lunes, 18 de mayo de 2015

historia del arte


LOS ORÍGENES DE LA PINTURA EN CASTILLA Y EN ANDALUCÍA
(DESDE EL SIGLO XIV HASTA EL PRINCIPIO DEL XVI)
La Tebaida, de Starnina

Los primeros nombres de pintores que registra la historia del arte en Castilla son nombres italianos. Juan I atrae a su corte al florentino Gherardo Starnina, discípulo de Antonio Veneziano, y lo colma de riquezas (1383); luego, bajo el reinado de Juan II, se ve llegar a Castilla otro florentino, Dello, a quien el rey hace caballero, y que lleva en la corte un tren de gran señor. Después de haber vuelto algún tiempo a Florencia para hacer ostentación de su título y de su fortuna, Dello regresó a España, donde murió hacia 1421.
Ninguna obra de estos dos artistas ejecutada en España ha llegado hasta nosotros; es de suponer, sin embargo, que el uno y el otro debieron ejercer cierta influencia sobre los pintores indígenas, sin que por lo demás podamos dar pruebas de ello. En la Academia de la Historia, de Madrid se conservan algunos retablos o fragmentos de retablos, de marcado carácter italiano; proceden de los suprimidos monasterios de Piedra, de San MilIán de la Cogulla, y de la iglesia de Yuso; pero sus autores son desconocidos, y no se puede precisar exactamente la época en que fueron ejecutados: probablemente el siglo XV.
El reinado de Juan II, fue particularmente favorable al desenvolvimiento de las letras y de las artes. Se había introducido el lujo en la corte de este monarca, que hizo en 1428, la acogida más favorable al ilustre Juan Van Eyk. Agregado a la persona de Felipe el Bueno, el maestro flamenco había acompañado a Portugal la embajada enviada por el duque de Borgona, para pedir la mano de Isabel, hija de Juan I. Hizo el retrato de la infanta y después emprendió, con los embajadores flamencos, un viaje por España. Una relación de este viaje, conservada en los archivos del reino, en Bruselas, y donde están consignados algunos curiosos detalles sobre las provincias visitadas por la embajada, Castilla, Andalucía y el reino de Granada, donde reinaba el emir Mohammed, permite suponer que Juan Van Eyk debió hacer algún empleo de su maravilloso talento durante su estancia en Castilla. Pero también aquí nos faltan testimonios irrefutables. ¿Fué acaso consecuencia de la gran reputación que el artista había sin duda conquistado ya en España lo que determinó a Enrique IV, hijo de Juan II, a hacer la adquisición del Triunfo de la Iglesia cristiana sobre la Sinagoga, este cuadro tan discutido y que forma hoy parte del museo del Prado? Es atribuido en tanto a Huberto Van Eyk, en tanto a Juan, en tanto a los dos hermanos reunidos, a la vez que críticos alemanes no quieren ver en él más que una copia ejecutada en el siglo XVI. Lo que está fuera de toda discusión es que este precioso cuadro fué regalado en 1454 al monasterio del Parral, de Segovia, y que no salió de allí hasta 1S36, a consecuencia de la secularización de este convento. Muchos pintores flamencos del mayor mérito le habían precedido ya en España. En 1443, el papa Martín V había ofrecido a Juan II el pequeño tríptico de la Natividad pintado por Roger Van der Weyden, regalado por el rey al convento de Miraflores, cerca de Burgos, y que se encuentra hoy en el museo de Berlín. Con obras también de Van der Weyden ó de su escuela enriqueció este monarca el mismo monasterio, donde, hacia el 1499, el misterioso artista, llamado Juan Nanienco por los documentos españoles, acababa importantes pinturas murales.

La Fuente de la Gracia y Triunfo de la Iglesia sobre la Sinagoga


Por lo demás, obsérvase durante todo el siglo XV una constante emigración de obras de arte entre Flandes y Castilla, que se explica por los lazos de familia que unían a las dos casas de Castilla y de Borgoña. Los donativos las adquisiciones de obras de la escuela flamenca, se multiplicaron aun bajo el reinado de los Reyes Católicos y de sus sucesores, como lo atestiguan los inventarios de las colecciones reales, conservados en el archivo de Simancas. Encuéntranse allí, mezclados con pinturas bizantinas, cuadros de santos, retratos de personajes reales, oratorios portátiles en forma de dípticos o de trípticos, cuyos autores no son siempre conocidos o claramente designados, pero entre los cuales aparecen frecuentemente los nombres de maese Michiel o Miguel ¿?, de Van-Eyk, Van der Weyden, Memling, Petrus Cristus, Juan de Mabuse, Jerónimo Bosch, a quien estos documentos llaman el Bosco, y de Joaquín Patinier y de Quintín Metsys, y más tarde, algunos nombres de artistas alemanes, tales como Alberto Durero, Cranach, Holbein, Lucas de Leyde, etc., etc. El número de los arquitectos, de los escultores y de los pintores atraídos de Flandes y de Borgoña, durante los siglos XIV y XV, para dirigir las construcciones de las catedrales y de las moradas reales, o colaborar en su decoración, fue igualmente considerable. Explícase así fácilmente cómo de esta mezcla de influencias flamencas e italianas, sucesiva o simultáneamente sufridas por los artistas locales, sin personalidad acusada, nacieron aquellas pinturas españolas tan difíciles de definir en punto a orígenes, de tal modo son híbridas y tímidas de carácter, cuya ejecución pertenece al siglo XV. Según los contactos, la enseñanza seguida y los ejemplos que se proponen imitar, estos artistas primitivos copian a los unos, toman de los otros, y de estas amalgamas, todavía extrañamente vacilantes y débiles al principio, sacaron poco a poco algo como una manera, como un estilo intermedio, cuyo carácter realista, más conforme con el genio nacional, irá poco a poco acentuándose, hasta mostrarse, en fin, en el siglo XVII en un florecimiento original y soberbio.
En ninguna parte, como en Castilla y en Andalucía, se ve mejor, estudiando las producciones primitivas de los artistas indígenas, por qué fases de imitaciones y de tanteos, por qué lentas transiciones ha pasado en España el arte de pintar, antes de llegar a su completa emancipación.
El pintor más antiguo de que hacen mención los archivos de la catedral de Toledo es JUAN ALFÓN designado, en un documento de 1418, como autor de las pinturas de dos retablos hace mucho tiempo destruidos. Verosímilmente se trataba de retablos de escultura que Alfón fue encargado de pintar.
Un testamento fechado en 1455, nos revela el nombre de un verdadero pintor,JORGE INGLÉS, a quien el marqués de Santillana, don Iñigo López de Mendoza, encargaba de decorar, para el hospital de Buitrago, un retablo compuesto de dos cuerpos. A cada lado de la estatua de la Virgen que ocupaba la parte central, el artista representó al donante arrodillado y en oración, con un paje detrás, y a la marquesa de rodillas, acompañada de su doncella. Por encima de estos personajes figuraba un coro de ángeles que remataba un San Jorge. Estas pinturas de Inglés existian aún, a lo que parece, a últimos del siglo pasado, y Cean Bermúdez pudo examinar algunos de sus fragmentos, de los que hace grandes elogios.
Un contrato fechado en 1476 menciona a otros dos artistas, GARCÍA DEL BARCO y JUAN RODRÍGUEZ, a quienes el duque de Alba encarga de decorar «a la morisca» diversas piezas y galerías de su palacio del Barco. Este género de decoración, llamado estilo mudéjar era más bien oficio que arte; consistía en colorear estucos, trabajados a la manera de los moros, y techos de madera, y en mezclar a sus arabescos caprichosas figuras y lo más habitualmente plantas, flores y pájaros. DIEGO LÓPEZ, ALVAR PÉREZ DE VILLOLDO, MARTEL, ALONSO SÁNCHEZ Y LUIS DE MEDINA, autores de la decoración del paraninfo o teatro escolástico de la Universidad de Alcalá, no ejercieron probablemente un arte más elevado que los precedentes.
Un documento auténtico fechado en 1448 nos da los nombres de JUAN DE SEGOVIA, PEDRO GUMIEL ySANCHO DE ZAMORA, calificados pintores y escultores, que ejecutaron en colaboración el retablo compuesto de pinturas y esculturas de la capilla de Santiago en la catedral de Toledo. Este precioso monumento del arte indígena y uno de los más antiguos que nos hayan sido conservados, está formado de muchos cuerpos. Alrededor de una estatua polícroma de Santiago de Compostela están colocadas catorce figuras pintadas sobre fondo de oro; en lo alto está la Virgen con el Niño, sentada en un trono y adorada por ángeles; debajo están representadas escenas de la Pasión y diversas figuras de santos y de apóstoles. Abajo, en dos pequeñas tablas, represéntase a Don Alvaro de Luna con su santo patrón a la espalda, y a doña Juana Pimentel, su mujer, enterrados ambos en esta capilla. El carácter de estas pinturas es en general flamenco, principalmente en los retratos de los dos personajes arrodillados en oración. Pero nótase allí un elemento indígena que se muestra claramente en la ejecución de color caliente y algo dura, así como en los contornos acusados de las figuras

Capilla de Santiago, Catedral de Toledo


Pedro Berruguete (Paredes de Nava, Palencia (1450 - 1503)
Los biógrafos no dan más que muy pocas noticias sobre la vida y las obras de PEDRO BERRUGUETE, que trabajaba en Castilla a fines del siglo XV y aun probablemente durante los primeros años del XVI. Este maestro fue sin embargo el pintor titular del rey Felipe el Hermoso, marido de doña Juana la Loca, y tuvo por hijo al célebre Alfonso Berruguete. Había nacido, créese, en Paredes de Nava, donde se casó en 1478. En 1483 (juntamente con un colaborador, que se supone ser Antonio del Rincón), el cabildo de la catedral de Toledo encargó a Pedro Berruguete decorar con frescos la antigua sacristía, trabajo que terminó en 1488. Un poco después, en 1495, pintaba igualmente al fresco el claustro de la misma catedral. Nada subsiste hoy de estas dos grandes decoraciones por las cuales el artista recibió sumas considerables. Se ignora si fue antes o después de su estancia en Toledo cuando Pedro Berruguete ejecutó en Avila, en colaboración con SANTOS CRUZ, obras numerosas e importantes, tales como diversos retablos en la catedral, en el convento de Santo Domingo y en el claustro del convento de Santo Tomás. En el Museo de Madrid consérvanse hoy nueve tablas procedentes, de este último convento. Una representa a Santo Domingo rodeada la cabeza de un nimbo de oro, donde se lee en caracteres góticos la leyenda: Santo Domingo inquisidor, introduciendo un báculo en la boca de un monstruo que vomita llamas. Otras siete tratan asuntos tomados de la vida de Santo Domingo, de Santo Tomás de Aquino y de San Pedro mártir; la novela representa una comunidad de bernardos asistiendo a un Exorcismo. Una décima tabla, perteneciente al mismo Museo y atribuida según toda verosimilitud a Pedro Berruguete, nos muestra un Auto de Fepresidido por Santo Domingo. Todas estas pinturas están ejecutadas sobre fondos de oro o de plata y realzadas con adornos de oro en relieve en los paños y los accesorios. La ejecución de estas diez obras no es homogénea, y se distingue con bastante claridad el trabajo de dos manos diferentes, una de las cuales, acaso la de Santos Cruz, es más débil que la otra. Por el color, que es enérgico, más bien que por el dibujo, que es seco, recortado y cándidamente incorrecto, estas pinturas recuerdan algo de lejos a los primitivos de la escuela veneciana.

Algunos ejemplos de la obra de Berruguete
Rey SalomónRey DavidRey Ezequias
Santo Domingo presidiendo un Auto de Fe contra Albigenses

ANTONIO DEL RINCÓN, que parece haberse asociado a Pedro Berruguete para ciertos trabajos emprendidos en común en la catedral de Toledo, nació, según los biógrafos españoles, en Guadalajara, hacia 1446. Trasladado muy temprano a Italia allí habría estudiado el arte y tenido según ellos, por maestro a Domenico Ghirlandaio. Esto no es imposible; la manera de Rincón es ciertamente italiana y ofrece algunas relaciones con los métodos de Ghirlandaio. A su vuelta de Italia, Rincón vió su talento altamente apreciado. Fernando e Isabel, los Reyes Católicos, lo nombraron su pintor y tuvo que hacer con frecuencia sus retratos. Pintó indudablemente los que se veían en otro tiempo sobre el altar mayor de San Juan de los Reyes, en Toledo, así como el de Antonio de Nebrija.
La obra capital de Rincón, todavía felizmente conservada, es el retablo de la iglesia de Robledo de Chavela, compuesto de diecisiete tablas que representan diversos asuntos tomados de la vida de la Virgen con la Asunción por asunto central. Estas pinturas justifican plenamente la reputación de que España ha rodeado el nombre del artista; el dibujo muéstrase allí todavia algo cándido y tímido, pero ya más dócil y más verdadero que en muchos de sus contemporáneos; sus tipos de figuras son expresivas y vivientes.
Monasterio de San Juan de los Reyes, Toledo

En su Iconografía española don Valentín Carderera ha atribuido a Antonio del Rincón el cuadro catalogado en el Museo de Madrid con el núm. 2184, y que representa a los Reyes Católicos arrodillados y en oración ante la Virgen con el Niño en brazos y sentada sobre un trono de mármol de la más rica decoración gótica. Al lado de los reyes, vestidos con trajes estampados de adornos de oro, figuran los infantes don Juan y doña Juana. Detrás del rey está arrodillado el inquisidor Torquemada, y San Pedro Mártir detrás de la reina. Santo Tomás de Aquino está en pie a la derecha del cuadro, y Santo Domingo a la izquierda. Ejecutada hacia 1491 para el convento de Santo Tomás de Avila, por orden del gran inquisidor, esta interesante composición votiva, destinada a recordar los beneficios de Fernando e Isabel al convento, no es ciertamente de un artista flamenco, como opina Cruzada Villaamil en su catálogo del museo de Fomento, sino más bien obra de un pincel español. De todos modos no está fuera de duda que sea de Rincón. Se cree que este artista murió hacia 1500 en Sevilla, a donde había acompañado a la corte.
En realidad se le atribuye a Fernando Gallego

Otros monumentos de la pintura en Castilla, en el siglo XV, forman también parte de las colecciones del Museo de Madrid. Citaremos especialmente, por el interés que presenta su ejecución, que recuerda en tanto a la escuela de Colonia, en tanto a la escuela florentina, la serie de obras comprendida en el catálogo bajo los núms. 2178 a 2183, cuyo autor o autores son desconocidos. Estos cuadros proceden del convento de la Sisla, en Toledo; representan laSalutación angélica de un estilo de gran nobleza e inspirado en los florentinos; la Visita de la Virgen a Santa Isabelobra particularmente interesante por el carácter oriental de las figuras, y donde el artista ha pintado una ciudad de aspecto morisco; la Adoración de los Reyes, la Presentación en el Templo, la Circuncisión, y en fin, la Muerte de la Virgen. Este último cuadro repite casi textualmente la célebre composición llamada del Maestro de Colonia que está en el Museo de Munich.
Hacia la segunda mitad del siglo XV nacía en Salamanca un pintor, FERNANDO GALLEGOS, sobre quien los biógrafos no nos han trasmitido más que noticias vagas, demasiado inciertas, y a veces hasta inexactas. ¿Con qué maestro había aprendido su arte, seguramente flamenco por la inspiración? En la catedral de Salamanca hay muchas tablas suyas, de un gran interés: La Virgen sentada con el Niño en los brazos, y acompañada de San Andrés y de San Cristóbal, debajo de la cual se ve la firma: Fernandus Gallecus. Passavant, en sus Crhistliche Kunst in Spanie, pone esta pintura al lado de las obras de Petrus Cristus, que supone haber viajado por España, y emite la hipótesis, observando entre ambos artistas ciertas afinidades de dibujo y ejecución, de que Gallegos podría ser discípulo de este maestro. Pero D. Pedro de Madrazo, en su sabio catálogo del Museo del Prado, encuentra, por su parte, que la manera del artista español presenta grandes analogías con la de Thierry Bouts. Como quiera que sea de la una o la otra conjetura, observaremos que Gallegos conserva en su ejecución ciertas particularidades de carácter y de colorido que son de su tiempo y de su tierra. Da a sus carnes aquel color oscuro de que ya hemos señalado el frecuente empleo en diversas obras del siglo XV; sus fondos de paisaje son también de un tono rojo, casi negro y sordo, bien diferentes de los fondos claros y finos de los flamencos. En general, su dibujo, sobre todo en las extremidades, es torpe, y sus desnudos están pintados con alguna sequedad. Se pueden observar estas particularidades en los seis cuadros representando asuntos tomados de la vida de la Virgen y de la de San Juan Bautista, catalogados bajo los números 2.155 a 2,160 en el Museo del Prado, y procedentes del monasterio de Miraflores.
Han desaparecido diferentes obras que el artista había ejecutado en Salamanca; pero en la catedral de Zamora se ha conservado de él un retablo, formado de seis tablas, que terminaba en 1470, fecha que se encuentra de nuevo en un importante tríptico, que lleva la firma del pintor, y que forma parte del museo de Cádiz.
El Tríptico de Santa Catalina
La Bendición de Cristo, también de Fernando Gallegos

Entre los numerosos artistas que trabajaban a fines del siglo XV en las decoraciones pictóricas de la catedral de Toledo, citaremos los hermanos COMONTES (Iñigo y Antonio), que eran discípulos de Antonio del Rincón, y un maestro más importante, JUAN DE BORGOÑA, cuya nacionalidad es oscura. Sabemos, por documentos conservados en los archivos del cabildo, que pinta en 1495, al fresco, en el claustro, una Visitación; que en 1499 acaba, en colaboración con Alvar Pérez de Villoldo, nuevas decoraciones murales; que en 1502 comienza, con FRANCISCO DE AMBERES y FERNANDO DEL RINCÓN, hijo de Antonio, a estofar, es decir a pintar al natural las esculturas de madera del gran retablo de la catedral; que es autor de una parte de las pinturas de la sala capitular, ejecutadas parte al fresco, parte al temple, y que representan diversos asuntos de la vida de la Virgen, así como San Ildefonso recibiendo de manos de la Virgen la casulla milagrosa; que es igualmente autor de los retratos de los arzobispos de Toledo, comprendido el del Cardenal Cisneros, representados en busto y colocados, como las pinturas precedentes, en la sala capitular; y que en fin, pintó en 1514, el gran fresco que representa la Conquista de Orán, de la capilla mozárabe.
En 1508 Juan de Borgoña, acaso a consecuencia de la muerte de Pedro Berruguete, era encargado por el cabildo de Avila de pintar cuatro tablas destinadas a completar la decoración del altar mayor de la catedral.
Nacimiento de la Virgen, por Juan de Borgoña, para la Catedral de Toledo, 1495

Vuelto a Toledo, comienza en 1516 una colección de frescos para la Librería y pinta al óleo dos nuevos retratos, los de los arzobispos de Croy y Fonseca, para la sala capitular. Pero a partir de 1533, el nombre de Juan de Borgoña no aparece ya en ningún documento, y debemos suponer que murió en aquel año o el siguiente. «Ningún pintor contemporáneo», escribe Ceán Bermúdez, «ni aun en Florencia ni en Alemania, mostró más talento en la ejecución de los paños, ni tuvo colorido más brillante que Juan de Borgoña». Sin insistir en esto, sobre lo cual dejamos la responsabilidad al crítico español, reconocemos voluntariamente que el talento de Juan de Borgoña es ciertamente superior al de muchos artistas españoles contemporáneos suyos. Su estilo es italiano, y su manera de componer pertenece a la tradición gótica; pero da a sus figuras un carácter ya más amable, más viviente, a sus figuras de mujeres sobre todo, y su ejecución tiene frescura, encanto y suavidad; sus retratos de prelados, que recuerdan a Domenico Ghirlandaio, son verdaderamente notables

Supuestamente por Juan de Borgoña (subir a 1600)


Esta es una copia de la original Virgen Antigua de Sevilla en Medina del Campo




Sevilla posee monumentos muy notables de pintura y los más antiguos que hay en España. Su Virgen de la Antigua, en la catedral, se remonta muy probablemente al siglo XIII. Es una pintura mural, de carácter bizantino, ejecutada sobre fondo de oro; representa, en proporciones más grandes que el natural, a la Virgen con el Niño, coronada por los ángeles.
A creer a la tradición, su origen dataría hasta de antes de la conquista de Sevilla por el rey Fernando.
Otras representaciones de la Virgen, igualmente de carácter bizantino, pero más alteradas por las restauraciones que la Virgen de la Antigua, se ven todavía en Sevilla en las iglesias de San Ildefonso y de San Lorenzo.
Algunas pinturas murales, que parecen datar de fines del siglo XIV, pero en muy mal estado de conservación, subsisten en el claustro del convento de San Isidro del Campo, cerca de Sevilla. Representan santos y santas, y en un medallón, a San Bernardo rodeado de monjes y de diversos personajes. El estilo es italiano, y a pesar de su estado dedegradación, se puede todavía entrever que la ejecución debía ser notablemente firme y bella, y el conjunto de un gran carácter. ¿Son obra de un artista indígena? Nadie se atrevería a afirmarlo, sobre todo cuando se piensa que eran, si creemos a Pacheco, las obras cándidas, realistas y flamencas de JUAN SÁNCHEZ DE CASTRO, el más antiguo pintor indígena de que la historia del arte en Andalucía hace mención. Nacido en Sevilla, probablemente en el primer cuarto del siglo XV, este artista, cuya maestro es desconocido, pintaba en 1454 el retablo llamado de Santa Lucía, para la capilla de San José en la catedral. Ceán Bermúdez, que nos da esta noticia, añade que este retablo fue destruido en su tiempo y reemplazado, por otro más moderno. Atribuye también a Sánchez de Castro un San Cristóbal, enteramente repintado en el siglo XVIII, en la iglesia de San Julián; y señala también como del mismo artista, que lo había firmado, unSan Ildefonso recibiendo la casulla, desaparecido hace mucho tiempo. Tuvo un discípulo, JUAN NÚÑEZ, que continuó su manera. Consérvase en la catedral un cuadro de Núñez que representa la Piedad.









San Antonio Abad y San Cristobal, de Juan Sánchez de Castro, Museo de Bellas Artes de Sevilla


Las pinturas de la Sala de Justicia de la Alhambra de Granada, debieron ser ejecutadas entre 1470 y 1475. Como factura, como colorido y como carácter, están dentro de las tradiciones de arte venidas de Italia. Se ignora, sin embargo, si su autor era español o italiano.
Boveda de la Sala de los Reyes, Alhambra de Granada
Fueron ejecutadas en el reinado de Muley-Abul-Massan (1465-1487), padre de Boabdil, que engrandeció y embelleció la Alhambra. Se sabe que, contra los preceptos del Corán, los moros de España, al contacto de las costumbres y de los trajes cristianos, no retrocedieron ante la representación de los seres animados y de la figura humana. Muley-Hassan hizo decorar la cúpula de la sala, llamada en su tiempoSala de los Reyes, con su propio retrato y el de los nueve príncipes nazaritas, predecesores suyos. En otras dos pequeñas cúpulas el artista pintó, con trajes todavía en uso en España a fines del siglo XV, episodios de caza y un combate singular. Estas diversas representaciones, de un dibujo bastante inocente, cuyos contornos son acusados en negro y donde la perspectiva queda bastante mal parada, fueron ejecutadas en trozos de cuero fijados en un tablero de cedro.
En 1475 hizo su aparición en Córdoba el arte italiano, pero amalgamado ya con los procedimientos de las escuelas del Norte. Un artista indígena, PEDRO DE CÓRDOBA, pintó, en efecto, en esta fecha, para la catedral, un cuadro votivo, todavía muy bien conservado, que representa en su parte superior una Anunciación, y abajo seis santos con dos donantes arrodillados. Gótica por la disposición, esta composición es de un dibujo correcto en las figuras, los pliegues de las vestiduras son finos y numerosos, y está sobrecargada de adornos de oro en el decorado de las telas.


La Anunciación de Pedro de Córdoba

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