El baño turco es un cuadro de Dominique Ingres. Esta obra orientalista representa un grupo de mujeres desnudas en un harén. El erotismo del cuadro es suave y no provoca gran escándalo ni lo hizo en su época, a diferencia de otros del mismo género, como el Déjeuner sur l´herbe de Édouard Manet (1863). Pero durante mucho tiempo perteneció a colecciones privadas y no se exhibió de manera continuada hasta el siglo XX. Actualmente se encuentra en el Museo del Louvre de París, Francia, donde se exhibe con el título de Le Bain turc. Está considerada como la obra maestra de los últimos años de Ingres.
Realización[editar]
Es ya un anciano el que firma el cuadro erótico en 1862, no sin una cierta malicia, ya que él lo inscribe con orgullo AETATIS LXXXII ('a la edad de ochenta y dos años'). Algunos años después (en 1867), Ingres declara:
todo el fuego de un hombre de treinta años.
Rectangular en su origen, el pintor le dará forma de tondo o medallón en el año 1863, acentuando así el carácter furtivo de la mirada que lo contempla, que parece espiar a través de una cerradura y otorgando una nueva dimensión a la obra, reforzando la cadencia de los cuerpos desnudos.1
Para realizar este cuadro Ingres no recurre a modelos; se inspira en los numerosos croquis y cuadros que ha pintado a lo largo de su carrera, ya que el desnudo femenino fue el tema principal de su obra.1 Se puede ver, por ejemplo, en las figuras de La bañista y La Odalisca,1 que dibujó o pintó solas, sobre un diván o un estanque. El primer plano está ocupado por una mujer vuelta de espaldas que está tocando una especie de laúd. Recuerda a la figura más conocida de Ingres: La bañista de Valpinçon, que reprodujo de forma casi idéntica, variando la posición del brazo, de manera que aquí al estar un poco levantado, deja entrever su seno.1 Constituye el elemento central de la composición. Igualmente, la odalisca con los brazos levantados que se ve en primer plano, fue producto de un croquis que hizo el pintor en 1818 y que representaba a su mujer (Madeleine). La espalda de esta mujer de los brazos levantados, es más larga de lo normal, incoherencia anatómica del artista que utilizaba con frecuencia y de manera absolutamente consciente, sacrificando la verosimilitud por el efecto; quiere pintar la belleza, su belleza, una belleza individual (por ejemplo las tres vértebras suplementarias de La Gran Odalisca). Los demás cuerpos están yuxtapuestos en diferentes planos, sin que se crucen sus miradas y como haciendo un cadencioso ritmo figurativo. Es de notar la curiosa osadía de Ingres al representar en este cuadro una escena de caricias lésbicas entre una de las mujeres (que aparece con corona como si acaso fuera la Valide Sultan) y otra que parece algo menor en edad. En realidad gran parte de esta composición pictórica parece gravitar en torno a ese tema; por ejemplo: la odalisca que tañe el laúd parece hacerlo dedicado a esas mujeres tal cual se observa en la pintura.
Ingres puebla el cuadro de una casi infinidad de mujeres, en posturas y actitudes distintas: estiradas, tomando café, charlando, bailando, etc.1 Son docenas de desnudas que están sentadas o tumbadas, alrededor de una piscina, sus posiciones recuerdan, acaso por casualidad, a las posturas de las figuras del templo hindú de Khajuraho, por ende existe una especie de ritmo con reminiscencias musicales en esta pintura y lejos está de ser fortuita tal apreciación: en el "primer plano" está la odalisca desnuda (que es la mujer que más iluminada aparece) tañendo al laúd y casi frente a ella pero muy al fondo y en la penumbra la mujer que danza. Muchas de estas bañistas acaban de salir del agua y se las ve secándose o durmiendo. El mayor erotismo del cuadro viene proporcionado por las dos mujeres que están a la derecha, una tocando el pecho de la que tiene a su lado.
En el primer plano, a la derecha, hay una manta roja y, sobre ella, una mesita con una serie de objetos. Forman un bodegón: una tetera plateada, una jarra de porcelana, una taza.1
Posteridad[editar]
Este obra es un encargo hecho alrededor de 1848 por un pariente de Napoleón III (o del propio príncipe Napoleón, según la página web del Museo del Louvre, quien poco después de adquirirlo se lo devolvió al pintor, porque su mujer (la emperatriz Eugenia) lo encontraba «poco conveniente». El pintor siguió trabajando en su obra hasta 1863, incluso después de que él mismo lo datara en 1862.
En 1865 lo adquirió Halil Serif Pascha, llamado Khalil Bey, un diplomático turco que vivía en París, incorporándolo a su colección de cuadros eróticos, entre los que se hallaba El origen del mundo, de Gustave Courbet. A finales del siglo XIX unos mecenas quisieron regalar El baño turco al Museo del Louvre, pero el consejo del museo lo rechazó en dos ocasiones.
Sólo se reveló al gran público en 1905, con ocasión de la retrospectiva de Ingres en el Salón de Otoño, donde entusiasmó a pintores de vanguardia como Picasso.
Después de que lo intentaran comprar los coleccionistas nacionales de los museos de Múnich, el Louvre lo aceptó en sus colecciones en 1911.
Edgar Degas pidió que el cuadro se presentase en la Exposición Universal, lo que provocó diferentes reacciones: Paul Claudel llegó a compararlo a un «corro de gitanos».
La inspiración orientalista[editar]
Ingres estuvo muy influenciado por la corriente orientalista, relanzada después de la batalla de Egipto de Napoleón. En 1806, cuando Ingres va a Italia, copia en sus cuadernos un texto en el que se habla de los baños del serrallo de Mohamed. Se puede leer una descripción del harén en la que explica: sucede en una sala rodeada de sofás (…) en ella, varias mujeres atienden al sultán a la salida del baño, secándole y rociándole con las más perfumadas esencias; seguro que él disfrutaba de un voluptuoso reposo.
En 1825 Ingres copia un pasaje de Lettres d’Orient de Lady Mary Montagu, titulado Descripción del baño de las mujeres de Andrinopla. Lady Mary, esposa de un diplomático inglés, acompañó a su marido en 1716 cuando fue destinado al Imperio otomano. Estas cartas se reeditaron en Francia entre 1763 y 1857 en ocho ocasiones, lo que alimentó la fiebre orientalista. Yo creo que había unas doscientas mujeres, indica Lady Montagu en el pasaje copiado por Ingres. Bellas mujeres desnudas en poses diversas…unas conversando entre sí, otras dedicadas a su labor, otras bebiendo café o degustando un helado, y muchas tendidas indolentemente, mientras sus esclavas (en general encantadoras jóvenes de diecisiete o dieciocho años) se dedicaban a peinar sus cabellos a su capricho. La inspiración de este cuadro en la obra de Lady Montagu es evidente.1
Sin embargo, así como Delacroix visitó un harén en Argelia, Ingres no viajó jamás a África o al Oriente Medio. Las cortesanas que él pinta tienen un color más europeo que oriental. El tema oriental es para él, ante todo, un pretexto para pintar el desnudo femenino en una pose pasiva y lasciva. Los elementos exóticos son raros en sus composiciones, e incluyen instrumentos de música, algunos juegos o un incensario.
El joven azul (en inglés: The Blue Boy) (c. 1770) es una pintura al óleo realizada por Thomas Gainsborough. Quizá la obra más famosa de Gainsborough, se cree que es un retrato de Jonathan Buttall (1752-1805), hijo de un rico comerciante, aunque esto nunca ha sido demostrado. Se trata de un retrato, a la vez que de un estudio histórico del vestuario de los jóvenes del siglo XVIII, se considera que fue un homenaje de Gainsborough a Anthony Van Dyck, en particular, está muy cercano al retrato de Carlos I cuando era niño realizado por Van Dyck, y que seguramente Gainsborough descubrió junto con la pintura de Rubens en las colecciones del castillo de Wilton que visitó con su amigo y mecenas Philip Thicknesse.1
Hay indicios de que Gainsborough ya había pintado algo en el lienzo antes de empezar el El joven azul. La pintura está realizada en un lienzo bastante grande para un retrato, pues mide 177,8 de altura por 112,1 cm de ancho. Se encuentra en la Biblioteca Huntington, en San Marino (California)).2
Joshua Reynolds ante la vista del retrato El joven azul, escribió:
Todos esos arañazos y esas señales extrañas que, de mirarlos de cerca, son tan perceptibles en los cuadros de Gainsborough y que incluso a pintores experimentados les parecen más bien el efecto del azar que el resultado de una intención, ese caos, ese aspecto repelente e informe, por una especie de magia toma forma a cierta distancia, y todas las partes parecen ponerse en su sitio, de manera que podemos dejar difícilmente de reconocer el pleno efecto de la aplicación bajo la apariencia del azar, de la prisa y de la negligencia[...] Hemos de convenir en que los toques cortados de Gainsborough han contribuido mucho a la ligereza de efecto que constituye una belleza notable de sus pinturas.
Recorrido de la pintura[editar]
La pintura estuvo en posesión de Jonathan Buttall, hasta que se declaró en bancarrota en 1796. Fue comprada por el político John Nesbitt y luego, en 1802, por el retratista John Hoppner. Alrededor de 1809 El joven azulentró en la colección del conde de Grosvenor donde se conservó hasta que uno de sus descendientes el segundo duque de Westminster lo vendió al marchante de arte Joseph Duveen en 1921.3
En 1919, el cuadro inspiró al productor de cine alemán Friedrich Wilhelm Murnau para crear su debut en el cine con Der Knabe in Blau (El joven azul).4
En una medida que provocó una protesta pública en Gran Bretaña, fue vendido al empresario Henry Edwards Huntington de la American Railway por 728.800 dólares, según el acuerdo con el marchante Duveen,5 un precio entonces récord para cualquier pintura. De acuerdo con una noticia en el The New York Times, del 11 de noviembre de 1921, el precio de compra fue de 640.000 dólares, lo cual supondría unos ocho millones en el 2010.6 Antes de su partida a California en 1922, El joven azul fue expuesto brevemente en la National Gallery de Londres, donde fue visto por unas 90.000 personas, y el director de la Galería, Charles Holmes, escribió unas palabras de despedida en la parte posterior de la pintura: «Au Revoir, C.H.»7
Fue este cuadro el que influyó al artista pop Robert Rauschenberg hacia su dedicación al arte de la pintura.8 Se encuentra colocada en la Biblioteca de Huntington enfrente del cuadro Pinkie del pintor Thomas Lawrence.
El pintor Francisco de Goya es uno de los cuadros más conocidos del pintor español Vicente López y también uno de los retratos más vistos de Goya. Se trata de un óleo sobre lienzosobre fondo verde. Mide 95,5 cm de alto y 80,5 cm de ancho.1 Fue pintado en 1826. Se encuentra en el Museo del Prado, Madrid, España.
Este cuadro es representativo del arte del pintor neoclásicoVicente López, retratista de corte de Fernando VII. Aprovechó un viaje que hizo Goya a Madrid, entonces exiliado en Francia (de mitad de mayo a primeros de julio de 1826), para retratarlo.
El retrato muestra a Goya, con 80 años de edad, sentado y sujetando unos pinceles y una paleta. En el caballete a su lado, está pintada la dedicatoria de López: López a su Amigo Goya.
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