Primer periodo: 134-104 a.C. El primer A. es Simón, que sucede a sus hermanos Judas y Jonatán, reinando desde el 143 al 134 a. C. Ocupa Joppe (Jaffa), para asegurarse un puerto (1 Mach 14, 5); vence al sirio Trifón (1 Mach 13, 12-24) y manda sepultar con honores a su hermano Jonatán en el mausoleo de Modin (1 Mach 13, 25-30). En el a. 142 Simón reconoce la autoridad del rey seléucida de Siria Demetrio 11, quien lo confirma como sumo sacerdote y etnarca, lo que supone una cierta autonomía de los judíos (1 Mach 13, 41 ss.; 14, 25-49). La fortaleza Accra, instalada en Jerusalén en el 167 a. C., se rinde a Simón; su hijo Juan Hircano es jefe del ejército. En el 139 a. C. se renueva la alianza con los romanos (1 Mach 14, 27 ss.). Cinco años después Simón es asesinado por su yerno Ptolomeo, consiguiendo Juan Hircano escapar a la furia de los asesinos de su padre (1 Mach 16, 11-24).
Juan Hircano I (134-104 a. C.) sucede a Simón como sumo sacerdote y etnarca. Primeramente aparece como simple vasallo de Antíoco VII Sidetes (138-129 a. C.), el hermano más joven de Demetrio 11. Pero, muerto éste, sus sucesores se enfrascan en luchas fratricidas (ca. 12964 a. C.), perdiendo así el control de Palestina y permitiendo cierto esplendor bélico a Hircano 1 (F. Josefo, Antiquitates, XIII - XIV). En el 128 a. C. concluyen, pues, las disensiones entre la comunidad de Jerusalén y el poder seléucida, que habían alcanzado su punto álgido con las intervenciones de Antíoco IV Epífanes.
Juan Hircano 1, aun ayuda de tropas mercenarias, ensancha sus territorios (F. Josefo, Antiq. XIII, 8, 4). Marcha hacía el sur del jordán oriental y conquista Mádaba; extiende su poder hasta más allá del Carmelo. Prosigue después contra Samaria; toma la ciudad de Siquem y el monte Garizim, donde destruye el templo samaritano (cfr. Zach 14, 11 ss.). Avanza después contra la provincia de Idumea y toma las ciudades de Adora (Dúra) y Marelah (Tall Sandâhanna), forzando a los idumeos a practicar la circuncisión y a observar la Ley, e incorporándolos a la comunidad de Jerusalén (Antiq. XIII, 9, l). Ataca de nuevo Samaria, que conquista y destruye en el 107 a. C. (Antiq. XIII, 10, 2.3).
Pero la política del etnarca en el interior de Jerusalén es difícil. Procura aliarse con los saduceos, apartándose de los fariseos que reprueban sus pretensiones bélicas. Según algunos el epigrama al final del Cantar de los Cantares (S, 8-10) es un texto de origen fariseo que se enfrenta con la política de Juan Hircano 1, por solicitar el apoyo de Roma, organizar un ejército mercenario y violar el túmulo de David, retirando de allí 3.000 talentos de plata para costear sus gastos. Igualmente el segundo epigrama (Cant 8, 11-12), sería de origen fariseo. Y se opone al funcionalismo saduceo, aliado del etnarca pretencioso, que llega a fundir monedas con las inscripciones: «El Sumo Sacerdote Juan y la comunidad de los Judíos», «El Sumo Sacerdote Juan, jefe de la comunidad de los judíos» (C. Watzinger, Denkmäler Palüstitias, 11, 1933, 23).
Segundo periodo: 104-76 a.C. Aristóbulo I (104-103 antes de Cristo). A la muerte de Juan Hircano 1, en el 104, a pesar de sus deseos de ser sucedido por su mujer, toma el poder su primogénito Aristóbulo, que pone en prisión a su madre y a tres de sus hermanos, aliándose con su hermano Antígono, a quien acabará traicionando y matando (Antiq. XIII, 11, 1.2). Toma el título de rey y se corona con la diadema. Realiza algunas campañas en Galilea (Antiq. XIII, 11, 3), y muere después de un año de reinado.
Alejandro Janeo (103-76 a. C.). La esposa de Aristóbulo, después de muerto éste, deja en libertad a los tres hermanos de su marido que estaban prisioneros, e instala como rey a uno de ellos, Jonatán, que se hace llamar Alejandro Janeo, es decir, toma el apellido «Janeo» y un nombre griego. Con él comienzan las intrigas familiares en la dinastía de los A.; se casa con Salomé Alejandra, la antigua esposa de Aristóbulo, que a la muerte de su nuevo marido le sucederá en el trono; de los otros hermanos, hace matar a uno, dejando con vida al otro, que carece de importancia política (Antiq. XIII, 12).
Alejandro Janeo no abandona las campañas bélicas a fin de aumentar su territorio; conquista la Torre de Estraton y Adora, ocasión en que se enfrenta con Ptolomeo Latiro, que, expulsado de Egipto por su madre Cleopatra, reinaba en Chipre y que había sido llamado en socorro de los habitantes de Ptolemaida (Acre). Janeo es vencido cerca de Asafón, pero, gracias a la actuación de Egipto, puede obtener ciertas ventajas (Antiq. XITI, 12, 2-13, 2). Parte después para nuevas campañas en la parte oriental del Jordán: conquista Gadara, Amathus y Antedon; terminando por saquear e incendiar la ciudad de Gaza (Antiq. XIII, 13, 3), y solamente por motivos políticos se abstiene de conquistar Ascalón. Se dirige más tarde a Moab, extendiendo su dominio hasta esta región (probablemente fundándose en Num 24, 17 ss.).
Sin embargo, todas estas conquistas de Janeo, apoyadas en fuerzas mercenarias, no encuentran simpatía dentro de la comunidad judía, en la que los fariseos son los mayores enemigos de su política; los textos de origen fariseo le presentan de modo desfavorable, entre otros motivos, por su matrimonio y por usar el título de rey sin ser de la casa de David. Los fariseos pidieron auxilio a las tropas del seléucida Demetrio III Eucaeros, quien le infligió una seria derrota cerca de Siquem. Habiendo conseguido escapar, el rey castigó severamente a los fariseos en Jerusalén, asegurando su autoridad por medio del terror (Antiq. XI 1 1, 13, 5 - 14, 2). Con ello suscitó mayores antipatías, teniendo que enfrentarse una vez más a los nabateos y a su rey Aretas 111 (Antiq. XIII, 15, 1.2). Después de recuperar el poder, Alejandro janeo atacó de nuevo en la parte oriental del Jordán,, y ocupó las ciudades de Pella (Jirbat Fahil), Gerasa (Yiras), Gólan, Seleucia, 'Altarót (Tall Al'ari) y la fortaleza de Gamala (Antiq. XIII, 15, 3; Bell. lud., 1, 4, 8). Finalmente, murió durante el sitio a la fortaleza de Ragaba (Ráyib). Al final de su vida procuró reconciliarse con los fariseos, previendo que el reino no podría sobrevivir con disputas internas (Antiq. XIII, 15, 5).
Tercer periodo: 76-41 a. C. Salomé Alejandra (76-67 antes de Cristo). A la muerte de su marido (76 a. C.), esta mujer, enérgica y astuta, reina durante nueve años, procurando seguir una política de conciliación entre las facciones internas de Jerusalén, sobre todo fariseos y saduceos. Se reserva la función regia y entrega el cargo de sumo sacerdote a su primogénito Hircano II, que lo ejerce desde el 76 al 67 a. C.; el temperamento débil de Hircano II y sus relaciones con los fariseos favorecen los planes de Alejandra, que aparta de la política a su otro hijo Aristóbulo II, de carácter más fuerte. Con su hábil política la reina agrada a los fariseos, de modo que su reinado pasa a la historia como un tiempo de prosperidad; y sabe también salir airosa de situaciones difíciles (Antiq. XIII, 16, 1-6). Según algunos la euforia de los fariseos en esta época se refleja, tal vez, en el libro de Judit, lo que junto con otros indicios llevaría a situar la composición de este libro en la época de los A. (cfr. A. Condamin, en «Recherches de Science Religieuse» 1910, 570-571). La tendencia farisea, apoyada en los antiguos oráculos de Num 14, 17 ss., narraría en el libro de Judit la victoria de una judía, figura de la Hija de Sión, contra un general de Assur, prototipo de los enemigos del Pueblo de Dios. Pero esa hipótesis es discutible. En cualquier caso, la astuta política de Salomé Alejandra no se continúa con Aristóbulo II, que aprovecha el descontento de los saduceos, celosos de la influencia de los fariseos. La reina muere a los 73 años de edad, habiendo conseguido que el conflicto no estallase durante su reinado.
Aristóbulo II (67-63 a. C.). Ante la poca resistencia de su hermano, toma el título de rey y de sumo sacerdote desde el 67 al 63 a. C., periodo que se caracteriza por la lucha entre los dos hermanos y por la interferencia del poder romano, que ya deja sentir su influencia en el Oriente. Hircano II, con Aretas III, rey de los nabateos, sitian Jerusalén en el 65 a. C.; pero son obligados a retirarse ante las presiones de Pompeyo. Hireano 11 y los fariseos llaman en su auxilio contra Aristóbulo al idumeo Antípatro. Aristóbulo, por su parte, recurre al legado de Pompeyo en Siria, que obliga a retirarse a los enemigos de Aristóbulo. Hasta que en el 63 a. C. Aristóbulo, Hircano II y una tercera delegación judía comparecen ante Pornpeyo, en Damasco, a fin de regular la marcha de la política en Jerusalén.
En el otoño del 63 a. C. Pompeyo entra en Jerusalén y envía a Roma a Aristóbulo y su hijo Antígono; entrega de nuevo el cargo de sumo sacerdote al débil Hircano II, que lo desempeña durante los años 63-40 a. C. Palestina cae desde entonces bajo la jurisdicción romana; y el idumeo Antípatro, como ministro de Hireano II, es quien de hecho gobierna Judea. En el 47 a. C. se nombra también etnarca a Hircano II, cargo que desempeña desde el 47 al 41 a. C.; en esta ocasión Herodes, hijo de Antípatro, es el estratega de Galilea, y ya demuestra su fuerza y astucia política en la represión de la revuelta de Ezequías. La influencia de Herodes aumenta, y en el 41 a.C. Marco Antonio le nombra tetrarca, juntamente con su hermano Fasael. Así, en medio de estas luchas e intrigas de corte, la dinastía de los A. camina hacia su fin.
Cuarto periodo: 40-37 a. C. Antígono (40-37 a. C.), Nunca perdió Aristóbulo II la esperanza de reconquistar poder e influencia; pero será su hijo Antígono quien consiga realizar ese deseo. Cuando los partos invaden Siria y Palestina en el 40 a. C., Antígono aprovecha su auxilio para hacerse nombrar rey y sumo sacerdote por tres años. Herodes huye a Roma. Hircano II es mutilado por Antígono con el fin de incapacitarle para el cargo de sumo sacerdote (Lev 21, 18 ss.) y los partos lo exilian a Babilonia, donde permanecerá hasta el 36 a. C. (Antiq. XV, 2, 1-4). Herodes, mientras tanto, consigue que el Senado Romano le nombre rey a finales del 40 a. C.; además se alía con la familia de los A., casándose con Mariamme I, nieta de Aristóbulo II y de Hircano II, y lucha contra Antígono desde el 39 al 37 a. C. (Antiq. XIV, 12, l). El poderío de la dinastía de los A. llega a su fin cuando Herodes toma Jerusalén en el a. 37 y pasa a ser rey efectivo.
Los representantes de los A. encuentran la muerte ante la furia de Herodes. El 35 a. C. Aristóbulo III, hermano de Mariamme, es nombrado sumo sacerdote por Herodes, bajo las presiones de su madre Alejandra (Antiq. XV, 2, 5-7, 3.1); pero al final de ese año y por orden del mismo Herodes, Aristóbulo III es ahogado en los baños de Jericó, después de la Fiesta de las Tiendas (Antiq. XV, 3, 3; Bell. Iud. I, 22, 2). Hircano II, que regresa del exilio en el 36 a. C. (Antiq. XV, 2, 1-4) es igualmente ejecutado en la primavera del 30 (Antiq. XV, 6, 1-4; Bell, Iud. 1, 22, l). Y Mariamme es mandada matar por orden de su marido (Antiq. XV, 7, 4-6; Bell. Iud. I, 22, 3-5).
Tal fue la decadente y lamentable situación política de Palestina durante el siglo que precedió al nacimiento de Jesucristo. Las tres décadas inmediatas a este máximo acontecimiento en la historia de la humanidad, se caracterizan por el dominio sobre Palestina del régimen del cruel Herodes I el Grande, rey vasallo de Roma.
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