SIMBIOSIS FRANKIA-ACTINORRIZAS
Las bacterias pertenecientes al género Frankia, además de realizar la fijación de nitrógeno en nódulos simbióticos desarrollados en un grupo de plantas denominadas actinorrícicas, pueden fijar nitrógeno en vida libre, gracias a células especializadas que forman la barrera contra la difusión de oxígeno.
Tabla 1. Familias y géneros de plantas actinorrízicas
|
|
Género
|
Myricaceae
|
Myrica
Comptonia
|
Betulaceae
|
Alnus
|
Casuarinaceae
|
Gymnostoma
Casuarina
Allocasuarina
Ceuthostoma
|
Eleagnaceae
|
Elaeagnus
Hippophae
Shepherdia
|
Rhamnaceae
|
Colletia
Discaria
Kentrothamnus
Retanilla
Telguenea
Trevoa
Ceanothus
|
Rosaceae
|
Dryas
Purshia
Cowaniana
Cercocarpus
Chamaebatia
|
Coriariaceae
|
Coriaria
|
Datiscaceae
|
Datisca
|
La denominación de planta actinorrícica viene otorgada por la capacidad que presentan para desarrollar nódulos simbióticos en conjunción con las bacterias del géneroFrankia. Estas plantas se reparten entre 8 familias, 25 géneros y unas 220 especies (Tabla 1) y aunque pudiera parecer un grupo muy heterogéneo se encuentran distribuidas dentro del mismo clado, Rosidia I, dispuestas en tres subclados distintos de un total de cuatro (Gualtieri y Bisseling, 2000), figurando en el restante otra familia formadora de nódulos fijadores de nitrógeno, las leguminosas. Son plantas dicotiledóneas, perennes y, salvo las del género Datisca, que son herbáceas, son arbustos o árboles. Se pueden encontrar en todos los continentes (Tabla 2) distribuidas en una gran variedad de ecosistemas desde zonas glaciares pasando por la tundra ártica, sistemas alpinos y riberas fluviales hasta entornos desérticos.
Quizás por su habilidad para establecer relaciones simbióticas con Frankia, de ser permisivas para la formación de micorrizas y su tolerancia a un amplio rango de pH y de concentración de sales, se las ha encontrado colonizando suelos de nueva formación, como por ejemplo los surgidos tras la recesión de glaciares. Es por ello por lo que se las utiliza para restaurar suelos contaminados por metales pesados como zinc, cadmio, plomo y cenizas procedentes de zonas industriales y mineras, zonas costeras y para prevenir la desertificación. Además, tienen otros usos como la reforestación de bosques, empleándose la madera que producen como combustible o dedicándola a uso industrial, y como barrera de viento protectora para otros tipos de intereses agronómicos (Wheeler y Miller, 1990).
Tabla 2. Distribución de las plantas actinorrícicas
|
Continente
|
Género autóctono
|
Género introducido
|
Eurasia
|
Alnus, Coriaria, Datisca, Dryas, Eleagnus, Hippophae, Myrica
|
Casuarina, Gymnostoma
|
Norteamérica
|
Alnus, Ceanothus, Cercocarphus, Chamaebatia, Comptonia, Coriaria, Cowania, Datisca, Dryas, Eleagnus, Myrica, Purshia, Shepherdia
|
Casuarina, Elaeagnus spp
|
Sudamérica
|
Alnus, Colletia, Coriaria, Discaria, Kentrothamnus, Myrica, Retanilla, Talguenea, Trevoa
|
Casuarina, Elaeagnus
|
África
|
Myrica
|
Casuarina, Elaeagnus, Gymnostoma
|
Oceanía
|
Allocasuarina, Casuarina, Ceuthostoma, Coriaria, Discaria, Gymnostoma, Myrica
|
Alnus, Elaeagnus, Purshia
|
Los microorganismos integrantes del género Frankia son bacterias Gram + y Gram variable de philum Actinobacteria, subclase Actinobacteridae, orden Actinomycetales, suborden Frankineae y familia Frankiaceae.
Las bacterias de este grupo se caracterizan por crecer formando filamentos, que antiguamente por su morfología similar a la de los hongos se denominaban hifas, y por producir en determinadas especies y en condiciones adversas esporas. Además, algunos filamentos en condiciones de ausencia de nitrógeno se diferencian en unas formas especializadas llamadas vesículas dentro de las cuales, y como se estudiará más adelante se realiza el proceso de fijación del nitrógeno.
Sin embargo, a pesar de conocerse la existencia de los nódulos actinorrícicos y su relación con Frankia desde el siglo XIX (Meyen, 1829; Brunchorst, 1886-1888), no fue hasta 1978 cuando se aisló una cepa a partir de nódulos y se pudo mantener en cultivo (Callaham y col., 1978)(todo ello revisado en Quispel, 1990). Aún hoy siguen existiendo dificultades para obtener aislados, esto junto con el hecho de que algunas cepas son capaces de infectar a plantas distintas de las que se aislaron no ha permitido establecer una clasificación definitiva. Para facilitar la tarea se está recurriendo a distintas técnicas bioquímicas para la identificación de las cepas, bien sean de caracterización química de la pared y membranas, o bien de secuenciación de marcadores genéticos como el ADN ribosomal 16S (Clawson y col., 1998). Curiosamente, estudios filogenéticos de este tipo basados en la comparación de la secuencia del gen nifH mostraron que las bacterias de este grupo están más relacionadas con las cianobacterias, que ocupan nichos acuáticos, que con otras bacterias más típicas de suelo como Rhizobium (Zehr y col., 1998).
Como se ha mencionado anteriormente, las bacterias de este género se caracterizan por presentar un crecimiento en forma de filamentos. Dichos filamentos están divididos por septos (por convención el espacio entre dos septos es lo que delimita una célula) y ramificados, presentando un calibre que oscila entre los 0.5 y 1.5 mm. Al observar muestras fijadas químicamente, las paredes aparentan estar compuestas por dos capas de material denso a los electrones: una lámina externa, compuesta a menudo por una capa multilaminar, y otra interna de la cual parten los agentes que entrelazan ambas láminas. En el citoplasma aparecen numerosos gránulos, los cuales se suponen que están compuestos de glucógeno (Huss-Dannel, 1990) y numerosas gotas de origen lipídico. Además se puede apreciar unas zonas densas a los electrones el cual se supone que es el nucleoide aunque sólo se ha observado en muestras preparadas por fijación química químicamente ya que las fijadas por congelación no lo presentan.
Los esporangios suelen aparecer cuando la bacteria agota los nutrientes del medio. Surgen como un engrosamiento terminal de algunos de los filamentos en donde posteriormente se van a suceder una serie de divisiones inicialmente perpendiculares al eje y posteriormente longitudinales, dando lugar así a las esporas que conforman al esporangio. Las esporas del género Frankia son inmóviles a pesar de lo cual se supone que sirven como método de propagación, aunque algunos autores consideran a las vesículas capaces de ello por sí mismas (Schultz y Benson, 1989).
Las vesículas son células especializadas encargadas de la fijación del nitrógeno. Se originan únicamente en condiciones de deficiencia de nitrógeno combinado. Aparecen en ramificaciones de los filamentos y, al igual que en los esporangios, se produce un engrosamiento en la zona terminal de la rama seguida de la formación de dos septos que van a delimitar el tallo de la vesícula y la vesícula propiamente dicha. Cuando la vesícula es joven se aprecia en el tallo depósitos de glucógeno los cuales desaparecerán cuando se alcance la forma madura, momento en el cual se empezará a sintetizar la enzima nitrogenasa cuya actividad irá consumiendo el glucógeno. En la mayoría de los casos, la vesícula presenta en su interior una serie de septos incompletos cuya aparición suele indicar la plena actividad de la vesícula. Las vesículas procedentes de cultivos de Frankia en líquido presentan una forma esférica mientras que en nódulos exhiben diferentes formas dependiendo de la planta.
Al observar al microscopio electrónico muestras fijadas químicamente, se puede apreciar un espacio vacío entre el citoplasma y la membrana que se considera artefactual, ya que no se aprecia en aquellas muestras procesadas por criofracturación. No obstante, con ambas técnicas se aprecia cómo la pared de la vesícula está compuesta por una capa multilaminar de naturaleza lipídica que se engrosa y modifica la relación de lípidos ante la presencia de O2, lo cual permite atribuirle un papel activo en la defensa contra el O2 (Kleeman y col., 1994).
Como se ha mencionado anteriormente, a pesar de conocerse desde el siglo pasado la relación entre Frankia y las plantas actinorrícicas, aún existen puntos oscuros en el proceso de nodulación. Así, si nos centramos en el primer contacto que se establece entre la planta y la bacteria, todavía se desconoce cómo llega la bacteria a la zona de la influencia de la planta, es decir si es atraída por quimiotactismo o es un encuentro azaroso, y una vez en ella cómo se produce la comunicación entre el microorganismo y el hospedador, es decir si existe y la naturaleza de las moléculas químicas implicadas (Van Gheule y col., 1997; Benoit y Berry, 1997).
Una vez que la bacteria entra en contacto con la planta, existen dos maneras de producirse la infección: de forma intracelular (Figura 2) o de forma intercelular (Figura 3) (revisado en Berry y Sunell, 1990). En la primera, la infección se efectúa mediante la entrada a través de pelos radiculares, los cuales en presencia de la bacteria se deforman y ramifican originando una región plegada a través de la que se produce la penetración del filamento, que va a progresar por el pelo hacia la célula epidérmica y de allí se dirigirá a las células corticales, mientras que las células infectadas de la planta van encapsulando los filamentos, depositando sobre los mismos material similar al de la pared celular. De forma simultánea a la progresión del canal infección hacia el córtex interior, las células van dirigiendo el camino de la infección mediante la alteración de su citoesqueleto induciendo una invaginación en la vacuola generando los llamados puentes citoplasmáticos (Berg, 1999) cuya orientación comunica unas células con otras y por los cuales irá creciendo la bacteria. Paralelamente, las células del cortex exterior salen de su estado de quiescencia reactivándose su ciclo celular, dando así lugar al prenódulo, cuyas células son invadidas por el microsimbionte. En algunas actinorrizas en dichas células, los filamentos se diferencian en vesículas e inducen la síntesis de la enzima nitrogenasa (Laplaze y col., 2000). Posteriormente, se inducen divisiones celulares en el periciclo del cual surgirá el primordio de nódulo que en su crecimiento
hacia la superficie de la raíz englobará y se fundirá con el tejido prenodular.
La ruta de infección intercelular se inicia tras la entrada en la raíz de los filamentos de Frankia a través de espacios intercelulares. Los filamentos cruzan la epidermis progresando por el apoplasto e invaden las paredes de las primeras capas de células en el parénquima. Para ello se produce una degradación de la lámina media mediante enzimas hidrolasas secretadas por la propia bacteria. En respuesta a la invasión, la planta deposita material extracelular en la zona de infección y en zonas adyacentes (Valverde y Wall, 1999). El proceso no necesita de la deformación de los pelos radiculares aunque la presencia de la bacteria puede originarla. Tampoco se induce la creación de un prenódulo sino que directamente se activa la división celular en el periciclo, originándose el primordio que crecerá hacia el exterior encontrándose con los filamentos en su progresión.
|
| |
Los nódulos actinorrícicos exhiben una estructura similar a la de una raíz lateral modificada presentando un haz vascular central circundado por el tejido cortical infectado a su vez rodeado por parénquima cortical (Figura 4). Son nódulos de tipo indeterminado, es decir presentan una o más zonas meristemáticas que les permiten un crecimiento prolongado pudiendo darse nódulos de varios centímetros de radio con uno o varios lóbulos. Por otro lado, dependiendo de la planta hospedadora el nódulo va a presentar diferentes estrategias a la hora de regular la presencia de oxígeno dentro del nódulo (Tabla 3) (Silvester y Harris, 1990). Salvo en los nódulos de las Casuarinaceae en los que los filamentos no diferencian vesículas, la principal defensa contra el oxígeno radica en las vesículas aunque también pueden presentar lenticelas y raíces nodulares que regulan la difusión del oxígeno. En el caso de los nódulos de las Casuarinaceae al no haber vesículas aparecen una combinación de estrategias como son la lignificación de las paredes de las células infectadas, la presencia de raíces nodulares y la síntesis de hemoglobina.
No hay comentarios:
Publicar un comentario