1. — El Mediterráneo, «Mare Vestrum»
El Imperio Romano, que había dominado todas las cosas del Mediterráneo, entró en decadencia hacia el siglo III y sometido a las continuas invasiones bárbaras comenzó a ver su fin. En el año 395, el emperador Teodosio dividió el vasto Imperio Romano en dos para que los nuevos territorios se pudiesen administrar y dirigir de mejor manera:
Por un lado, se encontraba el Imperio Romano de Occidente con su capital en Roma. Fue invadido por pueblos bárbaros y su último emperador cayó en el 476. Desde entonces quedó dividido en diversos reinos gobernados por los pueblos invasores (los suevos en el noroeste de Hispania, los visigodos en Hispania, los francos en la Galia, los burgundios en Borgoña, los ostrogodos en Italia y los vándalos en el norte de África). En general las ciudades se despoblaron y la forma de vida regresó al campo basándose en la agricultura y la ganadería, dejando el comercio casi desaparecido.
Por el otro lado, al Este estaba el Imperio Romano de Oriente con su capital en Constantinopla, que consiguió frenar las invasiones bárbaras y sobrevivir hasta el 1453.
Después de la división del Imperio y fragmentación de Europa en diversos reinos germánicos, numerosos monarcas de distintos reinos trataron de volver a unificar todos los territorios que anteriormente habían formado parte del majestuoso Imperio Romano. Quizás durante este periodo, los dos reyes más llamativos, importantes y significativos para la historia de Europa hayan sido el emperador de Bizancio Justiniano (siglo VI) y el líder del reino de los francos Carlomagno (siglo IX).
2. — El Imperio Bizantino
Después de la desaparición del Imperio Romano de Occidente la herencia de Roma pervivió con el Imperio Bizantino gracias a que sus emperadores pudieron rechazar a los pueblos bárbaros. En el siglo V el Imperio Bizantino abarcaba las tierras de Grecia, los Balcanes, Asia Menor, Siria, Palestina, Egipto y Libia. Sus emperadores tenían la ambición de volver a unir todos los territorios que formaron el Imperio Romano, y esto casi lo consiguió Justiniano que reinó desde el 527 hasta el 565. Justiniano el Grande reconquistó el reino vándalo que contenía tierras del norte de África, Córcega, Cerdeña, Sicilia y las Baleares; el Reino Ostrogodo de Italia y Dalmacia; y el sur de Hispania. Así consiguió dominar casi todo el Mediterráneo. Además Justiniano recogió todo el derecho romano en doce libros, el Código de Justiniano. Aparte de llevar al Imperio a su máximo esplendor y estado económico, embelleció la capital con nuevas construcciones como la basílica de Santa Sofía.
En este imperio todo el poder estaba en manos del emperador y el territorio estaba dividido en provincias llamadasthemas, cada una gobernada por un estratega nombrado por el emperador. En cada thema se reclutaban hombres para mantener un ejército numeroso y fuerte, y cada provincia pagaba impuestos para los gastos del imperio, el comercio llegó a tener un gran desarrollo, tanto con los themas como con el extranjero y Constantinopla se convirtió en la principal ruta de comercio entre Occidente y Oriente.
Después de esplendor del s VI el Imperio perdió gran parte de las tierras conquistadas por Justiniano, en los siglos VII y VIII:
Los lombardos les arrebataron Italia, y los musulmanes Siria, Palestina, Egipto y el norte de África. Como consecuencia el Imperio se replegó en Grecia y Asia Menor y remarcó su carácter griego.
En los siglos siguientes una nueva dinastía de origen macedónico logró reconquistar parte de las tierras perdidas y recuperar la prosperidad, fue la segunda Edad de Oro. En estos siglos el emperador acaparó todo el poder, y fue considerado la máxima autoridad del mundo romano y de la cristiandad pero a partir del siglo XI el Imperio empezó a descomponerse a causa de los ataques de los turcos, un pueblo de Asia convertido al Islam que ahora empezaba a establecerse en Asia Menor. Finalmente en 1453 Constantinopla fue conquistada y el Imperio desapareció. Desde entonces Constantinopla pasó a ser Estambul.
Durante sus mil años de historia, el Imperio Bizantino creó una civilización importante y brillante cuyas principales características fueron su cultura griega y el hecho de ser una civilización cristiana. El idioma griego sustituyó al latín por ejemplo los emperadores a sí mismos basileus, que significa rey de reyes, e intentaron diferenciarse del mundo latino, de la cristiandad occidental dominada por los germanos a los que los bizantinos llamaban bárbaros.
Los habitantes de este Imperio se consideraban los herederos de Roma y de la Iglesia por ejemplo fue en el Imperio Bizantino donde nacieron los monasterios cristianos, y de estos monasterios salieron misioneros que evangelizaron a los pueblos eslavos. Hasta el 1054 los bizantinos permanecieron en la Iglesia Católica pero en ese año el patriarca de Constantinopla, Miguel Cerulario, dejó de reconocer al Papa como la máxima autoridad de la Iglesia lo que provocó el Cisma de Oriente que supuso la separación de las dos grandes áreas de la cristiandad y el nacimiento de la Iglesia Ortodoxa.
3. — El Islam
LA APARICIÓN Y EXPANSIÓN DEL ISLAM
Arabia es una península de oriente próximo que a principios de s VII estaba poblada por tribus de beduinos, algunos nómadas y otros residentes de pequeñas ciudades que se dedicaban a dos cosas, al pastoreo y al comercio. Estas tribus eran politeístas y la Meca era su ciudad sagrada en la que estaba la Kaaba.
Mahoma era un comerciante de la Meca que durante sus viajes conoció al cristianismo y al judaísmo. A partir de eso Mahoma se sintió llamado por Dios para revelar a los árabes una nueva religión cuyo principio era el Islam que quiere decir su misión a Alá. Los que practican esta religión son musulmanes que significa que se someten a Alá. En los primeros años de su predicación, Mahoma fue perseguido por las autoridades de la Meca porque tenía mucho éxito entre los pobres de la ciudad. Por eso tuvo que huir a una ciudad cercana, medina. A esta huida se le llama Hégira y fue en el 622 de la era cristiana que desde entonces año 0 de los musulmanes (622 d.C. = 0 musulmán) en los años siguientes Mahoma siguió predicando el Islam y llevo la guerra santa (Yihad) a todos los árabes no musulmanes y cuando murió en el 632 casi toda Arabia era musulmana.
La rápida y exitosa propagación de la nueva religión de Mahoma fue posible gracias a varios factores. En primer lugar, el Islam era una religión muy atractiva para la mentalidad primitiva de los árabes del siglo VII, pues les ofrecía una forma de vivir la religión muy sencilla ya que bastaba con cumplir 5 normas. Además, el Islam -que se fundamentaba principalmente en el judaísmo y el cristianismo-, proponía la igualdad de todos los musulmanes, pretensión que resultó muy revolucionaria e innovadora para la sociedad árabe del momento, que estaba muy dividida en tribus, castas y diferentes grupos sociales. En tercer lugar, Mahoma proclamó la Yihad, es decir, llamaba a todos los musulmanes a hacer la guerra santa y someter a los pueblos de su alrededor como ofrenda a su dios Alá. Esto encajó perfectamente con el carácter belicoso de las tribus árabes que de esta manera vieron justificadas sus habituales ofensivas contra las tierras vecinas.
Tras el fallecimiento del profeta Mahoma, fueron los califas quienes completaron la unificación de Arabia y quienes se lanzaron a extender el Islam mediante la Yihad llegando subyugar a todos los pueblos de Oriente Próximo y de gran parte de las costas meridional y oriental del Mediterráneo. Etimológicamente, califa significa «sucesor», y los que recibieron ese título fueron los jefes políticos y religiosos de toda la Umma: la comunidad de musulmanes.
LA FASE DE LOS CALIFAS PERFECTOS (632 – 661)
Los cuatro primeros califas fueron elegidos entre miembros de la familia de Mahoma, y son conocidos como los califas perfectos. Durante estos casi treinta años, los musulmanes conquistaron tierras del Imperio Bizantino tales como Palestina, Siria o Egipto, y se anexionaron todo el Imperio Persa. Estos dos imperios eran los más poderosos en aquel entonces, pero a mediados del siglo VII estaban exhaustos y cansados de luchar el uno con el otro, y sus habitantes colaboraron en muchas ocasiones con los invasores musulmanes. Esto fue posible gracias al respeto con el que los musulmanes trataban a los judíos y a los cristianos (las «gentes del libro»), a los que no obligaban a convertirse al Islam, aunque sí a pagar un impuesto especial.
LA FASE DE LOS CALIFAS OMEYAS (661 – 750)
Después de las luchas entre los principales clanes, la familia de los Omeyas se hizo con el poder. Los líderes de este linaje se centraron en Siria y establecieron la capital del califato en Damasco. Fueron los Omeyas quienes hicieron que el título de califa fuese hereditario.
Cuando subieron al poder, se propusieron organizar las conquistas de los anteriores califas y forjar un imperio. Para llevar a cabo este objetivo, adoptaron cuantiosas características de la administración Bizantina, crearon una serie de provincias llamadas emiratos que eran gobernadas por un emir, e instituyeron bastantes cargos administrativos como los cadíes, que tenían el poder judicial.
Asimismo, reanudaron las conquistas y prosiguieron la expansión por norte de África y por el Este hasta llegar al río Indo y a la frontera con China. En el 710 entraron por primera vez en la península Ibérica interviniendo en una guerra de sucesión entre el hijo del difunto rey Witiza llamado Agila, y su opositor, el conde de la Bética don Rodrigo. Un año más tarde volvieron para derrotar a los visigodos de ambos bandos, y en menos de ocho años conquistaron toda la península y cruzaron los Pirineos. Sin embargo, en el 732 el avance musulmán por Europa fue detenido por los francos liderados por Carlos Martiel en la batalla de Poitiers. Además de este fracaso, los musulmanes fueron derrotados por los bizantinos al intentar conquistar Constantinopla en el 718 y por los chinos en el 751 en la batalla del río Talas. Estas sonadas derrotas marcaron el final de la expansión del Islam durante la Edad Media, pues más adelante en el siglo XVI cuando en el Imperio Español no se ponía nunca el sol, los musulmanes -aunque políticamente eran turcos- lanzaron ofensivas desde el Mediterráneo y desde Asia Menor para intentar llegar a Austria, el corazón de Europa, pero eso ya excede los límites de este primer capítulo.
LA FASE DE LOS CALIFAS ABASÍES (750 – 1258)
Los Omeyas fueron sustituidos por los califas Abasíes que establecieron la capital en Bagdad. En estos cinco siglos de dinastía Abasí, el poder del califa disminuyó notablemente, ya que estos nombraron a primeros ministros o visires, que como luego en el siglo XVII sucedió en la España de los Austrias Menores con los validos, acapararon prácticamente todo el poder político.
En cuanto a la sociedad, los principales cargos de la administración del gobierno dejaron de ser ejercidos exclusivamente por políticos procedentes de Arabia, como venía sucediendo desde los primeros tiempos del imperio, los califas abrieron las puertas de la política a todos los musulmanes. También se produjo una plena integración al Islam de los nuevos conversos, sin embargo al mismo tiempo se endureció el trato con los judíos y cristianos que permanecieron fieles a sus creencias y que no se convirtieron al Islam.
Esta época es la de mayor unidad cultural del mundo musulmán, el siglo IX fue el siglo de oro para la cultura islámica. Sin embargo, esta prosperidad cultural y económica coincidió con el estancamiento de las conquistas y la fragmentación del Imperio, ya que algunos territorios se independizaron del califato de Bagdad como sucedió con Al-Andalus y Egipto. De este modo, desde el siglo X el Imperio de los califas Abasíes entró en decadencia hasta que en 1258 los pueblos provenientes de Mongolia conquistaron la capital del califato.
En la civilización musulmana hubo un gran equilibrio entre el comercio, la artesanía, la agricultura y la ganadería. Sin embargo las ciudades eran el centro de la vida islámica, que era una civilización urbana donde las principales ciudades eran el centro de un importante comercio a través de las grandes rutas comerciales: La ruta de la seda es la ruta que comunicaba Oriente Lejano con todo el Mediterráneo. La ruta del Mar Rojo comunicaba el Mediterráneo con el mar Índico. La ruta del Nilo comunicaba el Mediterráneo con el África Negra. En cuanto a la agricultura, los musulmanes difundieron por el Mediterráneo y occidente el regadío con acequias y norias, y nuevos cultivos como el arroz, algodón, la caña de azúcar o algunos árboles frutales. El papel cultural desempeñado por el Islam fue decisivo en varios sentidos, como intermediario cultural de las civilizaciones que lo rodeaban y como transmisor del conocimiento filosófico y científico de la antigüedad a la Europa medieval.
LOS CINCO PILARES DEL ISLAM
Al principio Mahoma no quería fundar una nueva religión sino liberar a los árabes del politeísmo y de las supersticiones anunciando la existencia de un único dios y para ello mezcló principios y verdades del cristianismo y del judaísmo. Por eso el Islam era tan sencillo y se podía resumir en cinco normas conocidas como los Cinco Pilares del Islam. Para formar parte de su comunidad religiosa, el musulmán debía cumplir estos mandamientos, sencillos de entender, aunque no siempre fáciles de llevar a la práctica. Su cumplimiento era válido si se manifestaba la intención, que debía expresarse claramente con palabras o pensamientos:
– La profesión de Fe o “xahada“, que se resume en el credo musulmán: «No hay más dios que Alá y Mahoma es su profeta». La práctica de la xahada requería un estado de purificación, al cual se llegaba a través de dos abluciones. Además, la pureza que pedía el Islam, exigía una abstención de lo impuro como la carne de cerdo, la sangre, el alcohol y los juegos de azar.
– La oración o “As-Salah” ocupaba el segundo lugar dentro de las normas del Islam. Todo musulmán mayor de edad y en plenas capacidades físicas y mentales debía orar cinco veces al día en dirección a la Meca.
– El ayuno o “sawm” era obligatorio durante el mes de Ramadán.
– Dar limosna a los pobres a través de un impuesto llamado azaque o “zakah“.
– La última norma que tenían los musulmanes era la peregrinación a la Meca o “hajj”.
Las revelaciones que Alá hizo a Mahoma fueron recogidas en el Corán. La principal diferencia entre el Islam y el cristianismo es que no reconocen a Cristo como hijo de Dios, y por lo tanto la relación que tiene cada musulmán con Alá es de temor y obediencia, mientras que la de un cristiano se basa en el amor y la confianza.
4. — El Imperio de Carlomagno
LA FORMACIÓN DEL IMPERIO CAROLINGIO
En occidente la idea de restauración del Imperio Romano surgió de las ambiciones expansionistas de uno de los reinos bárbaros, el de los francos, el más importante de los que formaron los germanos en las tierras del antiguo Imperio de Occidente. En el 507 el rey Clodoveo expulsó de las Galias a los Visigodos, que tuvieron que establecerse en Hispania. Este rey se había convertido al catolicismo, y sus descendientes, de la dinastía merovingia pudieron gobernar sobre un reino unificado en el que había una importante población galo-romana. El reino de los Francos, abarcaba Francia, Bélgica, los Países Bajos, Suiza y parte de Alemania. En el año 754, el rey Pipino el Breve, hijo de Carlos Martel, quien había contenido el avance musulmán en Poitiers en el 732, refundó el reino merovingio. Pipino ayudó al Papa a resistir contra los lombardos, y éste a cambio le coronó rey de los Francos dando inicio a la dinastía de los Carolingios. El hijo de Pipino, Carlomagno (Carolus Magnus en latín), consolidó y amplió el reino sometiendo a pueblos como los frisones, los sajones, los lombardos, los ávaros y los musulmanes. A esta campaña hay que dedicarle un par de líneas, o quizás también unos versos como hizo algún monje francés del siglo XI escribiendo la Canción de Roldán, pero bueno, eso ya lo dejaré para otra ocasión. El caso es que Carlomagno, con la intención de someter y derrotar a los musulmanes de Hispania, cruzó los Pirineos en la primavera del 778, tomó la ciudad de Pamplona y sitió Zaragoza. El asedio fue muy duro, más de lo esperado, y Carlomagno decidió retirarse a Francia. Es entonces, en Roncesvalles, cuando algunas tribus de navarros y vascones se vengaron por haber conquistado Pamplona
Después de estas campañas, y por el apoyo que dio al Papa y a la Iglesia, Carlomagno fue coronado emperador por León III en la ceremonia de Navidad del año 800. El objetivo de la coronación de Carlomagno como emperador del Sacro Imperio Romano era restaurar la unidad política del Imperio Romano de Occidente, pero en esta ocasión con un sentido cristiano. Siguiendo la lógica y mentalidad unitarias del hombre medieval europeo, para el cual sólo existía un Dios y un pueblo unido, era natural que hubiese un único emperador para servir a un único Dios y a un único pueblo. El emperador tenía la misión de defender la Cristiandad y de extender la fe. Con la coronación de un rey germánico se simbolizó la unión de la civilización bárbara y la romana, el nacimiento de la Cristiandad medieval.
LA DIVISIÓN DEL IMPERIO
Después de la muerte de Carlomagno en 814, su hijo Luis el Piadoso desarrolló un gobierno muy diferente al de su padre, ya que fue un monarca débil. Con él, la autoridad del emperador fue algo simbólico, el poder menguó y esta decadencia se hizo más evidente durante el gobierno de sus tres hijos, que estuvo marcado por los continuos conflicto entre ellos y por las nuevas invasiones: Sicilia fue conquistada por los piratas sarracenos, los pueblos eslavos del Este hicieron algunas incursiones dentro del Imperio y conquistaron algunas de sus tierras, y por el norte comenzaron los ataques de los vikingos.
Todos estos peligros influyeron en la población que buscó la protección de los señores feudales en los castillos y aldeas. Luis el Piadoso repartió su Imperio entre sus tres hijos, Carlos, Luis y Lotario. Éste último recibió el título de emperador, y sus hermanos se unieron contra él y le vencieron obligándole a firmar el Tratado de Verdún en el 843. Esto significó la división del Imperio Carolingio porque se le quitaron todos los privilegios al emperador y además este tratado creó la base de lo que después serían Alemania, reino de Luis; y Francia, de Carlos.
GOBIERNO Y SOCIEDAD EN EL IMPERIO
Carlomagno ejerció el bannum, el derecho a reinar y comandar concentrando y encarnando todo el poder del Imperio. En él residían todos los poderes, militares, legislativos, judiciales, ejecutivos, etc. También tenía el deber de defender a la Iglesia y a los desfavorecidos de su reino. El emperador estaba rodeado de un sinfín de consejeros como el conde de palacio, que gobernaba en su ausencia; el mariscal o jefe del ejército; el chambelán o el archicapellán.
Durante su reinado se pincelaron algunas de las ideas en las que posteriormente se basaron las monarquías autoritarias (ss XV-XVII) y el absolutismo (s XVIII). Se configuró un nuevo concepto de Estado basado en el carácter y origen divino del poder del emperador, postulado que en la práctica se traducía en un poder central y absoluto sometido al control de los súbditos. Carlomagno estableció un gobierno fuerte y sólido, pero tras su muerte el poder pasó a manos de los marqueses, duques, condes y nobles aristócratas.
Sin embargo, hay que situar y enmarcar la política pre-absolutista o autoritaria de Carlomagno dentro de la Alta Edad Media, dentro del feudalismo, por lo que la nobleza y las clases privilegiadas contaban con un gran poder militar y administrativo. El Imperio estaba dividido en numerosos condados y ducados, gobernados por condes y duques, grandes señores feudales que ejercían prácticamente todo el poder militar, judicial y ejecutivo dentro de dichos latifundios que el emperador les había otorgado. Además, se crearon varias marcas en las zonas fronterizas donde existía mayor peligro, una especie de condados gobernados por marqueses muy bien fortificados y preparados militarmente para contener los ataques enemigos.
Con el objeto de controlar el gobierno de los condes, marqueses y duques, Carlomagno creó a los Missi Dominici, unos mensajeros que eran enviados anualmente y sin avisar a los palacios y castillos de dichos poderosos señores feudales para supervisar y comprobar que no estaban siendo injustos ni despóticos con el pueblo.
En cuanto a la justicia, se mantuvo el Derecho Romano, aunque éste fue mezclado y completado con algunas leyes y costumbres del Derecho Germánico. Existían encargados de impartir justicia como los antiguos pretores del Imperio Romano, pero en última instancia era el emperador quien ejercía la justicia.
Como ya hemos dicho, la sociedad estaba fundamentada en los principios del feudalismo, sistema social, político y económico que estudiaremos en el próximo tema. Como idea básica, la sociedad era una sociedad estamental en donde las clases privilegiadas eran la nobleza y el clero, que eran los que poseían extensiones de tierra, y en donde los no privilegiados eran los campesinos, que constituían un noventa por ciento de la población, y los pocos artesanos que había. En último lugar se encontraban los esclavos, que aunque siguieron existiendo, eran muchos menos gracias a los valores éticos y morales basados en la igualdad de todas las personas por el mero hecho de ser hijos de Dios introducidos en la mentalidad medieval por el Cristianismo.
Por último, aunque de nuevo, ya lo veremos con mayor profundidad, la economía estaba cimentada en las actividades agrícolas de los campesinos que trabajaban las tierras de los señores feudales.
EL RENACIMIENTO DE CARLOMAGNO
El reinado de Carlomagno favoreció un resurgimiento de la cultura grecorromana gracias a la paz y seguridad que él había garantizado y gracias al liderazgo de la Iglesia. Es lo que se conoce como el Renacimiento de Carlomagno (no confundir con el Renacimiento del siglo XV). Carlomagno lo impulsó con el objetivo de extender la cultura cristiana, pues él entendía que el Cristianismo ayudaba al desarrollo humano y espiritual. Se llevaron una serie de reformas educativas en la Escuela Palatina de Aquisgrán (a la que principalmente asistían los hijos de los nobles) a donde llevó a los hombres más sabios del Imperio como Alwino de York, quién estableció un nuevo sistema de enseñanza dividido en dos niveles:
– Enseñanza elemental. Este tipo de enseñanza se practicaba en las escuelas parroquiales y consistía en saber leer, escribir, sumar y restar. Carlomagno implantó algunas leyes para mejorar su funcionamiento tales como que el profesor tenía que enseñar en el idioma del alumno y no en latín, por lo que la gente comenzó a valorar su lengua local y popular, y se empezaron a escribir obras literarias en las lenguas romances.
– Enseñanza superior. Es la que se impartía en las escuelas de los monasterios, de las catedrales, y en el Palacio de Aquisgrán. Alwino de York basó el sistema educativo de esta segunda etapa en la enseñanza clásica de los romanos y los griegos, que contaban con dos ramas. Por un lado estaba el Trivium, que contenía las asignaturas de gramática, retórica, y dialéctica; y por otro lado el Quadrivium que tenía aritmética, astronomía, música y geometría.
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