La taza de té es un cuadro del pintor francés Edgar Degas, conocido en francés como Femme à sa toilette y en inglés como Woman at her Toilet. Está realizado al pastel. Mide 95,5 cm de alto y 110 cm de ancho. Fue pintado hacia 1894. Actualmente, se encuentra en la Galería Tate, de Londres, Reino Unido. También es conocido con el título de Mujer en el tocador.
En esta obra, Degas representa a una mujer peinándose el cabello pelirrojo, mientras a la derecha se ve a una criada que le trae una taza de té (o café). Sobre el tocador se ve un tibor oriental.
El tratamiento de esta toilette, o arreglo femenino, es poco convencional. Se centra el autor más en la composición, insertando el acto de peinarse en un rectángulo formado por los brazos de la mujer y el borde de la mesa. Contrasta la forma suave de la figura central con la de la criada, de perfil muy marcado. La tensión y energía que se desprende de este contraste resulta enfatizada por el rico tratamiento de las paredes y de los muebles.
Es uno de los últimos cuadros de Degas antes de quedarse ciego. Es un tipo de obra frecuente en la producción de Degas. A pesar de su naturalidad y aparente espontaneidad, son cuadros cuidadosamente estudiados.
Hay otra versión de este cuadro, en una colección estadounidense, con la variación de incorporar un perro.
La urraca (en francés: La Pie)1 es un óleo sobre lienzo del pintor impresionista francés Claude Monet, creado durante el invierno de 1868-1869 cerca de la comuna de Étretat en Normandía. El patrón de Monet, Louis Joachim Gaudibert, colaboró para arreglar una casa en Étretat para Camille Doncieux —la novia de Monet— y su hijo recién nacido, lo que permitió a Monet pintar con relativa comodidad, rodeado de su familia.
Entre 1867 y 1893, Monet y sus colegas impresionistas Alfred Sisley y Camille Pissarro pintaron cientos de paisajes que ilustran el efecto natural de la nieve (effet de neige). Pinturas de invierno similares de menor cantidad fueron producidas por Pierre-Auguste Renoir, Gustave Caillebotte y Paul Gauguin. Los historiadores de arte creen que una serie de inviernos severos en Francia contribuyó a un aumento en el número de paisajes invernales producidos por los impresionistas.2
La urraca es una de los casi 140 paisajes nevados producidos por Monet. Su primer paisaje nevado, Un carro en el camino nevado en Honfleur, fue pintado en algún momento de 1865 o 1867, seguido de una notable serie de paisajes nevados en el mismo año, comenzando por el Camino por la granja de Saint-Siméon en invierno. La urraca fue terminada en 1869 y es la pintura invernal más grande de Monet. Fue seguido por El cabo rojo (1869-1871), tal pintura solo se conoce por Camille Doncieux.
Descripción[editar]
El lienzo ilustra una urraca negra solitaria encaramada sobre una puerta en una alambrada de zarzo. La luz del sol brilla sobre la nieve recién caída creando sombras azules. La pintura ofrece uno de los primeros ejemplos del uso de Monet de sombras coloreadas, que más tarde serían asociadas con el movimiento impresionista. Monet y los impresionistas utilizaron sombras de colores para representar las condiciones cambiantes realistas de luz y sombra tal como se ve en la naturaleza y desafiaron la convención académica de pintar sombras negras. Esta teoría subjetiva de la percepción del color se introdujo en el mundo del arte por medio de las obras de Johann Wolfgang von Goethe y Michel Eugène Chevreul a principios de siglo.
En ese momento, el innovador uso de la luz y color por Monet condujo a su rechazo por el Salón de París de 1869. Hoy en día, los historiadores de arte clasifican a La urraca como una de las mejores pinturas paisajes de nevados de Monet.4 La pintura era poseída por una empresa privada hasta el Musée d'Orsay la adquirió en 1984; se considera una de las pinturas más populares de su colección permanente.
Las grandes bañistas es un cuadro de Auguste Renoir, pintado entre los años 1884 y 1887, que cierra el «periodo ingresco» de la obra del pintor. Se conserva en el Museo de Arte de Filadelfia (Estados Unidos).
Historia[editar]
Esta gran pintura, que Renoir empezó poco después de su retorno de Italia, marca una etapa importante en su obra. Se inspira en una escultura de François Girardon, El baño de las ninfas (1672), bajorrelieve en plomo realizado para una fuente del parque de Versalles, pero había sido igualmente influenciado por obras de Ingres y, sobre todo, de los frescos de Rafael, de cuyo arte se impregnó a lo largo de su viaje a Italia. Estos dos grandes artistas van a influir desde entonces en la manera de pintar y de dibujar de Renoir, que a partir de ese momento va a pintar de una manera más disciplinada y más clásica. Renunció a pintar al aire libre y convirtió el desnudo femenino —hasta ese momento ausente en su pintura— en su tema principal.
En esta época, Renoir empezaba a desmarcarse del impresionismo y atravesaba un periodo de dudas. Más tarde confesará a Ambroise Vollard:
Hacia 1883, se había producido una fragmentación en mi obra. Yo había llegado hasta el límite del impresionismo y llegué a la constatación de que no sabía ni pintar ni dibujar. En una palabra, estaba en un callejón sin salida.1
Antes de decidirse a exponer Las grandes bañistas, Renoir trabajó en el cuadro durante de tres años. Fue el tiempo más largo dedicado a uno de sus cuadros. Durante ese periodo realizó numerosos estudios preparatorios con lápiz de plomo, tinta, tiza y acuarela.
El lienzo se expuso en la exposición internacional de 1887, en la prestigiosa galería de Georges Petit, junto con Paul Durand-Ruel uno de los marchantes de arte más significados de la época. Renoir estaba intranquilo y se preguntaba qué acogida daría el público a su nuevo estilo. Para le exposición, puso un subtítulo al cuadro: Essai de peinture décorative (Ensayo de pintura decorativa). Pero esta obra maestra fue acogida de maneras diversas. Aunque Claude Monet y el escritor Marcel Proust apreciaron la obra —Monet habló del «soberbio cuadro de las bañistas» y Proust lo encontró «uno de los más bellos de Renoir»—, el cuadro recibió tal cantidad de críticas negativas que Renoir decidió poner fin al periodo ingresco.
Modelos[editar]
Las dos principales modelos de Las grandes bañistas son Aline Charigot, la rubia sentada en segundo término —que fue una de sus modelos favoritas antes de convertirse en su mujer en 1890—, y Suzanne Valadon, la morena, pintora a su vez y madre de Maurice Utrillo.
Descripción[editar]
Su nueva manera —iniciada a su vuelta de Italia—, que corresponde al periodo conocido como «seco» o «ingresco», se caracteriza, en primer lugar, por un dibujo más preciso y un aplat (uniformidad de color) como en Los paraguas (1882-1884) o El baile en la ciudad (1883). En Las grandes bañistas Renoir añade un contorno neto, una materia lisa y un reparto de la luz uniforme. Dibuja las formas con más rigor y los colores se vuelven más fríos. Deseaba que las formas femeninas estuvieran más perfiladas, estructuradas, lo que le reprocha Camille Pissarro. Los cuerpos se vuelven más importantes que los decorados, aunque estos aun conserven un papel. El decorado no es más que un fondo. Se inspira profundamente en Cézanne, con el que había pasado algún tiempo pintando en L'Estaque a su retorno de Italia.
No hay comentarios:
Publicar un comentario