jueves, 6 de diciembre de 2018

NAVIDAD


Las pajas del pesebre. Poema de Navidad para niños

 Las pajas del pesebre. Poema de Navidad para niños
Las pajas del pesebre
niño de Belén
hoy son flores y rosas,
mañana serán hiel.

Lloráis entre pajas,
del frío que tenéis,
hermoso niño mío,
y del calor también.

Dormid, Cordero santo;
mi vida, no lloréis;
que si os escucha el lobo,
vendrá por vos, mi bien.

Dormid entre pajas
que, aunque frías las veis,
hoy son flores y rosas,
mañana serán hiel.

Las que para abrigaros
tan blandas hoy se ven,
serán mañana espinas
en corona cruel.

Mas no quiero deciros,
aunque vos lo sabéis,
palabras de pesar
en días de placer;

que aunque tan grandes deudas
en pajas las cobréis,
hoy son flores y rosas,
mañana serán hiel.

Dejad en tierno llanto,
divino Emmanuel;
que perlas entre pajas
se pierden sin por qué.

No piense vuestra Madre
que ya Jerusalén
previente sus dolores
y llora con José;

que aunque pajas no sean
hoy son flores y rosas,
 mañana serán hiel.








Nacimiento de Cristo, en que discurrió la abeja. Poema para niños


Nacimiento de Cristo, en que se discurrió la abeja 
De la más fragante Rosa
nació la Abeja más bella,
a quien el limpio rocío
dio purísima materia.

Nace, pues, y apenas nace,
cuando en la misma moneda,
lo que en perlas recibió,
empieza a pagar en perlas.

Que llore el Alba, no es mucho,
que es costumbre en su belleza;
mas ¿quién hay que no se admire
de que el Sol lágrimas vierta?

Si es por fecundar la Rosa,
es ociosa diligencia,
pues no es menester rocío
después de nacer la Abeja;

y más, cuando en la clausura
de su virginal pureza,
ni antecedente haber pudo
ni puede haber quien suceda.

Pues a ¿qué fin es el llanto
que dulcemente le riega?
Quien no puede dar más Fruto,
¿qué importa que estéril sea?

Mas ¡ay! que la Abeja tiene
tan íntima dependencia
siempre con la Rosa, que
depende su vida de ella;

pues dándole el néctar puro
que sus fragancias engendran,
no sólo antes la concibe,
pero después la alimenta.

Hijo y madre, en tan divinas
peregrinas competencias,
ninguno queda deudor
y ambos obligados quedan.

La Abeja paga el rocío
de que la Rosa la engendra,
y ella vuelve a retornarle
con lo mismo que la alienta.

Ayudando el uno al otro
con mutua correspondencia,
la Abeja a la Flor fecunda,
y ella a la Abeja sustenta.

Pues si por eso es el llanto,
llore Jesús, norabuena,
que lo que expende en rocío
 cobrará después en néctar.

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