sábado, 23 de diciembre de 2017

SANTOS POR MESES Y DÍAS

SANTOS DEL 10 DE ENERO

María Dolores Rodríguez Sopeña y Ortega (Vélez-RubioAlmería30 de diciembre de 1848 - Madrid10 de enero de 1918) fue una religiosa española, fundadora del Instituto Catequista Dolores Sopeña y de la Fundación Obra Social y Cultural Sopeña para el servicio de los obreros. Fue beatificada por San Juan Pablo II1​ el 23 de marzo de 2003.

Beata María Dolores Rodríguez Sopeña
Dolores sopeña pensativa.jpg
Nacimiento30 de diciembre de 1848
Vélez-Rubioprovincia de AlmeríaEspaña
PadresTomás Rodríguez Sopeña
Nicolasa Ortega Salomón.
Fallecimiento10 de enero de 1918
MadridMadridEspaña
Venerada enIglesia Católica
Beatificación23 de marzo de 2003 por Juan Pablo II
Festividad10 de enero

Biografía[editar]

Fue la cuarta de los siete hijos de Tomás Rodríguez Sopeña, un joven magistrado y Nicolasa Ortega Salomón, mujer religiosa con quien Dolores comenzó a visitar a los pobres. Su infancia fue un «lago de tranquilidad» según ella misma narra en su autobiografía. Debido a diferentes destinos de su padre vivió en varias ciudades españolas y distintos países latinoamericanos. Estando en Almería y con diecisiete años comienzó a acudir a fiestas y a hacer vida social, pero descubrió que lo que le interesaba era hacer el bien a los demás. Atiendió a los pobres, especialmente a un leproso y a dos hermanas enfermas de tifus.
Su padre fue destinado a Puerto Rico y se trasladó allí con su hijo mayor, mientras que el resto de la familia marchó a vivir a Madrid. Allí colaboró enseñando la doctrina católica en la cárcel de mujeres, en el Hospital de la Princesa y en las Escuelas Dominicales. Poco después se reagrupó toda la familia en Puerto Rico, donde fundó las Hijas de María y Escuelas dominicales para las personas de los sectores marginales.
Su obra fue reconocida en vida. El Papa Pío X aprobó oficialmente la constitución del Instituto de Damas Catequistas y la reina Doña Victoria la recibió en audiencia en 1914.2​ Falleció a los 69 años y sus restos fueron trasladados a Loyola. En la actualidad su obra sigue viva, con presencia en 14 ciudades españolas, en 6 países de Latinoamérica (Argentina, Colombia, Chile, Cuba, Ecuador y México) y en Italia.

Labor humanitaria[editar]

Se mudó a Santiago de Cuba por un nuevo traslado de su padre como fiscal del rey en la Audiencia de Cuba. Allí visitó a los enfermos del hospital militar. Empezó a trabajar en los barrios periféricos y fundó con ayuda de algunas colaboradoras los Centros de Instrucción en tres barrios distintos, donde se enseñaba cultura general, el catecismo y se prestaba asistencia médica a la población más pobre, que solían ser los negros y los mestizos. Murió su madre, por lo que el resto de la familia volvió a Madrid. Su padre se retiró y falleció en 1877.

Historia de sus fundaciones[editar]

Ella empieza sus trabajos en el barrio de las Injurias y funda Centros de Instrucción. A sugerencia del obispo de Madrid, Ciríaco Sancha.
  • 1892 Funda una asociación de apostolado seglar, hoy denominada Movimiento de Laicos Sopeña. También creó Centros Obreros de Instrucción, pues a ellos asistían obreros fuertemente influidos por el anticlericalismo.
  • 1896 Extiende estos centros por toda España, sobre todo por las ciudades más industrializadas de entonces. Funda en 1901 el denominado actualmente Instituto Catequista Dolores Sopeña.
  • 1902 El Gobierno de España aprueba los estatutos de su asociación civil, actualmente llamada Obra Social y Cultural Sopeña (OSCUS).
  • 1914 La primera fundación fuera de España la hace en Italia
  • 1915 Recibió la Cruz de Alfonso XII por sus desvelos por los más humildes.3
  • 1917 Viajan las primeras catequistas para abrir la primera casa en América, concretamente en Chile. Toma contacto con los principales movimientos sociales de su época.

Fundaciones en la actualidad[editar]

Actualmente la familia Sopeña esta formada por las tres instituciones que fundó:
  • El Instituto Catequistas Dolores Sopeña.
  • El Movimiento de Laicos Sopeña.
  • Fundación Dolores Sopeña.
  • El Instituto Secundario de categoría privada Instituto Dolores Rodríguez Sopeña, en Avellaneda, Buenos Aires.
Estas instituciones están presentes en EspañaItaliaArgentinaColombiaCuba, Chile, Ecuador y México.

  María Dolores Rodríguez Sopeña (1848-1918)
 

Dolores Rodríguez Sopeña nace en Vélez Rubio (Almería), el 30 de diciembre de 1848, cuarta entre siete hermanos. Sus padres, Tomás Rodríguez Sopeña y Nicolasa Ortega Salomón, castellanos, se habían trasladado desde Madrid a esa localidad por motivos de trabajo. Don Tomás había terminado su carrera judicial demasiado joven, por lo que no podía ejercer y consigue un empleo como administrador de las fincas de los marqueses de Vélez.
Su infancia y adolescencia transcurren en distintos pueblos de las Alpujarras pues, cuando su padre empieza a ejercer como magistrado sufre a lo largo de su carrera diversos traslados. Con todo, ella define esta etapa de su vida como un «lago de tranquilidad». En 1866, su padre es nombrado Fiscal de la Audiencia de Almería. Dolores tiene 17 años. Allí empieza a frecuentar la sociedad, pero a ella no le llamaban la atención las fiestas ni la vida social; su interés es hacer bien a los demás. En Almería tiene sus primeras experiencias apostólicas: atiende, material y espiritualmente, a dos hermanas enfermas de tifus y a un leproso, todo ello a escondidas por miedo a que se lo prohibiesen sus padres. También visita a los pobres de las Conferencia de San Vicente de Paúl con su madre. Tres años más tarde, su padre es trasladado a la Audiencia de Puerto Rico, donde viaja con uno de sus hijos mientras el resto de la familia se instala en Madrid. En la capital Dolores ordena mejor su vida: elige un director espiritual y colabora enseñando la doctrina en la cárcel de mujeres, en el hospital de la Princesa y en las Escuelas Dominicales.
En 1872, la familia se reúne en Puerto Rico. Dolores tiene 23 años y permanecerá en América hasta los 28. Empieza su contacto con los jesuítas. El P. Goicoechea fue su primer director espiritual. Allí funda la Asociación de Hijas de María y Escuelas para las personas de color donde se alfabetiza y enseña el catecismo.
En 1873, su padre es nombrado Fiscal de la Audiencia de Santiago de Cuba. Son tiempos difíciles, pues estalla un cisma religioso en la isla. Por este motivo, su acción se reduce a visitar a los enfermos del hospital militar. Pide la admisión en las Hermanas de la Caridad, pero no lo consigue por su falta de vista. A la edad de 8 años había sido operada de los ojos y esta dolencia la acompañará toda la vida.
Al terminar el cisma empieza a trabajar en los barrios marginales y funda lo que ella denomina «Centros de Instrucción», pues en ellos no sólo se enseñaba el catecismo sino cultura general e incluso se prestaba asistencia médica. Para esta obra consigue muchas colaboradoras y la establece en tres barrios distintos.
En Cuba muere su madre, su padre pide el retiro y vuelven a Madrid en 1877. En Madrid organiza su vida en tres frentes: el cuidado de la casa y de su padre, el apostolado, el mismo que hacía antes de dejar la Península, y su vida espiritual: elige director espiritual y empieza a hacer anualmente los Ejercicios Espirituales de san Ignacio. En 1883 muere su padre y se reavivan sus luchas vocacionales.
Por indicación de su director, el P. López Soldado sj, ingresa en el convento de las Salesas, pese a que nunca se había planteado una vida enteramente contemplativa. A los diez días deja el convento pues comprobó no ser su vocación. Al salir se dedica con más intensidad al apostolado.
Abre una «Casa Social» donde se tramitan los diversos asuntos que salen en sus visitas al hospital y a la cárcel. En una de sus visitas a una de las presas que acababa de quedar en libertad, conoce el Barrio de las Injurias. Corre el año 1885. Dolores tiene 36 años.
Al ver la situación moral, material y espiritual de la gente, empieza a visitar el barrio todas las semanas e invita a muchas de sus amigas. Ahí empezará la que luego se denominará «Obra de las Doctrinas», antecedente de sus «Centros Obreros».
A sugerencia del obispo de Madrid, D. Ciríaco Sancha, en 1892 funda una Asociación de Apostolado Seglar hoy denominado «Movimiento de Laicos Sopeña». Al año siguiente recibe la aprobación civil. La Obra se extiende en 8 barrios de la capital.
En 1896 empieza su actividad fuera de Madrid. Pese a la oposición de la Asociación, acepta fundar la Obra en Sevilla. Fruto de muchos malos entendidos, dimite como Presidenta en Madrid al año siguiente y se establece en Sevilla. En sólo cuatro años realiza 199 viajes por toda España para establecer y consolidar la Obra de las Doctrinas. A su vez, acompaña al P. Tarín, sj, en algunas misiones por Andalucía.
En el año 1900 participa en una peregrinación a Roma por el Año Santo. Hace un día de retiro en el sepulcro de San Pedro y allí recibe la confirmación de fundar un Instituto Religioso que diera continuidad a la Obra de las Doctrinas y que ayudara a sostener espiritualmente a la Asociación laical. El Card. Sancha, entonces ya arzobispo de Toledo, le propone fundar allí.
El 24 de septiembre de 1901, en Loyola, después de unos Ejercicios Espirituales realizados junto con 8 compañeras, se levanta acta de fundación del «Instituto de Damas Catequistas» (hoy «Instituto Catequista Dolores Sopeña»), aunque la fundación oficial fue el 31 de octubre en Toledo.
Una de sus grandes intuiciones fue fundar, al mismo tiempo, una Asociación civil, hoy llamada «Obra Social y Cultural Sopeña - OSCUS», que, en 1902, consigue el reconocimiento del gobierno. En 1905 recibe de la Santa Sede el Decretum laudis y, dos años más tarde, el 21 de noviembre de 1907, la aprobación de las Constituciones concedida directamente por S.S. Pío X.
Durante estos años, sus «Doctrinas» se fueron transformando en «Centros Obreros de Instrucción», pues a ellos asistían obreros fuertemente influenciados por el anticlericalismo y no podía pretenderse la enseñanza de la religión directamente. Esto también determina que las religiosas de este Instituto no lleven hábito y ni siquiera un signo religioso externo. Cambia sus medios y sus métodos para poder conseguir el fin: acercarse a los obreros «alejados de la Iglesia», que no habían podido recibir instrucción cultural, moral ni religiosa y unir a los «distanciados socialmente», entonces, «la clase obrera y del pueblo» con la «alta y acomodada». Esto lo resume en dos líneas de acción: dignificar al trabajador y crear fraternidad.
Detrás de su entrega al servicio de los demás está una fe profunda y auténtica, una rica espiritualidad. Su compromiso por la dignidad de la persona brota de su experiencia de un Dios Padre de todos, que nos ama con una ternura infinita y desea que vivamos como hijos y hermanos. De allí su gran deseo de «Hacer de todos una sola familia en Cristo Jesús.» Su gran unión con Dios le permite descubrirlo presente en todo y en todos, especialmente en los más necesitados de dignidad y afecto.
Salir al encuentro de cada persona en su situación, introducirse en los barrios marginales de la época, era inconcebible para una mujer a finales del siglo XIX. El secreto de su audacia es su fe, esa confianza sin límites, que ella reconoce como su mayor tesoro y que la hace sentirse instrumento en manos de Dios, instrumento al servicio de la fraternidad, del amor, de la misericordia, de la igualdad, de la dignidad, de la justicia, de la paz...
En pocos años, establece comunidades y Centros en las ciudades más industrializadas de entonces. En 1910 se celebra el primer Capítulo General y es reelegida Superiora General. En 1914 funda en Roma y en 1917 viajan las primeras Catequistas para abrir la primera casa en América, concretamente en Chile.
Al año siguiente, el 10 de enero de 1918, Dolores Sopeña muere en Madrid con fama de santidad.
El día 11 de julio de 1992, Juan Pablo II declara heroicas sus virtudes y el 23 de abril de 2002 se promulgó el Decreto de Aprobación del milagro que ha dado paso a su Beatificación.
Actualmente la Familia Sopeña, formada por las tres instituciones que dejó fundadas, es decir, el Instituto Catequistas Dolores Sopeña, el Movimiento de la Laicos Sopeña y la Obra Social y Cultural Sopeña, está presente en España, Italia, Argentina, Colombia, Cuba, Chile, Ecuador, México y República Dominicana.
Rasgos de su espiritualidad
La espiritualidad de Dolores Sopeña tiene cuatro rasgos especialmente relevantes: es una espiritualidad cristocéntrica, eucarística, mariana e ignaciana.
Su experiencia cristológica destaca en Jesús dos rasgos fundamentales: Jesús como Dios encarnado y Jesús redentor. Dios ha asumido la condición humana y sale al encuentro de cada persona en sus penas y alegrías, necesidades y búsquedas, ofreciéndole de manera gratuita su amor incondicional y su propia vida. Él es el centro de su vida y de su corazón.
Dialoga con Jesús a lo largo de toda la jornada, pero reconoce una presencia especial en la forma consagrada. Entre sus prácticas habituales sobresalen: las visitas al Santísimo, la Hora Santa, el Manifiesto diario. Llama al Jueves Santo el día del Instituto, porque ese día es la fiesta del Amor y en él se instituyó la Eucaristía. Ante el sagrario toma las grandes decisiones; ante él cada mañana al levantarse «arregla los asuntos del día», recibe consuelo, fortaleza, inspiración.
Su relación con Dios se expresa en una actitud filial llena de confianza.
Reconoce la presencia de la Virgen en su camino, en su corazón, en los grandes acontecimientos personales y del Instituto.
El contacto con la espiritualidad ignaciana desde muy joven, sea a través de sus directores espirituales como por la práctica anual de los Ejercicios Espirituales, dan a toda su espiritualidad y a la de la Familia Sopeña una impronta claramente ignaciana, en la que destaca:
Una fuerte espiritualidad apostólica. Toda su vida está animada por el deseo de recorrer el mundo entero para dar a conocer a Dios.
Una síntesis dialéctica entre acción y contemplación, alcanzando la gracia de ver a Dios presente en todo y en todos, especialmente en el rostro del hombre y la mujer del trabajo, necesitados de promoción y a quienes nadie les había hecho descubrir el rostro amable de Dios que los ama con infinita ternura.
Una búsqueda continua de la voluntad de Dios. Y, una vez que la conocía, tenía un gran tesón, voluntad y capacidad de entrega y sacrificio para cumplirla, costase lo que costase.
Su vida es un «hacer constante», pero es un hacer de quien tiene viva la conciencia de ser un instrumento en manos de Dios. Esta experiencia desarrolla en ella una confianza tal que la hace ser muy audaz, capaz de allanar obstáculos y desarrollar un apostolado sumamente arriesgado para una mujer de su tiempo.











Gregorio X (Piacenzac. 1210Arezzo10 de enero de 1276) fue el papa n.º 184 de la Iglesia católica de 1272 a 1276.

Beato Gregorio X
B Gregor X.jpg

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Papa de la Iglesia católica
27 de marzo de 1272-10 de enero de 1276
PredecesorClemente IV
SucesorInocencio V
Información religiosa
CongregaciónOrden del Císter
Culto público
Beatificación1713
por Clemente XI
Festividad10 de enero
Información personal
NombreTeobaldo Visconti
NacimientoPiacenza (Sacro Imperio Romano Germánico), c. 1210
Fallecimiento10 de enero de 1276jul.
ArezzoItalia
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Escudo de Beato Gregorio X

Biografía[editar]

Nacido Teobaldo Visconti,1​ realizó sus estudios en Francia.
En 1273 se hospedó en el Palazzo Mozzi, el palacio de la familia Mozzi,2​ que había llegado a la ciudad para pacificar las luchas entre los güelfos y los gibelinos,3

Carrera eclesiástica[editar]

Fue nombrado diácono de la catedral de Lyon para posteriormente ocupar el cargo de archidiácono de la catedral de Lieja4​ hasta que, en 1269, se desplazó a Tierra Santa como participante en la Octava Cruzada.

Papado[editar]

Elección[editar]

En 1271, encontrándose en San Juan de Acre, recibió la noticia de que había sido elegido papa,5​ por lo que el 19 de noviembreemprendió el viaje a Roma, que había permanecido sin un pontífice a la cabeza de la Iglesia desde la muerte de Clemente IV en 1268, debido a los enfrentamientos de las facciones italiana y francesa en que se hallaban divididos los cardenales reunidos en Viterbo para la elección.
La situación de estancamiento llegó a tal extremo que los ciudadanos de Viterbo confinaron "bajo llave" (clausi cum clave) a los cardenales, racionándoles a pan y agua y destrozando la techumbre del palacio episcopal en que se hallaban reunidos, para que sufrieran las inclemencias meteorológicas y obligarles a que tomaran una decisión. Acuciados por la situación, los quince cardenales reunidos decidieron delegar la elección en sólo seis de ellos, que llegaron al acuerdo de elegir a Teobaldo, que llegó a Roma el 13 de marzo de 1272 y, al no ser ni tan siquiera sacerdote, fue ordenado como tal el día 19 de marzo y consagrado obispo de Roma el 27 de marzo, adoptando el nombre de Gregorio X.

II Concilio de Lyon[editar]

Tumba del papa Gregorio X, catedral de San Donato, Arezzo.
Su principal iniciativa como pontífice fue la convocatoria del XIV Concilio Ecuménico que se celebrará en 1274 en la ciudad de Lyon con un amplio programa, entre cuyos puntos destacan:
  • Una reconciliación con la Iglesia Ortodoxa que pusiera las bases para acabar con el Cisma de Oriente y Occidente. A este respecto se logró una unión transitoria, al aceptar los representantes griegos el primado de Roma y la cláusula Filioque y los representantes romanos el que los griegos pudieran seguir usando el credo usual en Oriente y sus propios ritos.
  • La preparación de una nueva cruzada, para lo cual se acordó que durante seis años todas las iglesias donarían un diezmo de sus ingresos.
  • Establecimiento de diversas medidas que acabaran con los abusos en el seno de la Iglesia.
  • Nueva regulación de la elección papal mediante la constitución Ubi periculum maius que establecía el sistema de cónclave por el que los cardenales quedaban encerrados diez días después de la muerte del papa, recibiendo una cantidad de alimentos que disminuiría progresivamente, hasta que lograran la elección.
Durante su pontificado apoyó la elección, en 1273, de Rodolfo I de Habsburgo, poniendo fin a la situación que vivía el Sacro Imperio Romano Germánico desde 1257, cuando los electores imperiales no lograron decidirse sobre ninguno de los dos candidatos, Alfonso X el Sabio y Ricardo de Cornualles, y el trono imperial permaneció vacante.
Gregorio X falleció el 10 de enero de 1276 en la ciudad de Arezzo, cuando volvía a Roma tras la celebración del concilio de Lyon.
Las profecías de San Malaquías se refieren a este papa como Anguineus vir (El hombre de la culebra), cita que hace referencia al escudo de armas de su familia, los Visconti, en el que aparece una culebra devorando a un hombre.
Fue beatificado por el papa Clemente XI en 1713. Su festividad se celebra el 10 de enero.

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