Segismundo Gorazdowski, en polaco Zygmunt Gorazdowski(Sanok, 1 de noviembre de 1845 - Lvov, 1 de enero de 1920), fue un presbítero y fundador polaco, que luchó por mejorar la calidad de vida de los necesitados de su país y sus alrededores. Fue uno de los primeros beatos canonizados por Benedicto XVI.
San Segismundo Gorazdowski | ||
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Pintura de Gorazdoswki, ubicada en un Monasterio Franciscano, en Sanok (Polonia) | ||
Fundador de las Religiosas de San José | ||
Nombre | Zygmunt Karol Gorazdowski | |
Nacimiento | 1 de noviembre de 1845 Sanok, Imperio austríaco | |
Fallecimiento | 1 de enero de 1920 (75 años) Lvov, Segunda República de Polonia | |
Venerado en | Iglesia Católica | |
Beatificación | 26 de junio de 2001, por el papa San Juan Pablo II1 | |
Canonización | 21 de octubre de 2005, por el papa Benedicto XVI | |
Festividad | 1 de enero |
Nació en Sanok (Polonia) el 1 de noviembre de 1845, en una familia noble que vivía con fervor su fe católica. Desde su más tierna infancia se esforzó por ayudar a los que sufrían. Terminada la escuela secundaria, estudió derecho en la universidad de Lvov. Interrumpió los estudios en el segundo año de la carrera, al sentirse llamado al sacerdocio, y entró en el seminario mayor de Lvov. Allí tuvo que superar una gran prueba: su estado de salud se agravó cada vez más, hasta el punto de correr peligro de muerte, por ello sus superiores no quisieron admitirlo a la ordenación sacerdotal. Sus compañeros, que vivieron de cerca su drama existencial, escribieron en sus memorias: "El hecho de no haber sido admitido al sacerdocio fue para Segismundo un golpe muy doloroso; sufría moral y físicamente, pero no perdió su confianza en Dios". Dos años después, cuando su estado de salud mejoró notablemente, recibió la ordenación sacerdotal en la catedral de Lvov, el 25 de julio de 1871.
Desde el inicio de su ministerio pastoral unió su actividad sacerdotal con la caritativa. Al ver las diversas dificultades vinculadas al anuncio del mensaje evangélico, elaboró un Catecismo, que logró gran difusión. Para los muchachos y muchachas publicó el libro: "Consejos y recomendaciones".
Promovió con empeño entre los fieles los sacramentos, sobre todo la Eucaristía. A imitación de Cristo, no excluía a nadie de su acción pastoral, ejercida con amor total; dedicaba una predilección especial a las personas marginadas de la sociedad. Durante una epidemia de cólera, olvidándose de sí mismo, socorría a los enfermos llevándoles el consuelo de su ministerio sacerdotal y ayuda concreta.
Dedicaba mucho tiempo a la catequesis en varias escuelas; escribía y publicaba artículos y libros para padres y educadores. Creó la asociación "Bonus Pastor", para apoyar la labor de los sacerdotes. Fundó numerosas obras de beneficencia: la "Casa del trabajo voluntario" para pobres que no tenían dónde vivir; la "Cocina popular", que daba comidas a un precio muy bajo, para ayudar a personas pobres; el "Centro para enfermos terminales y convalecientes", a fin de acoger a los enfermos que no tenían la posibilidad de ser atendidos en los hospitales; el "Hospicio de San Josafat", para estudiantes pobres; el "Centro del Niño Jesús", para madres solteras y niños abandonados. También fue uno de los fundadores de la "Liga de las asociaciones y los centros de beneficencia", que coordinaba las actividades de las obras de misericordia cristiana.
Para salvar a los niños católicos de la indiferencia religiosa, e incluso del ateísmo, fundó la escuela católica polaco-alemana, que encomendó a los Hermanos de las Escuelas Cristianas. La iniciativa de la escuela, y la del periódico católico que fundó y dirigió —"La Gaceta diaria"—, le originaron grandes sufrimientos e incomprensiones, que perduraron casi hasta su muerte.
Con el fin de gestionar la mayor parte de sus obras de beneficencia pidió colaboración a un grupo de terciarias franciscanas, cuidando de su adecuada formación. Así, el 17 de febrero de 1884, vio la luz una nueva congregación: las Religiosas de San José. A medida que se desarrollaba la Obra, su fundador implicaba a las religiosas en el servicio a los enfermos en los hospitales, orfanatos, asilos, así como en las casas privadas.
Él mismo fue para sus religiosas un modelo de oración y de servicio heroico a los necesitados. El "sacerdote de los desheredados", el "padre de los pobres", el "apóstol de la misericordia de Dios", como fue llamado, murió el 1 de enero de 1920, en Lvov. Fue proclamado beato por el Papa Juan Pablo II, en Lvov, el 26 de junio de 2001
Desde el inicio de su ministerio pastoral unió su actividad sacerdotal con la caritativa. Al ver las diversas dificultades vinculadas al anuncio del mensaje evangélico, elaboró un Catecismo, que logró gran difusión. Para los muchachos y muchachas publicó el libro: "Consejos y recomendaciones".
Promovió con empeño entre los fieles los sacramentos, sobre todo la Eucaristía. A imitación de Cristo, no excluía a nadie de su acción pastoral, ejercida con amor total; dedicaba una predilección especial a las personas marginadas de la sociedad. Durante una epidemia de cólera, olvidándose de sí mismo, socorría a los enfermos llevándoles el consuelo de su ministerio sacerdotal y ayuda concreta.
Dedicaba mucho tiempo a la catequesis en varias escuelas; escribía y publicaba artículos y libros para padres y educadores. Creó la asociación "Bonus Pastor", para apoyar la labor de los sacerdotes. Fundó numerosas obras de beneficencia: la "Casa del trabajo voluntario" para pobres que no tenían dónde vivir; la "Cocina popular", que daba comidas a un precio muy bajo, para ayudar a personas pobres; el "Centro para enfermos terminales y convalecientes", a fin de acoger a los enfermos que no tenían la posibilidad de ser atendidos en los hospitales; el "Hospicio de San Josafat", para estudiantes pobres; el "Centro del Niño Jesús", para madres solteras y niños abandonados. También fue uno de los fundadores de la "Liga de las asociaciones y los centros de beneficencia", que coordinaba las actividades de las obras de misericordia cristiana.
Para salvar a los niños católicos de la indiferencia religiosa, e incluso del ateísmo, fundó la escuela católica polaco-alemana, que encomendó a los Hermanos de las Escuelas Cristianas. La iniciativa de la escuela, y la del periódico católico que fundó y dirigió —"La Gaceta diaria"—, le originaron grandes sufrimientos e incomprensiones, que perduraron casi hasta su muerte.
Con el fin de gestionar la mayor parte de sus obras de beneficencia pidió colaboración a un grupo de terciarias franciscanas, cuidando de su adecuada formación. Así, el 17 de febrero de 1884, vio la luz una nueva congregación: las Religiosas de San José. A medida que se desarrollaba la Obra, su fundador implicaba a las religiosas en el servicio a los enfermos en los hospitales, orfanatos, asilos, así como en las casas privadas.
Él mismo fue para sus religiosas un modelo de oración y de servicio heroico a los necesitados. El "sacerdote de los desheredados", el "padre de los pobres", el "apóstol de la misericordia de Dios", como fue llamado, murió el 1 de enero de 1920, en Lvov. Fue proclamado beato por el Papa Juan Pablo II, en Lvov, el 26 de junio de 2001
Valentín Paquay (Tongeren (Bélgica), 17 de noviembre de 1828 — Hasselt (Belgium), 1 de enero 1905), también conocido como el pequeño padre santo de Hasselt fue un franciscano venerado como beato por la Iglesia católica.
Fue beatificado por el Papa Juan Pablo II el 9 de noviembre de 2003 y se conmemora su festividad el 1 de enero, el día de su muerte.
1 de enero
BEATO VALENTÍN PAQUAY (1828-1905) |
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El día 9 de noviembre, domingo, Juan Pablo II beatificó al franciscano belga Valentín Paquay, llamado popularmente «el santo padrecito de Hasselt», pues, aunque había nacido en Tongres, en 1828, vivió, desde 1854 hasta el día de su muerte, en el convento de dicha ciudad. Desempeñó un fecundo apostolado, sobre todo a través del ministerio de la Confesión, revelando a sus numerosos penitentes el rostro misericordioso de Dios Padre, hasta tal punto que se le comparó con el santo Cura de Ars. Franciscano humilde y sencillo, el padre Valentín Paquay veneró con amor filial a la Madre del Señor y difundió su devoción entre los fieles, sobre todo con la recitación del Santo Rosario.
Valentín Paquay nació en Tongres, Bélgica, el 17 de noviembre de 1828. Sus padres fueron Enrique y Ana Neven, personas de gran honestidad y profundamente religiosas. Era el quinto de once hijos y en el bautismo recibió el nombre de Luis.
Cursados los estudios elementales, entró en Tongres en el Colegio de los Canónigos Regulares de San Agustín para continuar los estudios; en el 1845 fue admitido en el seminario de Saint-Trond para cursar los estudios de retórica y filosofía.
Tras la muerte precoz de su padre, ocurrida en 1847, y con el consentimiento materno, entró en la Orden de los Frailes Menores de la Provincia de Bélgica, y el 3 de octubre de 1849 inició el Noviciado en el convento de Thielt.
El 4 de octubre del siguiente año, emitió la profesión religiosa en las manos del P. Hugolino Demont, guardián del convento, e inmediatamente después marchó a Beckhrein para cursar los estudios teológicos que concluyó en el convento de Saint-Trond. Fue ordenado sacerdote en Lieja el 10 de junio de 1854, y destinado por los superiores al convento de Hasselt donde permaneció ya el resto de su vida. Allí desempeñó los cargos de vicario y de guardián. En 1890 y en 1899 fue elegido definidor provincial.
«Siguiendo muy de cerca a S. Juan Berchmans, su maestro predilecto, el P. Valentín -escribe Agustín Gemelli- se injerta en la espiritualidad franciscana enseñándonos la virtud del cada instante, el valor de las cosas más insignificantes, a la luz de la más sincera e inmediata humildad» (cf. I. Beaufays, P. Valentino Paquay, el «Padre Santo» di Hasselt, Milán, Vita e Pensiero, 1947, Presentación).
El P. Valentín, incansable, desarrolló una enorme actividad en el campo del apostolado. Predicaba sin descanso. Era muy estimado especialmente en los ambientes populares y en los institutos religiosos por su palabra sencilla y persuasiva. Sobre todo, fue constante su labor en el confesonario, emulando al Santo Cura de Ars, con quien fue muchas veces comparado. También dio pruebas de discernir las conciencias de sus penitentes, que acudían a él incluso desde lejos.
Tuvo una gran devoción a la Santísima Eucaristía y durante cincuenta años fue apóstol de la comunión frecuente, adelantándose así al famoso decreto del papa S. Pio X.
Muy devoto del Sagrado Corazón de Jesús, meditaba continuamente en Él y ensalzaba por doquier sus excelsas perfecciones; difundió su culto sobre todo entre las hermanas de la Fraternidad Franciscana Seglar de Hasselt, fraternidad a la que asistió durante veintiséis años. Tuvo siempre presente el recuerdo de la Pasión del Señor, practicando diariamente el piadoso ejercicio del Vía Crucis. Especialmente devoto de la Virgen, la veneró ya desde su juventud en la iglesia parroquial de Tongres bajo la advocación de Causa de nuestra alegría, y después con el titulo de Vara de Jesé en el santuario de Hasselt; pero, como franciscano, prefería sobre todas las advocaciones de María, la de la Inmaculada Concepción, y quiso celebrar con regocijo extraordinario, a pesar de su enfermedad, el quincuagésimo aniversario de la proclamación del dogma que coincidía con su jubileo sacerdotal.
Murió en la ciudad de Hasselt el 1 de Enero de 1905 a la edad de setenta y siete años. Fue beatificado por Juan Pablo II el 9 de noviembre de 2003.
[Del servicio informático de la Curia General de los Franciscanos, OFM]
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De la homilía de Juan Pablo II
en la misa de beatificación (9-XI-2003)
3. El padre Valentín Paquay es verdaderamente un discípulo de Cristo y un sacerdote según el corazón de Dios. Apóstol de la misericordia, pasaba largas horas en el confesonario con un don particular para hacer que los pecadores volvieran al camino recto, recordando a los hombres la grandeza del perdón divino. Poniendo en el centro de su vida de sacerdote la celebración del misterio eucarístico, invitaba a los fieles a acercarse frecuentemente a la comunión del Pan de vida.
Como tantos santos, desde muy joven, el padre Valentín se había puesto bajo la protección de Nuestra Señora, invocada en la iglesia de su infancia, en Tongres, como Causa de nuestra alegría. Ojalá que, siguiendo su ejemplo, sirváis a vuestros hermanos, para darles la alegría de encontrar verdaderamente a Cristo.
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