sábado, 10 de febrero de 2018

Santos por meses y días

santos del día 6 de febrero

Dorotea está narrada en una leyenda hagiográfica, una passio antigua del Martirologio Jeronimiano que la describe como "caritativa, pura y sabia". De fe cristiana, cuando el prefecto Sapricio le pidió que ofreciera un sacrificio a los dioses, se negó y fue torturada. El prefecto la confió a Crista y Calixta, dos hermanas apóstatas, para que la convencieran de que abandonase la religión cristiana, pero ocurrió al contrario: ambas volvieron al cristianismo y fueron por ello quemadas vivas, mientras Dorotea fue condenada a la decapitación.
Por el camino al martirio, encontró a Teófilo, quien le dijo irónicamente: «Esposa de Cristo, mándame manzanas y rosas del jardín de tu esposo». Dorotea aceptó y, antes de la decapitación, mientras rezaba, apareció un niño que le trajo tres rosas y tres manzanas, a pesar de que estaban en el crudo invierno. Ella le pidió que se las llevara a Teófilo, quien, visto el prodigio, se convirtió al cristianismo.
Su conmemoración litúrgica es el 6 de febrero. Es patrona de los floristas y de Pescia, y copatrona de Castro, y tiene como atributo iconográfico una cesta de fruta y flores.
Existen varias congregaciones religiosas devotas a la santa, cuyas monjas se llaman Doroteas.

Lugares de culto[editar]



Santa Dorotea (Zurbarán).jpg
Francisco de ZurbaránSanta Dorotea, c. 1648
Nacimiento299
Capadocia
Fallecimientocerca de 300
Caesarea Mazaca
Venerada enIglesia católica e Iglesia ortodoxa
Festividad6 de febrero
Atributosrosas, manzanas y laureles
Patronazgode los floristas y de Pescia

SANTA DOROTEA
En Cesarea de Capadocia a fines del Siglo III, nació Dorotea, cuando Diocleciano, a nombre del Emperador Maximiano Galerio, regía los destinos del imperio romano.
Dorotea era cristiana, amaba y servía al verdadero Dios y le honraba con el ayuno y la oración Era muy atractiva, mansa, humilde, pero sobre todo, prudente y sabia. Quienes la conocían, se maravillaban de sus dones y glorificaban a Dios por su sierva. Por su amor perfecto a Cristo alcanzó la corona de la virginidad inmaculada y la palma del martirio.
La fama de la santidad de Dorotea llegó a oídos del perseguidor de los cristianos Saprizio, el Prefecto, quien mandó a apresarla para interrogarla.
Cuando se instaló el tribunal, trajeron a Dorotea quien, después de haber elevado su oración ante Dios, se mantuvo firme delante del Prefecto.
¿Cómo te llamas?” , le preguntó.
- “Mi nombre es Dorotea”, respondió la joven.
Saprizio dijo: “He mandado traerte para que ofrezcas sacrificios a los dioses inmortales, según la ley de nuestros augustos príncipes”.
Respondió Dorotea: “El Dios que está en el cielo es la augusta Majestad, sólo a Él sirvo: Adorarás al Señor, tu Dios y a él sólo servirás. Los dioses que no crearon el cielo y la tierra, perecerán de la tierra. Pues bien, a qué emperador debemos obedecer, al terrenal o al celestial, a Dios o a un hombre. Los emperadores son hombres mortales como lo fueron también estos dioses, de los cuales adoráis sus imágenes”.
Saprizio añadió: “Si quieres regresar sana y salva, cambia tu decisión y ofrece el sacrificio a los dioses, de lo contrario te haré castigar por las leyes más severas, para escarmiento de los demás”.
“Ante esto -replicó Dorotea- daré testimonio de temor de Dios, para que todos aprendan a temer a Dios y no a los hombres airados que, como criaturas irracionales o perros rabiosos, se lanzan contra los hombres inocentes, se agitan, se inquietan, ladran insolentes y los desgarran con mordeduras”.
Saprizio dijo. “Veo que estás resuelta a mantenerte firme en tu confesión inútil y quieres morir. Escúchame, y ofrece sacrificios para que escapes del “potro” (caballete de torturas.).
Esas torturas son pasajeras, pero los tormentos del infierno son eternos. Para escapar de la pena eterna, no temo estos sufrimientos, pues Jesús dijo: “No temáis los que matan el cuerpo pero no pueden matar el alma, temed más bien a Aquel que puede herir el cuerpo y el alma en el infierno” , dijo Dorotea.
Saprizio replicó: “Entonces teme a los dioses y ofréceles sacrificios, para evitar el castigo de su ira”. Pero ella dijo: “De ningún modo me convencerás, esos dioses son los espíritus de hombres vanos que vivieron torpemente y murieron como seres irracionales, porque no conocieron al Creador del cielo y de la tierra, del mar y de todas las cosas. Las almas de tus ídolos cuya imagen impresa en metales adoráis, arden en el fuego, donde también irán los que negaron al Creador”.
Saprizio se encendió en cólera y dijo a los verdugos: “Ponedla en el potro, atormentadla hasta que ofrezca el sacrificio a los dioses”.
La sierva de Dios inmutable y firme, le interpeló: “¿Qué esperas? Haz lo que debes hacer, así podré ver a Aquel por cuyo amor no temo la muerte ni los tormentos”. Saprizio añadió: “¿Pero, quién es Aquel que tu deseas?”.
“Cristo, el Hijo de Dios”, respondió Dorotea.
Saprizio sentenció: “Olvídate de esas pequeñeces, ofrece incienso a los dioses, cásate y disfruta en esta vida sino perecerás como tus padres”.
Conversión y martirio de Crista y Calixta
Después de esto, Saprizio llamó a dos hermanas Crista y Calixta quienes, poco antes habían apostatado y les ordenó: “Así como vosotras abandonasteis la vanidad y la superstición cristiana y ya adoráis a los dioses invictos, por lo cual os recompensé; ahora debéis inducir a Dorotea a renunciar de su necedad, os premiaré con mejores regalos”.
Llevaron a su casa a Dorotea y trataron de persuadirle: “Acepta lo que te dice el juez, y te librarás del peligro de las penas como nosotras. No desperdicies tu vida con los tormentos y la muerte”. Dorotea, con dulzura, les reprochó: “Oh, si escuchaseis mi consejo, os arrepentiríais de haber ido tras los dioses falsos, pero el Señor es bueno y misericordioso hacia quienes se convierten a Él de todo corazón”. Crista y Calixta se conmovieron: “Pero si ya hemos matado a Cristo en nuestro corazón, cómo lo resucitaremos?”.
Dijo Dorotea: “Pecado más grande es desesperar de la misericordia del Señor que ofrecer sacrificios a los ídolos. No desesperéis porque el Señor puede curar vuestras llagas. No hay llaga que El no pueda sanar. Es Salvador porque salva; es Redentor porque redime; liberador porque no cesa de liberar. Arrepentíos de corazón, tened fe y seréis perdonadas”.
Las dos mujeres se arrojaron a sus pies, bañadas en lágrimas y le suplicaron su intercesión para ofrecer a Dios su arrepentimiento y alcanzar el perdón. Dorotea elevó su oración conmovida por las lágrimas: “Oh Señor que has dicho, “No quiero la muerte del pecador, sino que se convierta y viva.” Y “hay mayor fiesta en los cielos por un pecador que se arrepiente, que por noventa y nueve justos que no han pecado”, muestra tu piedad hacia quienes el Demonio te había arrebatado. Vuelve a llamarlas a tu grey para que con su ejemplo, regresen a Ti todos los que se alejaron de tu amor”. Mientras así oraba, el Prefecto mandó traer a Crista y Calixta para averiguar si habían logrado replegar el ánimo de Dorotea.
Ellas respondieron: “Estabamos equivocadas, habíamos obrado inicuamente al ofrecer sacrificios a los dioses falsos por miedo a las penas y dolores pasajeros; pero ya nos hemos arrepentido para alcanzar el perdón de Dios”. Entonces Saprizio, se rasgó sus vestidos y ordenó furioso que las amarrasen juntas de espaldas y las pusieran en el suplicio de la copa, si no adoraban a los dioses, mas, ellas elevaron su oración: “Señor Jesús, acepta nuestro arrepentimiento y concédenos tu perdón.” Y repitiendo esta confesión fueron torturadas y quemadas vivas. Dorotea les animaba: “Id al cielo, con la certeza del perdón de vuestros pecados, sabed que habéis recuperado la palma del martirio que habías perdido. Viene a abrazaros el Padre, alegre por el hijo perdido y hallado”.
Muerte de Dorotea
Luego, Dorotea al ser torturada nuevamente, comprendió que había llegado por fin su anhelada aspiración. Subió feliz al tormento porque, aquellas almas que el Demonio había raptado de Dios, en ese momento, habían sido reconquistadas.
Dijo a Saprizio “En el cielo hay una gran fiesta; gozan los Angeles, se alegran los Arcángeles, exultan los Apóstoles, los Mártires y todos los Profetas. Apresúrate, haz pronto lo que debes hacer, para poder unirme a la alegría y gozo de los santos”.
Entonces Saprizio hizo aplicar en los costados de la joven, antorchas encendidas, y luego la hizo abofetearla hasta desfigurar la cara. Finalmente dictó la sentencia de muerte: “A Dorotea, joven muy soberbia que se negó a adorar a los dioses inmortales para salvar su vida y más bien, quiso resueltamente morir por no sé qué hombre que se llama Cristo, ordeno la pena de muerte a espada”.
Dorotea exclamó dichosa: “Te agradezco, oh Amado de las almas, porque me invitas a tu Paraíso y a las nupcias celestiales”.
Mientras salía del pretorio, Teófilo, el abogado de Saprizio, en forma irónica le dijo: “Oh tú, esposa de Cristo, mándame rosas y manzanas del paraíso de tu esposo.” Dorotea le respondió: “Sí, te las mandaré”.
Al llegar al lugar del suplicio, oró un instante, y se realizó el prodigio: apareció un niño con tres manzanas y tres rosas. Dorotea le ordenó: “Llévalas a Teófilo y dile: “He aquí, te mando del Paraíso lo que me has pedido”.
Enseguida, la joven fue degollada, y, circundada con la gloria del martirio, fue al encuentro de Cristo.
Conversión y muerte de Teófilo
Teófilo, aún estaba burlándose de la promesa de Dorotea, cuando en ese mismo instante apareció el niño con las manzanas y rosas: “He aquí, Dorotea desde el paraíso de su Esposo te manda estos dones”. Era el mes de Febrero.
Teófilo los tomó y exclamó en alta voz: “Cristo es el verdadero Dios, no hay en Él ningún engaño”.
Le dijeron los compañeros: “¿Te has vuelto loco”, Teófilo, o bromeas?; “No me he vuelto loco, ni intento bromear- dijo- tengo razones para creer en el verdadero Dios. Mirad, Capadocia está inmersa en un frío glacial, ningún arbusto está revestido de su verde follaje, de dónde creéis que vengan estas manzanas y rosas magníficas?”.
Bienaventurados los que creen en Cristo; los que sufren por su Nombre. Él es el verdadero Dios y quien cree en Él, es un verdadero sabio”.
Con estas palabras, los compañeros fueron ante el Magistrado: “Tu abogado Teófilo que luchó y persiguió a los cristianos hasta la muerte, está alabando y bendiciendo el nombre de no sé qué Jesucristo y muchos creen en su predicación”.
Teófilo confesó: “Alabo a Cristo a quien hasta hoy, he negado”. Le dijo el Magistrado: “Me sorprende que tú, hombre prudente, pronuncies ese nombre, si antes habías perseguido a cuantos lo nombraban”. Teófilo respondió: “Ahora creo que Él es el verdadero Dios porque me sacó del error y me condujo a la vía recta.”
Añadió el Magistrado: “Todos crecen en la sabiduría, los sabios llegan a ser más sabios; tú en cambio, de sabio te haces ignorante, llamas Dios a Aquel que fue crucificado por los judíos según dicen los cristianos”.
Dijo Teófilo: “He oído que fue crucificado y por esto, en mi error, creía que no fuese Dios, pero me arrepiento de mis pecados y blasfemias, y profeso que Cristo es Dios”.
Continuó el Magistrado “Y dónde y cómo te has hecho cristiano, si hasta hoy habías adorado a nuestros dioses?”. Contestó Teófilo: “Desde el momento en que he pronunciado el nombre de Cristo, he creído en Él, me he convertido en cristiano. Creo con todo mi corazón en Cristo inmortal, Hijo de Dios, predico su Nombre santo, inmaculado, en el cual no hay engaño como en tus dioses”. “¿Quieres decir que nuestros dioses son impostores?” preguntó Saprizio.
Teófilo dijo: “Mentiría si digo que no hay falsedad en estos simulacros que el hombre ha tallado de la madera, ha fundido del bronce, ha limado del hierro, ha modelado del plomo, custodiados por los mochuelos, entretejidos por las telas de araña en cuyas partes cóncavas hacen nidos los ratones. Como no te miento, es justo que tú aceptes la Verdad y te liberes de la falsedad. Y como tú juzgas a los mentirosos, es necesario que te liberes de la mentira y te conviertas a la verdad que es Cristo”.
El Magistrado dijo: “Infeliz Teófilo, quieres morir de una muerte execrable. Si persistes en tu necedad, ordenaré que te den una muerte con crueles suplicios ”.
Respondió Teófilo: “Yo deseo encontrar la verdadera vida. Ya he tomado esta decisión y estoy resuelto a ello.”
Cuando estuvo en el caballete de tormentos exclamó: “ahora soy verdadero cristiano porque estoy en la cruz. (la forma del potro era como una cruz) Gracias, Oh Cristo, porque me has concedido ser elevado en tu madero”.
Luego laceraron sus costados con garfios de hierro y los quemaron con antorchas encendidas. Antes de ser decapitado entregó su espíritu con esta oración: “Oh Cristo, Hijo de Dios, creo en Ti: inscríbeme en el número de tus santos”.







Pablo Miki (En japonés パウロ三木). (Kioto1556 o 1562 - Nagasaki5 de febrero de 1597) fue un religioso japonés, venerado como santo mártir de la Iglesia católica. Es conmemorado el 6 de febrero.

Biografía[editar]

Paulo Miki nació en el seno de una familia rica. Fue bautizado a los cinco años con el nombre de Pauro (‘Paulo’).2​ Fue educado por los jesuitas en Azuchi y Takatsuki. Entró en la Compañía de Jesús y predicó el evangelio entre sus conciudadanos. El poder japonés temió la influencia de los jesuitas y los persiguió. Paulo Miki fue apresado junto con otros compañeros cristianos, conocidos como los 26 mártires de Japón; dos de ellos eran también jesuitas, el erudito Juan de Soan de Gotó y Diego Kisai, y los 23 franciscanos. Para servir de escarmiento a la población, fueron forzados a caminar casi 1000 kilómetros, desde Kiotohasta Nagasaki, por ser la ciudad más evangelizada de Japón, y allí fueron crucificados el 5 de febrero de 1597. Paulo predicó desde la cruz su último sermón y se afirma que perdonó a sus verdugos, diciendo: «Yo declaro que perdono al jefe de la nación que dio la orden de crucificarnos, y a todos los que han contribuido a nuestro martirio». Todos los mártires fueron canonizados por el papa Pío IX en 1862 junto con el religioso Miguel de los Santos.


San Pablo Miki
S.J.
Bamberg St Martin Figur Paul Miki.jpg
Representación de san Pablo Miki.
Mártir
Nombreパウロ三木 (Pauro)
Nacimiento1556,123​/15624
Ashikaga mon.svg KiotoShogunato Ashikaga
Fallecimiento5 de febrero de 1597
Mon-Oda.png NagasakiJapón
Venerado enIglesia católica
Beatificación14 de septiembre de 1627 por el papa Urbano VIII
Canonización8 de junio de 1862 por el papa Pío IX
ÓrdenesCompañía de Jesús
Festividad6 de febrero
AtributosReligioso crucificado, hombre asiático, con la palma del martirio y un crucifijo

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