jueves, 15 de diciembre de 2016

Dinastías por países - Alemania


Dinastía Hohenstaufen


Los Hohenstaufen o Staufen, también conocidos como gibelinos, fueron una dinastía de emperadores del Sacro Imperio Romano Germánico, monarcas de Alemania y de Sicilia, originaria de la región de Suabia.
Su nombre lo adoptaron de un castillo situado entre Göppingen y Schwäbisch Gmünd (Suabia). El primer representante de este linaje que tiene comprobada su existencia es Federico de Büren. Su hijo Federico I, primer duque de Suabia, se casó con la única hija de Enrique IV en 1079, recibiendo el ducado de Suabia, que de esta forma era incorporado a los dominios de esta familia. En 1125 heredaron las posesiones de la Dinastía salia al producirse su extinción. Los Hohenstaufen intentaron obtener la corona germánica y desde entonces mantuvieron una rivalidad constante con los Güelfos. Alcanzaron sus aspiraciones cuando algunos de sus miembros se convirtieron en emperadores del Sacro Imperio Romano Germánico y reyes de Alemania (entre 1138 y 1254). Enrique VI se hizo dueño de Sicilia, hecho que generó un enfrentamiento entre los Hohenstaufen y el papado. En 1268 murió decapitado el último de sus representantes, Conradino.

Casa de Hohenstaufen
Armoiries Famille Hohenstaufen.svg
Gobernante enSacro Imperio Romano GermánicoReino de AlemaniaReino de SiciliaDucado de Suabia
Títulos
FundadorFederico I de Suabia
Último gobernanteConrado IV de Suabia
Fundación1079
Disolución1268
EtnicidadAlemana (Suaba)

Miembros de la dinastía de los Hohenstaufen

Emperadores del Sacro Imperio Romano Germánico y Reyes de Alemania

Reyes de Sicilia

Postal sobre Hohenstaufen de 1905.

Duques de Suabia

Emperatrices Romanas



  • Conrado III
    • Índice
      • Biografía
      • Emperador Sacro Imperio, 1138-1152
      • Rey de Alemania, 1138
      • Dinastía Staufen

Biografía

Primer emperador alemán de la Casa Hohenstaufen. n. en 1093 y m. en Bamberg en 15-II-1152; era hijo del duque Federico de Suabia y de Inés, hija de Enrique IV; recibió del emperador Enrique V el ducado de Franconia.
Cuando después de la elección de Lotario III de Sajonia, como emperador de Alemania, celebrada en Maguncia (1125), fue desterrado su hermano Federico (1126), se rebeló junto con él, tomó el título de emperador, y, en 1128, se ciñó, en Milán, la corona lombarda, pero, excomulgado por el papa y no logrando apoderarse de Roma, perdió rápidamente su prestigio y a duras penas pudo aún sostenerse algún tiempo en Parma.
De regreso a Alemania, se reconcilió (1135), por mediación de san Bernardo, con Lotario, a quien acompañó en su segundo viaje a Roma (1136). Después de la muerte de aquél fue elegido rey de Alemania en Coblenza, en 7-III-1138; su elección fue debida a los votos de reducido número de príncipes, pero después de coronado en 13-III, en Aquisgrán, por el legado pontificio y los arzobispos de Colonia y Tréveris, fue reconocido en la dieta de Bamberg por la mayoría de los príncipes y la Franconia, la Lorena y la Suabia.
El güelfo Enrique —hijo político de Lotario— le entregó las insignias reales; pero en la dieta de Augsburgo, declaró que consideraba inadmisible la posesión de dos ducados, Sajonia y Baviera, por un mismo príncipe; negándose Enrique a renunciar voluntariamente al ducado de Sajonia, lo desterró. De este modo se inició la lucha fatal entre los güelfos (los Welfen, pronunciado Güelfen, y de ahí la palabra güelfo) y los gibelinos (señores del castillo de Waiblingen), agravada por la doble elección de los papas Anacleto e Inocencio.

Los güelfos y los gibelinos

Las hostilidades comenzaron en Sajonia, cuyo país fue conquistado en gran parte por el ascanio Alberto el Oso, a quien Conrado había confiado la Sajonia en feudo. En mayo de 1139, el duque Enrique fue también desposeído de Baviera, cuyo feudo otorgó al margrave Leopoldo de Austria, su hermanastro, quien avanzó victoriosamente hasta el río Lech.
Enrique, sin embargo, encontró adeptos en Sajonia, obligando a Alberto a emprender la fuga, pero murió en octubre de 1139, dejando un hijo de diez años de edad, Enrique, llamado más tarde el León.
A fin de sostener los derechos del joven príncipe, su sobrino, Welf, hermano de Enrique el Altivo, invadió Baviera, pero durante el mismo invierno de 1140, Conrado fue a su encuentro y le venció el 21-XII, cerca de la pequeña ciudad de Weinsberg (Suabia), rindiéndose esta población. En la dieta de Fráncfort (3-V-1142) se reconciliaron ambos partidos; Enrique el León volvió a adquirir la Sajonia, pero renunció al ducado de Baviera.
Conrado III emprendió luego una campaña en Bohemia, donde impuso como duque a su cuñado Ladislao II; en cambio, resultó infructuosa la expedición dirigida contra Polonia (1146), en favor del mismo Ladislao, que había sido destronado.
En 27-XII-1146, Conrado, después de muchas vacilaciones y cediendo a las instancias de san Bernardo de Claraval, se decidió a tomar parte en la segunda cruzada; hizo elegir sucesor suyo a su hijo Enrique, menor de edad, encargó a Enrique, arzobispo de Maguncia, la regencia del reino, y, en mayo de 1147, salió con unos 70.000 caballeros y jinetes armados para Constantinopla: siguiendo el curso del Danubio, atravesó el Bósforo y entró en el Asia Menor, en cuyas llanuras quedó diezmado su ejército por el hambre y por los turcos, perdiendo gran parte de su gente.
Regresó por tal motivo a Constantinopla; se embarcó para Palestina, adonde llegó en abril de 1148, y en julio del mismo año emprendió, junto con el rey Luis VII de Francia, la infructuosa campaña contra Damasco, volviéndose luego a Alemania.
Con los trabajos y fatigas sufridos durante aquella cruzada, menguaron en gran manera sus fuerzas y alientos. Encomendó a su hijo Enrique la guerra contra el conde Welf, quien, en 8-II-1150, sufrió una derrota decisiva, cerca de Flochberg, si bien más tarde se reconcilió con su antiguo adversario, en tanto que Enrique el León se alzaba en rebeldía.
Desde la muerte repentina de su hijo Enrique sus achaque fueron en aumento y falleció poco después de este, habiendo antes designado como sucesor suyo, a su sobrino Federico III, duque de Suabia, por ser todavía un niño de corta edad su segundo hijo Federico; con este nombramiento, aseguró un porvenir brillante a su Casa. Había contraído matrimonio con Gertrudis, hija del conde Berenguer de Sulzbach.R.B.: VARIOS AUTORES, Enciclopedia Universal Ilustrada Europeo-Americana, Ed. Espasa-Calpe, 1991, tomo 14 págs. 1350-1351.
  • Federico I
    • Índice
      • Biografía
      • Emperador Sacro Imperio, 1155-1190
      • Rey de Alemania, 1152-1190
      • Dinastía Staufen

Biografía

La elección de 4-III-1152 dio la corona real de Alemania a Federico Staufen, sobrino de Conrado III y heredero designado por su tío antes de su muerte. Federico, hijo de Federico II de Suabia y de Judit de Baviera, nacido en 1125 ó 1126, era entonces un hombre en plena juventud, robusto e inteligente, de gran bravura y energía, celoso del sentimiento de justicia, pero intolerante contra toda oposición.
Su ascensión al poder iba a significar no solo un alto en la lucha entre güelfos y gibelinos, pues él era gibelino por su familia paterna y güelfo por parte de su madre, sino el fin de la anarquía política que había debilitado Alemania desde la muerte de Enrique III en 1056.
Fue Federico, en efecto, quien echó los fundamentos del Estado nacional germánico, quien restableció la autoridad real sobre los grandes señores feudales, y, en fin, quien intentó dar nuevo vuelo a la idea imperial. Realmente, Federico es el prototipo más completo de emperador medieval, en un momento en que las esencias de la Edad Media empiezan a desintegrarse al soplo de las nuevas corrientes sociales, económicas y culturales que ya producían en Italia el despertar de los municipios.
Federico I Barbarroja
Federico I Barbarroja
Desde los primeros años de su gobierno, Alemania ha de reconocer que ha hallado a su dueño. Los grandes señores son sometidos a la voluntad real y la corona recobra las tierras y los derechos usurpados por sus vasallos. Por otra parte, pese a las estipulaciones del concordato de Worms de 1122, Federico restablece la política de los Otones, interviene en las elecciones de los cargos eclesiásticos y rehúsa la investidura de lo temporal a quienes le desplacen.
Una vez asegurada la monarquía en Alemania, inicia su política italiana, la cual tiene por objeto atajar los progresos de las libertades municipales. En otoño de 1154 franquea los Alpes y recuerda en Roncaglia sus derechos superiores. Pero para llegar a Roma se ha de abrir camino a viva fuerza en Rosate, Chieri, Asti y Tortona. Pavía le abre sus puertas en abril de 1155.
En cambio, Roma le cierra las suyas. Federico expugna la ciudad y se hace coronar emperador por Adriano IV (17-VI-1155). Pero solo un día más tarde ha de abandonar la Ciudad Eterna. Su sueño se ha disipado. Y en el camino de regreso se halla, más de una vez, en trance de caer en manos de sus enemigos...
Pero la voluntad de Federico se agiganta ante los contratiempos. En octubre de 1157, en el curso de una asamblea celebrada en Besanzón, en sus estados de Borgoña, rompe con el Papado a propósito del arresto del arzobispo Lind y, luego, reclama la sumisión a su poder de las ciudades lombardas. Como estas no responden a su requerimiento, el ejército imperial ataca Milán. La orgullosa república se rinde el 17-IX-1158.
Pocos días después, en noviembre, Federico renovaba en la dieta de Roncaglia la fórmula del Bajo Imperio romano: Lo que place al príncipe tiene valor de ley. La restauración de la autoridad imperial fue acompañada de una serie de decretos draconianos para hacerla efectiva; la recuperación por el emperador de todos los patrimonios y derechos judiciales y de regalía.
Solo el Papado resistió este alud que, en último extremo, implicaba su sumisión al Imperio alemán. En 1159, a la muerte de Adriano IV, los cardenales eligieron a Alejandro III, hostil a la política de Federico Barbarroja. Este apoyó la elección de un antipapa, Víctor IV, al objeto de debilitar las fuerzas de la Iglesia.
Se inició así una nueva lucha entre el Papado y el Imperio, en que intervinieron las ciudades del norte de Italia. Pese al modo brutal con que fue sofocada la sublevación de 1160 (arrasamiento de Crema y Milán), los municipios lombardos se agruparon en una liga (desde 1164), que fructificó bajo los auspicios de Alejandro III, restablecido en Roma (1165).
Este movimiento cristalizó en diciembre de 1167 en la famosa Liga Lombarda, después del fracaso de la expedición que emprendió Federico a Roma en el verano del mismo año. Poco a poco el emperador fue perdiendo los apoyos que tenía en Italia, e incluso en Alemania hubo algún vasallo, como el duque de Sajonia Enrique el León, que le negó su ayuda para actuar en la Península.
Cuando Federico se creyó preparado para reducir a los rebeldes, no pudo tomar Alejandría, la orgullosa fortaleza federal de los lombardos (13-IV-1175), y, en cambio, fue derrotado en Legnano (29-V-1176).
Esta batalla fue decisiva. Federico tuvo que reconocer a Alejandro III (entrevista de Venecia de 24-VI-1177) y otorgar a los municipios italianos varias de las libertades que defendían. Sin embargo, la política del Staufen no terminó en tamaño descalabro. Habiendo sujetado a Enrique el León, y aprovechando las rencillas que estallaron en las ciudades lombardas, logró restaurar la autoridad imperial en Italia, primero por la paz de Constanza de 1183 y luego por el enlace de su hijo Enrique con Constanza, heredera del reino de Sicilia.
Partícipe de la Tercera Cruzada, que se constituyó para rescatar Jerusalén del poder de Saladino (1187), Federico Barbarroja murió ahogado en las aguas del río Salef (Ciliciia) el 10-VI-1190, dejando a la historia de todos los tiempos el recuerdo de su figura de grandeza legendaria.R.B.: VICENS VIVES, Jaime, Mil Figuras de la Historia, Ed. Instituto Gallach, 1944, Tomo I, págs. 122-123.
  • Enrique VI
    • Índice
      • Biografía
      • Emperador Sacro Imperio, 1190-1197
      • Rey de Alemania, 1169
      • Dinastía Staufen

Biografía

Emperador Sacro Imperio, hijo de Federico I Barbarroja y de Beatriz de Borgoña. La historia le llamó después el Severo o el Cruel, n. en Nimega a mediados de 1165 y m. en Mesina (Italia) en 28-IX-1197. Su padre, después de hacerle reconocer por su sucesor en la dieta de Bamberga (1169), le hizo proclamar rey en Aquisgrán.
Rompió las primeras lanzas en Italia, acompañando a Federico (1178), y calzó las espuelas de caballero en la famosa dieta de Maguncia (1184). Desde aquel momento tuvo cierta intervención en los negocios de Estado, acreditándose como hábil político. Representó dignamente a su padre en Alemania, durante las ausencias de este, y coronado rey de Italia, cumplió debidamente en este reino.
En aquel intervalo había contraído matrimonio con Constanza, hija de Rogerio I de Sicilia, tía y heredera de Guillermo II el Bueno, que no tenía hijos. Constanza tenía diez años más que su prometido, y el Papa que no consideraba aquella unión oportuna, se opuso vivamente, alegando la diferencia de edades.
Gualterio, arzobispo de Palermo, pudo convencer a Guillermo II de la conveniencia de aquel enlace y los esponsales se pactaron en Augsburgo en 1184. El rey de Sicilia hizo reconocer como herederos suyos a Enrique y a Constanza, y el matrimonio se celebró con gran pompa en Milán.

Gobierno en Alemania

En 1189 Federico I Barbarroja se puso al frente de la tercera cruzada, dejando el gobierno a Enrique. Durante su regencia, —el güelfo— Enrique el León, olvidando sus juramentos, entró en Alemania, para conquistar el ducado de Sajonia. En esto llegaron las nuevas de la muerte de Federico Barbarroja.
Enrique el Severo marchó al encuentro de Enrique el León; fracasó en el sitio a Brunswick, pero la victoria obtenida por Adolfo de Dassel a orillas del Trave, desconcertó a los partidarios de el León; este entró en negociaciones (1190), dejó sus dos hijos en rehenes, prometiendo arrasar la plaza de Lauemburgo y desmantelar la Brunswick.
Enrique VI aceptó todo esto contra su voluntad; a la muerte de su padre se añadía la derrota de sus partidarios en Sicilia. Se vio obligado a transigir. El reino de Sicilia había quedado vacante por muerte de Guillermo II; pero los varones normandos, sin tener en cuenta lo jurado a Guillermo, eligieron a Tancredo, hijo natural de Rogerio de Pulla (hermano de Constanza) y de la condesa de Lecce. Clemente III reconoció a Tancredo; lo propio hizo el emperador griego, que ofreció la mano de su hija Irene a Rogerio, hijo del nuevo rey.
El principal partidario de Enrique VI, Rogerio de Audria, cayó por traición en manos del enemigo y pereció en el tormento. Después de dejar en orden los asuntos de Alemania, Enrique acudió a Italia; consiguió el apoyo de las ciudades lombardas y de las flotas de Génova y Pisa.
Llegado a Roma, fue coronado por el nuevo pontífice Celestino III, y se dirigió inmediatamente sobre Nápoles, bajo cuyos muros acampó en mayo de 1191. Después de un sitio de cuatro meses, sus tropas, diezmadas por las enfermedades, tuvieron que batirse en retirada.
La emperatriz Constanza cayó en poder de los burgueses de Salerno y fue conducida a Palermo. Tancredo, a instancias del Papa, la dejó en libertad. La posición del emperador, enfermo a mayor abundamiento, era asaz crítica. Enrique de Brunswick, primogénito de el León, pudo escapar en Nápoles, refugiándose en Alemania.
El aliado de los güelfos, Ricardo Corazón de León, cuñado de Enrique el León y de Guillermo II de Sicilia, apoyaba a los enemigos de los Hohenstaufen en Alemania y en Italia. Para contrarrestar esta oposición, Enrique pactó una alianza con Felipe Augusto, rey de Francia. Llegó el emperador oportunamente a Alemania para recoger la vasta herencia de su tío, Güelfo VI: la cedió a su hermano Conrado, que tuvo además la Suabia, vacante por muerte de su hermano Federico.
Enrique el León no había cumplido ninguna de las estipulaciones del tratado de Fulda, aun cuando contenido por sus enemigos de Sajonia, no tardó en agrupar un gran número de descontentos, que contando con la ayuda del Papa, soñaban en la creación de otra dinastía.
El asesinato del obispo de Lieja, designado por el Papa contra el candidato imperial, sublevó a la Baja Lorena; paulatinamente, la insurrección se enseñoreó en toda Alemania; los arzobispos de Maguncia y de Colonia, el rey de Dinamarca, los duques de Bohemia, de Austria de Meran y el margrave de Misnia apoyaban y dirigían aquel movimiento.
Enrique se condujo entonces con gran decisión y energía. Aquietó la región del Mosa con amplias concesiones, la Baviera por la fuerza; Ricardo Corazón de León cayó por casualidad en manos del duque de Austria, y este lo entregó al emperador. Su cautividad desbarató los planes de la coalición y la liga se disolvió.
Enrique tuvo prisionero a Ricardo unos trece meses, obligándole, no solamente a reconocerse su vasallo y a pagarle un crecido rescate, sino a dar suficiente garantía contra un futuro ataque de los güelfos hacia los Hohenstaufen. Enrique de Brunswick se reconcilió con el emperador y contrajo matrimonio con Inés, hija del conde Palatino Conrado.

Gobierno en Italia

Los asuntos de Alemania había tomado un giro satisfactorio, y Enrique aprovechó la calma para proseguir la guerra contra Italia. Tancredo había muerto, poco después de perder a su hijo mayor, dejando un segundo, Guillermo, de solo tres años; su madre, pobre señora envuelta en aquel torbellino de discordias, no pudo oponer gran resistencia; el saqueo de Salerno, la rota de Catania y los excesos de Siracusa dieron al traste con su ya escasa energía.
Palermo abrió sus puertas y entregó al emperador sus tesoros acumulados por la dinastía normanda. Sibila, presa de pánico, se refugió con su hijo en el castillo de Callatabellota. Enrique VI le hizo honrosas proposiciones para convencerla, entre otras, la de cederle el condado de Lecce y el principado de Tarento; deseosa de vivir en paz con su hijo, cayó en las redes tendidas por aquel hombre, indigno de ceñir la corona del Imperio, según demostró más tarde.
Se hizo coronar en Palermo; casó a su hermano con Irene, viuda de Rogerio, hijo de Tancredo. Su triunfo fue señalado con crueldades inauditas.
So color de una conspiración, emprendió el exterminio de todos los partidarios de la dinastía vencida; nada se respetó; nobles y prelados fueron al suplicio; las ejecuciones no tenían soluciones de continuidad y se sucedían con la mayor barbarie; las víctimas eran cegadas, empaladas, enterradas en vida, aserradas, quemadas...
Sibila, con sus hijas, fue recluida en un castillo de Alsacia. Guillermo, el pobre niño, fue condenado a perpetua ceguera y, además, castrado. Los cadáveres de Tancredo y Rogerio fueron arrancados al sepulcro y echados al río.
Así pagó Enrique la generosidad de Tancredo para con la emperatriz Constanza. Sus enemigos, aterrados, no levantaron ya cabeza. Enrique aprovechó sagazmente la rivalidad entre Génova y Pisa para no cumplir las promesas hechas a ambas repúblicas en un momento de apuro. Para colmo de dicha el cielo le concedió un hijo.
Llegado así a la cumbre del poder, Enrique concibió las más bellas esperanzas. Quería transformar el Sacro Imperio Romano en una monarquía hereditaria, como las de Francia e Inglaterra, restablecer la unidad del Imperio por la conquista de Constantinopla.
Hizo la primera proposición en la dieta de Wurzburgo (1196), después de haberse asegurado el asentimiento de varios príncipes; pero la oposición de la corte pontificia y de la alemana de Norte, Sajonia y Bajo Rhin, hizo fracasar el proyecto.
Se contentó con hacer elegir rey a su hijo, y después repasó los Alpes al frente de un ejército, para preparar la expedición contra el Imperio griego. Los conatos de insurrección de la Pulla y de la Sicilia fueron reprimidos con ferocidad. Una escuadra ocupó la Cerdeña asegurando el libre tránsito del Adriático.
Los jefes de la aristocracia alemana afluían en la Italia meridional para tomar parte en la cruzada; el rey de Chipre se declaró vasallo del emperador, Bohemundo de Antioquía; los príncipes armenios de Cilicia siguieron su ejemplo, e Isaac el Ángel, ciego y encarcelado, padre de Irene, llamó en su auxilio al emperador de Occidente. El oro arrebatado a Sicilia serviría para pagar los gastos de la expedición.
Esta estaba a punto de partir, pero ocurrió la súbita muerte del emperador y todo quedó paralizado. Se le dio sepultura en Palermo. Así terminó, a los treinta y dos años de edad, uno de los soberanos más crueles que han gobernado pueblos.
Dice una crónica contemporánea que Enrique VI era de estatura regular y de débil constitución; muy aficionado a la poesía, gran amante del lirismo de los minnessaenger (trovadores), compartía sus ratos de ocio entre la literatura y la caza Poco sensual y de gran intelectualidad, estaba devorado por la ambición; valiente como su padre, pero cobardemente astuto y sanguinario.R.B.: VARIOS AUTORES, Enciclopedia Universal Ilustrada Europeo-Americana, Ed. Espasa-Calpe, 1991, tomo 20 págs. 13-15.
  • Felipe de Suabia
    • Índice
      • Biografía
      • Emperador Sacro Imperio, 1198-1208
      • Obispo de Wurzburgo, 1191
      • Duque de Suabia, 1196
      • Dinastía Staufen

Biografía

Emperador Sacro Imperio, el menor de los hijos de Federico Barbarroja, n. en 1178 y asesinado en Bamberg el 21-VI-1208. Destinado a la Iglesia, fue nombrado en 1191 obispo de Wurzburgo, pero al morir su segundo hermano Federico, abandonó la carrera eclesiástica y recibió de su hermano mayor, el emperador Enrique VI, Toscana y las posesiones de la condesa Matilde; poco después murió Conrado, otro de sus hermanos, y le sucedió en el ducado de Suabia (1196).
Al año siguiente casó con la princesa griega Irene, hija del emperador Isacc Angelos, quien nombró a Felipe de Suabia heredero del trono. Cuando se dirigía a Sicilia a buscar a su sobrino Federico para hacerle coronar rey de romanos, recibió la nueva de la muerte del emperador Enrique VI, regresando a Alemania, donde contaba con muchas simpatías, ya que el único hermano que le quedaba, Otón, era odiado por su crueldad.
Felipe de Suabia, no obstante, deseaba hacer elegir emperador a su sobrino, Federico, niño de dos años, pero sus partidarios le hicieron ver que el juramento prestado a aquél no tenía ningún valor y aceptó la candidatura.
El 6-III-1198 fue elegido rey de romanos, retirándose Bertoldo de Zaehringen, uno de sus rivales, pero el arzobispo de Colonia, Adolfo de Berg, de acuerdo con el rey de Inglaterra, decidió apoyar a Otón de Brunswick, hijo de Enrique el León, que fue elegido en Colonia y coronado en Aquisgrán el 12-VII-1198, mientras que Felipe de Suabia recibía la corona en Maguncia de manos de los arzobispos de Tarento y de Tréveris (8-IX-1198).
En un principio se pronunciaron por él la Alemania del Sur, Sajonia, Branderburgo, Lusacia y Holstein. Poco más tarde intervino el papa Inocencio III, que se declaró por Otón (Marzo de 1201), secundándole otros príncipes, así como los reyes de Dinamarca y de Bohemia.
Sitiado en Erfurt por los ejércitos aliados, estuvo a punto de caer en poder de sus enemigos, pero no tardó en desquitarse, derrotando a los bohemios y atrayéndose al arzobispo de Colonia, y aunque su rival huyó, se apoderó de la ciudad (1206).
Entonces entabló negociaciones con el Papa, y cuando ya había llegado a un acuerdo con él, fue asesinado por Otón de Wittelsbach. Su viuda murió a consecuencia del disgusto el 28-VIII siguiente. Su hija Beatriz casó en 1212 con Otón IV.R.B.: VARIOS AUTORES, Enciclopedia Universal Ilustrada Europeo-Americana, Ed. Espasa-Calpe, 1991, tomo 23 págs. 586-587.
  • Otón IV
    • Índice
      • Biografía
      • Emperador Sacro Imperio, 1209-1218
      • Rey de Alemania, 1198
      • Dinastía Staufen

Biografía

Emperador romano de Alemania, tercer hijo de Enrique el León y de Matilde, hija del rey Enrique II de Inglaterra, n. en 1175 ó en 1182 y m. en Harzburgo el 19-V-1218. Se educó en la corte de su tío el rey de Inglaterra, que le amaba como un hijo, y a su lado desarrolló las cualidades más brillantes. Muy joven aún tomó parte en la guerra contra Felipe II Augusto de Francia, y su tío le dio en recompensa el condado de Poitou y el ducado de Aquitania, tratando, además, de asegurarle la corona de Escocia por medio de un matrimonio.
A la muerte del emperador Enrique VI, el partido güelfo le eligió para sucederle, mientras que un mes antes los gibelinos habían elegido a Felipe de Hohenstaufen, conservando cada uno una porción del Imperio. La muerte del rey de Inglaterra pareció asegurar la ventaja a Felipe, pero el Papa se inclinó por Otón IV y así lo declaró en 1201. No se conformó Felipe, y apoyado por otros soberanos declaró la guerra a Otón IV, que después de haberse defendido valerosamente se vio obligado, al fin, a refugiarse en su castillo de Brunswick (1206).
Cuando el Papa se disponía a reconocer a Felipe, este fue asesinado por Otón de Wittelsbach (21-VI-1208), y entonces Otón IV fue generalmente aceptado en Alemania, si bien se sometió a una nueva elección, que confirmó la anterior. La primera medida de Otón IV fue hacer desterrar al asesino de su rival y antecesor, tomando, además, bajo su tutela a su hija y comprometiéndose a casarse con ella cuando llegase a mayor de edad.
Pasó luego a Italia, donde se esforzó en reconciliar los partidos contrarios, y el 4-X-1209 fue coronado emperador por Inocencio III, pero poco después se indispuso con el Papa por querer conquistar el reino de Sicilia, donde gobernaba el joven Federico de Hohenstaufen, faltando así a la palabra que había dado al Pontífice.
Indignado este, excomulgó a Otón IV (10-II-1210), y esta fue la señal de una nueva guerra civil, siendo elegido emperador Federico II, hijo de Enrique VI. Apoyado el nuevo soberano por Francia, infligió a Otón IV una serie de derrotas, la última y definitiva en Bouvines, donde Otón IV hubo de huir.
Coronado Federico II en Aquisgrán (1215), su vencido rival se refugió en su castillo de Brunswick y aun llevó a cabo algunas incursiones contra el rey de Dinamarca y el arzobispo de Magdeburgo. Había casado en primeras nupcias con Beatriz, hija de Felipe de Hohenstaufen, y en segundas con María, hija del duque Enrique IV de Brabante.R.B.: VARIOS AUTORES, Enciclopedia Universal Ilustrada Europeo-Americana, Ed. Espasa-Calpe, 1991, tomo 40 págs. 1035-1036.
  • Federico II
    • Índice
      • Biografía
      • Emperador Sacro Imperio, 1220-1246
      • Rey de Alemania, 1211-1215
      • Dinastía Staufen

Biografía

Federico I no había logrado restablecer por completo la autoridad imperial en Italia. La generación que le sucedió había visto, por el contrario, erguirse la autoridad pontificia durante el papado de Inocencio III, rector de una Iglesia dominante en la esfera política y moral de los Estados de Occidente. Pero he aquí que el nieto de Barbarroja recogió su herencia e intentó por última vez, restaurar la potencia del Imperio en Italia y Alemania. Al servicio de esta política este Staufen puso todo lo que tenía: inteligencia, actividad, energía, atrevimiento, despreocupación e, incluso, cinismo.
Federico II Hohenstaufen.
Federico II Hohenstaufen
Pero la empresa era superior a sus propias fuerzas. Al fracasar en el empeño, se derrumbaba para siempre el poder del Sacro Imperio romano de la nación germánica, el cual, en su caída, había de arrastrar consigo al Papado. Así, con Federico II se clausura una etapa de la historia de la Humanidad; la propiamente medieval
Hijo de Enrique IV y de Constanza de Altavilla, Federico nació el 26-IX-1194 en Iesi, en la marca de Ancona. Su juventud fue realmente azarosa. A los tres años perdió a su padre y a los cuatro a su madre, de modo que el reino de Sicilia cayó en poder de una turba de nobles, legados y aventureros que se disputaron ávidamente el gobierno y las riquezas del Estado.
Solo después de varios años de lucha durísima, Inocencio III, a quien Constanza había confiado la tutela de su hijo, logró restablecer la autoridad de su pupilo y la de la Iglesia en la Italia meridional. En 1208, y por consejo del Papa, Federico se proclamó mayor de edad. Tenía entonces catorce años, pero su desarrollo físico y moral era muy precoz.
La fortuna le había de llevar muy pronto al reino de Alemania. Aunque Inocencio III repugnaba la fusión de los intereses del Imperio con los de Sicilia, norma cardinal de la política pontificia para evitar el atenazamiento de sus posesiones en Italia, tuvo que recurrir al joven Federico para oponer un rival a la persona del rey de Alemania Otón IV de Brunswick. Federico fue coronado en Maguncia el 9-XII-1212.
La derrota de Otón IV en Bouvines (1214) y la muerte de Inocencio III en 1216 hicieron de Federico II el mayor personaje del momento.
A los veintidós años, Federico iba a intentar el sueño de su abuelo. Desconfiado, astuto, realista, duro y sin ninguna clase de escrúpulos públicos o privados —vivió rodeado de un harén al estilo oriental—, curioso y erudito, fastuoso y elegante, fue un precursor del príncipe renacentista por estas condiciones y su ambición, energía y dotes de mando. Ante él tenía a Honorio IV y a los nobles alemanes. A todos burló con sus palabras y promesas logrando conservar la administración del reino siciliano y hacer elegir a su hijo Enrique como rey de romanos.
El 22-XI-1220 fue coronado solemnemente emperador por el papa de Roma.
Entonces empezó su política de sumisión y asimilación de Italia. Atrás, relegada, quedaba su promesa de organizar una cruzada contra el Islam. Después de reorganizar la administración de su reino, de sujetar toda clase de banderías y rivalidades en Nápoles y de sofocar un alzamiento de los moriscos sicilianos, Federico II inició su actuación contra los territorios del Papado, los cuales constituían una barrera entre sus posesiones del Sur y el Norte de Italia.
Aunque en 1219 se había comprometido a respetar la bula de oro de Eger de 1213, por la que había reconocido los derechos de la Iglesia en la Italia central, a partir de 1222 intervino cada vez más en los Estados Pontificios. Al mismo tiempo pretendía reivindicar sus derechos sobre las ciudades del Po en la dieta de Cremona de 1225.
Las ciudades del Norte respondieron a la política de Federico II con la creación de una nueva Liga lombarda (1226). Para vencerla, el emperador había de contar con el apoyo del Papado, que le faltó desde que fue elegido Gregorio IX (1227). Sabiendo su hostilidad. Federico II organizó por fin la cruzada tantas veces relegada a segundo término.
El 8-IX-1227 la flota de Federico II zarpó de Brindisi, aunque luego se detuvo en Otranto a causa de una epidemia que había estallado entre los cruzados. Gregorio IX excomulgó al emperador; pero este, haciendo caso omiso de la anatema pontificia, se hizo de nuevo a la mar, llegó a San Juan de Acre y allí, mediante hábiles negociaciones diplomáticas, obtuvo la cesión de la Ciudad Santa al reino de Jerusalén (18-II-1229). Si lucha había logrado aquello en que habían fracasado sus predecesores.
De regreso a Italia, Federico II tuvo que reconquistar gran parte de su reino, invadido por un ejército de Gregorio IX. Lo logró en pocos meses. Luego, por el tratado de San Germano (23-VII-1230), se reconciliaba con la Iglesia a base de reconocimiento de gran parte de las exigencias del Papado.
Esta paz le sirvió para establecer el absolutismo monárquico en Sicilia, pacificar las discordias alemanas, donde su propio hijo Enrique se había alzado contra su poder (1235), y, por último, dar un golpe de muerte a la Liga lombarda en Cortenuovo (27-XI-1237). Esta fecha señala la culminación del poder y de la política del Staufen.
Pero Gregorio IX resistía, irreductible, En 1239 excomulgó por segunda vez al emperador, de nuevo por motivos políticos. La disputa se transformó en lucha abierta. En 1240 Federico II invadió los territorios pontificios, sin conseguir el triunfo que esperaba, Pese a la captura de los arzobispos y obispos que acudían a Roma llamados por Gregorio IX y pese a la muerte de este papa en 1241, la causa del emperador empezaba a vacilar.
Un papa, más enérgico aún que Gregorio IX, hizo frente al imperialismo avasallador de Federico II. En 1244 Inocencio IV, que había fingido plegarse a la voluntad del Staufen, huye de Roma para Génova. En junio de 1245 reúne el concilio de Lyón, en el que Federico es excomulgado de nuevo y, además, desposeído de sus Estados. La sublevación se propaga desde Alemania a Sicilia; allí Enrique Raspe es elegido rey, en Italia muchos podestás traicionan la causa de Federico, y en Sicilia se produce un grave alzamiento.
A duras penas Federico II restablece el orden en el Sur y en la Italia septentrional. Pero, ante Parma, sufre la derrota de Vittoria (12-II-1248). Rodeado de traidores, sin poder llegar a una reconciliación con el Papado, Federico II expiró en Fiorentino o Firenzurla (Apulia) el 13-XII-1250).R.B.: VICENS VIVES, Jaime, Mil Figuras de la Historia, Ed. Instituto Gallach, 1944, Tomo I, págs. 127-128.
  • Enrique (VII)
    • Índice
      • Biografía
      • Rey de Alemania, 1220-1235
      • Dinastía Staufen

Biografía

Rey de Alemania, n. en Sicilia en 1211 y m. en Montiano en 1242. Era hijo primogénito del emperador Federico II y de su primera mujer Constanza de Aragón. Siendo todavía muy niño fue consagrado rey de Sicilia y en 1220 fue elegido rey de Alemania, por más que la corte pontificia había indicado su deseo de que las coronas de Alemania y Sicilia quedasen separadas.
En 1221 el arzobispo Engelberto colocó en sus sienes la corona del Imperio en la catedral de Aquisgrán. Durante su menor edad la administración corrió a cargo de un consejero. En 1225 se desposó con Margarita de Babenberg, niña de seis años de edad, hija primogénita de Leopoldo de Austria.
En la guerra de la Liga lombarda contra Federico II, prestándose a los manejos de algunos nobles y príncipes alemanes, partidarios de Gregorio IX, se declaró contra su padre. Este le perdonó y hubo una reconciliación, pero como quisiera a todo trance gobernar con entera independencia, aprovechó la ausencia de Federico II para rebelarse de nuevo.
Regresó Federico, los partidarios abandonaron a Enrique, el cual cayó en poder de su padre (julio de 1235) y fue enviado por este primeramente a la Apulia y luego a Martiano (Calabria), donde murió prisionero. De su matrimonio tuvo dos hijos, Federico y Enrique.R.B.: VARIOS AUTORES, Enciclopedia Universal Ilustrada Europeo-Americana, Ed. Espasa-Calpe, 1991, tomo 20 pág. 16.
  • Enrique Raspón
    • Índice
      • Biografía
      • Emperador Sacro Imperio, 1246-1247
      • Landgrave de Turingia

Biografía

Landgrave de Turingia, m. en Wartburgo en 1247. Sucedió a su hermano en el landgraviato (1227), y quedó como regente de su sobrino Germán II, adquiriendo a la muerte de este, el señorío de Hesse y el Palatinado de Sajonia. Más tarde fue nombrado vicario del imperio de Alemania, en nombre del joven monarca Conrado, hijo de Federico II (1242).
En 1246, la dieta de Wurzburgo, compuesta en su mayoría de partidarios de Inocencio IV, que había excomulgado a Federico II, le eligió emperador. Conrado IV, hijo de Federico, no se conformó y apeló a las armas, siendo vencido por Raspón en las primeras luchas. Pero más tarde tomo Conrado IV el desquite y rechazó al usurpador hasta Turingia.
A consecuencia de una herida recibida en el sitio de Ulm, murió en el lugar y fecha indicados, habiendo reinado un año escaso. Su muerte fue origen de una guerra intestina que duró hasta 1263, y el landgraviato de Turingia, y el palatinado de Sajonia, fueron, últimamente, incorporados al Imperio.R.B.: VARIOS AUTORES, Enciclopedia Universal Ilustrada Europeo-Americana, Ed. Espasa-Calpe, 1991, tomo 21 pág. 16.
  • Conrado IV
    • Índice
      • Biografía
      • Rey de Alemania, 1237/1250-1254
      • Dinastía Staufen

Biografía

Emperador Sacro Imperio, nació en Andría en 1228 y m. en Lavello (Melfi) el 21-V-1254; hijo segundo del emperador Federico II y de su esposa Isabel de Brienne, heredera del trono de Jerusalén. En 1235, recibió en feudo el ducado de Suabia; en 1237 fue elegido, por los príncipes alemanes, rey de romanos, en substitución de su hermano Enrique destronado.
Durante la larga ausencia de su padre en Italia, rigió el gobierno de Alemania, al principio bajo la dirección del arzobispo Siegfrido de Maguncia. Supo contener con tanta prudencia como energía los conatos de independencia de los magnates alemanes.
En 1238, después de conducir tropas de refuerzo a Italia, donde a la sazón se hallaba su padre, convocó en el verano de 1240 una dieta en Eger, en la que los príncipes alemanes se declararon abiertamente hostiles al Papa, pero no tardó en formarse un partido papista, al frente del cual se puso el arzobispo de Maguncia Siegfrido de Eppstein con el cual tuvo que sostener continuadas luchas en las comarcas del Rhin.
El 22-V-1246, por la influencia del privado, fue destituido y elegido para ocupar el trono Enrique Raspe, el cual, gracias a la traición del conde Wurtemberg, le derrotó (5 de agosto) en las cercanías de Frankfurt; pero al fin, ayudado por las ciudades y por el duque Otón de Baviera, cuya hija Isabel le había dado en matrimonio, no solo pudo sostenerse en el Sur de Alemania, sino que el 1-IX hizo retroceder a Enrique a Turingia, muriendo allí el usurpador en 17-II-1247, siendo sustituido por el conde Guillermo de Holanda, quien, solamente al cabo de algunos años, logró formar un ejército.
Entre tanto, había muerto Federico II en Italia (13-XII-1250). En 29-X-1250, se libró de un atentado contra su vida, instigado por el obispo de Ratisbona, pero le faltaron las dotes necesarias para salir airoso en la lucha magna que a raíz de aquel hecho se desencadenó. En la primavera de 1251, marchó con un fuerte ejército contra Guillermo de Holanda que le venció también en las cercanías de Oppenheim, obligándole a retirarse a Baviera.
A fin de consolidar el poder de su casa en Italia, empeñó los bienes que poseía en Suabia para armar un ejército; llegó (X-1251) a Verona, se dirigió por mar desde Pola a Siponto: sometió la Apulia, con la ayuda de Manfredo, conquistó a Capua y (10-X-1253) a Nápoles; pero al ponerse en marcha al frente de su fuerte y poderoso ejército, para restablecer su autoridad en Alemania, le atacó una fiebre maligna, de resultas de la cual murió en Lavello, cerca de Melfi. Dejó un hijo, de dos años, que llevaba su mismo nombre y al que más tarde los italianos llamaron Conradino.

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