lunes, 6 de abril de 2015

Historia por países - Arabia Saudí


Historia de Arabia Saudita .- ......................:http://es.wikipedia.org/w/index.php?title=Especial:Libro&bookcmd=download&collection_id=db1578967170ac65f54c5a7b7e68f1dfa0b6c4df&writer=rdf2latex&return_to=Historia+de+Arabia+Saudita



En la parte occidental del Reino de Arabia Saudita se encuentra la ciudad de Taif, la cual es administrada por el Emirato de Makka Makkah Al-Mukkaramah.
taif.jpg
Taif remonta sus raíces a miles de años de historia, es además una ciudad reconocida por sus hermosos jardines y la excelencia en la producción agrícola en la cual destacan la producción de uvas, granadas y miel, muy acorde a su benéfico clima.
La ciudad se eleva sobre los dos mil metros de altura por sobre el nivel del mar, cuenta con una moderna red de carreteras que unen de Taif a Makkah Al-MukkaramahAl-Madinah Al-MunawwarahRiad.
A Taif llegan cada año miles de turistas provenientes del Reino Unido y otros Estados Árabes del Golfo. Durante la época veraniega destacan los hermosos paisajes de la ciudad y los grandes parques, de los cuales el más extenso en superficie es el Parque Rey Fahd.
Taif cuenta con vestigios arqueológicos que se deben a la época pre islámica, encontrándose imágenes y escritos junto a monumentos que señalan su fecha y historia. El Souk es un foro de debate de la poesía, lugar que ocupo un sitial importante en la historia de la poesía árabe antes del Islam.
Otros atractivos históricos de la ciudad, son las fortificaciones pre islámicas y las mezquitas islámicas, como la Mezquita del Profeta de la compañía Abdullah IBIN Abass, la mezquita de Al-Koaa, la mezquita de Al-Sanousi, los palacios como el Palacio de Ismaiel, el Palacio de Bahawat y deShubra. En algunas rocas de la ciudad, hay terraplenes arqueológicos que citan algunos escritos milenarios.

LA RICA ARABIA

El sinfín de reinos e imperios que surgieron de las arenas del desierto de Arabia tenían una cosa en común: el incienso. Los antiguos dioses eran aplacados con humo sagrado y la gente de Arabia se hizo muy rica proporcionando incienso a los ávidos devotos del antiguo Egipto, Persia y Roma.
De estos pueblos comerciantes uno de los más fascinantes fue el de los nabateos: clanes beduinos que se congregaron en las extraordinarias ciudades gemelas excavadas en la roca de Madain Saleh y Petra. Se hicieron increíblemente ricos a partir del año 200 a.C. organizando caravanas de incienso y proveyendo a los insaciables mercados del mundo antiguo. Su ámbito de influencia se extendió hasta Palmira (Siria), en el norte, y Hadramawt (Yemen), en el sur, y su prosperidad solo se acabó cuando los romanos consiguieron evitar a los intermediarios disponiendo flotas en el mar Rojo para importar el incienso directamente. El empobrecido reino nabateo estuvo tambaleándose unos cuantos años, pero al final fue absorbido como una provincia del Imperio romano en el 106 d.C. Los nabateos retomaron la vida en el desierto y abandonaron Madain Saleh y Petra.
Los ejércitos de inspiración islámica crecieron de forma espectacular e hicieron añicos a los decadentes imperios bizantino y sasánida, pero tras la muerte del profeta Mahoma en el año 632, Arabia volvió a caer en el letargo y se convirtió en un lugar económicamente insignificante en comparación con los sofisticados califatos omeya y abasí. Solo se salvó de ser un lugar totalmente irrelevante gracias a la importancia espiritual de las ciudades santas de La Meca y Medina.
Las caravanas comerciales aún cruzaban el desierto, conectando las ciudades y pueblos de Hejaz y del interior con las grandes ciudades del resto del mundo islámico, pero en 1517 los poderosos otomanos, dirigidos por Selim I, invadieron Arabia y se apoderaron de las dos ciudades santas.

EL NACIMIENTO DEL IMPERIO SAUDÍ

En 1703 un hombre aparentemente insignificante nació en la aldea de Al-Uyaynah, en el wadi Hanifa de Arabia central. Sin embargo, este hombre, Mohammed ibn Abd al-Wahhab, acabaría transformando la vida de todos los habitantes de la Península Arábiga. Tras un período itinerante estudiando con eruditos religiosos, Al-Wahhab volvió a Al-Uyaynah y predicó su mensaje de purificación del islam y de regreso a los valores originales proclamados por Mahoma.
El programa reformista de Al-Wahhab tuvo inicialmente mucho éxito e incluso logró convertir al jeque local, pero Al-Wahhab impuso severos castigos a la gente a la que acusó de brujería, persuadió al jeque para arrancar de raíz grandes extensiones de árboles sagrados y dirigió la lapidación de una mujer acusada de adulterio. Cuando el horrorizado emir de Al-Hasa retiró las ayudas económicas al jeque local, Al-Wahhab fue desterrado y buscó refugio en Dir’aiyah, a 65 km de Al-Uyaynah, donde el emir local, Mohammed ibn al-Saud, le ofreció protección.
Al mismo tiempo, en toda Arabia aumentó la ira por el hecho de que las ciudades santas de La Meca y Medina estuvieran bajo control otomano, y el emirato saudí-wahhabita se expandió rápidamente.
A la muerte de Al-Saud le sucedió su hijo Abdul Aziz, que en 1765 capturó Riad, la ciudad rival de Dir’aiyah, en Arabia central. En 1792 murió Al-Wahhab, pero la inexorable expansión del emirato saudí-wahhabita continuó, con violentas incursiones al oeste y al norte traducidas en ataques a caravanas de peregrinos y a la ciudad chií de Kerbala.
En 1803 el ejército saudí-wahhabita marchó sobre las ciudades santas de Hejaz y derrotó al jerife Hussain de La Meca. El mismo año, Abdul Aziz fue asesinado por un chií en la mezquita de Dir’aiyah en venganza por el saqueo de las ciudades chiíes de Iraq. A pesar de este revés, el emirato saudí-wahhabita fue reconocido por las autoridades de La Meca. Este primer Imperio saudí se extendía desde Al-Hasa, al este, hasta Hejaz, al oeste, y Najran, al sur.

A LA SEGUNDA VA LA VENCIDA

Pero esa situación no duró mucho. El sultán otomano Mahmud II ordenó a su poderoso virrey de Egipto, Mohammed Ali, que recuperara Hejaz en nombre del sultán. Apoyados por muchas tribus árabes resentidas con los saudíes-wahhabitas, los ejércitos de Mohammed Ali capturaron La Meca y Medina en 1814 y conquistaron Dir’aiyah el 11 de septiembre de 1818; Mohammed Ali coronó su triunfo ejecutando a Abdullah ibn al-Saud (el sucesor de Abdul Aziz).
El restaurado dominio otomano trajo la paz y las caravanas de peregrinos empezaron a volver en gran número a las ciudades santas. Sin embargo, Arabia no lo consintió durante mucho tiempo: en 1824 Turki ibn Abdullah, hijo del ejecutado Abdullah, reconquistó Riad. Una serie de asesinatos, la interrupción de las caravanas de peregrinos y las peleas en la familia Al-Saud volvieron a atraer la atención del sultán otomano. El sultán capturó a Faisal, emir de Riad, y lo envió al exilio en El Cairo. Seis años después, Faisal escapó, marchó sobre Riad y recuperó el trono, que seguiría ocupando durante otros 22 años. Sin embargo, a principios de la década de 1890, tras la muerte de Faisal, Riad cayó en manos de los Al-Rashid, una tribu rival centrada en torno a Hail.
En este contexto, la batalla decisiva para el futuro de la Arabia moderna llegó en 1902, cuando Abdul Aziz ibn Abdul Rahman ibn al-Saud (Ibn Saud), de 21 años, y su pequeño grupo de seguidores asaltaron con éxito Riad al amparo de la noche y capturaron la fortaleza.
Con hábil diplomacia y el impulso que le dio su exitosa campaña militar, Ibn Saud orquestó un congreso en el que el clero islámico de Arabia condenó al jerife Hussain (jefe superior de La Meca) por ser una marioneta de los turcos. El jerife Hussain respondió rápidamente autoproclamándose Rey de los Árabes, pero el que entró como tal en la historia fue Ibn Saud.
En 1925 los saudíes-wahhabitas tomaron La Meca y Medina; al año siguiente Ibn Saud se autoproclamó rey de Hejaz y sultán de Najd, y el 22 de septiembre de 1932 anunció la creación del Reino de Arabia Saudí.

No hay comentarios:

Publicar un comentario