Sistemas políticos
Fascismo y nacismo
La Segunda Guerra Mundial(1939-1941)
La primera etapa de la guerra tuvo como principales protagonistas a las grandes potencias europeas, y se desarrolló fundamentalmente en territorio europeo.
Los grandes beligrantes fueron: por un lado, Gran Bretaña y Francia; por el otro, Alemania y, desde 1940, Italia.
La situación de la URSS fue especial. Neutral en la guerra entre los grandes estados, emprendió acciones diplomáticas o militares contra sus vecinos (Finlandia, Estonia, Letonia, Lituania, Rumania) e intervino en la ocupación de territorios polacos.
En este lapso perdieron su independencia varios países: Polonia, repartida entre Alemania y la URSS. Dinamarca, Noruega, Holanda, Bélgica, Grecia, los primeros bajo ocupación alemana y el último bajo ocupación italiana. Estonia, Letonia y Lituania, anexados sin guerra por la URSS. Yugoslavia fue desintegrada en beneficios de Alemania, Italia, Hungría y Bulgaria, dando origen además a pequeños estados satelitales, Serbia y Croacia. Otros países sufrieron la pérdida de parte de sus territorios: Finlandia, cedió a la URSS el istmo de Carelia; Rumania cedió a Hungría parte de Transilvania, a Bulgaria la Dobrudja y la URSS la Besarabia; Francia, después de la derrota, sufrió la ocupación alemana en gran territorio nacional.
Hubo pocos neutrales: Suecia, Suiza, Portugal y España: este último con una neutralidad benévola para con los países del Eje.
Alemania aparece durante este periodo como la gran vencedora, y Gran Bretaña permanece firmemente a la defensiva.
El nuevo orden alemán
El nuevo orden europeo, mencionado oficialmente en el pacto tripartito (Alemania, Italia, Japón) de septiembre de 1940, tuvo como base:
- El dominio personal de todo régimen por Adolfo Hitler
- El dominio de Alemania por el partido nazi, las organizaciones militarizadas SS y la policía secreta, Gestapo
- El dominio de Alemania ("raza germánica superior" "pueblo de amos") sobre un amplio espacio que llegaba desde los Pirineos hasta el Cáucaso, y desde Escandinavia hasta el Mediterráneo.
No existió una concepción perfectamente elaborada acerca de cómo debía ser organizado; simplemente algunas ideas contradictorias y variables de Hitler y sus teóricos, y resoluciones rápidas según las circunstancias.
La política nazi con los pueblos sometidos se basaba en la discriminación racial: los pueblos germánicos serían asimilados a Alemania; los pueblos considerados parientas (holandeses, flamencos, escandinavos) serían objeto de tratamiento menos severo; los pueblos estimados inferiores, particularmente los eslavos, serían objeto de los mayores rigores y destinados a la esclavitud o al exterminio. Se proyectaban grandes desplazamientos de pueblos, especialmente en territorios destinados a la colonización alemana (Polonia, Estados bálticos, Crimea).
Para activar la represión se solía declarar el "estado de emergencia civil": tribunales presididos por oficiales de la SS hacían procedimientos sumarísimos, culminados las más de las veces con la pena de muerte sin que el acusado tuviese asistencia letrada.
Cuando la resistencia se hizo mayor, fue introducido el principio de responsabilidad colectiva por sabotaje. Sobre esa base se apresaban rehenes y se les ejecutaba como represalia. Esta práctica llevaba a la ejecución del total de la población local.
Luego, las deportaciones en masa y los campos de concentración se hicieron sistemáticos. La lucha contra la oposición se sumó así a la que desde tiempo atrás se realizaba contra los judíos, haciéndolos las principales víctimas de la discriminación racial. Los campos de concentración (hubo más de mil) fueron dotados de elementos para el rápido exterminio de todos aquellos que no resultaban aptos para el trabajo; son célebres las cámaras de gas del campo de Auschwitz, Buchenwald, Dachau y Belsen, cuyos sobrevivientes espantaron por su aspecto físico de desnutrición y decadencia moral a los soldados que los liberaron al finalizar la guerra. Se calcula que por esos campos pasaron más de siete millones de personas, de las cuales dos tercios murieron allí. A esto se debe agregar la muerte de los prisioneros de guerra por falta de instalaciones adecuadas. Particularmente durante la invasión de la URSS, de cinco millones de prisioneros, se cuentan dos millones de muertos y un millón de desaparecidos, más la mitad de tres millones de civiles deportados a Alemania.
Introducción
Más allá de las razones políticas, económicas y culturales que propiciaron el surgimiento del fascismo -y del nazismo especialmente-, se deben observar otras razones que no necesariamente entran en la lógica de un análisis racional de este fenómeno. O en palabras del autor nacionalsocialista Wilhelm Stapel: "Dado el carácter elemental del nacionalsocialismo, resulta imposible atacarlo con ‘argumentos’. Los argumentos sólo tendrían efecto si el movimiento se hubiera impuesto con ayuda de argumentos".
Si tomamos el caso de Alemania, la gigantesca acumulación de poder que ostentaba Adolf Hitler no estaba basada sólo en coordenadas políticas dentro del III Reich: la razón principal de este éxito fue el empleo de la violencia psíquica. La propaganda del régimen nacionalsocialista se basaba sobre esta Führerideologie (ideología del jefe). Renunciando a toda argumentación objetiva, los llamamientos de Hitler al pueblo alemán consistían en presentar a las masas solamente "la gran meta final". El tipo de mando autoritario y carismático (retomando el concepto de Max Weber), otra de las características distintivas del fascismo, tiene una estrecha relación con esta situación de presión propagandística basada en el miedo.
El propio símbolo gráfico del fascismo era el de la violencia: el fascino, del latín fasces, haz de varas que según la leyenda histórica tiene origen en el primer cónsul de Roma, Brutus (VI a.c.), quien hizo apalear públicamente a sus hijos y acabarlos a hachazos por haber conspirado contra el Estado. Este instrumento de castigo, inspirador de temor, se convirtió en símbolo del poder en Roma: el haz de varas ligadas con una cuerda alrededor de un hacha. Los lictores, junto al cónsul, portaban este emblema para ejecutar en el acto las sentencias de éste: flagelar, ahorcar o decapitar.
Este símbolo, devenido en símbolo del fascismo, tenía, en comparación con la cruz gamada de Hitler, la desventaja de ser muy complicado y por ello no poder ser dibujado en cualquier parte y por cualquiera, como sucedía con la svástica, las tres flechas socialistas o la cruz.
13. La psicología de masas del fascismo
El estudio de la eficacia psicológica de Hitler sobre las masas debía partir de la idea de que un führer representante de una idea, no podía tener éxito (no un éxito histórico sino esencialmente pasajero) más que si sus conceptos personales, su ideología o su programa se encontraban en armonía con la estructura media de una amplia capa de individuos integrados en la masa. Un führer no puede hacer la historia más que si lasestructuras de su personalidad coinciden con las estructuras de amplias capas de la población, vistas desde la perspectiva de la psicología de masas. Dice Domenach: "es innegable que un cierto número de mitos hitlerianos correspondían o bien a una constante del alma germánica, o bien a una situación creada por la derrota, el desempleo y una crisis financiera sin precedentes".
Como todo movimiento reaccionario, el de Hitler se apoyaba en varias capas de la pequeña burguesía. Se caracterizaba a este segmento social mediante la metáfora de un ciclista: "por arriba curva su espalda, por abajo patalea"("Nach oben buckelt er, nach unten tritt er", según lo citaba P. Reiwald). Con esto se quiere explicar un componente psicoétnico del pueblo alemán: la sumisión hacia quienes están encima y la brutalidad para con los de abajo. Había también un componente místico en las clases medias alemanas, que Hitler aprovechó para proclamar que Alemania era la encargada de cambiar el mundo. Esto, sumado a la proliferación de corrientes intelectuales reaccionarias (Gobineau, Wagner, Chamberlain, quienes ponían el acento sobre todo en la cuestión racial, y otros que apelaban al espíritu guerrero del pueblo alemán, magnificando las gestas teutonas) a fines del siglo diecinueve, creó el caldo de cultivo para la proliferación de este tipo de fenómenos.
Hay algo evidente: cuanto más numerosa e influyente en una nación es la clase media, más probable es que haga su entrada en la escena política como fuerza social. Por otra parte, las contradicciones intrínsecas del fascismo no hacen más que reafirmar su base de masas de clase media. Que los intereses subjetivos de estas masas hayan sido aprovechados por Hitler al incluir en su plataforma la lucha contra el gran capital, y que el fascismo, en su función objetiva, se haya convertido en defensor fanático del imperialismo y pilar del orden económico del gran capital, son hechos que llevan a la convergencia en el nacionalsocialismo.
Para comprender la ideología, la situación del pequeño campesino, del funcionario y del comerciante medio hay que tener en cuenta sus matices económicos, pero fundamentalmente su identidad familiar común. Si nos focalizamos en las clases medias urbanas, vemos que la rápida evolución de la economía capitalista en el siglo XIX lleva a la pauperización de los pequeños comerciantes y artesanos. Ante las grandes industrias, que producen más barato y más racionalmente, las pequeñas empresas están destinadas a desaparecer. Esta situación los llevaría tarde o temprano a confundirse con la gris masa del proletariado.
La pequeña burguesía se rebeló, al fin, contra el sistema, encarnado en el "régimen marxista" de la socialdemocracia. Pero dado el carácter competitivo de los estratos medios, fundamentalmente de los funcionarios del estado, no se observa una identificación de la pequeña burguesía con sus pares o con los obreros industriales, un sentimiento de solidaridad, lo que Marx acuñó como "conciencia de clase".
La conciencia social del funcionario no está determinada por el sentimiento de una comunidad de destino con sus colegas, sino por la actitud cara a la autoridad establecida y a la "nación". Para el funcionario esta actitud consiste en una identificación absoluta con el poder estatal; súbditos con respecto a la autoridad, se convierten en los representantes de esa misma autoridad en sus relaciones con sus subordinados y, por este motivo, gozan de una especial protección moral. Esta identificación con la administración del Estado y la nación, que puede resumirse en la fórmula: "Yo soy el Estado", es una realidad psíquica que nos proporciona uno de los mejores ejemplos de una ideología convertida en poder material. Como resultante de su dependencia material, su personalidad se transforma a imagen de la clase dominante. En palabras de W, Leich: "Por tener los ojos perpetuamente clavados en lo alto, el pequeño burgués acaba por cavar una fosa entre su situación económica y su ideología". Esta "mirada clavada en lo alto" es lo que distingue esencialmente a la estructura pequeño burguesa de la del obrero de la industria en Alemania. En otros países, como EEUU, el "aburguesamiento" de los trabajadores de la industria anula esta distinción.
Para penetrar en el mundo obrero, el fascismo propone la supresión de las clases, o sea la supresión del proletariado, recurriendo al sentimiento de vergüenza que sufre el trabajador manual (el desprecio por este tipo de tareas es uno de los elementos reaccionarios más importantes, al llevar a querer imitar al empleado de oficina). Sumémosle a esto que los trabajadores emigrados del campo traen consigo una ideología defamilia rural que es el mejor caldo de cultivo para causas imperialistas y nacionalistas. Otro elemento a tener muy en cuenta es la importancia que revisten los pequeños hábitos diarios, hecho sistemáticamente ignorado por el movimiento revolucionario. Lejos de ser costumbres propias de este estrato social, constituían la expresión visible de que se acusaba recibo de la propaganda nacionalsocialista. La represión de la mujer, el vaso de cerveza bebido en familia, el traje "elegante" de los domingos -todos ellos símbolos del adocenamiento que se estaba produciendo-, penetraban en cada rincón de la existencia cotidiana, mientras que el trabajo de la fábrica y los panfletos revolucionarios no actuaban más que durante unas horas.
De este modo, cuando la crisis económica impactó a esta capa social, su sensibilidad revolucionaria estaba embotada producto de decenios de estructuración conservadora. La afirmación comunista de que la política de la socialdemocracia le había abierto las puertas al fascismo era exacta desde el punto de vista de la psicología de masas. Afirma W. Leich que "a falta de organizaciones revolucionarias, decepcionado por la socialdemocracia y angustiado por la contradicción entre su empobrecimiento y el pensamiento conservador, el trabajador se arroja en los brazos del fascismo".
14. La captación de las masas
La manipulación de las masas llevada a cabo por el fascismo parece inconscientemente inspirada en la doctrina de Pavlov y sus reflejos condicionados, leyes que rigen las actividades nerviosas superiores del hombre. La propaganda, considerada por Goebbels como un arma de guerra, constituía el elemento fundamental con el que se atraía nuevos adeptos a la causa del nacionalsocialismo. La actividad propagandística tiene dos funciones primordiales: inculcar un número elevado de ideas a un grupo reducido de personas y agitar a un gran número de personas mediante un número reducido de ideas. Los que sucumben ante esta estrategia son pequeño-burgueses, presas fáciles del miedo que resulta de una sugestión imperativa como la del régimen hitleriano. El autor soviético Serge Tchakhotine afirmaba que esta porción de la sociedad poseía unsistema nervioso inestable, y que a menudo se sentían contentas al verse dominadas y guiadas.
Entre los factores visuales utilizados para atraer a las masas, se observa el predominio del color rojo (al que se le atribuye una acción fisiológica excitante y es utilizado generalmente por partidos de izquierda o pretendidamente "revolucionarios") y los uniformes militares de colores vistosos. Según palabras de Domenach: "la propaganda toma de la poesía la seducción del ritmo, el prestigio del verbo e incluso la violencia de lasimágenes". Para actuar sobre los sentimientos de amor y alegría, es decir sobre los sentimientos eróticos sublimados, se debían utilizar los bailes públicos, las tonadas populares, desfiles con la presencia de gimnastas o flores.
En el aspecto social, Hitler copió las prácticas de la Iglesia Católica, en las que el incienso, la semioscuridad y las velas encendidas crean un estado especial de receptividad emotiva.
En los mitines, había que tener en cuenta la habilidad de los oradores para alternar lapsos de tensión discursiva con comentarios relajados, manteniendo así a la multitud expectante. Las directivas para la "creación de entusiasmo" en la multitud (arengar a la masa, entonar himnos combativos, acompañar las consignas con movimientos del cuerpo, por ejemplo el puño en alto, lo que constituía la llamada "gimnasia revolucionaria") son en buena parte acústicas; los "tóxicos sonoros", como los llama De Felice. El ritmo y la cadencia de los sonidos van acompañado de un bloqueo de la conciencia, propiciando un estado de naturaleza hipnótica. La música instrumental es el más eficaz de estos tóxicos. En ella, los instrumentos de percusión ocupan el lugar preponderante, ya que son los encargados de llevar el ritmo. El timbre de algunos instrumentos como la trompeta tiene la propiedad de causar una exaltación general.
15. La violencia psíquica
Un rasgo característico de la propaganda hitleriana era crear alrededor del nombre del líder una especie de leyenda de héroe nacional, para mantener a las masas en un estado de esclavitud psíquica. Hitler afirmó en su libro "Mein Kampf" ("Mi lucha") que "la propaganda política es el arte esencial de guiar políticamente a las grandes masas". Y en el congreso de Nuremberg de 1936 exclamó: "la propaganda nos ha llevado hasta el poder, la propaganda nos ha permitido conservar desde entonces el poder; también la propaganda nos concederá la posibilidad de conquistar el mundo".
Si se trata de teorizar acerca del rol de la propaganda en el III Reich, nadie mejor que los propios involucrados. Goebbels decía al respecto que "la propaganda debe tender a simplificar las ideas complicadas". Hitler precisa en su libro (transcripto en su mayor parte por su adláter Rudolf Hess en prisión luego del fallido Putsch de Munich en 1923): "hay que reducir tanto más el nivel intelectual de la propaganda cuanto mayor es la masa de hombres a los que se quiere llegar".
La propaganda hitleriana se valía del sentimiento nacional del pueblo alemán, de su tendencia chauvinista. Otros aspectos de este fenómeno eran la persecución antisemita (encarada con una brutalidad tal desde la propaganda hasta convertirse en su talón de Aquiles en el exterior) y la demagogia social desenfrenada en el orden interno. Uno de los atributos característicos del fascismo, la valoración positiva del uso de la violencia, se refleja en las siguientes palabras de Hitler: "la primera de las condiciones para el éxito consiste únicamente en la aplicación perpetuamente uniforme de la violencia". La "persuasión por la fuerza", campañas propagandísticas cuya base era el miedo, era el denominador común. Rara vez en los discursos del führer dejaba de haber un llamamiento a la violencia, una amenaza velada o una apología de la fuerza militar.
Domenach decía que "el hitlerismo corrompió la concepción leninista de la propaganda e hizo de ella un arma en sí, de la que servirse indiferentemente para todos los objetivos. Las consignas leninistas tenían una base nacional, aunque se adhieran en definitiva a unos instintos y a unos mitos fundamentales. Pero cuando Hitler lanzaba sus invocaciones sobre la raza y la sangre a una muchedumbre fanatizada, que le respondía con sus ‘Sieg Heil ’, sólo le preocupaba sobreexcitar en lo más hondo de ella el deseo de poderío y el odio. Esta propaganda no designa unos objetivos concretos: se vierte en forma de gritos de guerra, de imprecaciones, de amenazas y de vagas profecías, y si hay que hacer promesas, éstas son tan insensatas que sólo pueden llevar al ser humano a un nivel de exaltación en el que éste contesta sin reflexionar".
Otra regla es la de no hablar nunca en condicional. "Sólo la afirmación indicativa o imperativa nutre la psicosis de poderío y la psicosis de terror entre los enemigos. ("Mein Kampf "). Por otro lado, Hitler le asignaba a la unidad de mando el éxito de cualquier propaganda política, ya que, según él, "el fuerte es más fuerte cuando se queda solo". Constantemente en sus discursos se repetía que los nazis eran los vencedores -o que vencerían-, para "provocar la fuerza de sugestión que procede de la confianza en uno mismo". Este precepto está estrechamente ligado a otra característica de la propaganda hitleriana: el empleo de la mentira.
Lo que Hitler comprendió a la perfección -sin conocer la teoría de los reflejos condicionados- en lo que refiere a las condiciones del éxito de su propaganda, fue la regla de su repetición. Dice al respecto: "todo el genio desplegado en la organización de una propaganda no lograría éxito alguno si no se tuviera en cuenta, siempre con el mismo rigor, un principio fundamental: debe limitarse a un número reducido de objetos y repertirlos constantemente. La perseverancia es la primera y más importante condición del éxito". Por esta razón machacaba sin cesar en las masas sus slogans o "divisas-microbio", sus símbolos sonoros y escritos.
16. Goebbels y sus estrategias propagandísticas
Joseph Goebbels -quien paradójicamente había sido criado en una casa de tradición judía al igual que su mujer, Magda- fue quizás el único verdadero intelectual de los altos mandos nazis. A cargo del Ministerio de Propaganda, se convirtió en el principal aliado de Adolf Hitler en su tarea de obnubilar a las masas mediante tácticas maquiavélicas de manipulación de información y control absoluto sobre prensa gráfica, radio, cine, arte, literatura e incluso teatro.
La información acerca de los alemanes era obtenida mayormente de la Sicherheist-Dienst (SD) de la policía secreta. Además, Goebbels dependía de sus propias Oficinas de Propaganda del Reich, de funcionarios alemanes y de contactos con civiles o soldados. Los datos sobre países aliados, neutrales o enemigos eran recopilados a partir de espías, conversaciones telefónicas interceptadas e interrogatorios de prisioneros.
En la línea del centralismo de poder nazi, Goebbels concentraba en su figura la mayor cantidad de funciones posibles dentro de su Ministerio. Esto llevó a roces con titulares de otras carteras (el Ministerio de Asuntos Extranjeros incluso el Ejército).
Un asunto muy importante en estos menesteres era el de la credibilidad: sólo ésta debía determinar si los materiales de la propaganda habrían de ser ciertos o falsos. Para Goebbels lo importante era lo expeditivo y no lo moral. Para mantener la credibilidad, sin embargo, la verdad debía ser utilizada con la mayor frecuencia posible. Por ende, las mentiras eran útiles cuando no podían ser desmentidas.
No se tenía el menor escrúpulo respecto del uso de la censura. "La política de las noticias -aseveró Goebbels- es un arma de guerra; su propósito es el de hacer la guerra y no el de dar información". La política habitual consistía en suprimir materiales considerados indeseables para el público alemán para luego usarlos como propaganda en el exterior si eran apropiados. Por ejemplo, las historias referentes a un supuesto canibalismo de los rusos eran difundidas en países extranjeros, pero no en Alemania para no aterrorizar a los familiares de los soldados.
Un elemento manejado con maestría por parte de Goebbels era la llamada "propaganda negra". Se denominaba así a aquel material cuya fuente quedaba oculta para la audiencia. Se presumía que el hecho de desperdigar rumores para que actuaran por sí solos como propaganda tendría más posibilidades de ser creído si las autoridades alemanas no estaban relacionadas con él. También se utilizaban medidas negras para combatir rumores indeseables dentro del Reich, ya que una desmentida oficial, según Goebbels, no haría más que reforzarlos.
Otra metodología significativa era etiquetar los acontecimientos y las personas con frases y consignas distintas pero fácilmente retenibles. La tarea de Goebbels consistía en vincular los sucesos con los cliché verbales que iban a adquirir un especial significado. Estas denominaciones debían ser utilizadas una y otra vez, pero sólo en las situaciones apropiadas. "Prohibo utilizar la palabra Führer en la prensa -dijo Goebbels- cuando es aplicada a Quinsling, pues no considero justo que se aplique el término Führer a ninguna otra persona que no sea el propio Führer".
Otro de los principios propagandísticos de Goebbels cuya comprensión ayuda a explicar el fenómeno de persecución y exterminio de minorías (judíos, gitanos) era el que rezaba que "la propaganda debe facilitar el desplazamiento de la agresión, especificando los objetivos para el odio". En general, la táctica era desplazar la agresividad alemana hacia algún grupo marginal como los antes citados.
Por último, el propio Goebbels reconocía seis situaciones en las que la propaganda era impotente o tenía muy escaso margen de acción:
- Impulso básico sexual
- Impulso básico del hambre
- Intentos de aumentar la producción industrial
- Alteración de impulsos religiosos
- Ataques aéreos enemigos
- Situación militar desfavorable
Fue ante estos acontecimientos -principalmente los dos últimos-, generalizados a lo largo del territorio alemán a partir de 1943, que el régimen nazi comenzó a desmoronarse hasta la capitulación a principios de 1945. Posteriormente, como es sabido, se suicidaron Adolf Hitler, Heinrich Himmler (a cargo de la consolidación de las Schutzsaffel, conocidas como SS, la GESTAPO y la red de campos de concentración) y Joseph Goebbels, quien junto con su esposa envenenó a sus hijos para posteriormente quitarse su propia vida..
Notas finales
A grosso modo, la propaganda hitleriana esta caracterizada principalmente por tres elementos:
- Renuncia a las consideraciones morales.
- Apelación a la emotividad de las masas.
- Empleo de reglas racionales para la formación de reflejos condicionados conformistas en las masas.
Es imprescindible el análisis a fondo de la propaganda fascista y su impacto en las masas para así comprender cómo las masas fueron engañadas, desorientadas y sumidas a influencias psicológicas.
En Alemania, tanto Hitler y Goebbels, las dos personalidades más notorias del movimiento nazi, como sus adláteres (entre los que se destacan Hermann Göering, quien sólo estaba detrás del Führer en la cadena de mando; Hjalmar Schacht, quien manejaba el Reichsbank y la cartera de Economía; Baldur von Schirach, líder del movimiento juvenil nazi; Ernst Roehm, quien formó las Sturmabteilung o SA y fue asesinado durante la llamada "Noche de los Cuchillos Largos" en 1934) son los referentes ineludibles de este fenómeno. Mussolini, por su parte, sólo contaba con un Ciano a su disposición para estos fines, pero fue el inspirador de muchas de las técnicas adoptadas por Hitler durante su estadía en el poder.
Quizás una de las dinámicas inherentes a las técnicas propagandísticas, el bluff en todo momento y lugar, haya sido uno de los factores que contribuyó al derrumbe de esta parafernalia -y luego del propio régimen- al volverse contraproducente en momentos de reveses bélicos e incertidumbre en la población civil.
17. Nazismo en Alemania
La era de la república
Alemania sucumbió al fascismo mucho después que Italia, debido a que las fuerzas del nacionalismo y el militarismo habían pasado por un período de temporario descrédito a raíz de la derrota sufrida por la nación alemana en la primera Guerra Mundial. De 1918 a 1933,Alemania fue una república. La revolución que derrocó al Káiser llevó al poder a una coalición de socialistas, centralistas y demócratas liberales. En 1919, los dirigentes de los tres partidos redactaron la constitución de Weimar. Estipulaba el sufragio universal, el régimen de gobierno ministerial y una Carta de derechos que garantizaba no sólo las libertades de derechos tradicionales, sino el derecho del ciudadano a disponer una ocupación, a recibir una educación y a estar protegido contra los riesgos de la sociedad industrial.
Los reaccionarios y otros extremistas conspiraban infatigablemente contra ella. El caos económico que había sido el amargo saldo de la paz impuesta por los aliados, hubieran minado la confianza popular en cualquier régimen. A todo esto, el pueblo alemán tenía muy poca experiencia en materia del gobierno democrático. La república de Weimar era el fruto de una revolución impuesta por la fuerza a la nación alemana en la hora de la derrota.
Causas determinantes del triunfo del nazismo en Alemania: la derrota en la guerra
Los factores que llevaron al triunfo final del nazismo alemán fueron variados. El primero fue el sentimiento de humillación nacida de la derrota. El pueblo alemán no podía creer que sus invencibles ejércitos hubieran sido vencidos realmente en el campo de batalla. No tardó en crecer y alimentarse la leyenda de que la nación germana había sido arteramente "apuñalada por la espalda" por los socialistas y judíos del gobierno.
La inflación de 1923
El segundo factor entre cuantos condujeron al nacimiento y desarrollo del movimiento nacionalsocialista, fue la rápida inflación de 1923; producto en buena parte de la invasión y ocupación del valle de Ruhr por un ejército francés. Los franceses sostuvieron que los alemanes estaban deliberadamente eludiendo satisfacer el pago de las reparaciones de guerra y que la única manera de obligarlos a cumplir con lo pactado era introducir fuerzas militares en su territorio. Alentados por el propio gobierno, los trabajadores se declararon en huelga. El gobierno alemán trató de apoyarlos emitiendo enormes cantidades de papel moneda. El marco alemán había sido ya desvalorizado a raíz de los pagos por reparaciones de guerra y la continua fuga de las reservas de oro, pero a partir de ese momento el proceso de desvalorización de la moneda se precipitó en un verdadero tobogán. La carrera de desvalorización adquirió una velocidad fantástica, hasta que llegó al fondo del pozo en noviembre de ese año.
Debido a que los agricultores no podían seguir aceptando el marco en pago de sus productos, al gobierno no le quedó otro remedio que emitir un nuevo circulante respaldado con riqueza tangible. Los efectos de esta formidable inflación y el consiguiente repudio del pueblo alemán, fueron desastrosos para ciertas clases. Los miembros de la pequeña burguesía, que obtenían sus ingresos de salarios o rentas fijas, se vieron de la noche a la mañana reducidos a la miseria.
Por otra parte, miles de astutos especuladores medraban a costa de la situación y se hacían ricos rápidamente; en unos casos especulando sobre las fluctuaciones del marco y en otros casos comprando por centavos grandes negocios y saldando el remanente de la deuda con circulante desvalorizado. Algunos eran judíos, pero abundaban también los alemanes de pura raza aria que no vacilaron en hacerse una fortuna por ese medio. Lo cierto es que, la avidez de los especuladores ejerció un desastroso efecto entre los despojados miembros de la pequeña burguesía, acentuando su descontento.
Del militarismo y el terror al bolcheviquismo
Entre otros factores que contribuyeron al nacimiento del nacionalsocialismo cabe el hecho de que Alemania había sido siempre un Estado militar, imbuido de las más profundas tradiciones de orden y disciplina. Las virtudes de subordinación, disciplina y obediencia, características de la vida militar, eran las virtudes cardinales de la moral nacional, caras por ello mismo al alma del pueblo. En consecuencia, muchos patriotas comenzaron a demostrar su preocupación por la irresponsabilidad y el relajamiento que parecían caracterizar al régimen republicano de gobierno.
Otras de las causas concurrentes era el temor general al comunismo. Los marxistas alemanes dieron en llamarse a sí mismos espartaquistas. Luego habrían de adoptar el nombre tradicional de comunistas. En las elecciones presidenciales de 1932, el Partido Comunista Alemán consiguió más de la séptima parte del total de votos escrutados. Tal como sucediera en su momento en Italia, muchos capitalistas y propietarios comenzaron a dar señales de alarma ante el auge de lo que consideraban un inminente peligro de revolución bolchevique y, secretamente, empezaron a apoyar a los nazis.
Los efectos de la depresión
El factor más importante que precipitó el triunfo final del nazismo, fue la gran depresión. Ello resulta del hecho de que el Partido Nacionalsocialista jamás había podido obtener más de 32 bancas en el Reichstag antes de las elecciones de 1930. Después de 1929 consiguió el apoyo de los campesinos, los estudiantes universitarios, de millones de desocupados y de los agricultores; con la esperanza de ver aliviada su situación al borde del colapso.
Todas las profesiones estaban saturadas de graduados con un título abajo del brazo y ninguna perspectiva visible de progreso. Jóvenes que jamás habían conseguido un empleo y que no podían por lo tanto aspirar ni siquiera a las compensaciones gubernamentales por desempleo, fueron fácil presa de las activas promesas de los agitadores nazis. Los más viejos cayeron a su vez, víctimas del juego. La mayoría de la población no se había entregado al nazismo, pero la desesperación general rea tan grande que habría de llevarlos fatalmente a hacharse en brazos del primero que prometiera liberarlos de la confusión y el miedo. Para la mayoría de ellos, la pérdida de libertad política e intelectual era un sacrificio mínimo comparado con los beneficios representados por la prometida seguridad económica.
18. La revolución nazi
La revolución nazi comenzó de una manera al parecer inofensiva. En el verano de 1932, el régimen parlamentario se había desmoronado. Ningún canciller podía conservar el apoyo de la mayoría en el Reichstag, pues los nazis se negaban sistemáticamente a apoyar a cualquier ministerio que no estuviera encabezado por Hitler, y los comunistas, por su parte, eran opuestos a colaborar con los grupos socialistas. En enero de 1933, un grupo de reaccionarios compuestos por industriales, banqueros y junkers presionaron al presidente von Hindenburg para que designara canciller a Hitler.
Estaba dispuesto que sólo habría tres nazis en el gabinete. Pero los auspiciadores del plan no supieron advertir el tremendo renacimiento de los sentimientos nacionalistas que respaldaban el movimiento nazi. Hitler no perdió el tiempo y aprovechó al máximo ésta oportunidad. Procedió a intimidar a sus opositores con todas las armas que poseía, suprimiendo las organizaciones gremiales y tomando enérgicas medidas contra comunistas y socialistas. Persuadió a von Hindenburg para que disolviera el Reichstag y convocara a nuevas elecciones el 5 de marzo.
Los nazis obtuvieron menos de los votos populares necesarios para asegurarse la mayoría, con un porcentaje de apenas 288 bancas sobre el total de 647. Pero, sumando los 52 representantes elegidos por sus aliados, Hitler obtuvo los votos necesarios para que se le acordaran poderes prácticamente ilimitados.
Consolidación del régimen nazi
En el término de pocos mese, otros cambios más drásticos y radicales habrían de sobrevenir. Alemania altamente centralizado a partir de la destrucción del principio republicano federal. Todos los partidos políticos, con excepción del nacionalsocialista, fueron declarados fuera de la ley. El control totalitario se extendió a la prensa, la educación, la actividad cinematográfica y teatral, la radio y muchas ramas del comercio y la industria. Comenzaron a tomarse drásticas medidas contra los judíos, que fueron eliminados de los puestos públicos, privados de su ciudadanía y proscritos de toda actividad teatral y editorial, excluyéndoselos al mismo tiempo de las universidades.
Los radicales del partido se fueron envalentonando, hasta exigir que se prestara más atención a los aspectos "socialistas" del programa nazi. Una facción interna, acaudillada por Ernest Roehm comenzó a criticar la política del gobierno, tildándola de excesivamente conservadora, hecho que movió a Hitler a acusarlo de conspirar para derrocarlo. El resultado fue que Roehm y por lo menos un centenar de sus partidarios fueron asesinados por Hitler, Goering y la policía secreta. Con el correr de los años, todo el régimen pareció desplazarse hacia una orientación cada vez menos radical.
Los elementos de debilidad
El imperio nazi, a pesar de su aparente fortaleza, sería derrotado; ante todo por la formidable coalición que pudo ser organizada en su contra, pero también porque detrás de las apariencias impresionantes escondía importantes elementos de debilidad. En primer lugar, los propios de todo imperio que, llegado un grado de crecimiento, ve aumentar proporcionalmente las dificultades de organización y de represión de las oposiciones que suscita. Agréguese la incapacidad de ganarse la buena voluntad de los aliados y las rivalidades internas entre la SS, la Gestapo, el ejército y los principales dirigentes que rodeaban a Hitler y pugnaban por desplazarse los unos a los otros. Súmese igualmente al carácter di Hitler, personalista, reacio a los asesoramientos y proclive a conducir la política o las operaciones militares dejándose llevar por factores irracionales; su concepción de la guerra relámpago impidió una preparación industrial para grandes plazos y una movilización mejor de sus grandes recursos potenciales. Y el panorama se completa con la resistencia cada vez mayor de las poblaciones sometidas y la organización de movimientos de rebeldía que se transformarían en una verdadera guerra de guerrillas.
El fascismo alemán comparado con el fascismo italiano. El racismo.
En cuanto a su filosofía, puede decirse que el fascismo alemán tenía una manifiesta afinidad con su congénere italiano. Ambos movimientos eran esencialmente colectivistas, autoritarios, nacionalistas, militaristas y románticos por definición (en el sentido de su antiintelectualismo). Pero mediaban, no obstante, algunas diferencias manifiestas. El fascismo italiano nunca tuvo una base racial. Si bien es cierto que después de la formación del eje Roma–Berlín, Mussolini promulgó algunos decretos antisemitas, la mayoría de ellos parecen no haber sido cumplidos al pie de la letra. Por el contrario, el nacionalismo hizo del factor racial el pilar central de su teoría, argumentando que la raza aria tenía en los nórdicos sus más perfectos exponentes, era la única en todo el género humano que había hecho contribuciones realmente significativas al progreso de la humanidad. Sostenían además, que las grandes obras y las cualidades intelectuales de un pueblo eran fatalmente determinadas por la sangre. Deducían de ello que ninguna ciencia, literatura i música judía podrían representar jamás a la verdadera nación alemana. Pero la verdadera razón por la que los nazis persiguieron a los judíos parece radicar en el hecho de necesitar imperiosamente una víctima propiciatoria sobre cuyas espaldas descargar la responsabilidad de los graves problemas que afligían a la nación.
Otra de las diferencias entre el fascismo alemán e italiano, reside en el hecho de no haber sido plenamente desarrollado en Alemania el Estado en su forma corporativa. Por supuesto, una y otra forma de fascismo implicaban por igual la abolición del derecho de huelga y el absoluto sometimiento de las actividades económicas al control político, pero en Alemania no existía ninguna forma de representación directa de los intereses económicos en las altas esferas del gobierno. Los miembros del Reichstag siguieron siendo elegidos por el sistema de distritos geográficos y el Estado conservó su carácter exclusivamente político. Finalmente, puede decirse que el nacionalsocialismo era mucho más vehemente y fanático que el fascismo italiano.
El gobierno del Tercer Reich
A pesar de los profundos cambios teóricos del nuevo régimen, se permitió que perduraran muchas de las formas tradicionales del antiguo régimen. Técnicamente, la nación seguía siendo una república. Hitler añadió inmediatamente a la autoridad que ya poseía como canciller, la de presidente, y con el consentimiento de la nación, manifestado a través de un plebiscito, adoptó el título de Fuehrer und Reichskanzler (líder y canciller del Reich). El parlamento alemán fue también conservado, aunque pasó a ser un cuerpo unicameral reducido exclusivamente al Reichstag.
Complejidad de los fundamentos de la importancia histórica del fascismo
La importancia histórica del fascismo en cualquiera de sus dos manifestaciones, italiana o alemana, sigue siendo un tema de controversia que divide a los estudiosos de la historia moderna. Algunos argumentan que sólo se trató de un movimiento de entronización de la fuerza por parte de los grandes capitalistas empeñados en rescatar el derrumbe a su agonizante sistema. Pero ni el fascismo de Mussolini ni el nacionalsocialismo alemán mostraron en sus comienzos ninguna inclinación por proteger los interese de los monopolios. El propósito que los animaba era diametralmente opuesto; aunque no debemos olvidar que la toma del poder en ambos casos dependía en alguna medida del apoyo de los terratenientes y capitanes de la industria. Otra de las interpretaciones de fascismo pretende explicarlo como una reacción de los deudores contra sus acreedores.
Otros historiadores del movimiento lo interpretan como una rebelión contra el comunismo. Lo más probable es que el fascismo haya sido una combinación de todos esos factores y de otros que no figuran en la lista. Se podría decir que era un producto del orgullo nacional y de una demanda de fuerza y eficacia para solucionar los problemas de una sociedad caótica, indescriptiblemente complicada por la segunda revolución industrial y por la desilusión y el colapso económico que sucedieron al estallido de la primera Guerra Mundial.
19. Consecuencias de la Segunda Guerra Mundial
Las víctimas
El número de muertos (según las cifras más aceptadas) llegó a 50 millones. A esta pavorosa cifra hay que sumar las perturbaciones de los prisioneros, las secuelas de los campos de concentración, la desorganización familiar, el hambre y le esfuerzo de adaptación de los soldados vueltos a ala vida civil.
La destrucción
Desaparecieron ciudades, vías férreas, carreteras, puentes y plantas industriales, así como se afectaron los campos más fértiles.
Los vencidos:
Alemania debió aceptar la rendición incondicional y los aliados dividieron su territorio en cuatro zonas de ocupación (norteamericana, inglesa, francesa y soviética). La ciudad de Berlín, situada en la zona rusa, también fue dividida en cuatro zonas de ocupación. El tratado de paz firmado entre los E.E.U.U. y algunos de sus aliados con el Japón, no fue suscrito por la U.R.S.S.
Alemania sufrió el desmantelamiento de su aparato industrial.
Los cambios territoriales
Austria y Checoslovaquia recuperaron su autonomía. La frontera polaca siguió la línea del Order-Neisse; en consecuencia, Alemania perdió la Prusia Oriental y los territorios ubicados al este de dicha línea. Los aliados de Alemania (Bulgaria, Hungría, Rumania y Finlandia) firmaron tratados de paz con los aliados, imponiéndose las condiciones dictadas por los soviéticos que ocupaban esos países.
Italia perdió su imperio colonial; Trieste fue entregada a una comisión internacional, en tanto que l Venecia Julia pasó a manos de Yugoslavia. Japón perdió sus conquistas. China recuperó Formosa, y la U.R.S.S., Salajín. Los E.E.U.U., por su parte, ocuparon posiciones estratégicas en el Pacífico, y Corea quedó ocupada por fuerzas norteamericanas y soviéticas.
Los cambios políticos
Europa perdió el poder global que conservaba de la guerra. Nació una "bipolaridad" del poder encarnado por dos superpotencias: E.E.U.U. y U.R.S.S. Algunas monarquías cedieron paso a regímenes republicanos: tales los casos de Italia, Yugoslavia, Albania, Rumania y Bulgaria. El "mundo comunista" extendió su influencia sobre Europa Oriental y los Balcanes. Se planteó un nuevo conflicto ideológico: por un lado los cumistas y, por otro, las democracias occidentales. Nació la "era nuclear" y, paulatinamente, fue imponiéndose un nuevo "equilibrio del terror".
La Naciones Unidas: un instrumento creado para servir la paz internacional
Las divergencias y los diferentes puntos de vista entre las naciones no impidieron buscar una fórmula de compromiso que analizara las relaciones entre los países.
Cuando culminaba la guerra (ya próximas a ser derrotadas las potencias del Eje), los aliados determinaron integrar un organismo internacional para afianzar la paz y la colaboración entre las naciones.
Esta nueva organización venía a reemplazar a la malograda Sociedad de las Naciones, surgida luego de la Primera Guerra Mundial. Las bases de esta entidad internacional se elaboraron en la Conferencia realizada en Dumbrton Oaks (E.E.U.U.) entre agosto y octubre de 1944 con la presencia de delegados de los E.E.U.U., la U.R.S.S., Francia, Gran Bretaña y China.
La carta de la Organización de las Naciones Unidas (O.N.U.) fue redactada en San Francisco, por los representantes de 50 naciones, entre abril y junio de 1945. La constitución oficial se produjo al firmarse la Carta, el 24 de octubre del mismo año.
Estas naciones comenzaron un gigantesco esfuerzo, primero defensivo, luego ofensivo, que no terminaría hasta el día de la victoria.
El tono de la vida política de 1942-1945 se hizo distinto:
- Hubo tregua entre los grandes partidos y se formaron gobiernos de unidad nacional en los que la responsabilidad era compartida por mayorías y minorías.
- Los partidos comunistas de Occidente cambiaron de actitud, no sólo con respecto a la guerra –a la que hasta 1941 habían considerado imperialista- sino con respecto a la lucha de clases, que fue postergada por el objetivo primordial de vencer al nazismo.
- El antifascismo se convirtió en la gran consigna de la hora. El anticomunismo, que había tenido hasta entonces considerable influencia en la vida política de Occidente, quedó eclipsado por una corriente de simpatía hacia la resistencia de la URSS frente a la invasión nazi.
- En los tres grandes Estados se produjo, de hecho, una gran concentración de poder en manos de los principales estadistas del momento: Roosvlet, Churchill, Stalin.
- El régimen soviético, con respecto a cuya solidez interna se habían planteado tantas dudas en el momento de la invasión alemana, dio un rotundo mentís a aquellas especulaciones con la unidad y determinación mostradas en el rechazo del invasor.
- Los grupos dirigentes de preguerra se eclipsaron en muchos países, dando paso a elementos más eficaces y dinámicos; de los movimientos de resistencia surgió una corriente de renovación de la vida política.
- Tanto en los documentos públicos como en las manifestaciones de los estadistas surge la promesa de un mundo de futuro distinto, con cambios políticos, sociales y económicos profundos. Estos propósitos fueron enunciados por primera vez en un documento internacional en la Carta del Atlántico (Roosvelt-Churchill, el 14 de abril de 1941). Se proclamaba en ella el respeto por el derecho de autodeterminación de los pueblos, el deseo de que existan en el futuro "normas mejoradas de trabajo, desarrollo económico y seguridad social", y la confianza de que "después de la destrucción final de la tiranía nazi…los hombres puedan vivir libres de temor y la necesidad". Los documentos posteriores reafirmaron y desarrollaron estos principios con la adhesión de loa otros Estados de la coalición. Y los movimientos populares, particularmente los de resistencia, los proclamaron como objetivos primordiales de la guerra junto a la derrota del nazismo.
Propósitos fundamentales de la O.N.U
- Mantener la paz y la seguridad internacional.
- Fomentar relaciones amistosas entra las naciones y la solidaridad internacional.
- Promover la cooperación internacional para la resolución de problemas de orden económico, social y cultural.
La Guerra Fría: tensión entre las potencias
La derrota del totalitarismo nazi-facista no garantizó las buenas relaciones entre las potencias vencedoras. Los enfrentamientos ideológicos, mantenidos latentes entre los "tres grandes" durante la guerra, afloraron apenas ésta terminó. El año 1947 se señala como el de la iniciación de la "guerra fría", expresión usada para definir la tensión entre los bloques opositores (la U.R.S.S. y las llamadas "democracias populares" frente a las democracias occidentales). Ambos bloques iniciaron una carrera armamentista que llegó al borde de a "guerra caliente", mediante un espionaje internacional organizado, permanentes reclamos diplomáticos, y una eficiente propaganda.
La "Doctrina Truman"
Muerto el presidente Roosevelt, quien mantuvo una política de concesiones frente a la U.R.S.S., las relaciones ruso-norteamericanas fueron variando. Truman replanteó la política de su país: para ello, tuvo en cuenta los exitosos avances soviéticos sobre Europa Oriental y Central y en ciertas regiones de Asia, que perturbaban peligrosamente el equilibrio del poder. En consecuencia, la "doctrina Truman" buscó reforzar una política de contención de la influencia soviética.
El bloqueo de Berlín
Un episodio culminante de la "guerra fría" tuvo lugar en la ciudad de Berlín, situada dentro de la zona soviética; pero ocupada por norteamericanos, rusos, franceses y británicos. De hecho, esta ocupación se agrupó en dos sectores: el occidental (norteamericano, británico y francés) y el oriental (soviético). Las diferencias culminaron cuando los rusos retiraron su delegado ante el Estado Mayor Aliado y dispusieron el bloqueo de la ciudad hacia Berlín Occidental (23 de junio de 1948). Cerrados todos los accesos, los aliados se vieron obligados a instrumentar un "puente aéreo", que permitió el abastecimiento de la ciudad y, con el cual, se eludió el bloqueo. La situación se tornó muy tensa hasta el 12 de mayo de 1949, fecha en que los rusos levantaron el bloqueo.
El mundo al borde de otra guerra
En Cuba triunfó una revolución encabezada por Fidel Castro contra el dictador Fulgencio Batista (1956). En 1961, el líder cubano proclamó la República Socialista y se adhirió al marxismo-leninismo. La asistencia económica, técnica y militar de la U.R.S.S. fue, cada vez, más efectiva.
En 1962, ante la evidencia de la instalación de misiles atómicos (de origen soviético) en aquella nación antillada, los E.E.U.U., a través de su presidente John F. Kennedy, exigieron el retiro del armamento. Tras angustiosas tratativas, que colocaron al mundo al borde de una nueva guerra, los rusos se vieron forzados a desmantelar su aparato bélico.
El "Plan Marshall": la asistencia económica norteamericana
Finalizada la guerra, los países europeos presentaban un cuadro económico ruinoso que amenazaba provocar serios conflictos sociales. Ante la presunción de que tales perturbaciones pudieran ser aprovechadas por el comunismo, los E.E.U.U. estudiaron la posibilidad de efectivizar un crédito para sus aliados.
En 1947, el Secretario de Estado norteamericano, general George Marshall, presentó un proyecto de ayuda económica al cual se le adhirieron 16 países europeos.
Cómo funcionó el plan Marshall:
- Los E.E.U.U. fijaron la cantidad de 17 mil millones de dólares para distribuir en cuatro años. El 80% sería entregado en donativos, y el 20%, en préstamos.
- Los países más beneficiados fueron Gran Bretaña y la república Federal Alemana.
- El gobierno norteamericano compraba mercaderías y las donaba a los países beneficiarios; éstos las revendían en el mercado interno. Los recursos obtenidos debían utilizarse en promover el desarrollo interno y en la lucha contra la inflación.
Sistema de alianzas militantes
Los aliados reforzaron sus vínculos entre sí y con los E.E.U.U. al promover un sistema de alianzas militares:
- Organización del Tratado del Atlántico Norte (O.T.A.N.): Suscrito al 4 de abril de 1949 por los E.E.U.U., Gran Bretaña, Francia, Italia, Holanda, Bélgica, Luxemburgo, Noruega, Dinamarca, Portugal, Canadá e Islandia. Posteriormente, se adhirieron Gracia, Turquía y la República Federal Alemana.
Mantiene un ejército común con el aporte de todos los países miembros. La comandancia queda reservada a un militar norteamericano.
- Organización del Tratado del Sudeste Asiático (S.E.A.T.O.), suscrito en Filipinas en 1954 por los E.E.U.U., Gran Bretaña, Francia, Australia, Nueva Zelanda, Filipinas, Paquistán y Tailandia. Es su finalidad contener la creciente influencia comunista de la República Popular China.
- Pacto de Bagdad (febrero de 1955). Tratado de defensa mutua suscrito, inicialmente, por Irak y Turquía. Luego se incorporaron Gran Bretaña, Paquistán, Irán y Los E.E.U.U.
La réplica comunista: El Pacto de Varsovia
Desde el punto de vista geopolítico, este sistema de alianzas procuraba cercar a la unión Soviética y a la República Popular China.
La réplica comunista se concretó en el pacto de Varsovia (mayo de 1955), integrado por Albania (separada en 1962), Bulgaria, Checoslovaquia, Hungría, República Democrática Alemana, Polonia, Rumania y Unión Soviética. La República Popular China, Corea del Norte y Vietnam del Norte tenían delegados observadores.
Sistemas de alianzas económicas
También en el orden económico se crearon organismos de cooperación. Los más importantes fueron:
- Organización Europea de Cooperación Económica (O.E.C.E.) vinculada al Plan Marshall.
- Benelux, suscrito por Bélgica, Holanda y Luxemburgo (enero de 1948), con la intención de crear una unión aduanera.
- Comunidad Económica Europea o Mercado Común Europeo (marzo de 1957). Creado con la intención de fortalecer las relaciones económicas de los Estados miembros y eliminar la competencia de otros países a través de la imposición de tarifas comunes y de la liberación de las aduanas.
Las grandes potencias occidentales
- E.E.U.U.: al finalizar la Segunda Guerra Mundial, este país se constituyó en el verdadero vencedor. Su territorio no fue tocado por la conflagación y su economía prosiguió un notable ritmo expansivo, ya que su industria de guerra se convirtió en una industria de paz estimulada por la demanda interna y por el pedido de mercaderías destinadas al Plan Marshall.
Así, los E.E.U.U. se convirtieron en el Estado más rico del mundo: con el 7% de la población mundial, consume el 45% de sus riquezas.
- Europa occidental: Las dos superpotencias (EEUU y URSS) desplazaron a los países de Europa occidental de la conducción política del mundo, tarea que detentaban desde varios siglos atrás.
El principal esfuerzo de los Estados Occidentales se canalizó hacia la reconstrucción y al restablecimiento de la producción. Desde el punto de vista político mantuvieron el sistema de gobierno que tenían antes de la guerra (activas democracias parlamentarias).
En Francia, se instauró la IV República (1947) y, ocho años después, luego de superar una grave crisis, el general Charles De Gaulle dio nacimiento a la V República.
En Gran Bretaña, el Partido Conservador, conducido por Winston Churchill, fue derrotado por el Partido Laborista, de tendencia socialdemócrata, que encabezaba Clement Attlee.
Alemania quedó dividida en dos estados: la República Democrática Alemana (tendencia comunista) y la República Federal Alemana (adherida a las democracias occidentales). Este último país se recuperó rápidamente y comenzó a gravitar en Europa, incorporándose al sistema de alianzas.
En Italia, un plebiscito realizado en 1946 abolió la monarquía e instauró la República.
El Bloque Oriental: La U.R.S.S. y las "Democracias Populares"
Al terminar la guerra, la política exterior soviética impuso "Estados satélites" que bordearon sus fronteras:
- Bulgaria y Polonia fueron las primeras en sovietizarse.
- Luego de la participación de Alemania, lo hizo la República Democrática Alemana.
- Después de ofrecer una enérgica resistencia, Hungría, Checoslovaquia y Rumania, integraron en la órbita marxista.
- Yugoslavia y Albania ingresaron al bloque oriental: pero luego se separaron para iniciar una política comunista desvinculada de las directivas de Moscú.
1956. En Hungría estalló un movimiento popular antisoviético que fue reprimido sangrientamente, mediante la intervención de las fuerzas rusas.
1968. En Checoslovaquia, el gobierno intentó liberalizar su política comunista. Las fuerzas coligadas en el Pacto de Varsovia penetraron en territorio checo e impusieron un gobierno pro-soviético.
El Bloqueo de los "No Alineados"
Entre la bipolaridad occidental y oriental, algunos Estados de África, Asia y América latina, constituyeron el bloque de países "no alineados". Estos países tienen, en general, algunos rasgos comunes:
- Son subdesarrollados o en vías de desarrollo.
- Muchos de ellos son naciones coloniales, independizadas después de la guerra.
- Tienen un conjunto de problemas sociales y económicos más o menos semejantes.
- Sin embargo, no constituyen un grupo homogéneo, como prueba la presencia de naciones tan diferentes como India, Arabia Saudita, Congo, Túnez, Ghana o Yugoslavia.
En la actualidad, el grupo de los "no alineados" contaba con un buen número de votos en la ONU, y por lo tanto, desempeñaba un papel cada vez más importante en la política internacional.
La descolonización: El "Mundo Colonial" se conmociona
El fin de la guerra trajo como consecuencia la decadencia de los imperios coloniales, creándose las condiciones que favorecieron al proceso de descolonización.
Las potencias colonialistas comprendieron los riesgos que significaba enfrentar las tendencias emancipadoras y debieron ceder a las pretensiones de sus colonias.
La prédica de la O.N.U., fue favorable a la descolonización. En sus asambleas generales se expresaron, a favor de este movimiento, E.E.U.U., U.R.S.S., los países latinoamericanos y los Estados árabes, asiáticos y africanos que habían ido incorporándose.
Hubo dos períodos de descolonización: gran oleada en Asia (llegó hasta la década del 50') y segunda oleada (a partir de 1955, que tuvo por centro la región africana).
Entre amabas etapas se ubica la Conferencia de Bandung (Indonesia), celebrada en 1955, con la participación de casi una treintena de Estados asiáticos y africanos. Tuvo el histórico significado de permitir expresarse a pueblos hasta hacía poco dependientes, deseosos de "afirmar su dignidad y su existencia ante las grandes potencias de ayer y de hoy".
Independencia de la India, Ceilán, Birmania y Malasia: duro golpe al colonialismo inglés
- En la India, el movimiento nacionalista fue conducido por Ghandi (1869-1948), partidario de la técnica de "no cooperación" con los ingleses dentro del principio de la no violencia. Finalmente, el 3 de junio de 1947, el enviado británico Lord Mountbatten propuso un plan de partición de la India en dos Estados siguiendo un criterio de separación religiosa. Surgieron así, la Unión India (cuyo gobierno fue asumido por el Patido del Congreso, dirigido por Ghandi) y Paquistán (integrado por musulmanes).
- La isla de Ceilán también obtuvo su independencia de Gran Bretaña en diciembre de 1947.
- Birmania, ocupada durante la guerra por los japoneses, volvió a ser ocupada por los británicos. Surgió, entonces, una Liga Antifascista por la Independencia del Pueblo, integrada por partidos de diversas tendencias. Esta Liga condujo las negociaciones que culminaron con la independencia (4 de enero de 1948).
- En Malasia la descolonización fue más lenta debido a los intereses económicos ingleses (plantaciones de caucho y minas de estaño). Por otra parte, no existía una población homogénea (40% de chinos, 40% de malayos y 20% de indios), hecho que acentuaba los conflictos raciales.
Loa británicos comenzaron por reconocer a la Federación Malaya (1948); pero esto no significó la independencia, pues los resortes del poder permanecieron en manos inglesas. Ante el continuo estado de insurrección, Gran Bretaña decidió reconocer a la Federación Malaya como un Estado independiente (agosto de 1957).
De esta manera podemos observar que concluyeron los regímenes fascistas en Italia y Alemania, pero no en España, dado que Franco continúa con éste régimen hasta la década del 70’.
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