lunes, 11 de mayo de 2015

edafología


Mapas temáticos.

Se utilizan para representar parámetros edáficos de especial interés o aspectos concretos en cuanto a utilización, manejo, conservación u otros temas relacionados con el suelo.
El sistema de elaboración varía según se trate de un parámetro simple o complejo, en el que interviene más de un valor numérico.
En el caso de los parámetros individuales suele realizarse un muestreo sistemático siguiendo una cuadrícula preestablecida, que debe extenderse más allá de los límites del mapa a elaborar. Usualmente la realización se hace con la ayuda de programas informáticos que incrementan el número de puntos por extrapolación de valores intermedios. Con ellos se establece un sistema de isolíneas con valores preestablecidos y que tienen significación en la posterior utilización del mapa. En general los intervalos utilizados son más estrechos que los correspondientes a los valores de las distintas unidades de un mapa de suelos, pero tienen el inconveniente de crear espacios artificiales cuando existen cambios bruscos en el parámetro estudiado, pues no siempre se produce una variación continua.
En el caso de los parámetros complejos en los que interviene mas de un valor, la realización es más complicada y puede recurrirse a la construcción de los mapas individuales y la posterior intersección de los mismos. En este caso, no hay un necesario incremento en el número de unidades ni en la abundancia de zonas representadas, pues en muchos de ellos se compensan los valores iniciales y unidades diferentes pueden igualarse; cuando estas igualdades se producen en áreas adyacentes se incrementa la superficie de las mismas al tiempo que decrece su número. Son mapas de áreas disjuntas semejantes a los que vimos al tratar de los mapas de suelos.
Estos mapas temáticos, relacionados con el suelo, no necesariamente han de tener una aplicación agrícola, sino que pueden resultar útiles para diversas situaciones, incluso no relacionadas con el crecimiento vegetal.



Mapas temáticos. Mapas de usos no agrícolas.

Los más utilizados son los referentes a la Ordenación del territorio y a la Conservación.
Entre los destinados a la ordenación del territorio ya hemos analizado lo referente a la ordenación de áreas agrícolas, forestales y de pastos. También es necesario dedicar algunas zonas para recreo o para el mantenimiento de la vida salvaje. No siempre se han de dedicar a estos usos solo las áreas con suelos no aptos para otras actividades, que necesariamente se han de incluir, sino que es conveniente preservar de utilización alguna aquellas zonas que presenten graves riesgos de degradación, y para los cuales no exista remedio o éste sea excesivamente complicado o costoso.
Otro tipo de mapas muy utilizados son los que delimitan zonas con especiales riesgos para la actividad humana, en ocasiones pueden afectar a cualquier tipo de actividad y en otros a alguna o algunas específicas. Entre los primeros, cabe destacar los que señalan graves riesgos de inundación, que suelen estar asociados a degradaciones superficiales del suelo que impiden una correcta infiltración del agua de lluvia y facilitan la escorrentía de la misma, sobre todo cuando las precipitaciones son abundantes.
Entre los que representan riesgos para alguna actividad concreta, podemos resaltar los que representan zonas con gran abundancia de arcillas expansibles, susceptibles de grandes agrietamientos en zonas con una estación seca y cálida de alguna duración. Estas áreas no son las mas indicadas para el asentamiento de vías de comunicación y sobre todo de conducciones de sustancias cuyo vertido pueda ser fuertemente contaminante, como pueden ser los oleoductos, o muy peligroso, como las conducciones de gas. El conocimiento de este comportamiento es esencial en la planificación de estas estructuras, pues si no existe otra alternativa que la de establecerse en estas áreas se han de tomar las debidas precauciones en su construcción.
También son de utilidad los mapas que delimitan y reconocen las condiciones de los perímetros de protección de las captaciones de agua para el consumo humano. En este sentido es de destacar la posible contaminación de los niveles freáticos con los aditivos utilizados en los cultivos, lo que se ve agravado cuando la permeabilidad del suelo es alta y la capacidad del mismo para la autodepuración es escasa. No solo resultan peligrosas las sustancias de elevada toxicidad utilizadas como pesticidas, sino sustancias de baja actividad pero que pueden adquirir unos niveles excesivos.
Algo semejante puede aplicarse a las zonas destinadas al almacenamiento de residuos urbanos o industriales. Para los primeros basta con elegir zonas de suelo poco permeable, así se impedirá el paso de las sustancias líquidas, procedentes de la transformación de los residuos o del lavado provocado por la lluvia, hasta los cursos de agua. Algo similar debe hacerse con los residuos procedentes de la ganadería o de la industria de transformación de productos agrarios. En el caso de las industrias químicas deben tomarse, en cualquier caso, medidas especiales.
Por último, los mapas de capacidad productiva pueden ser utilizados con fines catastrales para establecer el valor del terreno.
En cuanto a los mapas referentes a la conservación del suelo, los más utilizados son los que hacen referencia a los estados erosivos y, sobre todo, a los riesgos de erosión. Las actuaciones en estas zonas deben ser siempre cuidadosas, cuando los riesgos son soslayables con un manejo adecuado, la utilización del suelo es posible siempre que se tengan en cuenta estas circunstancias; mas en los casos de grave riesgo sería necesario mantener el suelo en su estado natural y no introducir práctica alguna de uso.
La demarcación de áreas degradadas también es de gran utilidad para tratar de su recuperación, mas como antes es de mayor utilidad el establecimiento de los riesgos de degradación y actuar en consecuencia.

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