Rey de Wessex (871-899)
Nació en Wantage, al sur de Inglaterra, fue el más joven de los cinco hijos del rey Ethelwulf. Al fallecer su hermano Ethelred I, Alfredo fue nombrado rey, ocupando el trono durante una invasión danesa. Logró establecer la paz con los daneses aunque continuaron sus expediciones de rapiña cinco años más adelante. Refugiado en Athelney reunió un ejércitocon el que derrotó a los daneses. En torno al año 886 había tomado la ciudad de Londres y poco tiempo después fue reconocido como rey de toda Inglaterra.
En el 893 los daneses volvieron a invadir Inglaterra, aunque fueron obligados a retirarse. Al ser el único gobernante que resistió las invasiones danesas, convirtió su reino en el punto de concentración para todos los sajones. Interesado en la mejora de las condiciones de vida de su pueblo, creó -junto a Juan Asser- una red de centros de educación popular para los jóvenes de la corte y del clero. Creó un aula palatina e invitó a sabios británicos y extranjeros a instalarse en su país. Tradujo al inglés obras como la Consolación de la Filosofía, del político y filósofo romano Boecio, la Historia adversus paganos del obispo español Paulo Orosio, y Pastoral del papa Gregorio I. Falleció el 28 de octubre de 899.
CANUTO EL GRANDE
Los cuatro reyes salios de la dinastía —
Conrado II,
Enrique III el Negro,
Enrique IV, y
Enrique V— gobernaron el Sacro Imperio desde
1027 hasta
1125, y establecieron firmemente al Sacro Imperio como la mayor potencia europea de la época. Su principal logro fue el desarrollo de una estructura administrativa permanente para su imperio, basada en el ascenso de una clase social de funcionarios públicos que solo respondían ante la corona.
Orígenes
Los hijos del duque Otón fueron Conrado, duque de Carintia, Bruno de Carintia (que llegó a ser
Papa con el nombre de
Gregorio V) y
Enrique de Espira, conde de
Worms y de
Espira. Enrique fue el padre del primer emperador de la Dinastía salia,
Conrado II, hijo que tuvo con Adelaida de Metz.
El
Papa León IX,
santo de la
Iglesia Católica, también está relacionado con la dinastía, puesto que su bisabuela Lutgarda de Bidgau (que se casó en segundas nupcias con Eberardo IV, conde en Nordgau antes de
959 y ancestro por línea paterna de San León IX), fue también bisabuela de Adelaida de Metz, la madre de
Conrado II. Adelaida era hija de los Condes de Metz y bisnieta de Adalberto, Conde de Metz antes de
944 y primer marido de Lutgarda.
Gobierno en el Sacro Imperio
Una de las razones del éxito de los primeros emperadores salios fue su alianza con la Iglesia, una política que empezó con el Duque de Carintia Otón I, y que les dio el apoyo material y espiritual para someter a los duques rebeldes del Sacro Imperio. Con el tiempo, la Iglesia de Roma llegó a lamentar esta relación política tan próxima. La relación se rompió en la crisis de
1075, durante lo que ha sido conocido como la
Querella de las Investiduras, que fue la lucha del
Papa reformista
Gregorio VII, que exigió al Emperador
Enrique IV la renuncia de sus derechos espirituales (de un príncipe laico) sobre la Iglesia en sus dominios, bajo pena de
excomunión. El Papa atacó también el concepto de monarquía de derecho divino en el Sacro Imperio y obtuvo el apoyo de significados miembros de la nobleza alemana e italiana del Sacro Imperio, interesados en limitar el poder absoluto del Emperador. Más importante todavía, el
Papa Gregorio VII prohibió a los cargos eclesiásticos del Imperio, bajo pena de excomunión, seguir apoyando al Emperador
Enrique IV tal y como habían hecho en el pasado. Al final, y para congraciarse con el Papa, Enrique caminó (atravesando los
Alpes descalzo) hasta el
Castillo de Canossa (situado en la
Emilia, región al norte de Italia) para hacer penitencia y recibir la absolución de sus pecados por el Papa. Sin embargo, de vuelta en Alemania, el emperador volvió a sus prácticas sobre las investiduras seglares (el nombramiento de cargos eclesiásticos en manos de autoridades civiles) y apoyó la elección de un antipapa.
La lucha del monarca alemán con el
Papado acabó en una guerra que se desarrolló en todo el Sacro Imperio desde
1077 hasta el acuerdo logrado en el
Concordato de Worms, en
1122. Este acuerdo estipulaba que era el Papa quien nombraba los altos cargos de la Iglesia, pero dio al rey alemán el derecho de veto sobre las elecciones papales. El control de Italia por parte del Sacro Imperio se perdió durante un tiempo, y la corona imperial llegó a depender del apoyo que recibía de distintas facciones aristocráticas enfrentadas. El sistema feudal se expandió a medida que los hombres libres encontraron una mayor protección y seguridad jurando fidelidad a un señor local. Estos señores locales, cada vez más poderosos, obtuvieron la administración de extensos territorios con competencias militares y judiciales dentro de los mismos, organizándolos alrededor de un número cada vez mayor de castillos. Los más poderosos de esos gobernantes locales, con señorío feudal sobre otros señores menores, fueron llamados príncipes antes que duques.
De acuerdo con las leyes feudales, el monarca del Sacro Imperio no tenía poder sobre los vasallos de los otros príncipes del Imperio, solo sobre aquellos vasallos que vivían en sus territorios familiares. La falta del apoyo de los vasallos independientes, junto con la hostilidad de la Iglesia, hizo que la monarquía alemana perdiera su preeminencia. Así, la resolución de la
Querella de las Investiduras reforzó el poder local en el Sacro Imperio, a diferencia de lo que estaba pasando por esa época en
Francia o
Inglaterra, donde se estaba desarrollado el nacimiento de un poder centralizado en torno a sus monarcas. La
Querella de las Investiduras tuvo un importante efecto cultural adicional: la larga pelea entre el Emperador y el Papa hirió la vida intelectual del Sacro Imperio, refugiada en esta época en abadías y monasterios, y el Sacro Imperio no comandó ni siquiera mantuvo el ritmo de los desarrollos culturales que estaban ocurriendo en
Francia o
Italia. Por ejemplo, hasta el siglo XIV no se fundaron las primeras
universidades en el Sacro Imperio.
El primer rey
Hohenstaufen Conrado III era nieto del emperador salio
Enrique IV: su madre fue la heredera de los territorios de la dinastía salia, Agnes (o Inés) de Suabia, hija de Enrique IV y hermana del último emperador salio, Enrique V, que se casó primero con el fundador, junto con ella, de la dinastía imperial y real
Hohenstaufen. Agnes se casó en
1106 en segundas nupcias con
Leopoldo III, marqués de Austria y
santo de la
Iglesia Católica, y sus altas conexiones con la dinastía reinante elevaron a
Austria a Ducado, gracia concedida en el
Privilegium Minus.
Emperadores Salios
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