Tipos celulares
ENTEROCITO
ENTEROCITO
Los enterocitos son células columnares que forman la mayor parte del epitelio prismático simple de la mucosa del intestino. Son más abundantes en el epitelio del intestino delgado que en el del grueso, así como del apéndice. En el intestino delgado pueden llegar hasta el 80 % de todas las células epiteliales (unos 200 m2 en humanos). Su principal misión es la absorción de sustancias nutritivas desde la luz del intestino y su transporte al interior del cuerpo. Hay que tener en cuenta que el epitelio intestinal es la mayor superficie del cuerpo en contacto con el medio exterior.
Imagen del intestino delgado de una rata donde se muestran los enterocitos ocupando la mayor parte del epitelio de la mucosa intestinal.
Imagen de microscopía electrónica de barrido del intestino delgado de una rata donde se muestran los enterocitos.
Los enterocitos poseen microvellosidades en su parte apical, poseen numerosas mitocondrias en su base, y un retículo endoplasmático y un aparato de Golgi muy desarrollados. La integridad del epitelio, es decir, que los enterocitos se mantengan unidos entre sí formando una capa celular sellada, sin dejar espacios intercelulares, depende de los complejos de unión que se establecen entre enterocitos contiguos. Las uniones estrechas y uniones adherentes se encuentran próximas a la superficie apical de la célula. Las membranas laterales de los enterocitos interaccionan entre sí sobre todo mediante desmosomas y algunas uniones en hendidura. En sus membranas basales se encuentran los hemidesmosomas, los cuales mantienen los enterocitos unidos a la lámina basal.
Imagen del epitelio del intestino delgado de rata tomada con un microscopio óptico (izquierda) y con un microscopio electrónico de barrido (derecha) donde se muestra el recubrimiento de microvellosidades que poseen los enterocitos en sus superficies libres.
Los enterocitos poseen dominios celulares diferenciados, uno apical y otro basolateral. Por ello se dice que son células polarizadas. La polaridad se produce gracias a un citoesqueleto bien orientado y a un tráfico vesicular muy desarrollado que distribuye elementos y moléculas de manera desigual entre los dominios apical y basolateral, respectivamente. Las uniones estrechas impiden difusiones laterales de las moléculas de membrana entre estos dos dominios, permitiendo el mantenimiento de la polaridad. Los enterocitos presentan en su superficie apical una gran cantidad de microvellosidades densamente dispuestas formando lo que se denomina ribete en cepillo, lo que aumenta la superficie apical de la célula de 15 a 40 veces. En estas membranas apicales se encuentran los transportadores necesarios para la incorporación de moléculas que resultan de la digestión, mientras que en las membranas basolaterales se encuentran los transportadores necesarios para sacar del enterocito estas moléculas incorporadas que tienen que pasar al torrente sanguíneo. Esta distribución desigual está mediada por un tráfico vesicular especial de estas células polarizadas.
Ciclo de vida
Los enterocitos están sometidos a sustancias tóxicas y sufren daños continuos. En vez de repararse, los enterocitos son renovados constantemente mediante una alta producción de nuevos enterocitos y la muerte por apoptosis de los más viejos o dañados. La mucosa intestinal presenta numerosos pliegues que en el intestino delgado forman las vellosidades intestinales y las criptas de Lieberkün, mientras que en el intestino grueso se forman sólo criptas. El ciclo de vida de un enterocito comienza en las profundidades de la cripta y termina en la superficie de las vellosidades del intestino delgado o en la superficie epitelial del intestino grueso. Un enterocito del intestino delgado de un ratón tarda unos 2 a 5 días desde que se produce la división de la células madre de la cripta hasta que alcanza el pico de una vellosidad. En humanos el epitelio intestinal es renovado completamente cada 4 o 5 días.
Los enterocitos se forman a partir de las células madre residentes en las criptas. Inicialmente estas células madre se convierten en células progenitoras transitorias, las cuales se sitúan un poco más alejadas de la profundidad de la cripta, y se dividirán rápidamente unas 4 a 6 veces. Después cesarán las divisiones y se irán diferenciando progresivamente en los diferentes tipos de células del epitelio, como células caliciformes, células M, etcétera, pero la mayoría de ellas lo harán en enterocitos. Los enterocitos diferenciados se irán deslizando y siendo empujados por nuevas células hasta la superficie de las vellosidades o superficie epitelial. Una vez alcanzan esta posición comienzan los procesos apoptóticos que le llevarán a la muerte celular y su expulsión a la luz del digestivo. No se sabe qué es lo que mueve a estas células en su camino hacia su localización final pero parece que los componentes de la lámina basal sobre la que descansan, los cuales son diferentes en la zona de las criptas respecto a otras más superficiales, pueden contribuir a su desplazamiento. Se ha comprobado que la dinámica de la vida de los enterocitos está influida por el tipo de dieta.
Esquema de los principales linajes celulares del epitelio del intestino delgado (arriba) y del intestino grueso (abajo). Las flechas gruesas indican una mayor proporción celulares (modificado de Barker, 2014)
Digestión
La principal función de los enterocitos es la de absorber nutrientes que provienen de la degradación estomacal y enzimática, aunque también realizan digestión mediante la secreción de enzimas que degradan péptidos y disacáridos. El glicocálix forma una capa de 400 a 500 nanometros que contiene enzimas para la digestión final. De hecho se habla de dos fases de la digestión, una que ocurre en el interior del tubo digestivo, fundamentalmente enzimas pancreáticas, y otra realizada por las enzimas asociadas a la superficie de los enterocitos. La mayor absorción de alimentos la realizan los enterocitos del intestino delgado, mientras que los del intestino grueso absorben principalmente agua.
Las sustancias degradadas en el tubo digestivo han de pasar la barrera del epitelio de enterocitos para llegar a la sangre. Esto puede ocurrir de varias maneras: por vía transcelular, endocitosis / transcitosis, paracelular.
Transcelular. La mayoría de las moléculas nutritivas que se encuentran en la luz del tubo digestivo atraviesan el enterocito cruzando sus membranas, primero la apical y luego las basolaterales. El transporte puede ser pasivo, por difusión libre o facilitada, o activo. En el primer caso las moléculas cruzan libremente la membrana a favor de gradiente de concentración, mientras que en los dos últimos lo hacen mediados por proteínas transmembranas denominadas transportadoras. Por difusión pasiva entran el agua, etanol y muchos lípidos, y por difusión facilitada o por transporte activo entran la glucosa y algunos aminoácidos, di y tripéptidos e iones.
La parte apical de la célula, la zona que forma la superficie libre, tiene un juego de moléculas que permite la absorción de sustancias, mientras que la membranas laterales y basales tienen otro conjunto de moléculas que permiten el transporte de moléculas desde el interior del enterocito al medio extracelular.
La capacidad de absorción depende del grado de diferenciación del enterocito, lo cual influye en la cantidad de bombas de sodio, y éstas son más abundantes conforme más próximo está el enterocito al extremo de la vellosidad. Por tanto la mayor parte de la absorción de azúcares y aminoácidos se produce en el tercio superior de la vellosidad intestinal. Por ejemplo, la actividad hidrolasa aumenta a medida que el enterocito se va desplazando desde la zona profunda de la cripta.
Un mecanismo de absorción típico es el de la glucosa, la cual entra en el enterocito desde el interior del digestivo mediante un cotransporte de tipo simporte acoplado a un gradiente de sodio creado en la membrana del enterocito por bombas sodio/potasio. Este gradiente de sodio permite incorporar glucosa en contra del gradiente de concentración de ésta. La molécula de membrana que permite este cotransporte se denomina SGLT (sodium glucose transporter). Por el contrario en la membrana basolateral se encuentra sobre todo el tranportador GLUT2, el cual es transportador bidireccional y transloca glucosa entre ambos lados de la membrana siempre a favor de gradiente de concentración. Así, SGLT aumenta la concentración intracelular de glucosa en el enterocito y GLUT2 la saca hacia el torrente sanguíneo. Es la disposición polarizada de estos dos transportadores lo que produce el flujo de glucosa a través de los enterocitos.
La grasa es una de las sustancias ingeridas más energéticas, además de ser fundamentales para las propias membranas celulares. La mayoría son triacilglicéridos, aunque hay otras importantes como el colesterol. Primero hay una degradación por la lipasas liberadas al interior del intestino. La grasa degradada forma pequeñas gotas que se solubilizan en agua gracias a la acción de las sales biliares formando una estructuras llamadas micelas, las cuales atraviesan libremente la membrana del enterocito. Una vez dentro, las grasas son dirigidas al retículo endoplasmático liso donde se sintetizan de nuevo triacilglicéridos. Tanto los nuevos triacilglicéridos como el colesterol son empaquetados en lipoproteínas de muy baja densidad (VLDL) y en quilomicrones que son liberados mediante exocitosis en las membranas basolaterales del enterocito.
Entran por endocitosis /transcitosis. Moléculas como el hierro o ciertas inmunoglobulinas son endocitadas por los enterocitos mediante endocitosis mediada por receptor y posterior transcitosis. Inicialmente las vesículas se forman en la base de las microvellosidades y se fusionan con los endosomas. Desde los endosomas se liberan vesículas que se fusionarán con las membranas basales y laterales. De esta manera las moléculas transportadas no entran en contacto con el citosol.
Paracelular. Por vía paracelular entran moléculas como el agua e iones como el calcio.
Protección
Los enterocitos han de formar una barrera que permita el paso de sustancias nutritivas pero impida la entrada de antígenos, moléculas tóxicas o microbrios. Durante el proceso de absorción de alimentos los enterocitos se exponen a una gran cantidad de microbios, no sólo a los que están presentes de forma natural en el tubo digestivo, los cuales pueden ser perjudiciales si entran en los tejidos, sino también a otros patógenos no residentes. Tienen que absorber alimentos pero evitar los patógenos. La superficie apical de los enterocitos está recubierta por mucus liberado por las células caliciformes. Este mucus está formado por glúcidos y crea un recubrimiento con una densidad que permite el paso de las moléculas alimenticias pero lo impide a moléculas grandes o patógenos. Además, el ribete en cepillo de microvellosidades forman una barrera anti-patógenos porque en sus ápices poseen un glicocálix muy desarrollado con una gran cantidad de cargas negativas que dificulta el contacto directo de los patógenos con la membrana de la célula. Pero incluso, aunque pasen esa barrera aún tendrán que vérselas con el sistema de transporte de la propia microvellosidad.
Otro sistema de protección menos conocido es la liberación de vesículas desde la superficie apical del enterocito. El aparato motor que existe en las microvellosidades del enterocito, actina y miosina, produce fuerzas de arrastre en las membrana de la microvellosidad provocando acumulación de membrana en su parte apical. Esta acumulación provoca la formación y liberación de vesículas al interior de tubo digestivo. Estas vesículas contienen en su interior un alta proporción de fosfatasa alcalina, la cual es un potente defensor frente a patógenos ya que reduce la toxicidad de lipopolisacáridos y otros componentes bacterianos, además de reducir la inflamanción intestinal. También disminuye la unión de las bacterias a las células epiteliales intestinales e inhibe el crecimiento bacteriano. Así la emisión de estas vesílas es una manera de enviar una molécula antimicrobiana a zonas alejadas de la propia membrana del enterocito.
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