lunes, 11 de mayo de 2015

edafología


Mapas de suelos. Escalas más utilizadas.

La escala elegida para cada mapa depende de los objetivos que se pretendan alcanzar con su elaboración. No obstante existen algunas más frecuentes y que generalmente están relacionadas con la cartografía de base existente.
La superficie mínima representable en un mapa es la de un cuadrado de 5 mm de lado o de un círculo de 28 mm de radio. Cuando se trata de una unidad estrecha y larga, aunque se supere la superficie mínima indicada, es conveniente que el ancho no sea inferior a 2 mm, para facilitar la lectura del mapa. De esta forma, cada unidad del mapa se corresponderá con una superficie mínima del terreno representado y que variará con la escala utilizada en el mapa.
Con carácter general, se utilizan unas determinadas denominaciones para las escalas de los mapas más frecuentes o para intervalos de ellas. De este modo distinguimos las siguientes:
Escala muy pequeña.
Su valor es de 1:500.000 o menor y la superficie mínima representable es mayor de 625 has.
Escala pequeña.
Oscila entre 1:100.000 y la anterior con una variación, para la superficie mínima representable, comprendida entre 25 y 625 has.
Escala mediana.
Se consideran en este tipo los mapas cuyas escalas no son superiores a 1:25.000 y en los que se pueden representar superficies de 1.56 has.
Escala grande.
Son mapas con un buen detalle y su escala llega hasta 1:10.000 y la unidad mínima es de 2.500 metros cuadrados.
Escala muy grande.
Son muy detalladas y permiten representaciones de superficies muy pequeñas.
Tipo de escala
Escala
Unidad mínima
Muy pequeña
< 1: 500.000
> 625 has/unidad
Pequeña
1 : 100.000 – 1: 500.000
25 a 625 has/unidad
Mediana
1: 25.000 – 1: 100.000
1.56 a 25 has/unidad
Grande
1:10.000 – 1: 25.000
2500 a15625 m²/unidad
Muy grande
> 1: 10.000
<2500 font="" m="" unidad="">
Independientemente de las áreas que es posible representar en un mapa de una escala determinada, hemos de considerar el espacio mínimo de terreno necesario para la separación de las unidades, pues las líneas de separación por muy finas que sean ocupan una importante distancia lineal. Estas líneas varían de 0.2 a 0.4 mm, que en un mapa de escala 1:500.000 corresponden a una distancia comprendida entre 100 y 200 metros.
Para conseguir una buena precisión en la representación es necesario realizar una observación por cada unidad mínima de mapa, si bien puede reducirse este número cuando sea posible apreciar con detalle la uniformidad de las unidades adyacentes que quedan delineadas en conjunto. A este aspecto es a lo que se le conoce como eficacia edafológica.
Con estos detalles el número de observaciones viene representado por la expresión:

n = escala . 10.000
K = eficacia edafológica
La eficacia edafológica varía según el terreno, la calidad de las fotos aéreas existentes y la experiencia del equipo de trabajo. Es de aproximadamente 1 cuando existe una cubierta vegetal muy densa que no permite apreciar la superficie del suelo en las fotos, en cuyo caso el numero de observaciones debe corresponder a las unidades mínimas establecidas.
Su valor se incrementa hasta 5 a 10 en las áreas de cultivo, variando en función de la época del año en que se ha realizado la foto aérea y de la experiencia del equipo en la fotointerpretación.
Para un relieve ondulado o llano desprovisto de vegetación, la eficacia puede llegar hasta 20, dada la buena visión del tereno de que puede disponerse.


 Mapas de suelos. Elaboración.

En la elaboración de los mapas de suelos se establecen tres fases bien delimitadas y dentro de ellas es conveniente seguir unos pasos que permitan mantener un orden de actuación.
Fase
Actuación
Preliminar
Delimitar la extensión y los objetivos
Reconocer la zona y observar las facilidades
Buscar antecedentes y datos complementarios
Determinar la escala y redefinir los objetivos

Realización
Organizar el plan de trabajo
Fotointerpretación y leyenda provisional
Revisar los datos complementarios recopilados
Prospección de campo y establecimiento de la leyenda
Análisis de laboratorio
Definir las unidades cartográficas
Redacción
Elaborar el mapa
Comprobaciones de campo
Leyenda definitiva
Redactar la memoria
Fase preliminar.
En ella se diseña el trabajo a realizar y se comprueba la posibilidad de llevarlo a cabo en su totalidad, sobre todo en lo referente a medios materiales y humanos.
La primera actuación debe consistir en el planteamiento de los objetivos que deseamos conseguir y el área sobre la que los vamos a aplicar. Los primeros nos van a marcar la escala y el nivel de precisión con el que hemos de trabajar, así como el detalle de las observaciones. Cuanto más específicos sean los objetivos a lograr menor será el espacio que podamos abarcar, pues nunca se ha de olvidar que los recursos disponibles siempre serán limitados.
Una vez establecidas las condiciones anteriores, se ha de reconocer el terreno y averiguar las facilidades de que disponemos sobre el mismo para la realización del trabajo. Es posible que tras este reconocimiento hayamos de reconsiderar algunos de los aspectos planteados en un principio, pues la complejidad de la zona o la dificultad de acceso a la misma nos exijan unos medios superiores a los disponibles o a los previsibles.
Una vez establecida la viabilidad del proyecto deberemos proceder a la recopilación de todos los antecedentes disponibles tales como mapas anteriores, documentación geológica, botánica, climática, fotografía aérea, imágenes de satélite y cualquier otra que sea de interés. Al mismo tiempo recopilaremos los estudios de suelos llevados a cabo con lo que dispondremos de un catálogo parcial de lo que podemos encontrar; en este punto los trabajos previos sobre la génesis de los suelos nos puede aportar una buena información sobre las previsibles secuencias presentes.
Con todo este bagaje informativo estamos en condiciones de establecer una escala de trabajo definitiva y de concretar o redefinir los objetivos inicialmente propuestos. Con ello finalizaremos esta fase de proyecto y, si disponemos de los medios necesarios, podremos pasar a la siguiente.
Fase de realización.
Lo primero será el establecimiento de un plan de trabajo a seguir aunque, como todos los planes, esté hecho para incumplirse, será una buena guía para marcarnos el "tempo" en la ejecución. Tras esto vendrá la primera actuación real, consistente en la fortointerpretación que nos va a permitir el establecimiento de una leyenda provisional y la demarcación de las grandes unidades cartográficas presentes. A todo ello nos ayudará la revisión completa de toda la documentación recopilada en la fase inicial.
Ahora estamos en condiciones de iniciar el trabajo de campo. En él se realizan las observaciones previstas, se muestrean los perfiles y los sondeos y se corrigen, si fuera necesario, los límites de las unidades. Con todo ello se corrige la leyenda provisional.
Tras de la realización de los análisis de laboratorio necesarios y de la caracterización de los suelos, se establecen las unidades cartográficas, que pueden ser simples, constituidas por un solo tipo de suelo, o complejas, cuando entran varios tipos diferentes que no pueden ser separados en unidades distintas, por ocupar áreas demasiado pequeñas para ser cartografiables separadamente.
Dentro de cada unidad se deben indicar los suelos asociados a ellas, que son aquellos que representan porcentajes de hasta el 20 % de la superficie de la unidad pero que no pueden individualizarse en unidades propias. También se relacionan las inclusiones de otros tipos de suelos cuyo porcentaje es inferior al 5 %. Con ello se da por finalizada la realización del mapa y se pasa a la última de las fases.
Fase de redacción.
En ella se delinea el mapa, se comprueban los límites de las unidades en el campo, se establece la leyenda definitiva y se redacta la memoria correspondiente.

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