lunes, 12 de febrero de 2018

POESÍA POR AUTOR

Margarita Abella Caprile

LOS GAUCHOS

Yo no sé que es lo que tienen los paisanos de mi tierra,
Esos hijos de la Pampa, la llanura y de la sierra,
Con su triste, improvisado, melancólico cantar;
Cuyas notas son tan suaves como el aura de los mares,
Que modulan en las tardes, al amparo de sus lares
Con sus voces que las artes no han llegado a cultivar.


Quizá viendo de la Pampa la llanura sin medida,
Sientan ellos en su pecho, la emoción indefinida,
El deseo de lo ignoto, que no aciertan a expresar;
Y sus almas se engrandecen al mirar tanta belleza;
Y por eso es que sus cantos tienen todos la tristeza
De lo grande y de lo hermoso de la luz crepuscular.


Son poetas, pero ignoran la retórica y sus leyes;
Ningún yugo reconocen; de los llanos son los reyes
Donde viven solitarios, donde aprenden a rimar;

Y son bravos, y su fuerza vence todas las fronteras,
No temiendo de la muerte las heridas traicioneras,
Y son dulces como niños cuando tienen que cantar...


Mas, los gauchos se acabaron, tiempo ha que está colgada
De los sauces la guitarra, ya de todos olvidada,
De la cual nunca sus dueños se quisieron separar;
Y cual digno monumento de una raza ya extinguida
Se alza noble y majestuosa, la figura entristecida
Del ombú, donde a su sombra, tantos fueron a llorar.









FANTASIA

Eran unas manos pequeñas y finas,
Manos primorosas, manos marfilinas,
 Manos sin igual;
Manos de princesa de ancestral leyenda
Que a su caballero marcaba la senda
 De luz contra el mal.


Y estas manos blancas, con su amable encanto,
Al poeta inspiran altísimo canto
 De paz y de amor;
Porque cuando posan sobre el desgraciado
Vuelven a la calma su ánimo exaltado
 Por el cruel dolor.


Y eran blancas, puras, dulces azucenas
Que no conocían del mal y las penas
 La pesada cruz;
Manos que tuviera la Virgen María
Si desde los cielos, descendiera un día
 Cubierta de luz...


 ¿Quién es la princesa cual ángel divino
 Que endulza las penas del rudo camino
 Llena de bondad?...
... Es de los mortales, cualquier alma bella
Que con sus larguezas, semeja una estrella
 De la caridad...


... Y eran unas manos pequeñas y finas,
Manos primorosas, manos marfilinas,
 Manos sin igual.
Manos de princesa de ancestral leyenda
Que a su caballero marcaba la senda
 De luz contra el mal...










REMINISCENCIA

Esta noche al mirar el firmamento
Envuelto en nube tempestuosa y densa,
Un recuerdo inundó mi pensamiento,
Recuerdo dulce, de emoción intensa.


Y esta noche sentí lo que otra noche
Que extasiadas, mirábamos el cielo;
¡Oh, cuán dulce era al alma, en el derroche
De lo sublime, remontar el vuelo!...


Encima nuestro, inmenso, incomprensible,
Desesperante en su insondable arcano,
El cielo, serenísimo y terrible
Me parecía un majestuoso anciano.


Escorpión su espiral interrogante,
La Cruz del Sur, el signo que redime.
Aldebarán, su enojo centelleante
Y en el cenit, profundidad sublime...


Mas, de improviso, como negro velo,
Cual fatídica sombra, que la mente
Forja a oscuras, en noches de desvelo,
Un nubarrón se alzó en el Occidente.


Y al pasar, las estrellas ocultando
Dejó triste, el espíritu oprimido,
Al igual que la niña, a quien llorando
Le arrebatan su juego preferido...


... Entonces, del silencio y de la calma
Rompió una voz el invisible sello;
Y el cuerpo inmóvil, y en suspenso el alma
Escuché el verso de genial destello:


«¿Qué quieren esas nubes?» Y el grandioso
Poema de Zorrilla, alzo vibrante
En el solemne, nocturnal reposo,
Alivio de mi espíritu anhelante...


¡Oh momento ideal! En la natura
La quietud, en los cielos la grandeza;
Y esa voz resonando allá en la altura
Cual conjuro de mágica certeza!

Yo sentí que la frente me abrasaba;
Yo sentí que un raudal de poesía
En mí, por vez primera, despertaba
Con sus cantos de espléndida armonía.


Y un soplo de la noche bondadosa
Mi sien acarició, mi sien ardiente,
Como mano que aparta, cariñosa,
Las guedejas a un niño, de la frente.


Y conmovida hasta lo más profundo
Yo lloré, porque nadie me veía;
¡Porque es grave pecado en este mundo
Llorar tranquilos, a la luz del día!....










TRIPTICO DEL FUEGO


I
EL FUEGO DEL HOGAR
El fuego del hogar es armonía;
Su tibia caridad, torna el ambiente
Familiar y apacible; se diría
Que en su alegre y fugaz policromía,
Flota un alma serena y atrayente.


En el amplio salón, donde reinara
El helado silencio de lo augusto,
Parece una ilusión que transformara,
O la amable sonrisa que animara.
El semblante glacial de un hombre adusto.


La llama, al irisar la chimenea,
Se retuerce, se agita y se separa,
Y vuelve a unirse, agrándase, chispea,
y se eleva... Paréceme una idea
Que cambia formas, y aparece clara.


En su trémula lumbre, se adormece
Una suave leyenda milenaria,
Que templa el alma, el alma que padece
El invierno sin fin, que acerba ofrece
La realidad de la existencia diaria...


... Y canto al fuego, a su bondad sencilla
Que hace el bien, ignorando su destino;
Que brilla agreste, sin saber que brilla;
Como canto a la humilde florecilla
Que no sabe que alegra mi camino...


Leños que ardiendo alimentáis la llama,
Cesad vuestro dolor chisporroteante;
Dios que todo lo ve, Dios que nos ama,
Ve la piedad que vuestra luz derrama
Repartiendo el calor reconfortante.


No penséis, como el hombre, en la amargura
De volveros cenizas... Está escrito
Que al morir esa llama que fulgura,
El humo, remontando con premura
Ha de hundirse en la luz del infinito...


... No seáis como el hombre, que en la muerte
Piensa, olvidando el «más allá» bendito...
II

EL FUEGO LUZ
Yo te bendigo, fuego que iluminas,
Yo bendigo la clara inspiración
Del que con fuerza y voluntad divinas,
Logré reunir tus luces purpurinas
En una magistral condensación.


Yo te bendigo, porque al ser destello
Tienes algo del genio de tu autor;
Llevas impreso su glorioso sello;
Yo te bendigo, en nombre de lo bello,
Que por ti cobra vida y esplendor.


Yo te bendjgo, porque vuelves día
La noche más tenaz, con tu fulgor;
Porque apartas su negra alevosía,
Como el feliz destello de alegría
Que ilumina la noche de un dolor...


Yo te bendigo, sí, porque parece
Tu luz una febril constelación
Cuando en los cirios del altar se mece;
Reminiscencia de astros, que enaltece
A los que sueñan con la azul mansión.


Yo te bendigo, porque das belleza
Al espíritu noble y soñador,
Cuando en la noche vierte su tristeza
Allá en los cielos, la lilial princesa,
La princesa del trágico dolor...


Fuego—luz que palpitas en la altura
Y bajas a la tierra desde el Sol;
Que conservas la vida, la hermosura
Y el esplendor supremo de Natura
Bañada por tu mágico arrebol;


Yo te bendigo, sí, porque comprendo
La excelsitud de tu poder creador;
Yo te bendigo por tu rol tremendo!...
... Y por un rayo luminoso asciendo
Hasta el solio divino del Señor.


... Y pienso en el horror de una posible
Sempiterna tiniebla sin calor...
III

EL FUEGO DE ARTIFICIO

Cascadas de magníficos colores,
Estrellas de radiante claridad,
Vívidas luces, que parecen flores;
Alegría, bullicio, resplandores,
Centellas de febril agilidad...

Este fuego que brilla y que se exalta
Parece un fuego-niño; su fulgor
Canta, juega, retoza, ríe y salta
Y un pedazo de cielo alegre esmalta,
Con sus mágicos cambios de color.

Mágicos cambios de fugaz donaire
Que dibujan con firme precisión
Verdaderos castillos en el aire,
O cometas que cruzan al desgaire
En luminoso y rítmico turbión.


¡Oh, fuego convertido en lluvia de oro
Que quieres escalar la inmensidad;
Que pasas cual luciente meteoro,
Y que luego con rápido desdoro
Te deshaces en triste realidad:


¿No sabes que tu fuerza no es bastante
Para querer al cielo desafiar?...
Te asemejas al hombre, que pedante
Pretende con su espíritu oscilante
El misterio de Dios desentrañar!


Me entristeces, oh fuego de artificio,
Que brillando un instante acabarás;
Porque al morir tu resplandor ficticio,
Como a influjo de un negro maleficio
El cielo, arriba, se oscurece más.


Se oscurece lo mismo que la mente
Cuando pasa, inestable, una ilusión,
Una de esas que sirven solamente
Para hacer el dolor más evidente,
Y añadirle amargura al corazón.


...Salta una chispa, y en el cielo forma
Un signo de expectante admiración...

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