Sistemas políticos
Fascismo y nacismo
Dictadura y Democracia entre dos Guerras
Efectos de la guerra sobre la democracia y el liberalismo.
Una de las consecuencias trágicas de la primera Guerra Mundial fue la degradación de los ideales liberales y democráticos. Los pueblos fueron arteramente inducidos por un tiempo a creer que la verdad estaba al reverso de la medalla. Ardientes defensores de la causa de la Entente proclamaban que la guerra santa en defensa de los derechos de humanidad y para aplastar definitivamente el militarismo y el "gobierno irresponsable". La guerra misma parecía haber alcanzado a cumplir algunos de estos algunos de estos grandes fines. No sólo el militarismo había sido prácticamente destruido en las naciones vencidas, sino que la lista de repúblicas europeas creció significativamente con el agregado de naciones como Austria, Alemania, Polonia, Finlandia, Turquía y Checoslovaquia, transformadas en repúblicas; y hasta la absolutista Rusia pareció por un tiempo haberse plegado a la forma de gobierno liberal. No pasó mucho tiempo, sin embargo, antes de que estas grandes visiones de progreso democrático se revelaran como lo que eran en realidad: meras ilusiones. Las naciones vencidas comenzaron a desesperar del valor de la libertad y acabaron por sucumbir al mentido esplendor del gobierno fuerte en el que creyeron hallar una salida para escapar a lo que consideraban su esclavitud. Pero la democracia y la libertad no estaban demasiado seguras ni siquiera en las naciones victoriosas. Los horribles años de trágica lucha trastocaron de tal modo el orden económico de las naciones, que los gobiernos de Gran Bretaña y Francia se vieron conmovidos hasta sus cimientos por las consecuencias. Además, el caos y las penurias resultantes de la guerra desembocaron rápidamente en el derrumbe del régimen liberal en Rusia y allanaron el camino para el triunfo del fascismo en Italia y el nazismo en Alemania.
6. La Revolución Fascista en Italia
Causas de la revolución fascista: nacionalismo frustrado.
La primera de las naciones de Europa Occidental que repudió los ideales liberales y democráticos fue Italia. Esto puede parecer extraño vista de que los italianos habían combatido en la Gran Guerra del lado de los vencedores. Pero debe recordarse que Italia había sido víctima durante años de un nacionalismo frustrado. Una y otra vez sus ambiciones imperiales y de poder nacional habían sido rudamente desbaratadas. En 1981, su esperanza de anexar Túnez fue repentinamente burlada por la ocupación francesa. Sus esfuerzos realizados en 1896 por conquistar a Abisinia, habían desembocado en una aplastante derrota a manos de los abisinios en la batalla de Adua. En efecto estos reveses en el ánimo de los italianos fue una sensación de humillación y vergüenza, especialmente las generaciones más jóvenes, que se volvieron llenas de desprecio contra el régimen político vigente, descargando sobre él antes que sobre las naciones extranjeras toda la responsabilidad del fracaso. Los miembros de la clase gobernante eran públicamente ridiculizados y escarnecidos, se los calificaba de viejos reblandecidos y cínicos, vacilantes, cobardes, derrotistas y corrompidos. Mucho antes de estallar la primera Guerra Mundial se hablaba ya en Italia de revolución, de la necesidad de una limpieza a fondo que librara al país de la peste de sus gobernantes incompetentes y corruptos.
Efectos desmoralizadores y humillantes de la guerra.
El establecimiento de una dictadura en Italia jamás habría sido posible sin la desmoralización y los humillantes efectos de la primera Guerra Mundial. La ocupación principal de los ejércitos italianos había sido mantener ocupados a los austríacos en el frente meridional mientras británicos, norteamericanos y franceses obligaban a Alemania a ceder terreno a todo lo largo del frente de batalla de Flandes.
Estos sacrificios, no fueron por supuesto, superiores a los realizados por franceses y británicos, pero Italia era una nación de escasos recursos. Además, en la división del botín, los italianos recibieron mucho menos de lo que esperaban. No sólo fueron privados de Filme por la terca insistencia de Wilson al sostener que Yugoslavia debía disponer de un puerto moderno sobre el Adriático sino que ni siquiera se le permitió participar en la distribución de las colonias alemana en África. Aunque Italia recibió la mayoría de los territorios austríacos que le habían sido prometidos en los tratados secretos, sostenía que era una recompensa mezquina para tantos sacrificios y por su valiosa contribución a la victoria aliada. Al principio, los nacionalistas dieron rienda suelta a su indignación por la "humillación de Versalles" haciendo blando en su cólera al presidente Wilson, pero no tardaron en volver a su inveterada costumbre de descargar toda la responsabilidad sobre las espaldas de los gobernantes italianos.
Este súbito recrudecimiento del crónico desprecio por la vieja generación gobernante, cuyos miembros eran repudiados como "asquerosos parásitos que se alimentaban de la mejor sangre de la nación", tuvo mucho que ver con el auge de los sentimientos revolucionarios.
La inflación, el radicalismo y el caos económico.
La guerra contribuyó de otras muchas maneras a preparar la revolución. Uno de estos fenómenos fue la inflación del circulante, con la consiguiente alza de precios, usura y especulación. Los salarios deberían haber registrado un aumento correlativo, pero el mercado de trabajo estaba prácticamente ahogado por la oferta como consecuencia del regreso del frente de millones de soldados canalizados de golpe hacia la vida civil. Además, el comercio se había convertido en una actividad expuesta, difícil y desmoralizadora debido a las huelgas cada vez más vastas y frecuentes, y al cierre de los mercados extranjeros.
La consecuencia más grave de la guerra, al menos en lo que se refiere a las clases media y alta, fue el incremento del radicalismo económico.
Pero hacia 1921, el peligro de que Italia se bolchevizara había pasado prácticamente a la historia. El extremismo revolucionario comenzó a mermar significativamente después del regreso de una delegación socialista italiana que había viajado a Rusia para estudiar las condiciones imperantes en la capital del socialismo mundial y como consecuencia del fracaso de las organizaciones obreras en el manejo de las fábricas. Pero las clases propietarias habían sido suficientemente atemorizadas por ese conato de rebelión y estaban por lo tanto dispuestas a apoyar la instauración del fascismo, con la esperanza de que pudiera salvar de la confiscación, al menos, una parte de sus propiedades.
El derrumbe del sistema parlamentario de gobierno.
La causa inmediata de la revolución fascista fue el derrumbe del sistema parlamentario de gobierno. La paralización de las finanzas y el estado de una casi total anarquía que prevalecía en muchas regiones de Italia, habían hecho prácticamente imposible la recaudación ordenada de las rentas públicas. Como consecuencia de ello, los déficit presupuestario se hicieron cada vez más elevados. A ello vino a sumarse el estancamiento en las actividades parlamentarias. Por sobre el orden institucional, pesaban las organizaciones del Partido Fascista. El Parlamento estaba integrado por dos cámaras: un Senado vitalicio, más bien de carácter honorífico, y la cámara de los fascios y corporaciones, creada en 1938. Mayor importancia tenía el Consejo Supremo del Fascismo que asesoraba en las tareas gubernativas, cumplía funciones electorales y, en caso de vacancia de la jefatura del gobierno, tenía el derecho de proponer sucesor. La intervención del pueblo se reducía a plebiscitos, especialmente preparados. Las milicias fascistas constituían una fuerza armada que aseguraba el orden interno con la misma técnica de violencia que había permitido la conquista del poder.
En las elecciones de 1921, cuatro partidos políticos compartieron la mayoría en la Cámara de Diputados, pero ninguno de ellos consiguió un número suficiente de bancas como para privar sobre los tres restantes. Los dos partidos más poderosos de Italia, el Socialista y el Popular Católica, libraban un constante duelo y ni uno ni otro estaba dispuesto a apoyar un ministerio encabezado por un representante del partido rival. Todo esto hacía casi imposible gobernar.
El aparato legislativo estaba prácticamente paralizado. A medida que transcurría el tiempo, la situación se hacía cada vez más insostenible, agravada por el disgusto general frente a la interminable y estéril lucha de los partidos. En 1922, el Parlamento estaba totalmente desprestigiado en todo el país. Los periódicos denunciaban no sólo el estancamiento de los partidos políticos sino la ineficacia de todo el sistema de gobierno de mayorías.
EL fenómeno no era cosa nueva en Italia, pues muchos habían ya sostenido en los años de preguerra que el régimen parlamentario era un artículo de importación, inadecuado para las condiciones italianas. Pero fue la propagación de la idea en gran escala la que habría de estimular definitivamente a los militares que sostenían la necesidad de implantar un sistema de gobierno regido por un solo hombre.
7. Las ideas contradictorias de Benito Mussolini
Probablemente, lo más acertado sea considerar que el radicalismo de Mussolini nunca tuvo su origen en una convicción sincera y reflexiva sino en la necesitada vital de su personalidad de dar cauce a sus inclinaciones rebeldes.
Nadie que sustentara una filosofía definida podría haber cambiado de opinión tan a menudo. No sólo execró el imperialismo sino que, una y otra vez, antes de la guerra, difamó a la Iglesia, vilipendió al Rey y llamó a la bandera italiana "un harapo digno de ser plantado en un estercolero".
En 1914, al estallar la primera Guerra Mundial, Mussolini sostuvo la necesidad de que Italia permaneciera neutral. Pero apenas acababa de adoptar esta posición al parecer terminante, cuando comenzó a propugnar la participación italiana del lado de los aliados. En 1914, se había trasladado todo su equipaje al campo intervencionista. Privado de su cargo de director del Avanti, fundó un nuevo periódico, Il Popolo d´Italia, cuyas columnas dedicó de lleno a exaltar y azuzar el ardor bélico de Italia.
La decisión del gobierno italiano en la primavera siguiente, de entrar en la contienda del lado de los aliados de la Entente, fue considerada como una victoria personal por Mussolini, que se incorporó a las filas como soldado raso en 1915, conquistando las jinetas de cabo.
En 1917, fue herido en acción de guerra por la explosión de un obús y se le permitió reincorporarse a la vida civil para que reasumiera la dirección de Il Popolo d´Italia, con la esperanza de que pudiera estimular con su prédica el escaso entusiasmo bélico del pueblo italiano. Desde entonces, Mussolini luchó afanosamente desde las páginas de su diario a favor de una revolución fascista.
8. Evolución Fascista
El término fascismo tiene un doble origen. Proviene en parte de la expresión latina fasces, el hacha rodeada de un manojo de cuerdas que simbolizaba la autoridad del estado romano y, del italiano fascino, o sea, grupo o bando. Los fasci fueron organizados ya en octubre de 1914 como células de agitación cuya misión era propiciar y difundir la necesidad de que Italia se volcara a la causa de la Entente. Estos grupos políticos estaban formados por jóvenes idealistas, futuristas, nacionalistas fanáticos, aburridos oficinistas e inadaptados de todo género y especia. Mussolini se constituyó en el jefe máximo del fascino milanés. Una vez que Italia entró en la guerra, los bandos fascistas se consagraron de lleno a combatir el derrotismo. Luego vino el período del escuadrismo (1919-1921). Las actividades escuadristas comprendían una campaña terrorista contra los "enemigos del pueblo". Los métodos consistían en tácticas brutales de la peor espacie, como apalear a la víctima hasta dejarla inconsciente, extraerle los dientes o administrarle grandes dosis de aceite de ricino. El rapto y el asesinato eran dos de las armas preferidas de las células terroristas. La mayoría de estos ataques fueron perpetrados contra los radicales, pero en algunos casos las víctimas eran usureros o terratenientes que se negaban a reducir el monto de sus arriendos. En Florencia, algunos tenderos tercos fueron apaleados y sus negocios clausurados con candados, exhibiéndose en su frente grandes carteles con leyendas que decían: "Cerrado por robo reiterado". Mussolini mismo declaró en una ocasión que: "Unos cuantos cerdos colgados de los pies en postes del alambrado, representarían un buen ejemplo". Pero todos estos intentos de atraer a las clases más pobres no hallaron una respuesta muy vehemente por parte del proletariado, pues en la mayoría de las regiones de Italia los hijos de industriales acaudalados o de hacendados eran hartos conocidos como fervientes discípulos de Mussolini.
La Plataforma Fascista de 1919
La Plataforma primitiva del movimiento fascista fue redactada por Mussolini en 1919. Se trataba de un documento asombrosamente radical que imponía, entre otras demandas, la necesidad del sufragio universal, la abolición del senado, el establecimiento por ley de la jornada laboral de 8 horas, fuertes gravámenes al capital, un alto impuesto a la herencia, la confiscación del 85% de los beneficios de guerra, el ingreso de Italia en la Sociedad de las Naciones, la "oposición a toda clase de imperialismos" y la anexión de Filme y Dalmacia. Esta Plataforma se mantuvo más o menos oficialmente en vigencia hasta el mes de Mayo de 1920, en que fue reemplazada por una nueva, mucho más conservadora. En realidad, el nuevo programa omitía toda referencia a las reformas económicas y se reducía meramente a condenar el "socialismo de los políticos" y a introducir algunas vagas afirmaciones acerca de la "reivindicación" de los principios por los cuales había sido librada de la guerra. Con ninguna de éstas plataformas consiguieron el éxito político. Aún después de las elecciones de 1921, el número de sus representantes en la Cámara de Diputados no pasaba de treinta y cinco.
La "Marcha sobre Roma"
Pero lo cierto es que los fascistas compensaban con creces su escaso número con una agresividad disciplinada y una notable decisión. Y cuando la decadencia del viejo régimen hizo crisis al punto de abdicar prácticamente de sus funciones, se aprestaron a tomar el poder. En septiembre de 1922, Mussolini comenzó a hablar francamente de revolución al grito de "Sobre Roma". En octubre de ese año presentó al gobierno un ultimátum, exigiendo la convocatoria a nuevas elecciones, una política exterior enérgica y cinco carteras del ministerio para él y sus partidarios. Como el primer ministro y el Parlamento ignoraron estas exigencias, Mussolini organizó la "Marcha sobre Roma". El 28 de octubre el ejército de unos 50.000 militantes fascistas ocupó la capital. El primer ministro presentó la renuncia a su cargo, y al día siguiente Víctor Manuel III invitaba a Mussolini a formar un ministerio. Así, sin disparar un tiro, las legiones de "Camisas Negras", tomaron el poder. La explicación del fenómeno debe hallarse no en la fuerza del fascismo, sino en el caos creado por la guerra y en la carencia absoluta de una firme devoción del pueblo italiano hacia el gobierno constitucional.
Entre 1929 y 1939 el Estado fascista quedó consolidado en Italia. Permanecía en el trono el Rey Víctor Manuel III, pero su presencia era puramente nominal. A la cabeza del estado se hallaba "El duce"(caudillo). Existía un verdadero culto al jefe, Mussolini, rodeado siempre de una espectacular escenografía.
La Revolución Fascista
Ésta habría de ser sólo la primera etapa de la Revolución Fascista, puesto que el fascismo implicaba no sólo el control personal del aparato político del Estado, sino una serie de arrolladores cambios, que sacudirían hasta los cimientos la estructura política y económica. En 1923, en julio, Mussolini hizo que el Parlamento distara una nueva Ley electoral que estipulaba que el partido que reuniera la mayoría de los sufragios nacionales tendría automáticamente derecho a disponer de las dos terceras partes de la cámara de diputados.
En la primera elección convocada después de haber entregado con vigor la nueva ley, los fascistas obtuvieron no sólo más sufragios que ningún otro partido concurrente sino alrededor del 66% del total general de los votos emitidos. Cuando el nuevo Parlamento abrió en Mayo de 1924 el período de sesiones, el dirigente socialista Mateotti acusó a los dirigentes fascistas de haber apelado al fraude y la violencia para ganar las elecciones. En Junio, una pandilla de "Camisas Negras" cumpliendo órdenes de miembros del ministerio fascista raptaron y asesinaron al dirigente socialista. EL crimen produjo una violenta reacción acompañada de enérgicas demandas de que los fascistas dejaran el poder, pero a la larga la tormenta amainó y Mussolini pudo seguir adelante con su plan de reestructuración radical del sistema política. En 1925 retiró a todos los abogados antifascistas la matrícula para ejercer su profesión y abolió el gobierno autónomo en las ciudades y pueblos. Al año siguiente las reformas culminaron con una disposición por la cual se declaraba la ilegalidad de todos los partidos políticos con la sola y natural excepción de aquel del cual era jefe, y que abolía formalmente el régimen ministerial. A partir de ese momento al primer ministro sería responsable sólo ante el Rey, en tato que la labor del parlamento quedaría restringida a la mera ratificación de decretos.
La política exterior fue la clásica de esos Estados que buscaban descargar en el exterior todas las reales o posibles tensiones internas. El propósito fue hacer crecer el Imperio Colonial. En Libia se llevó a cabo una intensa política de colonización, se la presentó como una experiencia piloto de la eficacia colonizadora. La política agresiva se inició el 3 de octubre de 1935 con el ataque a Abisinia. La diferencia de equipo y deadiestramiento dio una abrumadora superioridad sobre los primitivos contingentes abisinios. El 5 de Mayo de 1936 las fuerzas comandadas por el mariscal Badoglio se apoderaron de la capital Addis Abbeba; el emperador (Negus) Haile Selassie perdió su trono y se procedió a la proclamación del Rey de Italia, Victor Manuel III, como Emperador de Abisinia. La censura de la Sociedad de las Naciones así como las sanciones resultaron totalmente inefectivas.
El Estado corporativo
El sistema político y económico del estado fascista recibía oficialmente el nombre de Estado Corporativo, lo cual significaba en primer lugar, que el gobierno estaba asentado sobre una base económica. El pueblo estaba representado en el gobierno no en su calidad de ciudadanos que habitaban distritos definidos, sino en su condición de productores. Pero el Estado Corporativo incluía a sí mismo la idea de que los intereses individuales y de clase debían estar supeditados a los intereses primordiales del estado. Proscribíase la lucha de clases entre el capital y el trabajo y huelgas y paros eran considerados ilegales. En caso de conflicto entre los trabajadores y la empresa el estado gozaba de atribuciones para intervenir en carácter de tribunal de última instancia e imponer la solución que considerara más conveniente.
La educación basada en la disciplina y la obediencia era uno de los pilares de mantenimiento del régimen.
La preocupación nacionalista se manifestaba en la tendencia a aumentar la población italiana. Se estimuló la natalidad concediendo primas a las familias numerosas, se prohibió la inmigración y se hizo propaganda para obtener el regreso de los emigrantes.
El principio corporativista implicaba asimismo el repudio definitivo del laissez faire. Aunque la propiedad privada seguí manteniéndose estructuralmente y los capitalistas eran reconocidos en su carácter de "clase socialmente productora", los principios tradicionales de una economía clásica fueron desterrados definitivamente. Toda actividad económica de ciudadano estaba sujeta a control del Estado que podía incautarse de cualquier empresa comercial o industrial si así lo demandaban los intereses de la nación.
La filosofía del fascismo.
Antes de analizar la filosofía de este fenómeno, deberíamos primero explicar sus características en líneas generales.
Se ha dicho repetidamente que el fascismo no constituye una doctrina, y se citan las propias palabras de Mussolini: "nuestra doctrina es el hecho", o "los fascistas tenemos el valor de rechazar todas las teorías políticas tradicionales; somos aristócratas y demócratas, revolucionarios y reaccionarios, proletariados y antiproletarios, pacifistas y anitpacifistas. Nos basta con tener un solo punto de referencia: la Nación."
- La desigualdad de clases es natural y provechosa.
- La democracia igualitaria y el sufragio universal suponen la ley del número prevaleciendo sobre la calidad. Son las elites dirigentes las que deben gobernar.
- El Estado tiene absoluta e indiscutible primacía sobre el individuo. Los principios de disciplina, autoridad y jerarquía deben dominar en la organización del Estado. "La nación- dice Mussolini- es creada por el Estado, que da al pueblo, consciente de su propia unidad moral, una voluntad y, por consiguiente, una existencia efectiva".
- La lucha es fundamental para la supervivencia. Se debe vivir peligrosamente para probar la superioridad.
- Las libertades individuales no son derechos, sino concesiones que hace el Estado, siempre y cuando no sean perjudiciales.
- La guerra no es un azote, ni una maldición, sino un ideal; el pacifismo no es sino una muestra de debilidad.
- La teoría marxista de la lucha de clases es falsa; es necesaria la creación de un orden social jerárquico.
- Los principios liberales y democráticos deben ser sustituidos por la exaltación del Estado totalitario, fundado en el sentimiento colectivo y en la mística del jefe.
- Italia debe tener un lugar de primer plano en el mundo, como continuadora de la grandeza romana.
La idea del Estado Corporativo fue uno de los elementos fundamentales de la doctrina fascista, pero de ninguna manera el único. Los restantes pueden ser brevemente definidos así:
- Totalitarismo. El Estado demanda la suma de interés y de la lealtad de sus miembros. No debe existir "nada por encima del Estado, nada contra el Estado". Debido a que el Estado no puede orientarse hacia sus altos fines sino en la medida en que sus miembros estén identificados con un objetivo común, sólo puede haber un Partido Fascista, una prensa fascista y una educación fascista.
- Nacionalismo. La nación es la forma de sociedad más elevada que la raza humana haya elaborado jamás. Tiene una vida y un alma propia, aparte de las vidas y almas de los individuos que la componen. No puede haber jamás armonía de intereses entre dos o más pueblos distintos. El internacionalismo es, por lo tanto, sólo una burda perversión del progreso humano. La nación debe ser conducida hacia la cima de su fuerza si su grandeza mediante el autoabastecimiento, la creación de un ejército poderoso y la consecución de un índice de natalidad de rápido crecimiento.
- Idealismo. La filosofía del fascismo puede ser calificada de idealista en el sentido de que renunciaba a una interpretación materialista de la historia. Según Mussolini, la nación podía convertirse en lo que se propusiera, ya que su destino no estaba de ningún modo sellado fatalmente por su posición geográfica o por el volumen de sus recursos naturales. El idealismo se desarrolla principalmente como una protesta contra el pesimismo característico de los anteriores gobernadores de Italia que argumentaban que el país estaba irremediablemente condenado, por la falta de recursos carboníferos, a seguir siendo una potencia de tercer orden.
- Romanticismo. La razón no puede ser jamás el instrumento más adecuado para la solución de los grandes problemas nacionales. El intelecto humano necesita el complemento indispensable de la fe mística, del autosacrificio y del culto de heroísmo y de la fuerza. "El espíritu fascista es voluntad, no intelecto".
- Autoritarismo. La soberanía del estado es absoluta. El ciudadano no tiene derechos, sino deberes. Lo que las naciones necesitan no es libertad, sino trabajo, orden, prosperidad. La libertad es un "cadáver de putrefacción", un gastado dogma heredado de la Revolución Francesa. El Estado debe ser gobernado por una elite que haya demostrado su derecho a gobernar mediante su fuerza y su superior comprensión de los ideales nacionales.
- Militarismo. La lucha está en el origen de todas las cosas. Las naciones que no se expanden, acaban por marchitarse y morir. La guerra exalta y ennoblece al hombre y regenera a los pueblos perezosos y decadentes.
9. El Estado Fascista
En la Estructura del Estado Fascista Italiano es característico el mantenimiento de ciertas formas institucionales tradicionales y al mismo tiempo la existencia de instituciones paralelas que, sin suprimir a aquellas, las vacían de contenido.
Continúan el Rey, el Parlamento y el Ejército, pero el poder está en el jefe del Estado, en el Gran Consejo, en el Partido Fascista y en las Milicias.
Existía un verdadero culto al jefe, muy visible en las grandes manifestaciones a las que Mussolini aportaba sus naturales actitudes para dirigirse de modo efectista a las multitudes y provocar en éstas verdaderas explosiones de entusiasmo. La prensa, la radio y el cine se encargaban de mantener este estado de pasión colectiva. La fórmula "Mussolini siempre tiene razón", artículo octavo de los diez mandamientos de las milicias fascistas, es altamente representativa.
La Ley Electoral de 1928 también es ilustrativa. Establecía las "listas de confianza", o sea, un proceso previo de selección de candidatos, a cambio del Gran Consejos y a propuestas de las confederaciones nacionales de corporaciones, lo que significaba que el electorado no tenía opciones entre listas sino que debería simplemente aceptar o rechazar así elaborada.
El partido fascista decidido por la consigna "creer, obedecer, combatir", constituyó la elite dirigente del gobierno y de la sociedad. En 1932 recibió nuevo estatuto que determinaron su estructura jerárquica. Su base eran los "fascios", que se agrupaban en cada provincia en una Federación.
En cuanto a la acción fascista de encuadramiento de la población, ella se manifestaba muy claramente en las manifestaciones juveniles, en la prensa, en la enseñanza y en la política cultural.
- La Opera Nazionale Balilla controlaba los movimientos juveniles, organizándolos con base en la preparación física y militar, así como en la fanática obediencia al jefe. De los cuatro a los ocho años, los niños permanecían a los "hijos de la loba"; a los ocho años pasaban a las "Balilla"; a los catorce años eran "Avanguardisti"; finalmente a los dieciocho años pasaban a las "Juventudes Fascistas".
- Los adultos eran organizados en asociaciones profesionales y sindicatos. También fue destacada la organización dependiente del Partido, la Opera Nazionale Dopolavoro, encargada de organizar vacaciones viajes, y diversiones colectivas de los obreros.
- El Ministerio de Prensa y Propaganda tenía el control total de la prensa.
- La enseñanza estaba sujeta a normas estrictas: "El gobierno exige que toda la escuela en todos sus grados, en toda su enseñanza eduque a la juventud italiana a comprender el fascismo y a vivir en el clima histórico creado por la revolución fascista". Los profesores de la Universidad estaban sometidos a la obligación de prestar juramento de fidelidad al régimen.
- En 1925 fue fundado el Instituto Nacional Fascista de Cultura, destinado a impulsar la política cultural del régimen y desplazar la cultura tradicional.
10. El régimen a partir de 1936
A partir de 1936 se produjo un mayor endurecimiento del régimen, que algunos autores atribuyen a dificultades internas y a imitación del régimen alemán.
- Se agrabó una situación de tensión contra el rey, cada vez más dejado de lado.
- La Cámara de Diputados fue sustituida por la Cámara de los Fascios y de las Corporaciones, integradas por el Consejo Nacional del Partido y el Consejo Nacional de las Corporaciones.
- El Partido Fascista, asume una mayor intervención en la vida social. Se habla entonces de un estilo de vida fascista caracterizado por la rapidez, por el dinamismo y la decisión. Los ejercicios físicos y las pruebas deportivas son considerados impresindibles. Se impone el uso de uniformes para los funcionarios. Se acentúan la preparación militar de la juventud, y sus organizaciones quedan directamente sometidas al Partido.
- Un nuevo ministerios, el de Cultura Popular, controla la prensa, las editoriales y la producción cinematográfica. Queda prohibida la venta de obras consideradas antifascistas, las de escritores judíos y de escritores rusos. Aumenta la exaltación del pasado romano.
- Comienza una política de discriminación racial con la publicación oficial del "Manifiesto de defensa de la raza". Los judíos italianos, considerados ciudadanos de segunda clase, son excluidos de la enseñanza, de las asociaciones, del ejército y de la administración. Con los judíos extranjeros las disposiciones son más restrictivas aún. De todos modos, en su aplicación práctica, ésta política discriminatoria no tuvo ni de lejos los alcances a que llegó en Alemania.
Las Relaciones con la Iglesia
El anticlericalismo de los primeros tiempos de Mussolini ya había desaparecido antes de su acceso al poder. Una vez en él, no olvidó la importancia que tenía el catolicismo en la sociedad italiana y Roma en todo el mundo católico. Su propósito de llegar a un arreglo en el conflicto que enfrentaba al Estado con la Iglesia en momento de la unidad italiana coincidió con igual propósito del Papa Pío XI, quien desde su acenso al trono pontificio, había mostrado una actitud favorable hacia Mussolini, quizá influido por su antiliberalismo y anticomunismo.
Después de largas y reservadas negociaciones se llegó finalmente a la firma del Acuerdo de Letrán, el 11 de febrero de 1929.
Poco después de la firma del Acuerdo, ya comenzaron a plantearse problemas, pues Mussolini lo interpretaba en un sentido restrictivo de los poderes de la Iglesia. Al presentarlo a la ratificación del Parlamento, declaraba, entre otros conceptos: El Estado Fascista reivindica totalmente el derecho de fijar normas morales. Es católico pero es fascista ante todo, exclusivamente, esencialmente fascista".
La Economía
El régimen fascista no cambió su estructura de la economía italiana. El capital privado continuó gozando de todas sus prerrogativas. Las empresas fueron respaldadas a cambio de subordinarse a las directivas políticas del régimen.
Son destacables en los primeros años los esfuerzos para impulsar la producción y para creas más fuentes de trabajo. La "Batalla del Trigo", tendiente a emancipar el país de los abastecimientos extranjeros, culminó con gran aumento en las cifras de la producción, aunque con elevados costos y a expensas de otros rubros más rentables como frutas y legumbres.
La hora del Régimen fascista.
Nadie que esté libre de prejuicios podría negar la hora del régimen fascista en Italia. En junio de 1940, cuando Italia resolvió finalmente intervenir en la Segunda Guerra Mundial, el gobierno de Mussolini, había conseguido reducir notablemente los índices nacionales de analfabetismo y había arribado a lo que parecía ser una solución satisfactoria de la antigua querella con el Papado, había prácticamente liquidado a la mafia o "mano negra" en Sicilia, e introducido grandes mejoras en la esfera económica.
Los "débitos" del fascismo.
Pero el "libro mayor" del fascismo tiene también su hoja del "debe". El movimiento oficial en pro del autoabastecimiento nacional había redundado en un alto porcentaje de encarecimiento en ciertos renglones de la industria. Aunque la marcha de los negocios y el nivel de la ocupación eran indudablemente mucho más estables que en los años inmediatamente posteriores a la Primera Guerra Mundial, no existían indicios de que los trabajadores hubieran mejorado sus condiciones de vida. Los salarios habían subido, pero debido a la alza de precios y a la campaña de fomento del trabajo caben realmente serias dudas sobre la existencia de un aumento real del nivel de salarios. Además, los italianos habían sido obligados por el régimen a comprar la estabilidad y el orden al precio de una mortal uniformidad de pensamiento y acción, estado que el mismo Mussolini había descrito en 1914 como de "aburrimiento e imbecilidad".
Agreguemos aquí que el gobierno fascista se lanzó durante su régimen a dos costosas aventuras: la conquista de Etiopía en 1935- 1936 y la intervención en la Guerra Civil Española 1936- 1939.
Síntesis. Etapas de consolidación del poder de Mussolini
- Mussolini se reservó la presidencia del Consejo de Ministros y las carteras del Interior y de Relaciones Exteriores.
- En su primera presentación ante la Cámara, anunció un programa y amenazó… "Yo podría hacer de esta sala gris un campamento de soldados". Obtuvo que el poder legislativo le otorgara plenos poderes.
- En diciembre de 1922 se crea el Gran Consejo del Fascismo, integrado por ministros, subsecretarios, miembros de la dirección del partido y altos funcionarios; este órgano tomaba las decisiones políticas, convirtiendo al gobierno en mero ejecutante.
- Acto seguido fue creada la milicia voluntaria para la Seguridad Nacional, guardia fascista que reemplazó a la disuelta guardia real.
- En 1923 se dispuso la disolución de varias disoluciones obreras; al mismo tiempo se hicieron concesiones a la Iglesia Católica y se buscó que el Partido Popular perdiera su apoyo.
- En abril de 1924, mientras Italia continuaba sacudida por la violencia de los "squadristi", se celebraron las elecciones parlamentarias. Las listas fascistas obtuvieron el 65% de los votos.
- Al anunciarse el nuevo período legislativo, el diputado socialista Mateotti fue asesinado por los "squadristi". Esto provocó un sentimiento general de repulsa, y el propio Mussolini precipitó algunas renuncias de dirigentes comprometidos e inclusive algunas detenciones. Una parte de los diputados de la oposición decidió boicotear las sesiones de la Cámara hasta tanto fueran disueltas las milicias fascistas.
- En enero de 1925 Mussolini ya había superado la crisis, puesto que la reacción opositora no tuvo suficiente fuerza como para conmoverlo. El 3 de enero dirigió a la Cámara un discurso en el que declaró asumir "la responsabilidad política, moral e histórica por todo lo que ha pasado", y anunció a estar dispuesto a un enfrentamiento definitivo con la oposición.
- A partir de ese momento la prensa de oposición es perseguida y se procede a la disolución de asociaciones consideradas subversivas. La violencia de las milicias recrudece, y es puesto al frente del partido fascista su dirigente más intransigente: Roberto Firanacci.
- En octubre de 1925, el llamado "Acuerdo del Palacio Vidoni" establece que la representación obrera, en sus tratativas con las patronales, será monopolizada por los sindicatos fascistas.
- La ley del 24 de diciembre de 1925 creó para Mussolini el cargo de "Jefe de Gobierno" con la totalidad del Poder Ejecutivo, siendo sólo responsable ante el rey; también suprimió la iniciativa parlamentaria. Un mes más tarde, otra ley atribuye poderes legislativos al "Jefe de Gobierno".
- El 4 de noviembre de 1926 fueron aprobadas las llamadas "leyes de defensa del Estado", conocidas como "leyes fascistísimas", con lo que concluye todo resto de libertad. Los partidos políticos son disueltos.
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