El pífano es una pintura del pintor francés Édouard Manet realizada en 1866. En la actualidad, se conserva en el Museo de Orsay, en París.
Historia de la obra[editar]
Manet pintó El pífano a su regreso de un viaje a España que realizó en 1865, donde descubrió la obra de Diego Velázquez. El cuadro, donde Manet reflejó la influencia de la pintura española, fue rechazado por el jurado del Salón de París de 1866. La pintura fue expuesta en 1867 en una de las muestras que Manet hacía de su producción en su propio taller. Asimismo, en 1884 estuvo presente en la gran exposición retrospectiva de su obra que se organizó como homenaje, tras su muerte en 1883.
El rechazo por parte del jurado del Salón de este cuadro impulsó al escritor Émile Zola a publicar una serie de artículos en defensa de Manet en el diario L'événement y —tras ser despedido de este— la Revue du XIXe siècle.1
Se sabe que entre 1872 y 1873 el cuadro permaneció en la colección particular de Paul Durand-Ruel, galerista y marchante de arte que apoyó a los jóvenes pintores que formarían el grupo impresionista. Entre 1873 y 1893 el cuadro estuvo en poder de Jean-Baptiste Faure, compositor y barítono francés, amigo de Manet. En 1893, la tela volvió a la colección de Durand-Ruel, para ser adquirida el año siguiente por el conde Isaac de Camondo, en cuya colección permaneció hasta 1911, fecha en que fue entregado al estado francés como donación. El cuadro fue destinado al Museo del Louvre, donde no se expondrá al público hasta 1914. En 1947 fue traslado, junto con las demás obras de autores impresionistas, a la Galería del Jeu de Paume, una sala de exposición situada en el Jardín de las Tullerías y perteneciente al Louvre. Allí permaneció hasta 1986, momento en que, con la creación del Museo de Orsay, fue trasladado a ese museo, al igual que el resto de la colección de pintura impresionista del Louvre. En la actualidad puede contemplarse en la sala 14 del nivel 0 del Museo de Orsay.2
Análisis del cuadro[editar]
Manet pintó El pífano influido por la manera de los retratos de Velázquez que había admirado en el Museo del Prado de Madrid. En particular, le impresionó Pablo de Valladolid, un retrato de un bufón de la época de aspecto declamatorio y tenido por actor, en que desaparecen el fondo o cualquier objeto que sirva de referencia, excepto la propia sombra del personaje.3 Manet escribió a su amigo, el pintor Henri Fantin-Latour:
Quizá el trozo de pintura más asombroso que se haya realizado jamás es el cuadro que se titula Retrato de un actor célebre en tiempo de Felipe IV. El fondo desaparece. Es aire lo que rodea al hombrecillo, completamente vestido de negro y lleno de vida.
Como en el cuadro del pintor español, Manet concibe un fondo sin profundidad, en que los planos vertical y horizontal son apenas distinguibles.3 En opinión de Peter H. Feist, El pífano muestra la atracción de Manet por «el efecto decorativo de unas figuras individuales de gran tamaño, con contornos enfáticos y colocadas ante una superficie de fondo».4 Frente al fondo monocromo, resalta la figura enérgicamente coloreada sobre la base de una paleta reducida pero de colores vivos, en la que predomina la técnica del empaste: el negro muy nítido de la guerrera y los zapatos, el rojo de los pantalones, el blanco de la bandolera, etc. Como resultado, la figura destaca «firme, armoniosa y viva».13
Además Manet retrata a un personaje anónimo, un adolescente, músico de la banda de la Guardia Imperial, que fue enviado a Manet por el comandante Lejosne,5 «tratado como un Grande de España».
El cuadro Retrato de una familia (en francés Réunion de Famille) es una obra pictórica de Frédéric Bazille. Se presentó en el Salón de la Real Academia de Pintura y Escultura en 1868. Actualmente se exhibe en el Museo de Orsay de París.
Es un óleo sobre lienzo pintado en 1867. Bazille pintó este cuadro hacia la mitad de su breve carrera, por lo que puede considerarse que ocupa un puesto central en su obra. Es el lienzo conservado de mayor tamaño (152 x 230 cm)1 de este artista.
Autor[editar]
Frédéric Bazille es un pintor impresionista francés, procedente de la ciudad de Montpellier. Aunque el deseo de su familia era que estudiase medicina, cuando en 1864 decidió dedicarse de lleno a la pintura, le apoyaron con generosidad gracias a su buena posición económica.
Disfrutó de la amistad de artistas impresionistas como Claude Monet, Alfred Sisley y Édouard Manet.2 Su prometedora carrera quedó truncada en 1870 a los 29 años al morir en la Guerra Franco-prusiana.3
Entre sus obras más destacadas están La Robe rose, Autoportrait, Aigues-Mortes, o Vue de villaje.
Descripción de la obra[editar]
El pintor aprovechó una reunión ocurrida en su residencia de Méric, cerca de Montpellier, en el verano de 1867 para crear la composición base de esta obra. Bajo la sombra de un gran castaño representa a sus padres en un banco en la parte izquierda. En la terraza están también su tío Eugéne des Hours y su esposa, su prima Pauline junto a su esposo Émile Teulon y su hermano Marc junto a su esposa Suzanne y su prima Camille, de regreso de un paseo. El autor se autorretrató e incluyó en la composición posteriormente.
La ropa de las mujeres vestidas de azul claro con puntos azul marino estuvo de moda en ese verano de 1867, considerándose signo inconfundible de la burguesía del siglo XIX.
En cuanto a la pose de las figuras, se puede destacar que ocho de las once miran al observador directa o indirectamente pero sin haber interacción entre ellos.
Es digno de resaltar como Bazille logra reflejar con generosidad su amor por la luz del Mediodía francés.4
Aun así, el autor no quedó completamente satisfecho y, tras su presentación en el Salón, retocó la obra durante el invierno, cambiando unos perritos por un bodegón poco natural.
Obras comparables[editar]
Bazille tuvo una estrecha amistad con pintores contemporáneos como Renoir y Monet. Como autores interesados en la representación de la figura humana en el paisaje, experimentaron pintando al aire libre para terminar la obra con algunos retoques en el estudio. Mujer en el jardín, de Claude Monet, ha sido considerada una obra comparable a Retrato de una familia en algunos aspectos como la ropa de las figuras o los efectos de las luces y las sombras. El cuadro de Renoir Lise con sombrilla es otro ejemplo de esto.
Opinión de Zola[editar]
El entonces joven escritor Émile Zola fue el encargado de escribir la crítica sobre el cuadro, en la que resaltó la sensibilidad del pintor a la hora de plasmar la luz natural en la terraza, la atención que presta Bazille a la ropa de las figuras y la exactitud al retratar a once personas con todos los detalles, poses y gestos característicos de su propia personalidad individual. Esto hace que cada rostro sea presentado como en una fotografía.
Un bar del Folies-Bergère (en francés: Un bar aux Folies Bergère), pintado y expuesto en el Salón de París en 1882, fue la última gran obra del pintor francés Édouard Manet. Dentro de la tendencia "democrática" del movimiento impresionista en cuanto a temas y sitios escogidos, como cafés, cabarets, incluso prostíbulos (tratados sin condescendencia alguna y a menudo en términos positivos), Manet centra la obra en el reconocido cabaret parisino el Folies Bergère.1 Este cuadro se conserva actualmente en el Courtauld Institute of Art de Londres.
La pintura[editar]
Manet presenta a una chica (Suzon) delante de un fondo vívido y típicamente impresionista, en este caso el bar cabaret de Folies Bergère. En la obra se pueden ver reflejados en el espejo que se encuentra a las espaldas de Suzón -la camarera del local- las piernas de una trapecista, los palcos y demás detalles del sitio. La camarera parece estar hablando con un cliente, también reflejado en el mismo espejo. Delante de Suzon se aprecia un juego de botellas flor y un cuenco lleno de frutas sobre un mostrador de mármol, todo presentado de manera impecable, lo cual da la idea de la destreza de Manet para el manejo del tema de las naturalezas muertas.1 Es importante resaltar que aunque Suzon trabajaba para la época en el Folies Bergère, la obra no se realizó ahí. Ella posó para la pintura en el taller de Manet detrás de una mesa llena de botellas y otros objetos, y el pintor los combinó con los bocetos que había realizado previamente. Posiblemente sea esta la razón de las críticas de muchos especialistas en torno a esta obra.2
La pintura ejemplifica el compromiso de Manet con el realismo en su representación detallada de la escena contemporánea. Muchas han sido las críticas hechas a sus obras, pero casi todas estas han mostrado que tienen una razón de ser. Es el caso de Un bar aux Folies Bergère, que ha sido objeto de numerosos artículos populares y académicos.
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