Las guerras de Carlomagno. El reino de los francos, heredado por Carlomagno, incluía la actual Francia, Bélgica, Holanda y el occidente de la moderna Alemania. Sus territorios lindaban con tres pueblos rivales. Por el sudeste, más allá de los Alpes, estaba el reino lombardo; hacia el sur, más allá de los Pirineos, se hallaban establecidos en España los musulmanes; hacia el este habitaban los germanos paganos y sus vecinos orientales los eslavos. En ese triple frente de su reino, Carlomagno guerreó con éxito diverso.
En esos tiempos, el emperador de Oriente seguía titulándose oficialmente "emperador de los romanos", aunque ya la parte latina del antiguo mundo romano (Orbis Romanus) escapaba a su autoridad. Por lo demás, aunque ya no existían el Imperio de Occidente ni su emperador, la idea imperial se mantenía como una aspiración de las masas, que echaban de menos la pax romana, y de la Iglesia, que deseaba la unión del mundo cristiano. Por eso mismo, tan pronto como Carlomagno extienda su dominación sobre muchos países, resurgirá el antiguo Imperio occidental. Carlomagno, impulsado por el deseo de extender el mundo cristiano y por la necesidad de asegurar sus fronteras contra los musulmanes en el sur y contra los bárbaros en el este, realizó cincuenta y tres campañas durante los 46 años que duró su reinado.
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La anexión del reino de los lombardos (774). La primera guerra fue contra los lombardos, cuyo reino era el único estado cristiano que podía rivalizar en Occidente con el poder carolingio. Los lombardos deseaban extender su gobierno por toda Italia a expensas del estado pontificio, recientemente creado. Pero, otra vez, como en la época de Pipino, los francos acudieron en defensa del Pontífice romano. Los ejércitos de Carlomagno atravesaron los Alpes y derrotaron a los lombardos. Su reino fue anexado al de los francos y Carlomagno ciñó su frente con la corona de hierro usada hasta entonces por los reyes lombardos.
La guerra contra los musulmanes de España. Las guerras de Carlomagno en el frente pirenaico no fueron afortunadas. Emprendió una expedición contra los musulmanes o sarracenos2, como les llamaban los cristianos, pero fue derrotado (778). Las luchas contra los musulmanes continuaron, sin embargo, y a consecuencia de ellas los francos consiguieron ganar un pequeño territorio entre los Pirineos y el Ebro, en el que establecieron una "marca" o provincia fronteriza: la marca de España.
La conquista de Germania. Parte de Germania integraba ya el reino de los francos desde la época merovingia. Pero el resto del país estaba poblado todavía por tribus independientes y belicosas, entre las que sobresalía la de los sajones, que ocupaba en el norte de Germania la región costanera extendida entre los ríos Rin y Elba. Los sajones no habían aceptado el cristianismo predicado por San Bonifacio unos años antes. Eran un pueblo intrépido y valiente, que luchó durante treinta años (772-804) antes de acatar el poder de los francos. Tuvo a su frente Un caudillo llamado Widikind, que enardeció la fibra guerrera de su raza y fue el héroe Incansable de la lucha contra los invasores. Los francos debieron realizar dieciocho expediciones a Sajonia antes de consolidar su dominio sobre la región y, al fin, el propio Widikind se rindió y se convirtió al cristianismo. El triunfo sobre los sajones (germanos del norte) convirtió a Carlomagno en dueño de toda la Germanía. Hacia el este quedaba la gran masa humana de los pueblos eslavos paganos, así como los ávaros, parientes de los hunos, que teman sus campamentos en la región del Danubio medio. Contra ellos Carlomagno realizó también algunas campañas que le permitieron conquistar Bohemia y los territorios danubianos que constituyeron luego Austria y Hungría. La conquista de Germanía fue un hecho de gran importancia histórica, pues señalo el primer gran avance logrado por la civilización latina al este del Rin, en la región donde se habían estrellado desde Augusto en adelante los esfuerzos militares de los emperadores romanos. Carlomagno triunfó allí donde las legiones de Augusto habían sucumbido, y sus victorias hicieron del Elba la nueva frontera de la civilización de Occidente.
Imperio Carolingio
Imperio Carolingio
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El advenimiento de los Carolingios. (751). Los francos formaban en el siglo VIII el más importante reino bárbaro romano de Occidente. Pero los reyes merovingios de esta época fueron soberanos incapaces, cuya indolencia justifico el nombre de "reyes holgazanes" que suele aplicárseles. Su en le costumbre de dividir el territorio real entre sus hijos fomentaron las reyertas civiles y originaron la separación del reino en cuatro grandes regiones:Aquitania, Burgundia, Neustria y Austrasia, gobernadas por verdaderas dinastías locales de, nobles poderosos, Los reyes merovingios, lejos de tratar de poner fin a esa situación, se desinteresaron del ejercicio efectivo de la autoridad real y delegaron toda la responsabilidad del poder en unos funcionarios llamados mayordomos de palacio que, en su nombre, administraban los dominios reales, vigilaban la percepción de impuestos y mandaban el ejército. Desde el siglo VII, tan importante cargo había recaído, hereditariamente, en la familia de lo, Heristal duques de Austrasia. El más famoso de estos Duques de Austrasia fue Carlos Martel, el vencedor de los musulmanes en Poitiers (732). El hijo de Carlos Martel, llamado Pipino el Breve, fue quien, tentado por la autoridad que ejercía, resolvió terminar con el ficticio poder de los reyes merovingios y destronó al rey Childerico III haciéndose coronar en su lugar.
Pipino realizó sus planes con gran habilidad. Disponía de la fuerza material necesaria para destronar a Childerico III, pero quiso complementarla con el apoyo de la autoridad espiritual de la Iglesia, que tan poderosamente había contribuido a la fundación de la dinastía merovingia. En consecuencia, requirió la opinión y consejo del Papa sobre sus proyectos. Según cuenta un cronista de la época, en el año 751 envió a Roma a dos obispos con el encargo de consultar al papa Zacarías "respecto de los reyes francos, que tenían el título real, pero no la autoridad". El Papa respondió "que más valía llamar rey a quien poseía autoridad de tal y no al que carecía de ella". Estimulado con esta respuesta, Pipino convocó una asamblea de nobles en Soissons y se hizo proclamar rey de los francos. En cuanto a Childerico III, fue encerrado con su hijo en un monasterio. Poco después, Pipino fue consagrado solemnemente por el papa Esteban II, que se trasladó a la abadía de Saint-Denis para ungirlo con el óleo santo y proclamarlo "rey de los francos por la gracia de Dios". Esto dio a la nueva dinastía el carácter divino que le proporcionó un prestigio singular ante sus súbditos. Al mismo tiempo, dejó establecida la alianza de los carolingios con el Papado.
Pipino crea los Estados Pontificios: En esos tiempos, el reino lombardo de Italia pretendía apoderarse de Roma para hacer de ella su capital. Ante este peligro, el papa solicitó la ayuda de Pepino, el cual pasó a Italia al frente de sus tropas, derrotó a los lombardos y les quitó algunos territorios de los cuales hizo donación al pontífice (755). Tales fueron los Estados Pontificios, situados en el centro de la península y formados por el exarcado de Ravena y la Pentápolis (o cinco ciudades), con la ciudad de Roma por capital. Desde ese momento, los papas disponen del poder temporal necesario para mantener su independencia frente a vecinos poderosos: sostienen tropas, cobran impuestos y gobiernan sobre sus Estados como verdaderos reyes.
La organización del reino fue una de las mayores preocupaciones de Carlomagno; aceptó, como lo habían hecho Darío, Alejandro y el Imperio Romano las particularidades de cada provincia integrante del Imperio. Cada una, conservaba sus leyes y tradiciones; su vinculo era el vasallaje al Emperador. La administración imperial se extendía desde la capital a las más lejanas regiones del Imperio. Ella y la comunidad de fe religiosa daban unidad al Estado a pesar de las diferencias de razas, de lenguas y de costumbres de los pueblos.
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Fin del imperio Carolingio
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Analizaremos separadamente dos tipos de causas, las de orden interno Y las externas
La división del Imperio
En el año 814, a la muerte de Carlomagno, le sucedió el menos dotado de sus tres hijos, Ludovico, pues los otros dos habían muerto. Débil e indeciso, malogró la obra de su padre, abriendo el camino al desmembramiento del Imperio y al feudalismo con su gestión desafortunada. Los hijos de Ludovico lucharon entre ellos hasta el 843, año en que firmaron el Tratado de Verdún que dejó al Imperio dividido:
Lotario, el mayor, recibió la dignidad imperial y un territorio que desde Italia abarcaba Venecia, el valle del Po, el Ródano, con la ciudad de Marsella,, el Rhin, el Mosa, el Escalda con el puerto de Durstede- y la costa frisia del Mar del Norte. Tenía pues, el eje económico del Imperio.
Carlos, el Calvo, obtuvo Francia.
Luis, el Germánico, se vio favorecido con los ducados germanos y las marcas del este.
La pérdida del poder real Por el Edicto de Mersen (847) se había ordenado que los hombres libres eligieran un Señor en calidad de Protector. Pasaron a ser vasallos y a los Señores se les reconocieron beneficios hereditarios. Los Señores se adjudicaron derechos de soberanía sobre los territorios que gobernaban, de modo que, poco a poco, fueron suplantando el poder real.
Los normandos Las oleadas de los normandos reconocen dos períodos: Desde el 800 al 980 que recorrieron las costas atlánticas y se internaron por los ríos, saqueando y destruyendo poblaciones; Desde el 980 al 1100 en que llegaron a Bagdad en un comercio muy activo, En esta segunda época las hordas paganas sintieron el influjo de la civilización, llegando a incorporarse paulatinamente al mundo cristiano.
Los húngaros A su vez otro pueblo -los magiares-, proveniente del oeste, irrumpió y se afincó en la región conocida como Panonia (Hungría). Siguiendo sus costumbres nómades realizaron ataques sistemáticos contra Italia, Francia, Suiza y Alemania. Su ímpetu, la rapidez de la caballería, su implacable ferocidad, las débiles defensas de Occidente y la desmoralización de los pueblos atacados.
Los musulmanes Insistieron en sus ataques sobre el sur de Francia, pero especialmente sobre la Italia meridional, logrando finalmente ocupar territorios de este país.
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