Mujer vestida de negro es una pintura al óleo sobre lienzo realizada por el pintor francés Pierre-Auguste Renoir en 1876. Se conserva en el Museo del Hermitage de San Petersburgo.
El tema de la pintura es el pálido rostro de una modelo llamada Anna (que posó también para Manet),1animado por algunos rastros de lápiz labial y maquillaje en sus mejillas. La mujer lleva un vestido negro con un gran lazo azul en su escote y la pose de apoyo en algún objeto no reconocible.
Mujeres en el jardín (en francés, Femmes au jardin) es un cuadro del pintor francés Claude Monet. Data del año 1867 y se trata de un óleo que mide 256 cm de alto por 208 cm de ancho. Actualmente se encuentra en el Museo de Orsay de París, Francia.
La tela fue rechazada en el Salón de París. Es una de las primeras telas en las que Monet, abandonando el academicismo, se encaminaba hacia el impresionismo. Aún se nota en él, sin embargo, la inspiración por modelos clásicos y por la Escuela de Barbizon.1 Es un momento en el que Monet prosigue sus investigaciones plásticas.2
Representa un día de verano, con su despreocupado y luminoso ambiente. Varias jóvenes, con vestidos de verano, se divierten en un jardín florido. Monet tomó a su futura mujer como modelo para esta obra, sentada en el centro.1
Protagonista del cuadro es la luz que se refleja en los cabellos, en la piel, en los vivos colores de los vestidos, las flores y las hojas de los árboles.1 Los reflejos luminosos y las sombras coloreadas envuelven a los personajes que se presentan en actitudes naturales.
La música en las Tullerías es un cuadro realizado por el famoso pintor francés Édouard Manet en 1862. Mide 76 cm de altura y 116 de largo. Se considera generalmente esta tela como el primer ejemplo de obra impresionista en la historia del arte. Fue adquirido por la National Gallery de Londres en 1917 y allí se exhibe con el título de Music in the Tuileries Gardens.
Se trata de uno de los primeros cuadros de Manet, ejecutado durante el Segundo Imperio.
Descripción[editar]
El universo de alto copete y refinado en el cual evolucionaba Manet, propio del París del siglo XIX está extraordinariamente reflejado en este cuadro, que pinta un concierto dado en el jardín de las Tullerías. Por entonces, el palacio de las Tullerías aún existía, y albergaba a la corte de Napoleón III. Tres días a la semana se abrían los jardines al público y se oía música1
El pintor se complace en hacer figurar un determinado número de las personas que le son cercanas. Algunas de las figuras son verdaderos retratos. En él aparece su modelo favorita: Victorine Meurent, que también está en obras como La cantante de las cerezas o Desayuno sobre la hierba, de la misma época. Puede identificarse también al propio autor, Manet, con sombrero de copa, barbudo, en el borde izquierdo de la composición. Ligeramente inclinado ahacia la izquierda está su hermano, Eugène Manet, charlando con otra mujer.
Baudelaire es una simple silueta esbozada, justo detrás de la primera dama de blanco, empezando por la izquierda. Esta última, instalada junto a la Sra. Offenbach, no es otra que la Sra. Lejosne, gracias a la cual Manet conoció a Baudelaire.
Otros amigos del artista están cerca del tronco: el músico Offenbach, el pintor Henri Fantin-Latour y escritores como Jules Husson Champfleury o Théophile Gautier.
Estilo[editar]
Manet pinta a este abigarrado grupo con manchas de color. El uso de esta técnica escandalizó a los contemporáneos. En efecto, esta tela supone la clara ruptura del pintor con su período realista, escandalizó cuando se expuso en 1863 en la galería Louis-Martinet, ya que mostraba a la sociedad de su tiempo y no un pasado más o menos mítico. Se representa con precisión las vestimentas y los tocados de la época. Destacan los vestidos con grandes lazos que llevan las niñas que juegan en un primer plano.1 Las críticas, también acusaron a Manet de trabajar sólo esbozos borrosos y de «arañar los ojos como la música de las ferias hace sangrar la oreja».
Está Música de las Tullerías, mejor aún que Desayuno sobre la hierba, parece ser el primer manifiesto verdadero del movimiento impresionista y uno de los primeros signos del interés de la pintura para la vida urbana moderna, seguido en esto por Daumier y Degas en particular.
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