Sistemas políticos
Socialdemocracia
Ideología política que nace en la izquierda socialista y desemboca, según su representante nacional, en el “centro derecha” del espectro político actual. Desocialistas a capitalistas con rostro humano, si se quiere decir de otra forma.
Definición
Según la Wikipedia:
«[L]os socialdemócratas pretenden reformar el capitalismo democráticamente mediante la regulación estatal y la creación de programas y organizaciones patrocinados por el estado para aliviar o quitar las injusticias infligidas por el sistema de mercado.»
Así pues, los socialdemócratas abandonan el cambio de sistema económico y la supresión de clases sociales a favor del mantenimiento de un capitalismo “corregido” por la intervención del Estado en el cual las diferencias sociales no sean demasiado grandes, amplían los derechos políticos y sociales (frente a los liberales puros) para conseguir una suerte de igualdad de oportunidades dentro de un sistema (el capitalista) que no las brinda pero las reclama como propias o necesarias.
Historia
Las etapas que marco en la presente sección no corresponden a las etapas normalmente reconocidas dentro de la socialdemocracia, responden a mi criterio de cómo podríamos ordenar la historia del socialismo reformista, en parte, desde su confrontación con el socialismo científico y revolucionario, y no tanto dentro de sus etapas “ideológicas”, para una historia mejor estructurada, véase ”¿Qué es la Socialdemocracia?”1) de la Fundación Socialdemócrata.
"Socialistas reformistas"
En el proceso de lucha por los derechos sociales y políticos dentro de la sociedad liberal de mediados pasados del S. XIX aparece un grupo de socialistas que deciden abandonar la vía revolucionaria del resto en favor del reformismo desde “dentro” del sistema, el fin inicial era el mismo, tanto de los compañeros revolucionarios como los reformistas, variaban las formas únicamente.
La Asociación Internacional de Trabajadores (creada en 1864) aconsejó la creación de partidos socialistas revolucionarios que defendieran en el nuevo campo político dentro de las democracias representativas burguesas del sentir de la clase proletaria, sirviendo como otro brazo dentro de la lucha global de los socialistas contra el sistema burgués e imperialista.
El primer partido socialdemócrata fue el alemán (Sozialdemokratische Partei Deutschlands, SPD), en 1869, que aun hoy sigue existiendo, siendo el mejor ejemplo de lo que fue y lo que es la socialdemocracia, y cómo eso de “social”, “socialdemócrata” o “socialista” (nombre que mantienen muchos partidos socialdemócratas) no es más que un adjetivo carente de significado.
Comienzan las cesiones
En 1875 se unifican dos partidos obreros alemanes, el ”Sozialdemokratische Arbeiterpartei Deutschlands” (SDAP, fundado como sección alemana de la AIT y que se declaraban marxistas) y la ”Allgemeiner Deutscher Arbeiterverein” (ADAV, Asociación General de Trabajadores de Alemania, donde no participaban marxistas, solo reformistas), dentro del nuevo ”Sozialistische Arbeiterpartei Deutschlands” (SAPD, Partido Socialista de los Trabajadores Alemanes), partido que viene con un programa, el de Gotha, bastante “criticable” desde un punto de vista socialista.
El llamado Programa de Gotha2) fue durísimamente criticado tanto por Marx3) como por Engels4). El problema no fue solo que las reivindicaciones del partido estuvieran “por debajo” de lo pedido por el socialismo revolucionario (entendible dentro de un partido que se supone, buscaba el socialismo “por pasos”, conseguido de forma gradual dentro de la democracia burguesa), la cuestión central es que ideológicamente ya se habían apartado en temas centrales como el propio concepto de generación de riqueza y cultura, o incluso, el fundamento y fin del propio Estado5)… Marx consideraba que la facción de Lassalle (el ADAV, que no eran seguidores del marxismo) había triunfado, con su visión estrecha del socialismo, en que ni siquiera era palpable el internacionalismo proclamado por la AIT y el Manifiesto Comunista.
Socialdemocracia como algo distinto al socialismo
Hasta ahora podríamos afirmar que los socialistas reformistas y los socialdemócratas diferían en medios y algunas formas, pero ambos tenían la misma meta, la implantación del sistema socialista. Pero esa meta, para los socialdemócratas, fue variando poco a poco. El primer gran punto de inflexión lo tenemos en ”Die Voraussetzungen des Sozialismus und die Aufgaben der Sozialdemokratie”6) (”Las premisas del socialismo y las tareas de la socialdemocracia” en castellano), de Eduard Bernstein7), publicado en 1899. La Segunda Internacional (la Internacional Socialista) mayoritariamente rechazó las bases que planteaba Bernstein, pero poco a poco los partidos socialistas y socialdemócratas fueron haciendo de este texto su base ideológica. En teoría el fin, incluso para Bernstein, era la instauración de un sistema socialista, aunque en ese “nuevo” socialismo este sistema ya podía vivir dentro del capitalista “humanizado”, dentro de ese Estado que el socialismo revolucionario quería destruir.
Los socialdemócratas, como otros críticos a los liberales clásicos, consideran necesario garantizar la libertad del mercado utilizando, para ello, la intervención del Estado (en un reconocimiento de las deficiencias del mercado y, por supuesto, de la “necesidad” de mantener vigente dicho mercado, de “hacerlo perfecto”), así mismo, consideran que el mercado no es perfecto asignando los recursos ni distribuyendo las ganancias, y por ello vuelven a recurrir al Estado burgués para que el mismo se encargue de atajar dichas deficiencias con “pequeños arreglos”. Otro cambio importante se ve en el partido, así pues, de ser de Clase pasa a ser de Pueblo8), con ello se pasa del partido monoclasista al policlasista, de la horizontalidad a laverticalidad (diagonalidad, que le llaman); lo cual constituye un cambio profundo y real en el entendimiento tanto de la lucha social como del objetivo de la misma, así como de la organización de la sociedad.
Rechazo al marxismo
Poco a poco se iban decantando, los partidos socialdemócratas, por asumir posturas más “reformistas” incluso que las planteadas por Eduard Bernstein, así que era cuestión de tiempo que esos partidos socialistas, que mantenían el marxismo dentro de sus declaraciones de principios, borraran las mismas como un reconocimiento de su actualidad ideológica, más que un rechazo actual por el marxismo, era poner en claro lo que ya pasaba.
En 1959 durante el Congreso del PSD alemán se decidió, finalmente, reconocer «la obsolescencia del marxismo frente a los retos que implicaba sobrevivir en una situación de posguerra y frente a la posibilidad de llegar al gobierno.»9), el camino ideológico tiempo atrás tomado se volvía claro y transparente por fin, se abandonaba, de esta forma, el objetivo declarado (e imposible de conseguir bajo las tesis socialdemócratas) de conseguir una sociedad sin clases y se pasaba a buscar un estado socialdemócrata (lo que, como digo, era lo que venían buscando desde que se distanciaron realmente del marxismo).
Esta etapa, de mayor auge de los partidos socialdemócratas, sobre todo en Europa, es a la par la de la expansión total del capitalismo, el mismo que ahora era defendido a ultranza por los partidarios de la socialdemocracia, eso sí, con “rostro humano”, no se vayan a pensar que era el mismo capitalismo que el que afectaba a los países en que gobernaban los liberales, sino otro distinto, que perpetuaba la misma sociedad de privilegios, eso sí.
Las banderas10) de esta socialdemocracia eran: Liberalismo político (aceptación del sistema burgués representativo), economía mixta (conviven los medios de producción privados con los públicos, impulso, finalmente, de los primeros), Estado de Bienestar (políticas públicas que “liman” las deficiencias del mercado en cuanto a la atención social, mitigando las diferencias sociales y los problemas que la misma da), con un “compromiso” con la igualdad social y, por último, keynesianismo11) (obra pública y otras políticas económicas para favorecer o conseguir el pleno empleo y reactivar, si eso, la economía).
En esa orgía de resultados electorales favorables, de implantación del Estado de Bienestar y de, finalmente, perder el rumbo por completo, llegó una crisis del petróleo12) que frenó con todo las intenciones socialdemócratas en el poder burgués, y el capitalismo mostró su cara, la que los socialdemócratas pretendían “tapar” (más que cambiar) lo que trajo duros golpes al centro izquierda ocupado, desde mucho tiempo atrás, por los PSD. Y los socialdemócratas que aun gobernaban, tomaron el mismo camino que los llamados neoliberales (que son los mismos liberales de toda la vida, que lo único de nuevo que traen es el nombre), esto es, menos gasto público, más privatizaciones del mercado, menos “endulzar” el capitalismo…
La Tercera vía
En gran medida, antes del inicio de la misma, ya se encontraban en ella, pero no le habían puesto nombre. Tercera vía es un eufemismo que pusieron los socialdemócratas a su deriva neoliberal, esto es, es el nombre de lo que pretendían hacer, intermedio a la etapa anterior (a la del rechazo del marxismo, la búsqueda de un capitalismo con rostro humano) y el modelo de R. Reagan o M. Thatcher (donde el gasto público y la intervención estatal -mediante proteccionismo a lo nacional y subvenciones al campo, por ejemplo- en el mercado eran continuos, aunque eso no se suele recordar, y sí sus privatizaciones y “búsqueda de las libertades económicas”). La tercera vía es el peligroso salto que dieron entre lo que era el “centro izquierda” del espectro político al “puro centro” (si es que existe) o al “centro derecha” (visto lo visto, hasta sobra lo de “centro”). Anthony Charles Lynton Blair13), del Partido Laborista inglés, quien fuera largo tiempo Primer Ministro de su país, es la cabeza visible y pensante de la Tercera Vía14).
Esta vía es un punto de encuentro, además, entre socialdemócratas, socialiberales y liberales progresistas, pudiendo observar que es el ala más progresista-izquierdista de los liberales los que ven en esta vía la solución, como el ala derecha (mayoritaria) dentro de los socialdemócratas. Esta tercera vía también fue defendida por el demócrata Clinton. La tercera vía, y sus distintas versiones, ha sido criticada por algunos políticos socialdemócratas que aun se encuentran en la etapa pre-crisis del petróleo, como fue, en su momento, Lionel Jospin15).
Ideología
Postura más general
La Tercera vía acepta muchos de los postulados neoliberales, apuesta, por tanto, por la estabilidad macroeconómica, el bajo déficit fiscal, se rebaja en progresismo impositivo en favor de la proporcionalidad16). Mucha de la solidaridad desde el Estado es “privatizada” o se admite, al menos, su gestión por manos privadas, con lo que el Estado Benefactor pierde presencia y la gana como Estado Impulsor de la caridad.
Por otra parte, el Estado pierde su papel en la economía mixta (que siguen defendiendo) dando dos pasos atrás, de intervenir a regular, de intervenir a invertir. Así pues, de ser un agente a ponerse como apoyo a los agentes del mercado. La socialdemocracia de la tercera vía cambia su búsqueda de humanizar el capitalismo a democratizarlo, sea lo que sea que eso signifique, puesto que sus políticas son totalmente vacías en ese plano tanto como su retórica. Incluso, el Partido Policlasista de los socialdemócratas ya no es el agente social del cambio, al menos no el único, se acompaña de la llamada “sociedad civil”, esto es, todas las organizaciones que no son propiamente partidos pero que los mismos instrumentalizan, se “despolitiza” la política y se da una imagen participativa que ni siquiera es tal.
Al igual que los liberal progresistas, la idea ya no es tanto redistribuir la riqueza utilizando para ello al Estado, sino que el Estado ayude a que se cree más riqueza que beneficiará, en última instancia, a toda la sociedad (lo que en Perú se conoce como chorreo), el estatismo, en un contexto de globalización, no sirve de nada, así que hay que buscar la regularización de los mercados internacionales así como la “transdemocracia” (formación de democracias supraestatales). En ese contexto, el capitalismo se vuelve un impulsor de la democracia burguesa que los socialdemócratas aplauden a rabiar.
La lucha por la igualdad social es una lucha únicamente por la igualdad de oportunidades y los derechos civiles y políticos de las minorías se convierten en las únicas causas sociales en las que realmente participan, así pues, abandonan totalmente la construcción de una sociedad sin clases y otros elementos de justicia social de otras épocas de la socialdemocracia.
Críticas
No sé si tiene sentido que las recoja de forma sistemática, en tanto están dispersas en el presente texto.
Como organización social, el comunismo es una doctrina basada en la comunidad de bienes y en la colectivización de los instrumentos de producción y la riqueza producida por los mismos. Esto implica la supresión de la mercancía y de la explotación de los trabajadores, y por lo tanto, la desaparición de las clases sociales y del Estado.
Como movimiento socio-político, es un conjunto de corrientes y agrupaciones, cuyo principal objetivo histórico es la revolución comunista que suprima la sociedad capitalista y establezca la sociedad sin clases. Los diversos individuos y grupos coinciden en la necesidad de suprimir la propiedad privada (especialmente la de los medios de producción) y la emancipación social del proletariado.
Por motivos históricos, el comunismo se ha identificado exclusivamente con el marxismo-leninismo. Sin embargo, existen otras doctrinas comunistas (algunas previas al marxismo-leninismo, otras contemporáneas y otras posteriores) tales como el anarcocomunismo con fundamento en posturas sociobiologistas, el comunismo de consejos de base marxista pero no leninista, el comunismo cristiano premoderno y moderno, variantes secularizadas del comunismo religioso milenarista y movimientos no revolucionarios como el de las comunas hippies y los kibbutz israelíes, entre otros.
El socialismo
Es un modelo social que propugna la socialización de los medios de producción donde el Estado es dueño del patrimonio productivo y su administración es de orden colectivo. Puede ser no-estatal (propiedad comunitaria en sentido amplio) o estatal (nacionalización mediante planificación central burocrática, sea el Estado democrático o no), además de repartimiento de bienes, intereses, etc., por igual.
En el sistema socialista las relaciones sociales de producción se enfocan en la base de la propiedad social colectiva de los medios de producción, anulando así (en concepto) las clases sociales tan marcadas como las del modo capitalista y la apropiación excesiva del trabajo producto de la explotación laboral, quedando así por hecho la desaparición de la lucha de clases. Por lo tanto se caracteriza por un control consciente de la sociedad como un todo (colectividad) sobre las funciones económicas integrantes al funcionamiento de su estructura social. El socialismo como tal nace a partir de ideas y escritos de distintas propuestas que estaban en la búsqueda de un sistema menos voraz y más justo, en las que las ideas de Marx le dan un gran impulso y más fuerza como modo de producción.
A diferencia del concepto "comunismo" (término que fuera conceptualizado por primera vez en forma sistemática por Platón), el "socialismo", es usado para describir una forma colectiva de organizar la producción, se creó por primera vez bajo los auspicios de Robert Owen en 1835 y evolucionó como concepto e ideología de economía política que alude principalmente un sistema social, económico y político basado en la organización consciente de la sociedad de acuerdo a fines preestablecidos. En principio es a esto a lo que en el siglo XIX, en el contexto de un proceso de proletarización masivo producido por el ascenso del capitalismo industrial, se denominó movimiento socialista y en algunos lugares movimiento de reforma del trabajo. A diferencia del ideario comunista, el orden socialista no aspira a que lo común sea el consumo ni colectivizar la vida diaria, y viceversa. Sí requiere que la producción como contribución al bien general no sea libre sino planificada.
Con el surgimiento del marxismo los medios socialistas y los fines comunistas son absorbidos y reformulados dentro de una sola doctrina que entiende ambos sistemas como dos pasos históricamente necesarios en el desarrollo de una sociedad dividida por la lucha de clases hacia una etapa comunista final, sin clases. El movimiento comunista, que ya había surgido de ciertos períodos radicales colectivistas de la Revolución francesa como movimientos remanentes (comunismo de Babeuf y la Conspiración de los Iguales) y había dejado de ser un activismo social cambiante durante diferentes períodos históricos para convertirse en activismo político, se transforma en partido e ideología gracias a la introducción por parte de Karl Marx de las ideas de los doctrinarios socialistas (por entonces tomadas seriamente), adoptando un sólido cuerpo doctrinal del que carecía. Mientras que gracias al marxismo las ideas socialistas y comunistas se desprenden del idealismo y se unifican en un solo movimiento ideológico llamado Comunismo, el Socialismo como ideología se escinde en varias corrientes: socialismo utópico, socialismo de Estado, socialismo corporativista, socialismo militar, socialismo clerical, socialismo obrero, socialismo popular, socialismo nacional, etc.
Frecuentemente coexisten diferentes movimientos políticos que adoptan el título Socialismo: desde aquellos con vagas ideas de búsqueda del bien común e igualdad social (utópico), hasta los proyectos reformistas de construcción progresiva de un Estado socialista en términos marxistas, o las variantes pre y post-marxistas de socialismo (sean obreristas o nacionalistas), o al intervencionismo, definiciones de socialismo o de sus métodos que pueden variar drásticamente según varíen los interlocutores políticos y que algunas veces se distancian en mayor o menor medida de su etimología: estatistas, nacionalistas, marxistas, cooperativistas, corporativistas gremiales clásicos, corporativistas de Estado o fascistas, socialistas de renta, socialistas de mercado, mutualistas, socialdemócratas modernos, etc.
El socialismo continúa siendo un término de fuerte impacto político, que permanece vinculado con el establecimiento de un orden socioeconómico construido por, para, o en función de, una clase trabajadora organizada originariamente sin un orden económico propio, y para el cual debe crearse uno público (por vía del Estado o no), ya sea mediante revolución o evolución social o mediante reformas institucionales, con el propósito de construir una sociedad sin clases estratificadas o subordinadas unas a otras; idea esta última que no era originaria del ideario socialista sino del comunista y cuya asociación es deudora del marxismo-leninismo. La radicalidad del pensamiento socialista no se refiere tanto a los métodos para lograrlo sino más bien a los principios que se persiguen.
La socialdemocracia
Es una ideología política que surgió a finales del siglo XIX a partir del movimiento socialista. La socialdemocracia moderna se diferencia de otras concepciones del socialismo por la manera que interpreta el significado e implicancias de ese término, especialmente en materias políticas: «La Internacional Socialista se fundó hace cien años para coordinar la lucha mundial de los movimientos socialistas democráticos por la justicia social, la dignidad humana y la democracia. En ella se reunieron partidos y organizaciones de tradiciones diferentes, que compartían el objetivo común del socialismo democrático. A lo largo de su historia, los partidos socialistas, socialdemócratas y laboristas han defendido los mismos valores y principios. [...] Los socialistas democráticos han llegado a proclamar estos valores por caminos muy distintos, a partir del movimiento obrero, de los movimientos populares de liberación, de las tradiciones culturales de asistencia mutua y de solidaridad comunitaria en muchas partes del mundo. También tienen raíces en las diversas tradiciones humanistas del mundo. Pero aunque existan diferencias ideológicas y culturales, todos los socialistas comparten la concepción de una sociedad mundial pacífica y democrática, con libertad, justicia y solidaridad». Mientras para los socialdemócratas tales principios representan la esencia del socialismo, otros, definiendo el socialismo en el significado que generalmente se tiene del marxismo, rechazan esta interpretación.
La socialdemocracia también aborda los temas valóricos desde un prisma progresista.
Los socialdemócratas se caracterizan por sus políticas reformistas ligadas a la participación ciudadana, a la protección del medio ambiente y a la integración de minorías sociales en las democracias modernas. Es el sector de la izquierda política más importante del mundo contemporáneo.
El socialcristianismo o socialismo cristiano
El socialcristianismo es una corriente nacida a finales del siglo XIX, integrada por numerosos autores y activistas sociales guiados e inspirados por la ética y el mensaje del cristianismo. En sus orígenes destacan importantes aportes sociales y económicos, definitivamente contrarios al liberalismo y a las filosofías individualistas, que reaccionan como oposición a las ideas materialistas, de gran influencia a lo largo de un siglo, que escandalizaba por el creciente desmejoramiento de las clases trabajadoras.
Existen diversos movimientos alrededor del socialismo cristiano, siempre destaca la vinculación de la fe y la política en la coincidencia de sus motivaciones, entre las que resaltan el aspecto humano y la solidaridad por encima de otros elementos. El movimiento ha surgido en ocasiones diversas a través de la historia, sobre todo en momentos donde grupos sociales o económicos han expresado exceso de poder o posiciones extremistas contra el individuo y el resto de la sociedad por el ejercicio del poder o por abusos dogmáticos o económicos en detrimentos de los sectores en desventaja.
A partir de los trabajos de Joseph Cardijn (quien no pretendía romper con los lazos que unen a distintas iglesias, busca en la orientación y el ejemplo de Cristo la forma de buscar una sociedad más igualitaria para todos), surge en América Latina la Teología de la Liberación en un intento por formular una teoría teológica a la lucha social. La Teología de la Liberación ha sido criticada por su cercanía a las guerrillas, particularmente durante la guerra civil en El Salvador y en Nicaragua, donde relevantes miembros de la teología de la liberación participaron en los gobiernos sandinistas.
La lectura crítica al liberalismo, sobre todo en su vertiente económica, tiene numerosos antecedentes que contribuirían finalmente al surgimiento de la primera Encíclica Social, la Rerum Novarum, obra del Papa León XIII en el año 1891. Destacan en tal sentido, las obras de Philippe Buchez, Federico Ozanám, Lamenais, Frederic Le Play, Mons. Ketteler, entre otros. No obstante, éstos no pueden verse aisladamente, ni como si hubiesen surgido de la nada, ya que más atrás, tanto en el Antiguo como en el Nuevo Testamento, puede sentirse un matiz social incuestionable del cristianismo, que prosiguen diversas fuentes a partir del cristianismo primitivo y luego durante toda la Edad Media y el Renacimiento. Algunos aseguran que el socialismo cristiano proviene desde la misma época de Jesús, indicando que Jesús predicaba y practicaba la igualdad entre personas. Más adelante, aseguran, la iglesia que formaron sus seguidores se burocratizó y corrompió el mensaje de Jesús, dando lugar a la crítica marxista de que la religión es el opio de los pueblos. Las personas que siguen esta interpretación pretenden revivir los principios de la iglesia primitiva y las enseñanzas de Jesús como una forma de alcanzar el ideal socialista. Otros autores señalan las raíces del socialcristianismo en el Humanismo Griego y posteriormente lo vinculan con el pensamiento de San Agustín, -relacionándolo con Platón- y de Santo Tomás -relacionándolo con Aristóteles-, los dos grandes pensadores de la Antigüedad.
Como movimiento socio-político, es un conjunto de corrientes y agrupaciones, cuyo principal objetivo histórico es la revolución comunista que suprima la sociedad capitalista y establezca la sociedad sin clases. Los diversos individuos y grupos coinciden en la necesidad de suprimir la propiedad privada (especialmente la de los medios de producción) y la emancipación social del proletariado.
Por motivos históricos, el comunismo se ha identificado exclusivamente con el marxismo-leninismo. Sin embargo, existen otras doctrinas comunistas (algunas previas al marxismo-leninismo, otras contemporáneas y otras posteriores) tales como el anarcocomunismo con fundamento en posturas sociobiologistas, el comunismo de consejos de base marxista pero no leninista, el comunismo cristiano premoderno y moderno, variantes secularizadas del comunismo religioso milenarista y movimientos no revolucionarios como el de las comunas hippies y los kibbutz israelíes, entre otros.
El socialismo
Es un modelo social que propugna la socialización de los medios de producción donde el Estado es dueño del patrimonio productivo y su administración es de orden colectivo. Puede ser no-estatal (propiedad comunitaria en sentido amplio) o estatal (nacionalización mediante planificación central burocrática, sea el Estado democrático o no), además de repartimiento de bienes, intereses, etc., por igual.
En el sistema socialista las relaciones sociales de producción se enfocan en la base de la propiedad social colectiva de los medios de producción, anulando así (en concepto) las clases sociales tan marcadas como las del modo capitalista y la apropiación excesiva del trabajo producto de la explotación laboral, quedando así por hecho la desaparición de la lucha de clases. Por lo tanto se caracteriza por un control consciente de la sociedad como un todo (colectividad) sobre las funciones económicas integrantes al funcionamiento de su estructura social. El socialismo como tal nace a partir de ideas y escritos de distintas propuestas que estaban en la búsqueda de un sistema menos voraz y más justo, en las que las ideas de Marx le dan un gran impulso y más fuerza como modo de producción.
A diferencia del concepto "comunismo" (término que fuera conceptualizado por primera vez en forma sistemática por Platón), el "socialismo", es usado para describir una forma colectiva de organizar la producción, se creó por primera vez bajo los auspicios de Robert Owen en 1835 y evolucionó como concepto e ideología de economía política que alude principalmente un sistema social, económico y político basado en la organización consciente de la sociedad de acuerdo a fines preestablecidos. En principio es a esto a lo que en el siglo XIX, en el contexto de un proceso de proletarización masivo producido por el ascenso del capitalismo industrial, se denominó movimiento socialista y en algunos lugares movimiento de reforma del trabajo. A diferencia del ideario comunista, el orden socialista no aspira a que lo común sea el consumo ni colectivizar la vida diaria, y viceversa. Sí requiere que la producción como contribución al bien general no sea libre sino planificada.
Con el surgimiento del marxismo los medios socialistas y los fines comunistas son absorbidos y reformulados dentro de una sola doctrina que entiende ambos sistemas como dos pasos históricamente necesarios en el desarrollo de una sociedad dividida por la lucha de clases hacia una etapa comunista final, sin clases. El movimiento comunista, que ya había surgido de ciertos períodos radicales colectivistas de la Revolución francesa como movimientos remanentes (comunismo de Babeuf y la Conspiración de los Iguales) y había dejado de ser un activismo social cambiante durante diferentes períodos históricos para convertirse en activismo político, se transforma en partido e ideología gracias a la introducción por parte de Karl Marx de las ideas de los doctrinarios socialistas (por entonces tomadas seriamente), adoptando un sólido cuerpo doctrinal del que carecía. Mientras que gracias al marxismo las ideas socialistas y comunistas se desprenden del idealismo y se unifican en un solo movimiento ideológico llamado Comunismo, el Socialismo como ideología se escinde en varias corrientes: socialismo utópico, socialismo de Estado, socialismo corporativista, socialismo militar, socialismo clerical, socialismo obrero, socialismo popular, socialismo nacional, etc.
Frecuentemente coexisten diferentes movimientos políticos que adoptan el título Socialismo: desde aquellos con vagas ideas de búsqueda del bien común e igualdad social (utópico), hasta los proyectos reformistas de construcción progresiva de un Estado socialista en términos marxistas, o las variantes pre y post-marxistas de socialismo (sean obreristas o nacionalistas), o al intervencionismo, definiciones de socialismo o de sus métodos que pueden variar drásticamente según varíen los interlocutores políticos y que algunas veces se distancian en mayor o menor medida de su etimología: estatistas, nacionalistas, marxistas, cooperativistas, corporativistas gremiales clásicos, corporativistas de Estado o fascistas, socialistas de renta, socialistas de mercado, mutualistas, socialdemócratas modernos, etc.
El socialismo continúa siendo un término de fuerte impacto político, que permanece vinculado con el establecimiento de un orden socioeconómico construido por, para, o en función de, una clase trabajadora organizada originariamente sin un orden económico propio, y para el cual debe crearse uno público (por vía del Estado o no), ya sea mediante revolución o evolución social o mediante reformas institucionales, con el propósito de construir una sociedad sin clases estratificadas o subordinadas unas a otras; idea esta última que no era originaria del ideario socialista sino del comunista y cuya asociación es deudora del marxismo-leninismo. La radicalidad del pensamiento socialista no se refiere tanto a los métodos para lograrlo sino más bien a los principios que se persiguen.
La socialdemocracia
Es una ideología política que surgió a finales del siglo XIX a partir del movimiento socialista. La socialdemocracia moderna se diferencia de otras concepciones del socialismo por la manera que interpreta el significado e implicancias de ese término, especialmente en materias políticas: «La Internacional Socialista se fundó hace cien años para coordinar la lucha mundial de los movimientos socialistas democráticos por la justicia social, la dignidad humana y la democracia. En ella se reunieron partidos y organizaciones de tradiciones diferentes, que compartían el objetivo común del socialismo democrático. A lo largo de su historia, los partidos socialistas, socialdemócratas y laboristas han defendido los mismos valores y principios. [...] Los socialistas democráticos han llegado a proclamar estos valores por caminos muy distintos, a partir del movimiento obrero, de los movimientos populares de liberación, de las tradiciones culturales de asistencia mutua y de solidaridad comunitaria en muchas partes del mundo. También tienen raíces en las diversas tradiciones humanistas del mundo. Pero aunque existan diferencias ideológicas y culturales, todos los socialistas comparten la concepción de una sociedad mundial pacífica y democrática, con libertad, justicia y solidaridad». Mientras para los socialdemócratas tales principios representan la esencia del socialismo, otros, definiendo el socialismo en el significado que generalmente se tiene del marxismo, rechazan esta interpretación.
La socialdemocracia también aborda los temas valóricos desde un prisma progresista.
Los socialdemócratas se caracterizan por sus políticas reformistas ligadas a la participación ciudadana, a la protección del medio ambiente y a la integración de minorías sociales en las democracias modernas. Es el sector de la izquierda política más importante del mundo contemporáneo.
El socialcristianismo o socialismo cristiano
El socialcristianismo es una corriente nacida a finales del siglo XIX, integrada por numerosos autores y activistas sociales guiados e inspirados por la ética y el mensaje del cristianismo. En sus orígenes destacan importantes aportes sociales y económicos, definitivamente contrarios al liberalismo y a las filosofías individualistas, que reaccionan como oposición a las ideas materialistas, de gran influencia a lo largo de un siglo, que escandalizaba por el creciente desmejoramiento de las clases trabajadoras.
Existen diversos movimientos alrededor del socialismo cristiano, siempre destaca la vinculación de la fe y la política en la coincidencia de sus motivaciones, entre las que resaltan el aspecto humano y la solidaridad por encima de otros elementos. El movimiento ha surgido en ocasiones diversas a través de la historia, sobre todo en momentos donde grupos sociales o económicos han expresado exceso de poder o posiciones extremistas contra el individuo y el resto de la sociedad por el ejercicio del poder o por abusos dogmáticos o económicos en detrimentos de los sectores en desventaja.
A partir de los trabajos de Joseph Cardijn (quien no pretendía romper con los lazos que unen a distintas iglesias, busca en la orientación y el ejemplo de Cristo la forma de buscar una sociedad más igualitaria para todos), surge en América Latina la Teología de la Liberación en un intento por formular una teoría teológica a la lucha social. La Teología de la Liberación ha sido criticada por su cercanía a las guerrillas, particularmente durante la guerra civil en El Salvador y en Nicaragua, donde relevantes miembros de la teología de la liberación participaron en los gobiernos sandinistas.
La lectura crítica al liberalismo, sobre todo en su vertiente económica, tiene numerosos antecedentes que contribuirían finalmente al surgimiento de la primera Encíclica Social, la Rerum Novarum, obra del Papa León XIII en el año 1891. Destacan en tal sentido, las obras de Philippe Buchez, Federico Ozanám, Lamenais, Frederic Le Play, Mons. Ketteler, entre otros. No obstante, éstos no pueden verse aisladamente, ni como si hubiesen surgido de la nada, ya que más atrás, tanto en el Antiguo como en el Nuevo Testamento, puede sentirse un matiz social incuestionable del cristianismo, que prosiguen diversas fuentes a partir del cristianismo primitivo y luego durante toda la Edad Media y el Renacimiento. Algunos aseguran que el socialismo cristiano proviene desde la misma época de Jesús, indicando que Jesús predicaba y practicaba la igualdad entre personas. Más adelante, aseguran, la iglesia que formaron sus seguidores se burocratizó y corrompió el mensaje de Jesús, dando lugar a la crítica marxista de que la religión es el opio de los pueblos. Las personas que siguen esta interpretación pretenden revivir los principios de la iglesia primitiva y las enseñanzas de Jesús como una forma de alcanzar el ideal socialista. Otros autores señalan las raíces del socialcristianismo en el Humanismo Griego y posteriormente lo vinculan con el pensamiento de San Agustín, -relacionándolo con Platón- y de Santo Tomás -relacionándolo con Aristóteles-, los dos grandes pensadores de la Antigüedad.
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