lunes, 12 de febrero de 2018

POESÍA POR AUTOR

Poesías de Margarita Abella Caprile


¡Oh la suave penumbra de la hora
En la que sólo es luz el pensamiento,
Muy lejos de la vida bullidora,
Muy cerca del divino sentimiento!...


...Taciturna, la lluvia sollozante
Llora la pena de caer, la pena
De cambiar, por la Tierra claudicante,
El claro azul de la región serena...


Descendiendo también de gran altura
En esta hora de silencio y calma,
Otra lluvia de paz, toda frescura,
Fertiliza los valles de mi alma.


Luego esas gotas, cuando el Sol alumbre,
Evaporadas volarán al cielo;
También las de mi alma, hásta la cumbre
Del ideal, levantarán su vuelo;


¡Cuando otro Sol, de dulces resplandores.
Las envuelva en sus vívidos fulgores!







A UNA HERMANA ESPIRITUAL

I
Nuestra infancia recuerdas, cuando nada expresaba
La afición por la Musa, que nos une a las dos;
Cuando oculta en el alma, con paciencia esperaba
La hora y el momento que le indicara Dios.


Tú sabes que la nieve, la hermana inmaculada,
Cuando cae a la Tierra, le conserva el calor;
Que la ceniza a veces, al parecer helada,
La llama tiene oculta del fuego abrasador;


También, también sucede lo mismo con el alma,
Con la apariencia fría, con el semblante en calma,
Adentro bulle el mundo de la vida interior;


Aparta tus cenizas, yo apartaré las mías;
Y en la barca celeste de suaves armonías,
Bogarán nuestras almas, en el «mar superior».
II

El por qué me lo dices, en realidad ignoro;
Tu «brin de jalousie» no tiene por qué ser;
Somos voces distintas de un solo, inmenso coro,
El coro de las almas hacia el Supremo Ser.


Somos cuerdas distintas en un arpa de oro;
Las ramas diferentes de un árbol al crecer,
De una savia bebemos el líquido tesoro,
Somos dos arreboles de un mismo amanecer.


Y el árbol que nos une, se levanta hasta el cielo;
Tú subes por un lado, yo por otro mi vuelo
Tiendo al azul divino, de límpido fulgor;


Y un día no lejano, se juntarán las ramas;
Tus hojas y mis hojas, cual plateadas escamas
Flotarán en las aguas de ese «mar superior».







Margarita Abella Caprile (Buenos Aires1901 - 28 de octubrede 1960) fue una escritora argentina,1234​ ganadora del Premio de Honor de la SADE 1950 y del Premio Municipal de Literatura 1938.

Trayectoria[editar]

Nació en 1901. Viajó mucho por el mundo y vivió un tiempo en Francia. Era bisnieta del presidente argentino del período 1862-1868 Bartolomé Mitre.5​ Desde joven se dedicó a la literatura. Trabajó como periodista y escribió libros de viajes o novelascortas.
Desde 1955, sustituyó a Eduardo Mallea como directora del Suplemento Literario del periódico La Nación, donde trabajó hasta su muerte.
Destacó sobre todo como poetisa. En 1917 aparecieron sus primeros poemas. "Nieve" tuvo un gran éxito en 1919, "Perfiles en la niebla" fue un triunfo y marcó una trayectoria cada vez más exitosa con elogio de los críticos tanto argentinos como internacionales, por eso sus poesías volvieron a ser publicadas varias veces.
Se dedicó a la prosa en 1936 con el mismo éxito que con la poesía. Su libro "Geografías" fue escrito a partir de sus viajes por el mundo.
En 1938 recibió el Premio del Jurado Municipal de Literatura por su libro "50 poesías".
En 1950, su libro "Lo miré con lágrimas" recibió la Faja de Honor de la SADE.
Formaba parte del P.E.Club y de la Comisión Directiva del Círculo de Escritores Argentinos.
Era la bisnieta del general Bartolomé Mitre (fundador del diario La Nación)6​ por rama materna. Tuvo amistad con Alfonsina Storni y conoció a Gabriela Mistral.
Falleció en Buenos Aires a los 59 años el 28 de octubre de 1960.





UNA MAÑANA...

Una mañana ardiente y calurosa
Envuelta en el sopor del mes de Enero,
El mar yo contemplaba;
Que en calma y ceniciento parecía
Sentir el peso del caldeado ambiente.


A largos intervalos, una ola
Subiendo, se agrandaba, hasta que inmensa
Rompía con estruendo;
Que a mí se me antojaba
El enorme sollozo contenido
De un pecho varonil, que al fin se ensancha.


Al mar, así tranquilo, así sereno,
Le temo más que cuando está agitado;
Las corrientes internas son las peores,
Las que se ven se esquivan...
En tanto que diversas reflexiones
Pasaban por mi mente,
Distraída jugaba
Con una cruz pequeña entre las manos...
Un falso movimiento, y en la arena
Cayó, cayó; volvíme con presteza,
Quise alzarla del suelo, pero en vano;
La ola que moría en ese instante,
Con avaricia la arrastró a su seno...


...Inmóvil de estupor quedé un momento,
Con la vaga impresión de aquellas cosas
Que se van para siempre, que no vuelven...
Después la reacción, corrí ligero
Por ver si la encontraba todavía...
...Una montaña de agua levantóse,
Y al tiempo de romper en mil pedazos,
Sus fauces, ahuecó, como una boca
Que se riera, burlona, a carcajadas...


¡Oh mar, oh mar inmenso,
Viejo avaro cargado de riquezas
Con el blanco cabello enmarañado!
¡Acaso no te bastan,
Los mil tesoros que arrancaste al hombre,
Que con la proa del bajel osara
Rasgar tu manto de color de cielo?...


Oh, crucesita amada, yo he sentido
Tanta pena al perderte,
Como si «un algo» de mi ser, se fuera
Junto contigo a la región ignota!
Un algo de mi ser, sí, porque estando
Siempre junto a mi pecho,
Ya conocías el variado ritmo
Del corazón, que es el reloj del alma...
¡Oh, cuántas veces en la noche oscura
Con sus vagos temores,
Te ha buscado mi mano temerosa!
¡Qué consuelo al hallarte! Te estrechaba
Entre mis dedos, y al instante mismo
Yo ya sentía que no estaba sola...
Oh, crucesita, de mis noches largas,
Oh, crucesita de mis bellos días,
Amiga verdadera, ¡cuánta pena,
Cuánta pena he sentido!


¡Vaga en las ondas, compañera buena,
Porque son tus dominios, aparente
Tan sólo es tu pequeñez gloriosa!
¡Que el misterio que encierras
Es más grande que el mar, es más sublime
Que en su esplendor el Universo entero!
...........................................
Asi dejé que el corazón se abriera
Un instante tan sólo; continuaba
El mar en tanto su vaivén incierto,
Monótono, incesante;
Y así impasible, imaginé que fuera
Una muda ironía, respondiendo
A mi amargo reproche...
Una ola a mis plantas,
Deslizóse y murió sin hacer ruido...
No sé si en son de burla
O con indigna sumisión de esclava.


...Cual fiero desafío,
Compleja unión de indignación y pena,
Llené de arena el hueco de mi mano,
Y con dolientes bríos.
¡Alcé mi brazo, y la arrojé a la onda!...









La hiedra necesita la rugosa
Superficie, la grieta, la saliente
Para asirse hábilmente
Y trepar a la almena misteriosa...


Imitadla, ¡que toda la aspereza
Y aristas que encontréis en el sendero,
Os sirvan de asidero
Para ascender a la inmortal grandeza!...









MEDIANOCHE

Medianoche, lluvia lenta,
Lejos, un piano que llora,
Y silenciosa, la hora
El sublime ensueño alienta;
Medianoche, lluvia lenta.


Realidad duerme a la puerta;
Pasa un coche, y con su ruido
A su sueño y a mi olvido,
Bruscamente, los despierta;
Realidad, llamó a la puerta...

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