertores, calentarán las camas. La mesa está servida: se comen carnes vacunas, de jabalí, rebeco, cabra, carnero, peces y aves, cocidas al horno, guisadas y al asador. Para condimentar se usan fuertes salsas preparadas con pimienta, clavo de olor, nuez moscada, canela y jenjibre. No se usan cubiertos: los comensales toman los alimentos con las manos. Al finalizar la comida los pajes alcanzan jofainas con agua perfumada para lavarse las manos.

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