viernes, 23 de diciembre de 2016

Familias reales

Asmoneos


Los asmoneos o hasmoneos (en hebreo חשמונאיםḤašmōnaʔim) fueron los sucesores directos de los macabeos1 que lograron establecer un poderoso reino en lo que hoy es Israel, en contraste con las expansiones del Imperio seléucida. Con los asmoneos, las fronteras del reino judío llegaron casi a las dimensiones de los remotos tiempos de David y Salomón. Aunque descendían directamente de los macabeos («Juan Hircano I era hijo de Simón, el último de los Macabeos»2 ), lo cierto es que tuvieron grandes diferencias en sus acciones, los ideales que los movían y sus aspiraciones políticas. Su apogeo duró el doble del de sus inmediatos ancestros, desde el 134 a. C. hasta el advenimiento del Imperio romano en Israel en el 63 a. C.

Fases de expansión del Reino de los Asmoneos.

Identidad

Los Seléucidas, en amarillo, eran descendientes del Imperio de Alejandro Magno y llegaron a Israel aprovechando la decadencia de los helenistas de Ptolomeo en Egipto (en azul).
La palabra asmoneo viene del griego Ἀσαμωναῖος o Asamoneus que se traduce como 'descendiente de Asmón',,3 antepasado de los Macabeos, sacerdote del grupo de Joarib.4Aunque para muchos estudiosos la dinastía de los asmoneos no es más que la continuación de la macabea, lo cierto es que tienen notables diferencias históricas que deben resaltarse. En primer lugar los ideales religiosos y su celo por la defensa del templo de Jerusalén, del monoteísmo y de la independencia del reino de Judea, que eran características de los macabeos, perdieron toda su fuerza con los asmoneos, más ambiciosos y preocupados por extender su poderío militar, y marcados por las intrigas, traiciones y luchas fratricidas. Estos conflictos fueron los que en parte pudieron haber hecho un tanto menos complicada la conquista romana de aquel territorio.

Los macabeos

Moneda helénica de Perseo de Macedonia. Las gestas macabeas fueron en contra del avance del mundo helénico en la cultura de Israel.
La historia de la dinastía asmonea continúa la de la dinastía macabea, cuya principal fuente histórica son los dos libros bíblicos reconocidos por los cánones católicos, pero no por aquellos rabínicos. La razón por la cual los dos libros no fueron incluidos en el canon de la Tanaj es que estaban escritos en griego, pero ello no significa que no sean valorados como documentos históricos.5 Los relatos del historiador clásico Flavio Josefo dan razón de la existencia de estas dos dinastías que se enlazan entre la decadencia del Imperio seléucida, de corte helenístico, y el surgimiento del Imperio romano. Sin embargo, los libros bíblicos se detienen en los macabeos e ignoran a sus sucesores, menos preocupados por las cosas del cielo y más celosos de los asuntos terrenales.

Política

Los leones de Judá, símbolo de la Ciudad Santa de Jerusalén, escenario de milenarias luchas y centro político de la dinastía de gobernante de los Asmoneos.
Fiesta de los asmoneos: Janucá, con Sumo Sacerdote de Israel vertiendo aceite en la Menorá. Tarjeta de salutación para Rosh Hashaná.
Si bien para los Macabeos la razón de ser de sus luchas contra el Imperio seléucida era la defensa de su fe y la independencia de su pueblo, para los Asmoneos ello pierde su sentido como motivo principal y es cambiado por ambiciones políticas muy concretas y a toda costa. Una de las características principales de su gobierno fue la expansión lograda gracias al debilitamiento de los seléucidas, especialmente aquellos radicados en Siria. Para entonces, la República romana se consolidaba lejos y no representaba una amenaza real, lo que permitió que los Asmoneos ampliaran las fronteras de Israel: se establecieron en SamariaGalileaIdumea, el Golán, el litoral del Mediterráneo y la Transjordania. Dichas conquistas representaron para el reino tiempo próspero y el alejamiento del peligro de perder la independencia y ver amenazada la identidad cultural con el advenimiento del helenismo que tanto preocupaba a los celosos del Templo. Con la excepción de la reina Salomé Alejandra, los Asmoneos se pusieron de parte de la secta sacerdotal de los saduceos y en contra de los fariseos. La primera era más de corte aristocrático, mientras que los fariseos estaban más con el pueblo.
Sin embargo, en sus conquistas hicieron aquello que sus ancestros habían sufrido durante las invasiones extranjeras: forzaron la circuncisión de los pueblos conquistados,6 como los idumeos,7 destruyeron ciudades y atrajeron un gran odio no sólo entre sus colonias sino entre su propio pueblo.

Historia

Pompeyo profana el Templo de Jerusalén: «No vi ninguna imagen de dios, sino un espacio vacío y misterioso», dice después de entrar al Sancta Santorum en donde sólo los levitas tenían permitido ingresar.
El último de los Macabeos, Simón, reinó en paz, mientras el Senado romano reconoció su dinastía en 139 a. C. Pero la situación cambiaría pocos años después en 135 a. C. cuando fue asesinado en compañía de sus hijos Matatías y Judas por instigación de su cuñado Ptolomeo hijo de Abubus.
Esto le abrió el camino a su tercer hijo, Juan Hircano que entre el 134 a. C. y el 104 a. C. abriría el linaje de los Asmoneos. Se aseguró el poder después de la matanza de Dok en contra de las oposiciones de Antioco VII Sidete de Siria quien pedía para sí las ciudades de Jope, Ghezer y sitió Jerusalén. Ambos hicieron un pacto en el cual Jope y Ghezer serían de los judíos, pero le pagarían impuesto a Siria y Juan Hircano ayudaría a Antioco contra los partos.
Antioco moriría en una batalla contra los partos en 129 a. C., lo que significó un golpe de suerte para el nuevo líder. Se puso en marcha y conquistó posiciones estratégicas como MadabaSiquem,8 Edom, Bet Shean y Samaria. Si en principio era amigo de la secta de los Fariseos, bien pronto estos le quitarían su favor al ver lo que sería la nueva dinastía reinante con actos políticos que contradijeron aquellos religiosos como declararse a sí mismo Sumo Sacerdote sin ser descendiente de Sadoq. Como testimonio de este periodo queda en la actualidad la Fortaleza Hircana en el Desierto de Judea.
Antes de su muerte, Juan decidió que su mujer le sucedería en el trono y su hijo mayor (tenía cinco hijos varones) Aristóbulo I fuera el Sumo Sacerdote, pero no el rey. Sin embargo, muerto el padre, Aristóbulo puso en prisión a su madre y tres de sus hermanos, entre los que estaba Alejandro Janeo. Su gobierno solo duró un año porque murió de una dolorosa enfermedad en 103 a. C. Puestos en libertad los prisioneros, la sucesión le correspondió a Alejandro Janeo que gobernó hasta el 76 a. C. y murió durante el sitio de la Fortaleza de Ragaba.
Le sucedió su mujer, Salomé Alejandra, que reinó hasta el 67 a. C. y que pasó a ser la única monarca mujer en la historia de Israel (sin contar a Atalía, que usurpó el trono del Reino de Judá y gobernó 6 años hasta que fue derrocada y ejecutada). Bajo su mando, se vivió un tiempo de paz y gracias a ella la secta de los fariseos, enemigos de los anteriores reyes, pudieron consolidarse y adquirir importancia. Los fariseos tenían la simpatía del pueblo, por lo que la Reina adquirió el aprecio de todos y le dio la fisonomía al judaísmo de las generaciones futuras. Tenía dos hijos, Hircano II, el mayor, de carácter tranquilo y Aristóbulo II el menor, heredero del carácter propio de los Asmoneos. La Reina, que había regido con tranquilidad y justicia por largos años, era la madre de quienes llevarían al desastre definitivo la independencia de Israel.
Muerta la reina Salomé Alejandra, su hijo menor Aristóbulo II ya había preparado el ambiente para tomarse el poder. Hircano II tenía el título de Sumo Sacerdote durante el reinado de su madre y, muerta Alejandra, correspondía a él por derecho el título de Rey de Israel. Pero su hermano no lo aceptó. Le declara la guerra y lo vence en Jericó en donde ambos negocian la paz de cuyos acuerdos Aristóbulo II queda con el título de rey y sacerdote, mientras Hircano II se retiraría a una vida tranquila con una renta vitalicia. Este acuerdo hubiera sido perfecto y hubiera resuelto el conflicto si no hubiera entrado una tercera persona en escena: Antípatro el Idumeo,9 que había sido gobernador de Edom durante el reinado de Alejandro Janeo.10 Antípatro no estaba de acuerdo con que Aristóbulo se tomase el poder.
Su primer movimiento político fue invitar a Hircano a refugiarse en la corte del rey Aretas, rey de Petra y con este hace un pacto en el cual las ciudades de Transjordania serían de Aretas si ayudaba a Hircano a recuperar el poder.
El rey Aretas emprende entonces el asedio de Jerusalén y se enciende la guerra civil. Entra entonces en escena otro personaje que cambiaría a su vez los acontecimientos, Pompeyo el Grande, junto a otros generales romanos, estaban en Siria que ya había sido conquistada por la ascendente República Romana. Los dos hermanos asmoneos se dirigen a ellos pidiendo ayuda. Pompeyo, que quiere derrotar a Aretas y a los nabateos, ve que el conflicto entre los dos hermanos le beneficia y se opone a Aristóbulo que huye en un primer momento a la Fortaleza del Alexandrión. Pompeyo asedia Jerusalén y los saduceos del partido de Aristóbulo, resisten valerosamente en el Templo.
En el año 63 a. C., después de tres meses de duro asedio, el general romano Pompeyo el Grande toma Jerusalén y en el acto mueren 12 000 judíos. Queda un hecho recordado con amargura por el historiador judío Flavio Josefo: «Nada aflige tanto al pueblo en aquella desventura como el Santuario hasta ahora invencible, desvelado por extranjeros».11 El romano, espiando en la oscuridad, no encontró nada: «Nulla intus deum effigie vacuam sedem et inania arcana» («No vi ninguna imagen de dios, sino un espacio vacío y misterioso»).12

Reyes asmoneos

A la vez que reyes, todos los anteriores ejecían como Sumo Sacerdote.

Los partidos

De este tiempo viene la génesis de los partidos políticos y religiosos que dominarían la historia de Israel entre el tiempo de los Asmoneos y el establecimiento de Israel como colonia romana. Flavio Josefo presenta una cuidadosa descripción de los mismos. Entre los más notables se encuentran:

Saduceos

Los saduceos (צדוקים - Tsdoqim 'hijos del Sumo Sacerdote Tzadoq'), si se hiciera un señalamiento moderno, eran el partido liberal del tiempo, en favor del helenismo y abiertos a las innovaciones occidentales, por lo que eran aristocráticos y dominaban el sacerdocio y el Templo. Estuvieron siempre a favor de la dinastía Asmonea y resistieron valientemente el asedio de Pompeyo el Grande. Son ampliamente mencionados en el Nuevo Testamento y solo se extinguieron con la destrucción definitiva del Templo por parte de los romanos en el año 70.
Parece ser que había dos tipos de Saduceos: los sacerdotes descendientes de Sadoq, de tiempos del Rey David, y un partido religioso, discípulos de Sadoq que fue alumno de Antígonos de Sojo. Eso crea grandes dificultades en el momento de discernir entre ellos.

Fariseos

Los fariseos (פרושים - prushim) eran en cambio en términos modernos, el partido conservador, celosos defensores de la religión y las tradiciones ancestrales, observantes estrictos de la Ley de Moisés (Torá), hostiles a cualquier elemento helenista que consideraban pagano hasta el punto que tener una relación con lo que no era judío era visto por ellos como un acto de idolatría. Los fariseos eran por naturaleza patriotas y si en principio apoyaron las aspiraciones de Juan Hircano I, pronto se opusieron a sus políticas para nada religiosas. Sólo con la Reina Alexandra Salomé tuvieron una gran prosperidad, lo que les permitió trabajar en el moldeamiento de la religión, lo que subsistiría por generaciones futuras. También son mencionados ampliamente en el Nuevo Testamento y contrariamente a lo que se piensa, algunos de ellos se hicieron cristianos, entre ellos el más célebre fue Pablo de Tarso. Pero la mayoría de ellos, después de la destrucción del Templo y con el traslado del centro religioso a la ciudad costera de Yavne (Jabne), ayudaron a sentar las raíces del Rabinismo.

Esenios

Los grandes silenciosos de la historia, los esenios, también surgen en este periodo de la dinastía asmonea y fueron incluso más radicales que los fariseos. Después de que los asmoneos dejan como establecido su derecho al título de Sumo Sacerdote y Rey de Israel, ambos reglamentados en las Escrituras y los Profetas como prerrogativa absoluta de un descendiente del Sumo Sacerdote Sadoq13 y del rey David,14 un grupo de judíos estrictamente observantes abandonan Jerusalén y se establecen en las cuevas del Valle del mar Muerto en donde se dedican a una vida ascética a la espera del Mesías. Existe la hipótesis de que el profeta Juan el Bautista había pertenecido a esta misteriosa secta e incluso algunos proponen que el mismo Jesús por las semejanzas entre estos y muchas de las descripciones de estos personajes neotestamentarios. Gracias a ellos, se conservaron papiros bíblicos en lo que se conoce como Rollos del Mar Muerto. También ellos desaparecieron con la destrucción que los romanos hicieron en Israel en el 70 y su nombre fue olvidado por siglos hasta el descubrimiento de las grutas de Qumrán en 1947.

Asmoneos

Nombre y fuentes. 
Asmoneos, o Hasmoneos, en griego 'Asamonaíoi, es la denominación adoptada por Flavio Josefo para designar la dinastía judía de los Macabeos , desde Simón (143-135 a. C.) hasta Antígono (40-37), de acuerdo con el nombre Hasmon, de un antepasado de la familia (algunos creen que deriva del hebreo has'man-nim, prócer, príncipe). La principal fuente para conocer los A. es Flavio Josefo, pues los dos libros del A. T. sobre los Macabeos sólo abarcan desde Seleuco IV (187 a. C.) hasta el asesinato de Simón Macabeo (134 a. C.) F. Josefo se basa en la tradición de Nicolás de Damasco y da precisos pormenores que posibilitan el conocimiento de la historia de esta época; en la introducción de Bellum Iudaicum, comienza con Antíoco IV Epífanes y resume lo ocurrido hasta la intervención romana; pero son mis detalladas las noticias en Antiquitates Iudaicae. En nuestros días se debe recurrir también a los textos de Qumrán , así como a las principales investigaciones arqueológicas (cfr. N. Avigad, Ancient monuments in the Kedrom Valley, Tel Aviv 1954, en hebreo, con resumen en inglés; R. de Vaux, L´Archéologie et les manuscrits de la Mer Vorte, Londres 1961; L. Y. Rahmani, Das Jasongrab in Jerusalem, Tel Aviv 1963, en hebreo). Exponemos la historia de los A. dividida en cuatro épocas.
Primer periodo: 134-104 a.C. El primer A. es Simón, que sucede a sus hermanos Judas y Jonatán, reinando desde el 143 al 134 a. C. Ocupa Joppe (Jaffa), para asegurarse un puerto (1 Mach 14, 5); vence al sirio Trifón (1 Mach 13, 12-24) y manda sepultar con honores a su hermano Jonatán en el mausoleo de Modin (1 Mach 13, 25-30). En el a. 142 Simón reconoce la autoridad del rey seléucida de Siria Demetrio 11, quien lo confirma como sumo sacerdote y etnarca, lo que supone una cierta autonomía de los judíos (1 Mach 13, 41 ss.; 14, 25-49). La fortaleza Accra, instalada en Jerusalén en el 167 a. C., se rinde a Simón; su hijo Juan Hircano es jefe del ejército. En el 139 a. C. se renueva la alianza con los romanos (1 Mach 14, 27 ss.). Cinco años después Simón es asesinado por su yerno Ptolomeo, consiguiendo Juan Hircano escapar a la furia de los asesinos de su padre (1 Mach 16, 11-24).
Juan Hircano I (134-104 a. C.) sucede a Simón como sumo sacerdote y etnarca. Primeramente aparece como simple vasallo de Antíoco VII Sidetes (138-129 a. C.), el hermano más joven de Demetrio 11. Pero, muerto éste, sus sucesores se enfrascan en luchas fratricidas (ca. 12964 a. C.), perdiendo así el control de Palestina y permitiendo cierto esplendor bélico a Hircano 1 (F. Josefo, Antiquitates, XIII - XIV). En el 128 a. C. concluyen, pues, las disensiones entre la comunidad de Jerusalén y el poder seléucida, que habían alcanzado su punto álgido con las intervenciones de Antíoco IV Epífanes.
Juan Hircano 1, aun ayuda de tropas mercenarias, ensancha sus territorios (F. Josefo, Antiq. XIII, 8, 4). Marcha hacía el sur del jordán oriental y conquista Mádaba; extiende su poder hasta más allá del Carmelo. Prosigue después contra Samaria; toma la ciudad de Siquem y el monte Garizim, donde destruye el templo samaritano (cfr. Zach 14, 11 ss.). Avanza después contra la provincia de Idumea y toma las ciudades de Adora (Dúra) y Marelah (Tall Sandâhanna), forzando a los idumeos a practicar la circuncisión y a observar la Ley, e incorporándolos a la comunidad de Jerusalén (Antiq. XIII, 9, l). Ataca de nuevo Samaria, que conquista y destruye en el 107 a. C. (Antiq. XIII, 10, 2.3).
Pero la política del etnarca en el interior de Jerusalén es difícil. Procura aliarse con los saduceos, apartándose de los fariseos que reprueban sus pretensiones bélicas. Según algunos el epigrama al final del Cantar de los Cantares (S, 8-10) es un texto de origen fariseo que se enfrenta con la política de Juan Hircano 1, por solicitar el apoyo de Roma, organizar un ejército mercenario y violar el túmulo de David, retirando de allí 3.000 talentos de plata para costear sus gastos. Igualmente el segundo epigrama (Cant 8, 11-12), sería de origen fariseo. Y se opone al funcionalismo saduceo, aliado del etnarca pretencioso, que llega a fundir monedas con las inscripciones: «El Sumo Sacerdote Juan y la comunidad de los Judíos», «El Sumo Sacerdote Juan, jefe de la comunidad de los judíos» (C. Watzinger, Denkmäler Palüstitias, 11, 1933, 23).
Segundo periodo: 104-76 a.C. Aristóbulo I (104-103 antes de Cristo). A la muerte de Juan Hircano 1, en el 104, a pesar de sus deseos de ser sucedido por su mujer, toma el poder su primogénito Aristóbulo, que pone en prisión a su madre y a tres de sus hermanos, aliándose con su hermano Antígono, a quien acabará traicionando y matando (Antiq. XIII, 11, 1.2). Toma el título de rey y se corona con la diadema. Realiza algunas campañas en Galilea (Antiq. XIII, 11, 3), y muere después de un año de reinado.
Alejandro Janeo (103-76 a. C.). La esposa de Aristóbulo, después de muerto éste, deja en libertad a los tres hermanos de su marido que estaban prisioneros, e instala como rey a uno de ellos, Jonatán, que se hace llamar Alejandro Janeo, es decir, toma el apellido «Janeo» y un nombre griego. Con él comienzan las intrigas familiares en la dinastía de los A.; se casa con Salomé Alejandra, la antigua esposa de Aristóbulo, que a la muerte de su nuevo marido le sucederá en el trono; de los otros hermanos, hace matar a uno, dejando con vida al otro, que carece de importancia política (Antiq. XIII, 12).
Alejandro Janeo no abandona las campañas bélicas a fin de aumentar su territorio; conquista la Torre de Estraton y Adora, ocasión en que se enfrenta con Ptolomeo Latiro, que, expulsado de Egipto por su madre Cleopatra, reinaba en Chipre y que había sido llamado en socorro de los habitantes de Ptolemaida (Acre). Janeo es vencido cerca de Asafón, pero, gracias a la actuación de Egipto, puede obtener ciertas ventajas (Antiq. XITI, 12, 2-13, 2). Parte después para nuevas campañas en la parte oriental del Jordán: conquista Gadara, Amathus y Antedon; terminando por saquear e incendiar la ciudad de Gaza (Antiq. XIII, 13, 3), y solamente por motivos políticos se abstiene de conquistar Ascalón. Se dirige más tarde a Moab, extendiendo su dominio hasta esta región (probablemente fundándose en Num 24, 17 ss.).
Sin embargo, todas estas conquistas de Janeo, apoyadas en fuerzas mercenarias, no encuentran simpatía dentro de la comunidad judía, en la que los fariseos son los mayores enemigos de su política; los textos de origen fariseo le presentan de modo desfavorable, entre otros motivos, por su matrimonio y por usar el título de rey sin ser de la casa de David. Los fariseos pidieron auxilio a las tropas del seléucida Demetrio III Eucaeros, quien le infligió una seria derrota cerca de Siquem. Habiendo conseguido escapar, el rey castigó severamente a los fariseos en Jerusalén, asegurando su autoridad por medio del terror (Antiq. XI 1 1, 13, 5 - 14, 2). Con ello suscitó mayores antipatías, teniendo que enfrentarse una vez más a los nabateos y a su rey Aretas 111 (Antiq. XIII, 15, 1.2). Después de recuperar el poder, Alejandro janeo atacó de nuevo en la parte oriental del Jordán,, y ocupó las ciudades de Pella (Jirbat Fahil), Gerasa (Yiras), Gólan, Seleucia, 'Altarót (Tall Al'ari) y la fortaleza de Gamala (Antiq. XIII, 15, 3; Bell. lud., 1, 4, 8). Finalmente, murió durante el sitio a la fortaleza de Ragaba (Ráyib). Al final de su vida procuró reconciliarse con los fariseos, previendo que el reino no podría sobrevivir con disputas internas (Antiq. XIII, 15, 5).
Tercer periodo: 76-41 a. C. Salomé Alejandra (76-67 antes de Cristo). A la muerte de su marido (76 a. C.), esta mujer, enérgica y astuta, reina durante nueve años, procurando seguir una política de conciliación entre las facciones internas de Jerusalén, sobre todo fariseos y saduceos. Se reserva la función regia y entrega el cargo de sumo sacerdote a su primogénito Hircano II, que lo ejerce desde el 76 al 67 a. C.; el temperamento débil de Hircano II y sus relaciones con los fariseos favorecen los planes de Alejandra, que aparta de la política a su otro hijo Aristóbulo II, de carácter más fuerte. Con su hábil política la reina agrada a los fariseos, de modo que su reinado pasa a la historia como un tiempo de prosperidad; y sabe también salir airosa de situaciones difíciles (Antiq. XIII, 16, 1-6). Según algunos la euforia de los fariseos en esta época se refleja, tal vez, en el libro de Judit, lo que junto con otros indicios llevaría a situar la composición de este libro en la época de los A. (cfr. A. Condamin, en «Recherches de Science Religieuse» 1910, 570-571). La tendencia farisea, apoyada en los antiguos oráculos de Num 14, 17 ss., narraría en el libro de Judit la victoria de una judía, figura de la Hija de Sión, contra un general de Assur, prototipo de los enemigos del Pueblo de Dios. Pero esa hipótesis es discutible. En cualquier caso, la astuta política de Salomé Alejandra no se continúa con Aristóbulo II, que aprovecha el descontento de los saduceos, celosos de la influencia de los fariseos. La reina muere a los 73 años de edad, habiendo conseguido que el conflicto no estallase durante su reinado.
Aristóbulo II (67-63 a. C.). Ante la poca resistencia de su hermano, toma el título de rey y de sumo sacerdote desde el 67 al 63 a. C., periodo que se caracteriza por la lucha entre los dos hermanos y por la interferencia del poder romano, que ya deja sentir su influencia en el Oriente. Hircano II, con Aretas III, rey de los nabateos, sitian Jerusalén en el 65 a. C.; pero son obligados a retirarse ante las presiones de Pompeyo. Hireano 11 y los fariseos llaman en su auxilio contra Aristóbulo al idumeo Antípatro. Aristóbulo, por su parte, recurre al legado de Pompeyo en Siria, que obliga a retirarse a los enemigos de Aristóbulo. Hasta que en el 63 a. C. Aristóbulo, Hircano II y una tercera delegación judía comparecen ante Pornpeyo, en Damasco, a fin de regular la marcha de la política en Jerusalén.
En el otoño del 63 a. C. Pompeyo entra en Jerusalén y envía a Roma a Aristóbulo y su hijo Antígono; entrega de nuevo el cargo de sumo sacerdote al débil Hircano II, que lo desempeña durante los años 63-40 a. C. Palestina cae desde entonces bajo la jurisdicción romana; y el idumeo Antípatro, como ministro de Hireano II, es quien de hecho gobierna Judea. En el 47 a. C. se nombra también etnarca a Hircano II, cargo que desempeña desde el 47 al 41 a. C.; en esta ocasión Herodes, hijo de Antípatro, es el estratega de Galilea, y ya demuestra su fuerza y astucia política en la represión de la revuelta de Ezequías. La influencia de Herodes aumenta, y en el 41 a.C. Marco Antonio le nombra tetrarca, juntamente con su hermano Fasael. Así, en medio de estas luchas e intrigas de corte, la dinastía de los A. camina hacia su fin.
Cuarto periodo: 40-37 a. C. Antígono (40-37 a. C.), Nunca perdió Aristóbulo II la esperanza de reconquistar poder e influencia; pero será su hijo Antígono quien consiga realizar ese deseo. Cuando los partos invaden Siria y Palestina en el 40 a. C., Antígono aprovecha su auxilio para hacerse nombrar rey y sumo sacerdote por tres años. Herodes huye a Roma. Hircano II es mutilado por Antígono con el fin de incapacitarle para el cargo de sumo sacerdote (Lev 21, 18 ss.) y los partos lo exilian a Babilonia, donde permanecerá hasta el 36 a. C. (Antiq. XV, 2, 1-4). Herodes, mientras tanto, consigue que el Senado Romano le nombre rey a finales del 40 a. C.; además se alía con la familia de los A., casándose con Mariamme I, nieta de Aristóbulo II y de Hircano II, y lucha contra Antígono desde el 39 al 37 a. C. (Antiq. XIV, 12, l). El poderío de la dinastía de los A. llega a su fin cuando Herodes toma Jerusalén en el a. 37 y pasa a ser rey efectivo.
Los representantes de los A. encuentran la muerte ante la furia de Herodes. El 35 a. C. Aristóbulo III, hermano de Mariamme, es nombrado sumo sacerdote por Herodes, bajo las presiones de su madre Alejandra (Antiq. XV, 2, 5-7, 3.1); pero al final de ese año y por orden del mismo Herodes, Aristóbulo III es ahogado en los baños de Jericó, después de la Fiesta de las Tiendas (Antiq. XV, 3, 3; Bell. Iud. I, 22, 2). Hircano II, que regresa del exilio en el 36 a. C. (Antiq. XV, 2, 1-4) es igualmente ejecutado en la primavera del 30 (Antiq. XV, 6, 1-4; Bell, Iud. 1, 22, l). Y Mariamme es mandada matar por orden de su marido (Antiq. XV, 7, 4-6; Bell. Iud. I, 22, 3-5).
Tal fue la decadente y lamentable situación política de Palestina durante el siglo que precedió al nacimiento de Jesucristo. Las tres décadas inmediatas a este máximo acontecimiento en la historia de la humanidad, se caracterizan por el dominio sobre Palestina del régimen del cruel Herodes I el Grande, rey vasallo de Roma.

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