lunes, 18 de mayo de 2015

historia del arte


Arte ecléctico | Arte etrusco


La evolución artística de los etruscos fue constante, manteniéndose desde los siglos Vil al II a.C. Si, al principio, su arte, derivado del villanoviano, recibió influencias orientales, luego con la impronta del clasicismo griego llegó a tener su propia personalidad, rasgo que decayó cuando la influencia helenizante hizo mella en los parámetros estéticos de sus acomodadas y decadentes élites.
Gracias a los textos clásicos latinos y a los restos arqueológicos, se conoce en líneas generales la arquitectura etrusca, que utilizó el arco y la bóveda (Puertas Marzia y Augusta de Perugia, de Volterra y de Falerii Novi). Singulares fueron también sus templos, de tres cellae y de proporciones casi cuadradas según el tratadista romano Vitrubio. Sus necrópolis impactan por sus diferentes tipos de enterramiento: grandiosos túmulos, tumbas de cámara e hipogeos rupestres.
La escultura está impregnada del gusto griego, evidente en sus bronces, algunos de justa fama mundial (Loba Capitolina, Quimera de Arezzo, el Orador, el Marte de Todi), en las tapaderas de sus sarcófagos de piedra o de barro (los dos Sarcófagos de los Esposos, localizados en Cerveteri, el Apolo de Veyes) y en la plástica general (estatua-cinerario de la Mater Matuta, Venus de la Cannicella). Lo mismo puede decirse de la gran pintura, de brillante colorido, comparable en muchos aspectos a la pintura egipcia. Gracias a su gran repertorio temático conocemos infinidad de aspectos de la vida cotidiana etrusca, como fueron sus animados banquetes, las danzas, las guerras y las variadas escenas domésticas. A reseñar la Tumba de los Leones Rugientes, con pinturas descubiertas en junio de 2006, en Veyes, que constituyen las más antiguas pinturas etruscas conocidas (690 a.C.).
Fueron también extraordinarios orfebres, manipulando con destreza el oro, la plata y el bronce. Pendientes, anillos, fíbulas, navajas, espejos, vajillas, lámparas, dan prueba de su gran dominio en el campo de las artes menores.
Respecto a la vida política etrusca conocemos muy pocos detalles. Las diversas ciudades, celosas todas de su independencia, acabaron por unirse -las más importantes- en una federación de tipo religioso. Los representantes de aquellas ciudades se reunían cada año en un templo específico -dedicado al dios Voltumna- situado, al parecer, en las proximidades de la ciudad de Orvieto. El régimen político de las ciudades fue monárquico. El rey tenía en sus manos todos los poderes, apareciendo revestido de todos los atributos regios. A la monarquía le sucedió, tras un período de dictaduras y de luchas sociales, un gobierno republicano, constituido en cada una de sus ciudades por magistraturas oligárquicas y un potente senado.
vaso canope
Vaso cánope con representación femenina, empaste oscuro, siglo VII a. C.





Tumbas etruscas

Los etruscos conservaron siempre un sello de la cultura griega jónica, que se manifiesta en su forma típica de enterramiento por sarcófagos, aunque en sus primeros tiempos en Italia se valieron también de las urnas.
Las tumbas son de varios tipos, pero dominan las excavadas en la roca; otras tienen forma exterior de túmulo sobre un alto basamento circular, moldurado. Es un tipo de sepulcro que se perpetuará en Roma.
A las tumbas etruscas se debe la mayor parte de la información acerca del arte de ese pueblo. Ofrecen la disposición de una gran cámara sepulcral (a veces radialmente distribuida en varios huecos), a la que se accede mediante un corredor o galería. Tanto si esta cámara es resultado de la excavación en un muro rocoso como si se ha construido en un llano con cantos labrados y losas, para ser recubierta externamente por un montículo de forma cónica, su aspecto interior es el de una vivienda cuya techumbre conserva la estructura típica de las edificaciones de madera.
Cuando la cámara sepulcral era muy vasta, se la apuntaló mediante pilastras talladas en forma de soportales. La ornamentación de estas pilastras permite seguir su evolución estilística. Algunas se ajustan a un estilo dórico muy sumario; otras presentan señales bien visibles de orientalismo jónico, con el empleo del primitivo capitel de aquel estilo, constituido por dos grandes volutas divergentes.
En general, esta forma que los etruscos adoptaron tan a menudo, durante la época de su mayor florecimiento político, para la edificación de sus mausoleos, mediante el empleo de grandes losas y pilastras de piedra, parece sugerir, de un modo bastante claro, afinidad con el estilo que evidencian ciertas formas de cámara sepulcral colectiva propias de algunas regiones históricas del Asia Menor.
No fue éste, en todo caso, un procedimiento que estuviese en uso, por lo que se sabe en la actualidad, entre los griegos de la Grecia continental europea, contemporánea de aquellos etruscos que tales tumbas construyeron en el centro de Italia.
Es lícito ver en esto, pues, un síntoma bastante demostrativo de orientalismo, que mal se conjuga con la teoría sustentada por buen número de etruscólogos italianos y que aspira a explicar íntegramente el desarrollo de la civilización etrusca como resultado de un proceso histórico-cultural que es de características exclusivamente itálicas.
En varios casos, el interés que para el arqueólogo ofrece este tipo de grandes sepulturas viene acrecido todavía por su valor como documento, ya que tales tumbas hipogeas permiten colegir con bastante claridad cómo debieron de ser las casas etruscas. Porque conviene advertir que de tales casas únicamente se ha conservado, en los mejores casos, la traza de sus cimientos, a consecuencia, sin duda alguna, de haberse edificado tales viviendas con materiales que resultaron poco adecuados para resistir bien los embates del tiempo, sumándose a los destrozos ocasionados por las guerras.
Así pues, la disposición adoptada en la planta de algunas de estas tumbas etruscas permite deducir la existencia, en la típica vivienda de este pueblo, de un elemento que subsistirá, mucho más tarde, como parte esencial de la casa romana: el atrium, o espacio central a modo de patio, que en aquellos sepulcros se halla indicado en forma de una excavación rectangular situada centralmente y limitada por cuatro o más pilares, y que ofrece en el lado opuesto al acceso a la tumba una especie de cámara o alcoba que viene a representar, en aquel simulacro de mansión, lo que en la casa romana será conocido con el nombre de tablinum.
A veces, el tablinum ha adoptado en ciertas tumbas una forma que es bastante compleja. Así, en una de las sepulturas descubiertas en Caere, y que data del siglo III a.C., esta parte está dispuesta en forma de tres naves separadas por pilastras, con una de ellas a modo de cámara, con banco o lecho en su fondo.
También en Caere, la llamada Tumba de los Escudos, que es un ejemplar de los más arcaicos (ya que data del siglo VII a.C.), contiene tres pequeños aposentos, con su puerta y sus ventanas que dan al supuesto atrio central de esta fingida vivienda.
Otras tumbas son de planta circular y con una sola pilastra en su centro, y contienen urnas cinerarias superpuestas en el muro, alrededor de toda la cámara. Dentro de esta misma tendencia, y datado seguramente hacia fines de la época histórica del pueblo etrusco, existe también una variante de monumento funerario que se ajusta, en síntesis, a la misma fórmula que ofrece el sepulcro romano llamado columbarium.
pinturas murales
Pinturas murales de la tumba de la Caza y la Pesca (Tarquinia). Los etruscos no pintaban las tumbas con escenas tristes o melancólicas, sino con e ementos alegres, vivos, llenos de vida, para ahuyentar a tristeza de a muerte.

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