Familia Avellaneda
Marco Manuel Avellaneda (Catamarca, 18 de junio de 1813 - Metán, 3 de octubre de 1841) fue un político argentino, gobernador de la Provincia de Tucumán y padre del presidente Nicolás Avellaneda.
Hijo de Nicolás Avellaneda y Tula (primer gobernador de Catamarca) y padre del Presidente Nicolás Avellaneda. Aprendió las primeras letras en la escuela franciscana del padre Ramón de la Quintana, quien enseñaba Latín y Retórica. En 1823, sus padres se trasladaron a Tucumán y Marco pasó a Buenos Aires con una beca oficial para estudios en el Colegio de Ciencias Morales. Allí hizo amistad con Alberdi, Vicente Fidel López, Marcos Paz, Carlos Tejedor y Juan María Gutiérrez. En 1834 obtuvo su título de doctor en Jurisprudencia. Ya por entonces se destacaba como orador, y sus compañeros lo llamaban Marco Tulio. Colaboró por esos años en el periódico El amigo del país. Quiso quedarse en Buenos Aires, pero sus padres lo llamaron a Tucumán.
El gobernador Alejandro Heredia lo distinguió con su amistad. Dice Emilio Carilla que "su trayectoria de hombre público es de ascensión rápida: síndico procurador, secretario de la Junta Protectora de la Escuela de Lancaster y legislador, en 1835. Tres años después, a los 25 de edad, es ya presidente de la Sala de Representantes de Tucumán". Autor de proyectos de interesantes, se le atribuye el de una Constitución, en 1833. Luego del asesinato de Alejandro Heredia, en 1838, la Legislatura que presidía Avellaneda se pronunció contra Rosas, el 7 de abril de 1840. Es punto de partida de la reacción regional -la Liga del Norte- contra el jefe de la Confederación. Avellaneda será, sucesivamente, ministro de los gobiernos de Bernabé Piedrabuena, de Pedro de Garmendia y del delegado Gregorio Aráoz de La Madrid.
Derrotada la Liga del Norte por Oribe, en la batalla de Famaillá, el 19 de septiembre de 1841. Avellaneda debió exiliarse. A caballo, se dirigió a San Javier, pasó por Raco y siguió hacia el norte, buscando alcanzar Jujuy. Pero en la estancia La Alemania fue traicionado y arrestado por Gregorio Sandoval, quien decidió pasarse al bando rosista. Junto con otros oficiales fue entregado a Oribe. Este dispuso su ejecución, que llevó a cabo el coronel Mariano Maza degollándolo el 3 de octubre en Metán. Su cabeza fue expuesta para escarmiento, clavada en una pica, en el centro de la Plaza Independencia (en la actualidad se conserva la pica). Según la tradición, Fortunata García de García la sacó de noche y le dio sepultura en el convento de San Francisco.
Marco Avellaneda, apodado "el mártir de Metán", fue una de las víctimas de los federales. Una suerte similar, corrió el gobernador José Cubas. Catamarca fue la última de las provincias de la Coalición del Norte en caer bajo el régimen rosista; luego del combate de Amadores (donde el entonces gobernador interino Marcelino Augier es derrotado frente a Mariano Maza), todos los unitarios debieron exiliarse.
Marco Aurelio Avellaneda fue un destacado legislador y funcionario argentino. Fue diputado y senador de la Nación y ejerció el ministerio en tres oportunidades.
Biografía
Marco Aurelio Martín Avellaneda y Silva nació en San Miguel de Tucumán, Tucumán, Argentina, en 1835, hijo de Marco Manuel de Avellaneda y de Dolores de Silva y Zavaleta. Era hermano de Nicolás Avellaneda, futuro presidente argentino, y del legislador Eudoro Avellaneda.
Se graduó de doctor en derecho en la Universidad de Buenos Aires, dedicándose luego a la política. Fue diputado nacional por su provincia por el período 1876 y 1880 y reelecto en otras oportunidades hasta 1901. Decano de los legisladores, durante 11 años desempeñó la presidencia de la Cámara de Diputados. Fue interventor nacional en la provincia de Corrientes y en la provincia de Buenos Aires.
Fue designado presidente de la Oficina Inspectora de Bancos Garantidos hasta el mes de abril de 1890 en que renunció en medio de la grave crisis económica durante el gobierno de Miguel Ángel Juárez Celman por negarse a autorizar una emisión de dos millones por el Banco Nacional que propiciaba el ministro Wenceslao Pacheco cuando la institución carecía ya de reservas. Finalmente Pacheco se vería forzado a dejar el ministerio pero se convertiría en presidente del Banco y efectuaría emisiones clandestinas que agravarían la crisis y provocarían la quiebra de la institución.1
Entre el 7 de junio de 1893 y julio de 1893 fue Ministro de Hacienda del presidente Luis Sáenz Peña. En junio de 1901 fue nuevamente nombrado Ministro de Hacienda por el presidente Julio Argentino Roca, ejerciendo el cargo hasta 1902.
El 21 de noviembre de 1906 se convirtió en Ministro del Interior del presidente José Figueroa Alcorta ejerciendo el cargo hasta el 27 de septiembre de 1907.
En 1909 se convirtió en senador nacional hasta su muerte, que tuvo lugar en el partido de Tigre el 29 de enero de 1911.
Ley Sáenz Peña
En 1910, durante el tratamiento por el Senado de la ley de reforma electoral conocida como Ley Sáenz Peña, Marco Aurelio Avellaneda había encabezado el ataque al proyecto defendiendo el sistema de lista completa "bajo cuyo sistema el país había alcanzado todo su progreso" calificando la reforma de "inocua, antidemocrática e inconstitucional".
Proponía extraoficialmente ya desde la época de su paso por la cámara de diputados un sistema de elecciones controladas por el gobierno pero garantizando suficiente transparencia:"mi opinión es que el gobierno, consultando, pase el mejor acierto a algunas personas de reconocida honradez, sin excluir de un modo absoluto a ningún círculo y sin dar a ninguno una preponderancia decisiva, elija para Diputado entre los hombres honorables del pays, más o menos inteligentes, más o menos de buena posición a aquellos que le inspiren más confianza y con cuyo apoyo decidido puede contar para su marcha administrativa en bien del pays (…) aplaudo de todo corazón la resolución que ha tomado de ejercer su influencia en las elecciones provinciales (…) Si bien la inmensa mayoría que hace la elección no obra con independencia y conocimiento, sino por la influencia a que obedece, yo opino que la más legítima es la del gobierno, que es el especialmente encargado de conservar el orden público, que es por regla general el más imparcial como que debe estar arriba de las miserias y pasiones de los círculos y que es por fin el que tiene más responsabilidad por cuanto es nula la de los círculos por la razón de ser colectiva. ¿Cuál ha sido el resultado de las luchas electorales en que los gobiernos han sido o querido ser prescindentes?" Pero esa intervención debía tener límites "He sido opositor a ciertos gobiernos electores (…) he combatido y combatiré siempre el abuso de la influencia oficial del gobierno que sin consultar más que sus caprichos haciendo triunfar contra viento y marea los candidatos más antipáticos al pueblo (…) y siempre criticaré con severidad a los gobiernos que no tengan presente las verdaderas conveniencias del pays (sic) y que no consulten ante todo la honradez y la idoneidad para los puestos políticos".2
Esa ficción democrática se justificaba por la incapacidad e indiferencia de los electores:"Traiga U. a su memoria el espectáculo que presentan los atrios de los templos en un día de elecciones, allí no se ve sino una chusma medio salvaje que no sabe ni el nombre del ciudadano por quien va a sufragar. Tome Ud. los registros electorales y encontrará para cada cien votantes uno cuyo nombre le sea conocido o que sepa leer y escribir. Y bien estos son los ciudadanos que hacen la elección, asistiendo a los comicios no por usar de sus derechos sino impulsados por el mandato del patrón o del comandante o por lo menos interesados en la empanada y el aguardiente que se les propina."3
Y continuaba:"aquí, a medida que se acerca la época de nombramiento de Diputados aumenta la indiferencia pública. Como Ud. ha visto la copia del Registro Cívico que está publicado no encontrará un nombre conocido. El espíritu mercantil y de especulación ha invadido de tal modo a todas las clases de la sociedad que nadie se ocupa sino de buscarlos medios de ganar dinero. Las elecciones se hacen por (…) individuos que inscriben nombres supuestos, donde personas enganchadas para votar y se llevaría un chasco el que regrese por el interés con que tratan los diarios la cuestión electoral (…) La mayoría de la población no lee de los diarios sino los avisos de comerciantes".
Nicolás Remigio Aurelio Avellaneda (San Miguel de Tucumán, 3 de octubre de 1837 - alta mar, 25 de noviembre de 1885) fue un abogado, periodista, político y estadistaargentino; Ministro de Justicia e Instrucción Pública de Argentina entre 1868 y 1873, Senador de la Nación Argentina por la Provincia de Tucumán en 1874, Presidente de Argentina entre 1874 y 1880 y nuevamente Senador de la Nación Argentina por su provincia natal entre 1882 y 1885.
Inicios
Nicolás Avellaneda nació en San Miguel de Tucumán, el 3 de octubre de 1837. Fue hijo de Marco Manuel de Avellaneda y Dolores de Silva y Zavaleta.
Su hermano, Marco Aurelio Avellaneda, fue un destacado legislador y funcionario argentino. Fue diputado y senador de la Nación y ejerció el ministerio en tres oportunidades.
Nicolás comenzó en el periodismo como colaborador del diario El Comercio del Plata, que fundara Florencio Varela durante la época de Rosas.
En Buenos Aires se desempeñó, a partir de 1860, como profesor de economía de la Universidad de Buenos Aires, siendo recordado como un excelente docente y mejor expositor.
En 1865 publicó su libro "Estudio sobre las leyes de Tierras", ensayo que versa sobre los derechos de propiedad de los predios rurales.
Ministro del presidente Domingo Faustino Sarmiento
Al asumir Domingo Faustino Sarmiento como Presidente de la Nación Argentina nombró a Nicolás Avellaneda como Ministro de Justicia e Instrucción Pública, cargo que desempeñó con gran destreza, entre el 12 de octubre de 1868 hasta el 23 de noviembre de 1874.
Avellaneda participó de las ideas sarmientinas respecto de la educación popular, al que consideró el verdadero basamento para el afianzamiento de la democracia de los pueblos. Durante su ministerio se fundaron las primeras escuelas normales para la formación de maestros de Argentina y se reorganizó también el sistema de enseñanza primaria y obligatoria.
Sarmiento debió encargarse de graves problemas socioeconómicos que le atendían gran parte de su tiempo, por lo que decidió delegar su proyecto de renovación educacional a su flamante Ministro, Nicolás Avellaneda. Su coincidencia en los pilares de la nueva educación que se buscaba permitió a Sarmiento delegar todas las decisiones a Avellaneda. Tanto es así, que fue el Ministro quien impulsó la creación de escuelas normales en todas las provincias de la República, la renovación de los programas primarios, secundarios y universitarios. Impulsó la escuela secundaria, que por aquel entonces solo se podía obtener en Buenos Aires, Córdoba y Concepción del Uruguay, con el fin de extenderla a todos los pagos de la República.
Durante su gestión como Ministro, se agregaron 800 escuelas a las 1000 ya existentes antes de 1868. La cantidad de alumnos pasó de 30.000 a 100.000 chicos en todo el país.
En 1873 comienza a planear su candidatura presidencial. Con el apoyo de Sarmiento, Alsina y Roca, lanza oficialmente su candidatura en Córdoba, donde recibe un amplio apoyo. El único que podría darle pelea en las urnas al tucumano era el ex-presidente, Bartolomé Mitre. Pero a diferencia del tucumano, Mitre no contaba con el apoyo del Interior del país.
Con el fin de afianzar su candidatura decide lanzar una gira por el Interior del país. Sabiendo que esto iba a interferir y casi imposibilitar su labor como Ministro, presenta su renuncia al presidente Sarmiento, quien únicamente la acepta reconociendo que es por el bien general del país. Sarmiento veía a Avellaneda como su sucesor natural, y apoyó su candidatura durante toda la campaña.
Presidencia de Avellaneda
El 14 de abril de 1874, en medio de una gran tensión política, se realizaron elecciones presidenciales. Avellaneda se impuso sobre Bartolomé Mitre, quien sólo triunfó en Buenos Aires, Santiago del Estero y San Juan.
Avellaneda fue el tercer y último mandatario del período denominado de las presidencias históricas argentinas. Como presidente compartió con sus antecesores un mismo proyecto de país que resultó fundacional para el estado argentino y que se basó en tres metas: “nación, constitución y libertad”. La nación entendida como la entidad superior que unificó a todas y cada una de las provincias en un estado común. La constitución como un catálogo de derechos que regulan las relaciones de las personas y limita a los tres poderes de estado. La libertad como principio básico del liberalismo.
Fue el primer presidente civil, no pertenecía a ninguna de las fuerzas armadas. Como le dice Sarmiento al entregarle la banda presidencial: "Es usted el primer presidente que no sabe usar una pistola".
Políticamente opuesto a las aspiraciones autonomistas de la provincia de Buenos Aires, asumió la presidencia el 12 de octubre de 1874, a la edad de 37 años y 9 días, en medio de acusaciones de fraude y enfrentando una revolución liderada por Bartolomé Mitre, que sofocó en pocos meses.1
El 14 de febrero de 1879 fuerzas chilenas ocuparon la provincia de Antofagasta —hasta ese momento perteneciente al territorio de la República de Bolivia— y daban inicio a la denominada Guerra del Pacífico, del Guano o del Salitre. Aún cuando la Argentina mantenía fuertes disputas territoriales con Chile, la Argentina no intervino en ese conflicto, lo que permitió el aplastante triunfo chileno en la misma. De hecho, durante la presidencia de Julio Argentino Roca, sucesor de Avellaneda, y en pleno conflicto bélico, la Argentina y Chile suscribirían el tratado de Límites de 1881.
La economía y la crisis
El permanente déficit presupuestario y la urgencia de afrontar el pago de las deudas públicas fue la causa de la sanción durante la presidencia de Avellaneda, a principios de 1875, de una Ley de Aduanas que aumentaba un 40 % los derechos de importación de productos industriales. A fines de 1875 se hizo evidente la crisis financiera del gobierno, causada por los desmanejos financieros del gobierno y por la baja de los precios de las materias primas en el mercado mundial. El Banco Nacional fue utilizado para solventar parte de las necesidades de fondos del gobierno nacional, pero para ello debió acudir, a su vez, a un crédito tomado al Banco de la Provincia de Buenos Aires.2
Finalmente, tras buscar infructuosamente otras salidas, el presidente se decidió a una reducción masiva del gasto público, despidiendo 6000 empleados públicos y bajando los sueldos en un 15 %. En un discurso muy conocido, afirmó que3
Hay dos millones de argentinos que economizarán hasta sobre su hambre y su sed, para responder en una situación suprema a los compromisos de nuestra fe pública en los mercados extranjeros.
No todos estaban de acuerdo con esa solución; existía una fracción del autonomismo –en que sobresalían Dardo Rocha, Miguel Cané, Carlos Pellegrini y Vicente Fidel López– que durante sucesivas discusiones parlamentarias a lo largo del año 1875 propusieron alguna forma de proteccionismo para promover la industrialización, para que el país dejara de depender de las exportaciones de productos primarios y las importaciones de productos industriales. Tras un período durante el cual tuvieron alguna acogida en la prensa, sus propuestas terminarían por ser dejadas de lado ante la progresiva solución de la crisis. Solución que sólo en parte se debió a la austeridad gubernamental: fue el aumento del precio de la lana el que revirtió el déficit comercial.4 5
Apenas tuvo en claro que se estaba saliendo de la crisis, el presidente propuso una Ley de Inmigración y Colonización –la Ley Avellaneda– que promovía activamente un ingreso de personas que hasta entonces era un proceso caótico. Por la misma, se garantizaba a los inmigrantes el alojamiento en el puerto de llegada y en el punto del interior en que decidieran radicarse, y se les facilitaba conseguir su primer trabajo.6Se produjo un nuevo aumento del número de inmigrantes, que se instalaron en las colonias agrícolas de Santa Fe, Entre Ríos y Córdoba –e incluso unas pocas en Buenos Aires– en mayor proporción que hasta entonces.7
Avellaneda fue el más claro realizador de las ideas del fomento de la inmigración, en especial la europea, que la Constitución de 1853, definió en su famosa "cláusula del progreso". Compartía ese mismo ideario con el politólogo Juan Bautista Alberdi, sostenedor de la frase En América gobernar es poblar y también con su antecesor en el cargo del Poder Ejecutivo Nacional, el expresidente Sarmiento.
En 1876 se realizó el primer embarque de carne congelada hacia Europa, y al año siguiente las primeras exportaciones de cereales.8 Estas actividades irían creciendo gradualmente hasta convertirse en los dos renglones más importantes de las exportaciones argentinas a partir de la década de 1890.9
En 1875 se inauguró la primera Exposición Rural de Buenos Aires, organizada por la Sociedad Rural Argentina, que ha sido continuada anualmente hasta la actualidad.10
Como consecuencia –y también como condición necesaria– de esa expansión agrícola, la extensión de la red ferroviaria tuvo un gran impulso durante al gobierno de Avellaneda, llegándose a los 2516 kilómetros al final de su mandato, lo que equivale a un aumento del 89 % en seis años. El propio presidente inauguró el ramal hasta San Miguel de Tucumán –iniciado durante la presidencia de Sarmiento– y se extendieron los dos ferrocarriles de la provincia de Buenos Aires: el Oeste y el Sur. También se extendió el ramal que debía ir hacia Chile, llegando hasta Villa Mercedes, en San Luis.11
La conciliación de los partidos
Al asumir la presidencia de la Argentina, Avellaneda había nombrado un gabinete ministerial formado por cuatro provincianos y un porteño, Adolfo Alsina, que ejercía como Ministro de Guerra.12
En 1875, una turba de anticlericales y masones saqueó e incendió la Iglesia del Salvador, de los padres jesuitas. Era una manifestación violenta del crecimiento del anticlericalismo en las clases sociales más altas, en parte provocada por el conocido catolicismo del presidente.13
También a principio de ese año se produjeron las elecciones de gobernador en Buenos Aires, en las que el mitrismo se negó a participar; en cambio se enfrentaron dos sectores del autonomismo: uno, sostenido por el presidente, llevó como candidato a Carlos Casares, un estanciero propenso a acercar posiciones con el mitrismo que derrotó al sector más radicalizado, en que figuraban Dardo Rocha, Aristóbulo del Valle y Leandro N. Alem.4
Ante la perspectiva de un enfrentamiento permanente con el mitrismo, Avellaneda prefirió pactar con él. Amnistió a los jefes militares de la revolución del 74, incluyó nombres de ese partido en las listas autonomistas para las elecciones de diputados, y en los sucesivos recambios de ministros prefirió nombrar a los amigos de Mitre. Uno de éstos, Saturnino Laspiur, fue nombrado ministro del Interior. En las elecciones porteñas de 1878, la lista de la Conciliación llevó a la gobernación a un autonomista muy cercano al mitrismo, Carlos Tejedor.14
Sin embargo, la muerte del ministro Alsina en enero de 1878 inició el distanciamiento de ambos partidos. La intervención del presidente a favor del gobernador riojano —a mediados de ese año— causó la renuncia de Laspiur, junto al cual se retiraron los demás mitristas. Buscando ampliar sus apoyos, el presidente acudió a Sarmiento, quien fue sucesivamente ministro del Interior y de Relaciones Exteriores, pero finalmente se decidió a apoyarse exclusivamente en su partido y en la Liga de Gobernadores; ésta pasó a llamarse oficialmente Partido Autonomista Nacional. Por su parte, Mitre anunció la creación oficial del Partido Nacionalista. El general Gainza y el gobernador Tejedor se incorporaron al Partido Nacionalista.15
La Conquista del Desierto
En 1867 se había promulgado la Ley 215, que ordenaba al gobierno nacional llevar las fronteras al Río Negro; no pudo tener aplicación debido a la Guerra del Paraguay.16
La ofensiva contra los indígenas debió esperar hasta el año 1872; ante las señales de que se planeaban ataques contra sus tolderías, el cacique mayor Calfucurá ordenó el malón más grande de la historia, que –en marzo de ese año– atacó y saqueó gran parte del centro de la provincia de Buenos Aires. Una rápida reacción del general Rivas con apoyo de indios ranqueles le permitió una completa victoria en la batalla de San Carlos.17
A partir de entonces, favorecido el gobierno nacional por la muerte de Calfucurá, se inició una serie de avances en la frontera, especialmente en el oeste de Buenos Aires. A principio de 1876, los caciques Juan José Catriel y Manuel Namuncurá –hijo y sucesor de Calfucurá— lanzaron otro gran malón sobre el sur de la Provincia de Buenos Aires.18
El ministro Alsina lanzó entonces una agresiva campaña para ocupar el oeste de la provincia: a lo largo de 1876 avanzó con cinco columnas paralelas sobre los principales asentamientos de avanzada de los indígenas, ocupándolos. Para evitar nuevas incursiones, ordenó la construcción de la llamada Zanja de Alsina: una línea de fortines unidos por una zanja de 3,50 metros de ancho por 2,60 metros de profundidad, que sirvió como límite para los territorios sin conquistar de 374 km entre Italó –en el sur de Córdoba– y Nueva Roma, a corta distancia de Bahía Blanca .19 20
Sin darse cuenta, al tomar las lagunas del oeste, Alsina destruyó las bases de la prosperidad de los indígenas, ya que las lagunas ocupadas eran utilizadas para mantener alimentados a sus caballos y para engordar los animales arreados por los malones; por otro lado, en esos años la población indígena fue atacada por una epidemia de viruela que costó la vida a miles de ellos.21
Tras la muerte de Alsina, Avellaneda nombró en su reemplazo al general Julio Argentino Roca, que había criticado la supuesta actitud defensiva de Alsina. En contraste con su antecesor, que había intentado incorporar a los indígenas a la civilización occidental, Roca creía que la única solución contra la amenaza de los indígenas era su sometimiento, su expulsión o su eliminación. Sobre la base de esa premisa propuso un proyecto de ley para ocupar todo el territorio indígena hasta los ríos Negro y Neuquén en dos años. La ley fue sancionada el 4 de octubre de 1878, acordando 1 700 000 pesos al proyecto, cuando el plan ya estaba en marcha.22
A lo largo del año 1878 se lanzaron sucesivas ofensivas sobre las posiciones indígenas, causando centenares de bajas a las fuerzas de Namuncurá y la captura de los temidos caciques ranqueles Pincén, Catriel y Epumer. Unos 4000 indígenas –en su mayoría mujeres y niños– fueron capturados en estas campañas.23
El 11 de octubre de 1878, mediante la Ley 954, se creó la Gobernación de la Patagonia, con sede en Mercedes de Patagones, actual Viedma, cuyo primer gobernador fue el coronel Álvaro Barros; su jurisdicción alcanzaba hasta el cabo de Hornos.24
En abril de 1879 se lanzó el ataque final: cinco divisiones que sumaban 6000 hombres –incluyendo 820 indígenas aliados – avanzaron en abanico hacia el río Negro; el ministro Roca festejó el 25 de mayo en la isla Choele Choel.25 De acuerdo a la Memoria presentada por el ministro de Guerra, 1313 indios de lanza resultaron muertos y 1271 tomados prisioneros; cinco caciques principales fueron tomados prisioneros y uno fue muerto; 10 513 indios de chusma –mujeres y niños– fueron tomados prisioneros, y otros 1049 fueron reducidos.26
Así la presidencia de Avellaneda iniciaba la integración geopolítica de aproximadamente un tercio de la actual superficie continental de Argentina.
Luego de la culminación de las exitosas expediciones, la Argentina logró incorporar definitivamente a su soberanía territorial toda la pampa y la Patagonia. Asimismo millones de hectáreas pudieron comenzar a ser utilizadas por la población de raza blanca, formándose pueblos, puertos, estancias, al fomentarse el progreso a través del establecimiento del avance de las comunicaciones, los caminos, las postas y los telégrafos
La revolución de 1880
Tras el fracaso de la Conciliación, los nacionalistas promovieron la candidatura presidencial de Tejedor, que contaba con el respaldo de Buenos Aires y algunos apoyos provinciales. Tras la muerte de Alsina –candidato natural de los autonomistas– el único personaje suficientemente prestigioso en ese partido era el general Roca, que fue propuesto como candidato por su cuñado, el gobernador cordobés Miguel Juárez Celman, y en Buenos Aires por el médico Eduardo Wilde; pronto tuvo el apoyo de la mayor parte de los gobernadores.27
Poco antes, Avellaneda había propuesto la federalización de la ciudad de Buenos Aires como solución definitiva a la "cuestión capital".28
Gran cantidad de porteños compraron armas y formaron una fuerza militar de voluntarios en el Tiro Federal, mientras Tejedor ordenó la formación de milicias provinciales.29 Avellaneda respondió prohibiendo por decreto, crear cuerpos armados voluntarios provinciales.30
Tras una agresiva manifestación porteña que estuvo a punto de atacar la Casa Rosada, el 17 de febrero Tejedor se reunió con Avellaneda, que se comprometió a no ocupar la capital con el Ejército.31
El 11 de abril se realizaron las elecciones para presidente, de las que surgió una amplia victoria para los electores de Roca, excepto en Buenos Aires y Corrientes.32 Tejedor ofreció a Roca que ambos renunciaran a sus respectivas candidaturas, lo que fue declinado por Roca.33 El desembarco de 3500 fusiles y miles de municiones en el Riachuelo causó un tiroteo entre fuerzas porteñas y nacionales.34
El 13 de junio, Avellaneda decretó el traslado del gobierno federal al pueblo de Belgrano como capital provisional, y el Senado y parte de la Cámara de Diputados se trasladaron allí.35 Ese mismo día se reunió el Colegio Electoral, que eligió presidente al general Roca.36
Cuatro días más tarde comenzaron los combates; tras dos batallas sobre el Riachuelo, las fuerzas porteñas lograron detener por tercera vez a las nacionales en los Corrales, pero terminaron por retirarse ante la amenaza de un nuevo ataque.37
Se habían producido unos 3000 muertos, y la situación de Buenos Aires era desesperada: apenas contaba con 4000 hombres y las fuerzas nacionales seguían avanzando,38 de modo que Tejedor encargó a Mitre negociar con el presidente. El día 25 de junio se firmó un acuerdo que incluía una amplia amnistía, la renuncia de Tejedor, el reconocimiento de la elección presidencial de Roca y la federalización de Buenos Aires si el Congreso así lo decidía. Las milicias fueron desarmadas, y Tejedor renunció el día 30.39
La solución de la cuestión capital
El 24 de agosto el presidente Avellaneda envió el proyecto de ley para federalizar la ciudad de Buenos Aires, que fue sancionada el 21 de septiembre.40
El 12 de octubre de 1880, el general Julio Argentino Roca asumió la presidencia de la Nación, iniciando el período de la República Conservadora.41
Todavía faltaba –de acuerdo con lo establecido por la reforma constitucional de 1860– la aprobación de la federalización por parte de la legislatura porteña. Ésta inició el debate el 12 de noviembre, destacándose en su defensa el diputado, periodista y poeta José Hernández, mientras que el principal opositor fue Leandro N. Alem, ambos autonomistas. El 25 de noviembre la ley fue aprobada por mayoría.42
La desvinculación política de la capital con la provincia en la que se asentaba había sido una aspiración constante de las provincias argentinas —con excepción de la de Buenos Aires, que reaccionó enérgicamente ante la medida— durante todo el proceso de formación del estado argentino.
Gabinete de ministros
Carrera posterior
Nicolás Avellaneda, siempre ligado al ámbito educativo, en 1881 fue designado rector de la Universidad de Buenos Aires.
En 1882 fue designado senador nacional por la Provincia de Tucumán, donde había nacido, cargo que ejerció hasta su muerte.
Otra importante ley que llevó su nombre fue la Ley de Universidades, de 1885, que otorgó a los centros educativos de enseñanza superior autonomía universitaria a nivel académico, respetando la libertad de enseñanza y de pensamiento y que constituyó uno de los antecedentes de la Reforma Universitaria de 1918. Solamente dejó al estado la responsabilidad financiera universitaria. Uno de los principales cambios de esta Ley era el nombramiento de los profesores, que dejaba de ser por afinidad y pasaba a ser por concurso.
Todavía mantenía intacto su espíritu de educador, tanto es así que cuando algunos de los profesores de ausentaba, el mismo tomaba la suplencia de la clase, no importaba la materia que fuera, el doctor Avellaneda estaba preparado para dar lección.
Su gestión fue muy buena y reconocida por alumnos y profesores. Es por eso mismo que en 1885 le renuevan su cargo como rector por tres años más, pero que no llegará a cumplir.
Avellaneda también manifestó una natural inclinación hacia la literatura. Su producción literaria, en la que se encuentran reunidos —entre otros trabajos— sus discursos presidenciales, está agrupada con el título Escritos literarios.
Desde los días de su presidencia se lo notaba avejentado, frágil y endeble físicamente. Pero en sus últimos años su salud empezó a empeorar, fue diagnosticado con la enfermedad de Bright, mal que lo acarrearía hasta su muerte.
Muerte
Con la esperanza de poder tratar su enfermedad, Avellaneda viajó a Francia a consultar a un grupo de médicos especialistas.
Sin embargo, el diagnostico no era bueno, no había nada que pudieran hacer. Luego de tres meses, Avellaneda decidió volver para morir en su patria. Pero su último deseo no pudo ser cumplido, a mitad del trayecto le confesó a su esposa Carmen Miguens de Avellaneda:
Querida, creo que moriré embarcado.
Y así fue: murió en alta mar, a los 49 años, el 25 de noviembre de 1885 en los brazos de su compañera de toda la vida.
Fue bajado de la embarcación en un ataúd cubierto con la bandera argentina. El presidente Julio Argentino Roca decretó ocho días de duelo nacional, y sus restos fueron despedidos con todos los honores. Sus restos descansan en el Cementerio de la Recoleta.
Carmen Nóbrega Miguens de Avellaneda (Buenos Aires, Argentina, 16 de julio de 1836 - ídem, 18 de febrero de 1899) nacida como Carmen Nóbrega Miguens, fue la esposa del presidente Nicolas Avellaneda (con quien contrajo matrimonio el 23 de octubre de 1861 en la Iglesia San Ignacio, Buenos Aires, Argentina) y Primera Dama de Argentina entre 1874 y 1880. Secundó eficazmente a su esposo en sus actividades sociales y políticas, y la residencia familiar de la calle Moreno 756 fue el lugar de reunión de la sociedad culta de la época entre 1865 - 1885. Formó parte de numerosas instituciones benéficas, por lo cual el Papa León XIII le otorgó varias distinciones y una condecoración religiosa.
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