San Benigno de Todi fue un mártir en Todi, Umbria, en 303, bajo la persecución de Diocleciano.1 Los datos de este santo son muy escasos. Se sabe que nació y vivió en Todi (Italia), en donde fue ordenado sacerdote por su bondad y rectitud. Soportó valientemente la tortura y la muerte, y fue enterrado por manos piadosas a la orilla de un camino, en donde después se construyó un monasterio benedictino. Benigno es uno de los 140 santos de la columnata que adorna la Plaza de San Pedro.
Presbítero y Mártir
Martirologio Romano: En Todi, ciudad de la Umbría, san Benigno, presbítero y mártir (s. IV).
Etimología: Benigno = Aquel que actúa con Benevolencia, es de origen latino.
Breve Biografía
Dicen que un fraile, en un arrebato de falsa devoción, quiso llevarse a su convento -eso que se llama robar una cosa sagrada y como agravante en un sitio también sagrado- la cabeza del santo que reposaba dentro de un relicario de plata en el monasterio de benedictinas que se llama «De las Milicias», en Todes. En su intento, y sin saber muy bien lo que pasaba, no pudo salir del templo por no poder localizar las puertas hasta poco antes tan expeditas. Así, se vio obligado a depositar la reliquia de san Benigno en el sitio que le correspondía.
Todes es una de las primeras ciudades evangelizadas de Hungría. Benigno vive en la segunda mitad del siglo III. Y se ha dado conocer entre los suyos como un insigne propagador de la fe cristiana; lo hace con alegría y con notable entusiasmo. El obispo Ponciano conoce su afán apostólico y está al tanto de la sinceridad de su vida; un día lo consagra presbítero para apoyarse en él en el cumplimiento obligado de atender a su grey y de extender la Salvación.
Llegada la persecución de Maximiano y Diocleciano, la comunidad de creyentes está confortada por la atención espiritual que con riesgo constante de su vida le presta el buen sacerdote Benigno. Socorre a los confesores de la fe presos en las cárceles; visita las casas de los débiles y les busca por los campos que los cobijan para darles aliento; y se las arregla para estar cerca de los que son torturados, acompañando hasta donde es posible humanamente a los que se disponen al martirio.
Pasado el peor momento de estupor, se llena de la audacia del Espíritu Santo y comienza a predicar con fortaleza de Jesucristo. Ahora lo hace públicamente en el intento de convertir a los paganos que están en el terrible error de la idolatría. El principal foco de atención de su discurso es hacerles comprender que los ídolos son una necedad y el culto que se les tributa supone una verdadera ofensa al único Dios que merece adoración y puede darles la salvación ofrecida a todos los hombres sin excepción. Ya no le importa su vida. Se sabe portador de la verdad y conoce bien que ella no es exclusivamente para él. Sólo Jesús es el Señor y todos han de servirle.
Lo que era presumible con ese comportamiento se hace realidad. Es apresado y obligado a apostatar, siendo inútiles los tormentos que tuvo que soportar el fiel y valiente discípulo. Por fin, muere el 13 de febrero del año 303 con la cabeza cortada, aquella que el fraile quiso cambiar de sitio.
La catequesis, es decir, llevar a Cristo a los demás, comporta la responsabilidad de ser fiel a lo que se propone y ni que decir tiene que en este contexto la vida humana no es ningún valor absoluto. ¡Qué bien lo supo hacer san Benigno sin tener que darle vueltas a los textos de las bibliotecas de las universidades que aún no se habían inventado! Fue sencillamente el don del Espíritu Santo. Hoy también hacen bastante falta sacerdotes -no sólo en Hungría- cuidadosos menos de su propia vida que de la Salvación que ofrecen y ¡obispos que los descubran!
San Castor de Aquitania (en alemán: Kastor von Karden)? fue un sacerdote y ermitaño del siglo IV que es venerado como santo por la Iglesia católica. Castor fue pupilo de Maximino de Tréveris alrededor de 345 d.C,1 y fue ordenado como sacerdote por Maximino. Como su profesor, Castor pudo haber venido de la región de Aquitania.1 En su ordenación, Castor se asentó en Karden sobre el río Mosela como ermitaño con varios compañeros, donde se dedicaron a la vida contemplativa y establecieron una pequeña comunidad religiosa. Castor murió en Karden a una edad avanzada.2
Veneración[editar]
Por el año 791 d.C, ya había un relicario dedicada a San Castor, el cual fue trasladada a Paulinuskirchen en Karden.2 En 836, las reliquias fueron trasladadas a lo se convirtió en la Basílica de San Castor en Coblenza por el Arzobispo Hetto de Trier.
San Cástor de Aquitania | ||
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Estatua de San Castor en Karden. | ||
Sacerdote | ||
Nacimiento | siglo IVAquitania? | |
Fallecimiento | c. 400Karden | |
Venerado en | Iglesia católica. | |
Festividad | 13 de febrero | |
Patronazgo | Coblenza |
San Esteban de Lyon, obispo
fecha: 13 de febrero
†: c. 515 - país: Francia
otras formas del nombre: Etienne
canonización: pre-congregación
hagiografía: Abel Della Costa
†: c. 515 - país: Francia
otras formas del nombre: Etienne
canonización: pre-congregación
hagiografía: Abel Della Costa
Elogio: En Lyon, en la Galia, san Esteban, obispo.
San Esteban de Lyon aparece inscripto en el Martirologio Hieronimiano y en los principales martirologios históricos, siempre en esta fecha del 13 de febrero. En unos pocos esta catalogado como mártir o como confesor (lo que muchas veces significa que sufrió por la fe sin llegar al martirio), aunque no se sabe la razón por la que puede estar registrado así, y puesto que se trata de inscripciones minoritarias y tardías, posiblemente se fundamente sólo en la imaginación de los compiladores.
Sin embargo su fama de santidad no es fruto de la imaginación: vivió en Lyón a fines del siglo V y comienzos del sexto, sede de la que fue el 23º obispo, luego de Rústico, a quien sucedió no por la muerte de éste sino porque él mismo lo nombró sucesor cuando en el 494 tuvo que emprender una misión para el rey ostrogodo Teodorico.
No sabemos mucho de su episcopado, pero habla de él en terminos muy encomiásticos san Enodio de Pavía, quien fue su personal amigo, y se encomienda a sus oraciones en términos muy elogiosos. También san Avito de Vienne habla en una de sus cartas (XXIV) de san Esteban con admiración por la piedad y celo que desplegó en su ministerio, y lo evoca especialmente en relación a la conversión de un donatista.
Nada más concreto sabemos de él; murió posiblemente en el 515, y fue sucedido por san Vivenciolo, quizás hermano suyo.
San Esteban de Rieti, abad
fecha: 13 de febrero
†: s. VI - país: Italia
canonización: pre-congregación
hagiografía: Abel Della Costa
†: s. VI - país: Italia
canonización: pre-congregación
hagiografía: Abel Della Costa
Elogio: En Rieti, en la región de Sabina, conmemoración de san Esteban, abad, varón de eximia paciencia, como atestiguó de él san Gregorio Magno, papa.
Antes que nada debemos despejar una cuestión histórica en tono a este santo: hay en el actual Portugal un sitio, la Sierra de Rates, que tuvo en la época de la que hablaremos, el siglo VI, un monasterio, cuyo abad, según algunos testimonios, se llamó Esteban. En latín, Stephanus Ratense (de Rates, Portugal), y Stephanus Reatense (de Rieti, Italia), se escriben y suenan tan parecido, que con el tiempo la referencia se confundió, de tal modo que en los martirologios de origen hispánico, o consideran que el abad del que habla san Gregorio Magno es portugués y no italiano, o duplican -como hace Tamayo Salazar- la entrada de este santo el 13 de febrero, e inscriben en este día a dos san Esteban: uno en Italia y otro en Portugal, con la dificultad de que la historia que hay para contar de uno y otro es la misma. Que no son dos, es algo seguro: sólo un santo "ratense" es venerado hoy, aquel del que habla san Gregorio Magno en sus «Diálogos», libro IV. El problema es saber con certeza a cuál de los dos alude, si al italiano o al portugués. Sin embargo esto parece fácil de despejar, ya que unos pocos capítulos antes de hablar de san Esteban de Rieti, Gregorio Magno habla de san Probo de Rieti (cap. 12), éste sí indudablemente obispo de la ciudad italiana, a quien luego menciona como testigo de los hechos que narra sobre el abad san Esteban en el capítulo 19.
Queda claro entonces que hablamos de san Esteban de Rieti, ciudad italiana cercana a Roma, donde florecía en el siglo VI un monasterio bajo la regla de san Benito. Fue gobernado por algunos años por el santo abad Esteban, de quien san Gregorio Magno hace un encendido elogio en sus homilías y diálogos. Lamentablemente, absolutamente todo lo que poseemos sobre él está en los textos del san Gregorio, que no dan mayores detalles sobre su nacimiento y vida. Nos dice el santo Papa que obtuvo estos testimonios de primera mano, ya que le contaron sobre el santo abad tanto san Probo de Rieti como otros hombres religiosos que conocieron personalmente al santo.
San Esteban no poseían bienes de este mundo, ni tampoco deseaba tenerlos, contentándose pacientemente con lo que la Providencia dispusiera para él. Un año había cosechado grano para alimentarse él y sus discípulos en el monasterio todo el año, pero un hombre malvado les incendió el granero. Los discípulos esperaban una reacción de parte del santo, sin embargo Esteban no estaba preocupado por lo que él había perdido de bienes, sino por cuánto había perdido de alma su agresor.
En sus homilía 35 nos cuenta Gregorio que san Esteban era "rústico de palabras pero docto de vida", y que le huía a poseer nada en este mundo, tanto como estimaba siempre a los demás más que a sí mismo, y tenía gran paciencia con todos, en especial con sus adversarios, a quienes estimaba como la mejor ayuda que Dios le enviaba para crecer en la virtud.
Su lecho de muerte estuvo rodeado de muchos que admiraban su vida, y cuando iba a expirar algunos de ellos vieron llegar a los ángeles para buscarlo, mientras que otros no veían nada; sin embargo, de todos se apoderó tal terror -tanto de los que veían como de los que no- que huyeron del lugar como un solo hombre, "para -reflexiona Gregorio- que ningún mortal estuviera presente en aquel momento".
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