martes, 21 de abril de 2015

apuntes de historia



La Reconquista española: ¿Restauración religiosa o recuperación política?

¿Restauración religiosa o recuperación política?

El dilema del origen sagrado o profano de las guerras de reconquista españolas acorde con el registro historiográfico altomedieval.

Parte I

Guilhem W. L. Martin
Resumen:
El mito fundacional en virtud del cual se ha construido la identidad española surgió a partir de un andamiaje de documentos que han sido objeto de estudio por parte de prestigiosos historiadores desde el siglo XVIII hasta el presente. Las distintas maneras de abordar su análisis generaron consecuentemente diferentes preguntas de investigación, contándose entre las más frecuentes, las siguientes: ¿Reconquista o restauración? ¿Guerra santa o profana? ¿Reminiscencia goda, neogoticismo o iberismo? En ¿Restauración religiosa o recuperación política? El dilema del origen sagrado o profano de las guerras de reconquista españolas acorde con el registro historiográfico altomedieval, el objetivo general que sirve de directriz es reactualizar dicho debate teniendo en cuenta las principales fuentes historiográficas surgidas entre los siglos V y XII  y sus recientes interpretaciones.
Palabras claves: crónicas, guerra, reconquista, sarracenos, visigodos.
Rudericus regnavit ann. III. Istius tempore era DCCLII, farmalio terrae Saraceni evocati Hispanias occupaverunt, regnumque Gothorum ceperunt; quod adhuc usque ex parte pertinaciter possident; et cum Christianis die noctuque bella ineunt, et quotidie confligunt, dum praedestinatio usque divina dehinc eos expelli crudeliter jubeat. Reges Gothorum defecerunt[1].

1- Introducción:

El estudio y análisis del proceso histórico que, teniendo como marco geográfico a la España medieval, se conoce actualmente como Reconquista ha sido abordado desde el siglo XVIII bajo diferentes concepciones y ópticas historiográficas. En tanto que mito identitario y concepto historiográfico, dicho concepto ha trasuntado además las más diversas naturalezas:
  • Históricamente se le ha empleado para designar al período de tiempo comprendido entre 711 y 1492, cuando cristianos y musulmanes se enfrentaron en la península ibérica, los primeros para reivindicar territorios anteriormente godos y los segundos para defender las conquistas logradas tras la batalla de Guadalete (julio de 711).
  • Epistemológicamente, a su vez, ha sido usado con múltiples significados y connotaciones a fin de: definir un momento preciso de la historia, establecer categorías analíticas con la intención de estudiar realidades medievales, designar un proceso histórico, referirse a una ideología específica, etc.
  • Historiográficamente, ha servido para precisar cuándo y porqué comenzó a utilizarse dicho término.
  • Políticamente, ha sido manipulado para cimentar ideologías poniendo en el centro de la escena “lo español” (íbero o astur/godo, acorde a la respectiva corriente) frente a “lo extranjero”.
  • Confesionalmente, por fin, se ha recurrido a él con la finalidad de establecer su carácter sagrado o profano y, de corresponder, su nexo y similitudes con el proceso histórico de las Cruzadas.
Con todo, durante los siglos XVI y XVII no se hablaba aún de reconquista sino más bien de restauración. Bajo la influencia y el peso de las guerras de religión en las cuales la España católica se vio envuelta tras la Reforma, la idea de restauración prendió desde que se consideró al vencedor de Covadonga, Pelayo, como el primero de una serie de personajes que se esforzaron en restaurar la libertad del pueblo cristiano y la estructura eclesiástica vigente antes de la irrupción sarracena. La restauración así entendida giraba en torno a un esquema de pérdida-recuperación cimentado en torno a numerosos pasajes de la Biblia: la pérdida tenía que ver con los pecados, y la restauración, con la expiación de los mismos por parte de un pueblo, el godo, que era entendido como el nuevo pueblo de Dios. La guerra, por tanto, asumía una nueva dimensión: dejaba de ser un mero enfrentamiento entre mortales en pos de objetivos e intereses terrenales y se transformaba en una guerra de Dios en el sentido del Antiguo Testamento. Una idea que, por otra parte, ya había sido esbozada en el siglo VII por Taio o Tajón de Zaragoza (obispo entre 651 y 659) en su Libro de Sentencias, adonde el prelado apelaba a la noción de la contienda divina según los cánones veterotestamentarios. En un intercambio epistolar con el obispo Quirico de Barcino, cuyos textos conforman el prefacio de su libro, Taio describe cómo era el propio Dios quien se valía del rey visigodo en tanto que medio o instrumento para vencer a sus enemigos:
… tiempo en el que un tal Froya, hombre pestilente de razón turbada, usurpando el poder y rodeándose de perversos fautores de su crimen, se atrevió a conspirar fraudulentamente contra Recesvinto, príncipe ortodoxo y gran servidor de Dios, dirigiéndose en empeño arrogante contra la patria cristiana, con objeto de reducirle, por la fuerza. Por causa de este crimen, el pueblo salvaje de los Vascones, hecho descender de las alturas del Pirineo, invade la patria Iberia, asolándola con toda clase de pillajes. ¡Oh, dolor; que la magnitud de la calamidad hace que desfallezca el propósito de describirla! Pero, al cabo, hay que abordar lo que al discurso empavorece. Es derramada la sangre inocente de muchos cristianos: unos son mortalmente heridos a estocadas, otros con armas arrojadizas, muchos con diversas otras especies de armas; es deportada una ingente multitud de cautivos y sustraído un copioso botín. La infausta guerra se introduce en los templos de Dios, siendo destruidos los sagrados altares; muchos clérigos son decapitados por la espada y los cadáveres insepultos de muchos de los occisos son presa de perros y aves de rapiña: tanto, que la descripción del Salmo setenta y ocho puede con razón aplicarse a aquella calamidad[2].
Al aludir al salmo 78, Taio no hace otra cosa que establecer una comparativa entre los hechos de su tiempo, protagonizados por el pueblo godo, con los acontecimientos padecidos por el pueblo de Israel, consignados en los versículos 56 a 72 de dicho salmo.
El concepto de reconquista en lugar de restauración, entretanto, empezó a utilizarse a finales del siglo XVIII, cuando José Ortiz y Sanz lo introdujo por primera vez en su obra Compendio cronológico de la Historia de España, cosa que hizo mediante el siguiente párrafo:
Estas y otras muchas gentes que por la misma causa se iban refugiando en las asperezas de Asturias, llegaron a dar aliento para ponerse en defensa del antiguo enemigo común por si ventura quería buscarlos aún en aquel ángulo de España. Los males, quando son extremos suelen hacer valerosos aún a los más avilitados. Así sucedió entonces; pues la desesperación, la pena de ver a la patria perdida y, sobre todo, la Religión y los favores del Cielo, los animó no solo a pensar en defenderse sino también en reconquistar la patria de mano del enemigo, como veremos en el tomo siguiente[3].
A partir de entonces y a lo largo del siglo XIX, la diferenciación entre reconquista y restauración adquirió nuevas ínfulas y se evidenció en tres etapas:
  • 1830-1840, cuando aún el término restauración seguía prevaleciendo.
  • 1850-1880: en este período, reconquista empieza a usarse para definir al proceso de ensanche de las fronteras de los reinos hispano-cristianos, en el marco romántico, nacionalista y colonialista imperante, donde los personajes históricos eran vistos como héroes patrios o villanos traidores, según el caso. A ésta época pertenece la Historia de España de Modesto Lafuente. Tres tendencias intentan a su vez imponer su impronta en el horizonte historiográfico: la visigotista-modernizadora (pro-goda, anti-moralista y anti-providencialista), la indigenista (pro-íbera, que consideraba a los visigodos tan invasores como los propios romanos y sarracenos), y la visigotista-tradicionalista (pro-goda y providencialista).
  • 1880-1900: intervalo en el que la reconquista fue asimilada a un proceso histórico ininterrumpido, iniciado en Covadonga y referido a la lucha contra los musulmanes, mientras que el término restauración era reservado para caracterizar al movimiento político encabezado por Alfonso XII que se oponía a la I República.
Posteriormente, durante la primera mitad del siglo XX, se produjo la aparición de nuevas corrientes interpretativas en el marco de las corrientes historiográficas vigentes. El historicismo, enfocado en los hechos de los grandes personajes y en la historia tradicional (política, militar y diplomática), se conformó con explicar la reconquista mediante la narrativa y desde una óptica moral y religiosa. El marxismo, por su parte, sumergido en los enfoques holistas, buscó hacer lo propio no ya como un proceso histórico independiente, dotado de vida y entidad propias, sino como parte de la historia de una sociedad que abarcaba todos los ámbitos de la actividad humana. Por fin, los regeneracionistas señalaron a la reconquista como la causa de todos los males que aquejaban al país. No fue sino durante la segunda mitad del siglo XX cuando algunos destacados historiadores intentaron precisar una definición del término reconquista, sin ponerse tampoco de acuerdo en esto.

2- Enfoque teórico:

El objetivo general que guía a la presente investigación es actualizar el debate en torno a las características políticas, sociales y religiosas de la reconquista, que gira en torno a preguntas de investigación tales como ¿Reconquista o restauración? ¿Guerra santa o profana? ¿Reminiscencia goda, neogoticismo o iberismo? Como objetivos específicos se plantean los siguientes: a) Ofrecer una breve descripción de los acontecimientos históricos que vivió la península Ibérica desde la llegada de los godos hasta la caída del reino nazarí de Granada, b) identificar y proveer un somero análisis de los principales documentos y crónicas del período considerado (Siglos V al XII, en este caso), y c) abordar y comparar las opiniones y conclusiones de algunos destacados historiadores, siempre que corresponda y sea pertinente hacerlo.
Como consecuencia del análisis documental y bibliográfico, se ha podido trazar el siguiente supuesto básico: que en la mayoría de las crónicas del período considerado se habrían considerado argumentos veterotestamentario y neotestamentarios tanto como políticos que imbuirían a la reconquista de un doble carácter, profano y sagrado. Ello no implicaría supeditar o sacrificar la verdad histórica a la grandeza del mito originario del estado español, que fue en definitiva lo que sucedió cuando la investigación avanzaba a tientas, en los días en que aún se discutía en torno a la cuestión de si se debía caratular el proceso histórico formativo español como restauración o reconquista.
El marco teórico establecido para el presente proyecto ha surgido a partir de las preferencias historiográficas y de las alternativas ideológicas consideradas convenientes para trabajar la hipótesis. En cuanto al marco conceptual, se tendrán en cuenta al solo efecto referencial las definiciones y análisis de autores como Ron Barkai, Claudio Sánchez Albornoz y Menduiña, Alexander Pierre Bronisch y Armando Besga Marroquín, entre otros. A este efecto se pondrá especialmente atención a sus respectivas interpretaciones de las crónicas de la época y al tratamiento del término Reconquista esbozado a partir de las mismas.
Con respecto a la metodología empleada se consignan las siguientes precisiones: en referencia a los documentos el objetivo propuesto será determinar en la medida de lo posible la filiación del autor, sus proclamas y declaraciones lo mismo que el significado de sus silencios voluntarios y de sus manifestaciones tendenciosas. Tras lo cual procederé a contrastar mi hipótesis con la información así recabada. La precaución adoptada respecto a los datos provistos por este tipo de fuentes tiene como finalidad cumplir con los lineamientos propuestos por Jacques Le Goff en su obra “El orden de la memoria: el tiempo como imaginario”. Según dicho historiador, el documento a ser consultado (y que se transformará en fuente durante el proceso de interrogación) no es un documento inocuo sino el resultado ante todo de un montaje, consciente o inconsciente, de la historia, de la época, de los grupos que lo han producido[4].
Acto seguido, de la comparación y contrastación de las opiniones de destacados historiadores se intentará inferir qué elementos pueden aportar información sin perjuicio de subyacer en un segundo plano. La bibliografía propuesta, por otra parte, será empleada complementaria o supletoriamente para aclarar ciertos aspectos que pudieren ofrecer algún tipo de confusión.

3- Antecedentes:

Los estudios afines pertenecen en su gran mayoría a historiadores procedentes de diversas escuelas historiográficas. Se destacan especialmente los trabajos pertenecientes a Carl Erdmann, Ricardo García-Villoslada, José Antonio Maravall, Claudio Sánchez Albornoz y Menduiña, Américo Castro, Ron Barkai, Alexander Pierre Bronisch, y la dupla Abilio Barbero de Aguilera y Marcelo Vigil, entre otros. Muy importante ha sido el intento de dichos historiadores por establecer el aspecto religioso de la Reconquista o su completa ausencia, lo mismo que sus esfuerzos por precisar una definición de dicho término. La cuestión en torno a la transmisión de los modelos interpretativos visigodos en las crónicas aparecidas con posterioridad a la caída del reino también es un tema que ha atraído el interés de tales autores, sin mencionar otros como la leyenda antiwitizana, la leyenda de la traición y el motivo providencialista de neto corte veterotestamentario. Un segundo grupo de historiadores como Francisco García Fitz o Emilio Mitre Ferrnández, en cambio, han hecho hincapié en otros carices de la Reconquista, tales como el de las estrategias de expansión, las tácticas militares o la noción de fronteras reales y fronteras mentales. Por último, están aquellos como Julio Valdeón Baruque o Pierre Bonnassie que dedicaron parte de su trabajo al estudio de los conflictos sociales en los reinos cristianos peninsulares.

4- La península Ibérica durante la Edad Media:

A renglón seguido y de manera muy sintética, se enumerarán los principales acontecimientos que tuvieron lugar en la península Ibérica desde la irrupción de los bárbaros, a principios del siglo V:

4.1 Bajo el dominio visigodo (siglos V al VIII):

376-380: Mediante la obra de Ulfilas y la intercesión de Fritigerno, los godos se convierten al arrianismo, una herejía condenada ya en el concilio de Nicea (325).
409: Suevos, vándalos y alanos invaden España.
410: Alarico (370-410) saquea Roma. A su muerte, Ataúlfo (410-415), elegido rey de los visigodos, conduce a su pueblo a las Galias esperando conseguir del usurpador Jovino algunos territorios donde establecerse en calidad de aliado.
413: Fracasado el pacto entre Ataúlfo y Jovino, se produce un acercamiento entre Roma (Honorio) y los visigodos, quienes, no obstante, se establecen unilateralmente en Narbona, Tolosa y Burdeos. El general romano Constancio derrota a Ataúlfo y los godos optan por cruzar los Pirineos en dirección a España.
415: Ataúlfo se establece en Barcino (Barcelona) y es ultimado poco después por Sigerico. Asesinato de Sigerico por Walia (415-418), hermano de Ataúlfo. Comienzan a vislumbrarse dos partidos y una tendencia que caracterizarían la vida institucional goda de los siguientes tres siglos. Entre los partidos, uno propugna el mantenimiento incólume de las cualidades godas, mientras que el otro se muestra más proclive a consensuar y entenderse con los romanos; la tendencia, entretanto, es la vía del asesinato como solución final para los diferendos políticos[5].
418: Foedus: el emperador Honorio entrega Aquitania a los visigodos que convierten a Tolosa en su nueva capital (Reino de Tolosa)[6].
429: Los vándalos abandonan España en dirección al norte de África.
448-456: Requiario, rey de los suevos, se convierte al catolicismo. El reino suevo alcanza su máxima superficie al incorporar los restos de la Lusitania y los sectores occidentales de la Tarraconense, la Cartaginense y la Bética.
476: Rómulo Augústulo, último emperador romano, es destronado por Odoacro, rey de los hérulos. La disolución del Imperio de Occidente es aprovechada por los visigodos para proclamar la independencia de su reino (que se había mantenido hasta entonces como una entidad política dependiente de Roma en virtud del foedus del 418).
475-484: El reinado de Eurico tiene una importancia capital desde el punto de vista institucional, ya que aparece el primer cuerpo legal escrito (Código de Eurico) que regirá sobre la población goda (los provinciales romanos seguirían bajo la férula de la legislación romana aún en vigor).
506: Breviario de Alarico II (nueva compilación legal).
507: Clodoveo, rey de los francos, vence y mata en la batalla de Vouillé a Alarico II; en consecuencia, los visigodos se ven obligados a abandonar sus territorios al norte de los Pirineos, excepto la Narbonense. Final del Reino de Tolosa y repliegue hacia España. Inicio del proceso de hispanización del reino visigodo.
551-554: Agila I y Atanagildo se disputan el trono visigodo. El conflicto es aprovechado por Justiniano I el Grande, emperador de Oriente, para ocupar el sur de España. Jordanes escribe la Historia de los Godos en el 551.
569-586: Leovigildo consagra su reinado a la unificación del país. Juan de Bíclaro escribe su Chronicon entre 567 y 589. En 581 Leovigildo somete a Navarra y el país Vasco y cuatro años después derrota a los suevos, poniendo fin a su reino. Entretanto, al sur, los bizantinos son confinados a las ciudades del litoral mediterráneo.
589: Durante el III concilio de Toledo, Recaredo abjura del arrianismo y se convierte al catolicismo, cimentando con ello la unificación religiosa entre hispanorromanos y visigodos. Consolidación del Aula Regia y de los Concilios. Reparación patrimonial de la iglesia católica ibérica por mandato de Recaredo[7].
622: Suintila completa la unificación territorial de España al expulsar a los bizantinos de sus últimas posesiones peninsulares.
626: Isidoro de Sevilla termina su Historia de los reyes godos, vándalos y suevos.
633: Sisenando e Isidoro de Sevilla convocan el IV concilio de Toledo, del que emanan leyes muy duras contra los judíos.
654: Promulgación del Liber Iudicum por Recesvinto, de aplicación indiscriminada a todos los habitantes del reino.
672-673: Primer intento musulmán por desembarcar en España. Rebeliones de Ilderico y del conde Paulo en la Septimania, contra Wamba (672-680).
680: Ervigio desplaza a Wamba del poder; su reinado se caracteriza por la debilidad del poder central y por las concesiones hechas al clero y a la nobleza. En adelante, la historia del estado visigodo será la historia de las luchas entre las distintas familias rivales.
680-690: Julián de Toledo escribe la Historia del Rey Wamba.
687-702: Reinado de Égica, sobrino de Wamba. El nuevo soberano restablece la dura legislación contra la nobleza. Celebración del XVII concilio de Toledo (694) para considerar las noticias recibidas según las cuales los hebreos del norte de África estaban llegando a un acuerdo con los árabes para facilitarles la entrada a España. El concilio dispone la confiscación de los bienes de los judíos del país y su reducción a la esclavitud. Witiza, hijo de Égica, es asociado al trono (698). Conformación de dos partidos nobiliarios: el de la familia de Chindasvinto (al que había pertenecido Ervigio), apoyado por el alto clero y la alta nobleza, y el de la familia de Wamba.
710: Muerte de Witiza (700-710). El partido rival proclama rey a Rodrigo, mientras que el bando witizano acude a los árabes en busca de ayuda.
711-715: Batalla de Guadalete y conquista del reino visigodo por los árabes[8].
reconquista
Caballeros cristianos y musulmanes

4.2 Tras la conquista árabe (siglos VIII al XV):

716: Emirato de Córdoba. España se convierte en una provincia del califato Omeya.
722: En la batalla de Covadonga, Pelayo[9] se impone a los árabes.
722-741: Se producen enfrentamientos en el seno de las fuerzas de ocupación musulmanas, entre árabes, beréberes y sirios. En 741 aparece la Crónica mozárabe-bizantina, de autor anónimo.
754: Crónica mozárabe de autor desconocido, redactada en latín.
756: Abderramán I: emirato independiente de Córdoba.
785-801: Con ayuda de Ludovico Pío, los cristianos recuperan las ciudades de Girona y Barcelona. A resultas de ello aparecen al poco tiempo sendos condados: Besalú, Conflent, Cerdaña, Gerona, Barcelona, Ampurias, etc.).
807-818: Las luchas civiles sacuden el interior de al-Andaluz. Se inicia el repoblamiento de la cuenca del Duero, promovida por labriegos y la Iglesia.
809-839: Aznar Galíndez, primer conde de Aragón.
824: Se constituye el reino de Pamplona bajo la dinastía Iñiguez.
868-900: Los astures-leoneses recuperan Oporto, Coimbra, Zamora, Simanca, Dueñas y Toro.
877: Se redacta la versión primitiva de la Crónica de Alfonso III (último rey astur y primer monarca del reino de León). Posteriormente aparecerían dos versiones de la misma: la rotense y la ovetense.
883: Se terminan de redactar la Crónica de Albelda y la Crónica Profética.
880-928: Revuelta de Umur ibn Hafsun. Señorío de Bobastro.
912: Las conquistas cristianas llegan hasta los confines orientales del Duero.
929: Abderramán III proclama el califato de Córdoba y pone fin a las sublevaciones. El reino de León es invadido una y otra vez por sus tropas.
939: Ramiro II (931-951) derrota a Abderraman III en Simancas y luego en Alhandega.
Comienzos del siglo XI: Aparecen la Crónica de Sampiro.
941: Reconquista de Salamanca.
927-970: Fernán González se erige como “el padre de la patria castellana”, al unificar varios condados en una sola entidad política que luego se conocerá como Reino de Castilla[10].
980-999: Almanzor pone en jaque a todos los estados cristianos de la península Ibérica.
1000 a 1099 el siglo once v001
Europa en el siglo XI
1031: El Califato de Córdoba se escinde en una constelación de reinos taifas tras la gran fitna o guerra fratricida, librada entre árabes, beréberes y eslavones. Advenimiento del sistema de las parias
1037: Fernando I de Castilla vence a Bermudo III de León y unifica ambos reinos.
1085: Alfonso VI (1072-1109), rey de Castilla-León, conquista Toledo. Acto seguido se proclama “imperante christianorum quam paganorum omnia Hispania regna”, es decir, “emperador de las dos religiones”[11].
1086: Los almorávides de Yusuf ibn Tasfin derrotan a Alfonso VI en Sagrajas y comienzan la unificación de las taifas ibéricas.
1097-1099: La I Cruzada recupera Antioquía y Jerusalén, en Ultramar.
Siglo XII: Auge de la escuela de traductores de Toledo, fundada por el arzobispo Raimundo, que aglutina a intelectuales procedentes de las tres religiones.
1104-1134: Alfonso I el Batallador conquista Ejea (1105), Litera (1107), Belchite (1117), Zaragoza (1118), Tudela (1119) y Daroca (1121), y en la batalla de Fraga pierde la vida. A medida que la reconquista cristiana progresa, se conceden importantes cartas de población.
1108: Alí ibn Yusuf derrota en Uclés a Alfonso VI y entre 1110 y 1115 captura los taifas remanentes de Zaragoza y las Baleares.
1120-1130: Se redactan la Historia Silense y las Glosas Emilianenses.
1144: Batalla de Mértola. Disgregación el Imperio Almorávide y segunda época taifa.
1145: Los almohades desembarcan en España.
1139-1170: Se producen importantes progresos cristianos que llevan las fronteras hasta Albarracín, Calatrava, Beja y Evora.
1151: Los reyes cristianos de Castilla y León y de Aragón, Alfonso VII y Ramón Berenguer IV respectivamente, firman el tratado de Tudillén donde acuerdan cómo repartirse los dominios de al-Ándalus.
1158-1170: Surgen las órdenes militares de Calatrava, Alcántara y Santiago.
1195: Los almohades derrotan en Alarcos a Alfonso VIII de Castilla.
1212: Con la ayuda de Pedro II de Aragón y Sancho VII de Navarra, Alfonso VIII se toma revancha de los almohades en Las Navas de Tolosa. Hundimiento del reino almohade y nueva fragmentación en taifas de al-Andaluz.
1212-1250: Nueva fase expansiva de los reinos cristianos peninsulares, a excepción de Navarra. Se produce la captura de las Baleares, Castellón, Valencia, Denia, Cáceres, Mérida, Badajoz, Córdoba, Jaén, Murcia y Sevilla.
1252-1284: Alfonso X de Castilla promulga el Libro de las Leyes (o las Siete Partidas), un cuerpo normativo con el que se persigue la uniformidad jurídica del reino. Será un libro de referencia de permanente consulta entre los siglos XIV y XIX.
1264: Rebelión de los mudéjares. El avance de la reconquista se ralentiza hasta detenerse. Aragón inicia su expansión por el Mediterráneo, especialmente tras las vísperas sicilianas (1281).
Siglo XIV: Se inicia un ciclo de duros enfrentamientos entre los reinos cristianos, que alcanzará su punto culminante entre 1366 y 1369 con la lucha fratricida entre Pedro I el cruel y su hermanastro Enrique de Trastámara.
1492: Los Reyes Católicos capturan el reino nazarí de Granada, último bastión islámico de la península Ibérica. Se cierra el ciclo de la reconquista cristiana. Descubrimiento de América[12].

No hay comentarios:

Publicar un comentario