La batalla de Lyngør tuvo lugar entre el 6 y el 12 de julio de 1812, enfrentando por última vez a la marina británica con la noruega-danesa en el marco de las guerras napoleónicas y más concretamente de la guerra de las Cañoneras.
El trasfondo histórico de la batalla[editar]
Inglaterra impuso un bloqueo en las líneas de suministro entre Noruega y Dinamarca por el estrecho de Skagerrak durante las Guerras Napoleónicas, excepto para aquellos buques noruegos que transportaban madera al Reino Unido. Aunque esto afectaba al suministro de grano a Noruega, los noruegos preferían limitar sus operaciones navales a la defensa costera. Sin embargo, los restos de la anterior batalla de Copenhague se prepararon con el objetivo de romper este bloqueo.
Los preparativos del combate[editar]
Tras años de escaramuzas, la flota danesa-noruega se reducía a un único barco importante, una fragata, la Najaden, con 42 cañones, terminada en 1811 en parte con los restos de los navíos de línea destruidos en la anterior batalla. Viendo una oportunidad de reforzar el bloqueo y terminar con el poco dominio marítimo noruego-danés, Gran Bretaña envió al navío de línea «HMS Dictator», de 64 cañones, y a tres bergantines: el «Calypso», el «Podargus» y el «Flamer». Por el contrario, la «Najaden» también se acompañaba de tres bergantines: el «Kiel», el «Lolland» y el «Samsøe».
El plan del capitán Steward era cazar a la Najaden y destruirla, proporcionando de este modo la supremacía inglesa sobre las rutas comerciales entre Noruega y Dinamarca, y terminado de una forma concluyente con la participación danesa en las Guerras Napoleónicas. En un combate abierto, su navío de línea podría derrotar con facilidad a la fragata, y por lo tanto, Steward buscaba simplemente el enfrentamiento directo. Por el contrario, el capitán danés Holm de ningún modo quería este tipo de enfrentamiento, sino que confiaba en su mayor conocimiento de aquellas aguas para evadir la persecución inglesa.
La batalla[editar]
La Najaden había anclado cerca de la isla de Sandøya, cerca de Tvedestrand, donde el capitán Holm se sentía más seguro. Su premisa era que ningún buque inglés se arriesgaría a adentrarse en el poco familiar y escarpado archipiélago. Aquel día aceptó la invitación a cenar del capitán del «Samsøe», permitiéndose incluso ir a tierra tras esta comida. Desde las colinas pudo ver que los barcos británicos estaban ya dentro del archipiélago y que se aproximaban.
Rápidamente de vuelta a sus barcos, ordenó a la flotilla tomar rumbo noreste hacia Lyngør. El bergantín «Podargus» lideraba el ataque inglés, aparentemente conducido por un piloto familiarizado con aquellas aguas. El «Pogardus» rodeó Buskskjærsteinen, y Steward ordenó al «Flamer» navegar tras este y asistirle. Los bergantines ingleses fueron asaltados por muchos botes pequeños daneses y noruegos, sufriendo los primeros un daño considerable, aunque pudieron reunirse de nuevo con el «Dictator» cuando terminó la batalla principal.
La «Najaden» se dirigió hacia el sonido de la batalla que procedía de Lyngør, dejando tras de sí gran parte de los buques de apoyo, para luchar contra los bergantines ingleses.
Steward, un escocés conocido en la Marina Real Inglesa como «Mad Jim» (El loco Jim), navegó a su vez también hacia el ruido, lanzando el ancla y dejando deliberadamente que el buque ofreciera el costado al sonido. Usando su ancla como palanca, posicionó al Dictator de forma que su costado quedara a 35 o 40 m de la «Najaden». Incapaz de girar, la Najaden tenía su costado apuntando lejos de su oponente y se encontraba al pairo. Sobre las 21.30, el «HMS Dictator» descargó sus cañones durante 15 minutos contra la fragata danesa, disparándole más de cuatro toneladas de munición, que rompieron su palo mayor, al tiempo que incendiaban el buque y los bergantines daneses anclados en las cercanías. En 45 minutos, la «Najaden» estaba hundida con 133 muertos y 82 heridos. Holm sobrevivió, aunque sólo para perecer en un accidente unos meses más tarde.
Al finalizar la batalla, las cañoneras danesas se alejaron hacia Lyngør. A las 2.00 del 7 de julio, el «Dictator» fue finalmente perseguido fuera de las aguas noruegas por las cañoneras danesas.
Consecuencias[editar]
La batalla de Lyngør terminó efectivamente con la participación danesa en las Guerras Napoleónicas. En el tratado de Kiel, Dinamarca cedía su dominio sobre Noruega, sentando las bases del movimiento independentista noruego, independencia que no se consiguió hasta 1905. Este combate liberó también los recursos de la flota británica para luchar contra la marina francesa en el resto de las Guerras Napoleónicas.
La batalla de Maloyaroslavets fue una batalla que tuvo lugar el 24 de octubre de 1812 cerca de Maloyaroslavets durante la campaña de Rusia, enfrentando a la Grande Armée del emperador Napoleón I con el Ejército Imperial ruso de Alejandro I.
Antecedentes[editar]
Tras haber decidido la invasión de Rusia en 1812, el Ejército francés de Napoleón se había adentrado en el territorio ruso, alcanzando incluso la ciudad de Moscú, la antigua capital del país (en esos momentos lo era San Petersburgo). A pesar de la creencia de Napoleón de que la ocupación de dicha ciudad comportaría la apertura de negociaciones y la rendición de Rusia ante Francia, dicha situación no se produjo.
A la llegada del invierno, consciente de la debilidad de la posición militar francesa y de la fragilidad de sus comunicaciones con la retaguardia francesa y con la propia Francia, lo que podía hacer que los países aliados circunstancialmente con Napoleón (especialmente Austria y Prusia) optasen por cambiar nuevamente de bando, Napoleón decidió replegar su Ejército hacia posiciones más favorables, pensando en todo momento en reemprender las operaciones militares en la primavera.
De este modo, dio inicio una retirada, que posteriormente derivó en un auténtico desastre militar, que acabó por engullir a la totalidad de la Grande Armée.
La batalla[editar]
Manteniéndose al sur de Moscú, Kutúzov, mantenía todavía bajo su mando a un ejército formado por 110.000 hombres, a la vez que el 3º Ejército ruso avanzaba hacia el norte, amenazando las líneas de comunicaciones francesas en la región de Brest-Litovsk. Napoleón disponía en ese momento de menos de 100.000 hombres aptos para el combate, y sus suministros eran sumamente escasos. Decidió hacer avanzar a sus tropas hacia el sudoeste, en dirección hacia Kaluga, una ciudad emplazada en una región próspera, en la que esperaba encontrar abundancia de suministros para aprovisionar a sus tropas.
Decidió enviar en la vanguardia a su hijo adoptivo, Eugenio de Beauharnais, al mando de una fuerza compuesta por 15.000 hombres, para despejar la ruta de avance de las posibles unidades rusas que se encontrasen en ella.
El 24 de octubre, dicha vanguardia se acercó a la localidad de Maloyaroslavets, ubicada a 110 km al sudoeste de Moscú, decidida a tomar el control de un puente que se hallaba en su ruta, atravesando el río Luzha.
Una fuerza rusa formada por 20.000 bayonetas, que se hallaba bajo el mando de Dmitri Dojturov acababa de ocupar la ciudad pero, a pesar de hallarse en situación de inferioridad numérica, Eugenio decidió lanzar de inmediato una serie de asaltos con la finalidad de tomar dicho puente, estableciendo un punto de apoyo al otro lado del río.
El combate resultó intenso, de modo que el puente cambió de manos al menos siete veces antes de que Eugenio, haciendo intervenir en la lucha a sus últimas reservas, no lograse rechazar a las tropas rusas —que mientras tanto habían incluso recibido nuevos refuerzos— de las posiciones defensivas que ocupaban a inicio de la batalla. Las tropas rusas retrocedieron, pasando a ocupar las colinas que se extendían en el exterior de la ciudad.
El Ejército francés de Eugenio perdió unos 5.000 hombres, mientras que el Ejército ruso sufrió unas 6.000 bajas.
Al día siguiente, por la mañana, todavía se produjeron combates esporádicos entre ambos ejércitos, pero estos son más conocidos debido a que durante los mismos los cosacos estuvieron a punto de hacer prisionero al propio emperador. Tras este episodio, Napoleón decidió llevar consigo, alrededor del cuello, un saquito con veneno.
Ese mismo día, por otra parte, el emperador cambió su decisión en cuanto al camino a seguir durante la retirada, enviando su ejército al norte de los pantanos del río Prípiat, zona en la que el territorio había quedado devastado al ser aquel que los invasores habían tomado durante su avance hacia Moscú, y zona en la que, por lo demás, el invierno era más crudo, al estar situada más al norte.
La batalla de Marengo tuvo lugar cerca de la ciudad de Alessandria, en el Piamonte, al noroeste de Italia el 14 de junio de 1800, durante la guerra de la Segunda Coalición. Concluyó con una victoria francesa y con la retirada de las tropas austríacas de la mayor parte del territorio italiano.
El ejército francés dirigido por Napoleón Bonaparte (recién nombrado Primer Cónsul después del golpe de estado del 18 de Brumario) fue atacado por los austríacos al mando del general Michael von Melas. Los franceses fueron tomados por sorpresa. Sin embargo, el curso de la batalla cambió radicalmente al regresar (en respuesta a una llamada urgente de Napoleón) tropas francesas al mando del general Louis Charles Antoine Desaix de Veygoux. Un contraataque dirigido por Desaix, luego de un breve bombardeo de la artillería, impactó en el ala derecha de los austríacos y una carga de caballería dirigida por François Etienne de Kellermann completó su derrota. Los austríacos se retiraron a Alessandria, habiendo perdido la mitad de su ejército. Las bajas francesas fueron mucho menores, pero el general Desaix, que había acudido en ayuda de Napoleón, y sin cuya intervención la batalla se habría perdido, pereció en la batalla.
Al día siguiente, el general Melas comenzó las negociaciones que llevaron a que los austríacos evacuaran el norte de Italia, y a suspender las operaciones militares en Italia. La posición de Bonaparte como Primer Cónsul se afianzó gracias al resultado de la batalla y de la campaña que la precedió. Austria, sin embargo, permaneció en guerra con Francia hasta que sus fuerzas del norte de los Alpes fueron derrotadas en la batalla de Hohenlinden, el 3 de diciembre de 1800, por un ejército francés al mando del general Jean Victor Marie Moreau.
Antes de la batalla[editar]
La batalla de Marengo fue la victoria que selló el éxito de la campaña italiana de Napoleón en 1800. Gracias a un osado cruce de los Alpes antes de que los pasos estuvieran abiertos, Napoleón se había colocado rápidamente entre las líneas de comunicación de Melas, con la creencia de que éste se vería obligado a atacarlo. Melas no lo hizo. Napoleón se convenció de que los austríacos no lo atacarían, ya que se hallaban en plena retirada. Napoleón envió fuertes contingentes para bloquear las rutas de Melas al norte del Po, y al sur de Génova. En ese momento, Melas atacó, y debido a la brillantez de la campaña anterior, Napoleón se halló en una significativa desventaja la mayor parte de la batalla.
El ataque de Austria y el triunfo inicial[editar]
Las tropas austríacas, cerca de 31.000 hombres y 100 piezas de artillería, avanzaron desde Alessandria hacia el este, atravesando el río Bormida por dos puentes ubicados en una angosta desviación en el curso del río ya que ese era el lugar por el cual se podía cruzar el río. Esto evitó cualquier desarrollo rápido del ataque; el movimiento comenzó alrededor de las 6 a.m., pero el ataque no se desarrolló completamente hasta las 9 a.m.
El ejército austríaco, una fuerza de 3.300 hombres al mando del general Andreas O' Reilly, hizo que los puestos avanzados franceses se retiraran y luego de eso se desplegó para convertirse en el ala derecha de los austríacos.
El núcleo de la fuerza austríaca, cerca de 18.000 hombres al mando del general Zach, avanzó hacia Marengo hasta que fue detenida por dos divisiones francesas al mando de Claude Victor-Perrin, desplegadas tras un arroyo que corría justo delante de la villa de Marengo. El ala izquierda austríaca, compuesta por 7.500 hombres al mando del general Ott se dirigió a la villa de Castel Ceriolo, justo al norte de las posiciones francesas; en la errónea creencia que la villa estaba bajo control francés, pero con la posibilidad de atacar por el flanco a los franceses o de cortar la línea de comunicación entre el ejército de Napoleón y Milán con un avance profundo.
Los franceses mantuvieron la línea en el arroyo hasta el anochecer; pero con sus dos flancos expuestos. A pesar de que Bonaparte, que se encontraba a cuatro kilómetros de Marengo, no reconoció a Melas hasta las 10 a.m., sus subordinados Jean Lannes y Murat habían conducido a sus tropas con el fin de apoyar a Claude Victor-Perrin. Las tropas de Jean Lannes se habían desplegado en el crucial flanco derecho. La caballería de Murat y Kellerman tomó posiciones para proteger el flanco izquierdo. Hacia las 11 a.m., Bonaparte se encontraba en el campo de batalla y había enviado una llamada urgente a sus tropas recientemente separadas, e incorporó sus últimas reservas.
A medida que se acercaban, se les ordenó a proteger el flanco derecho francés, en lugar de mantener la posición en Marengo (donde los hombres de Victor se estaban quedando sin municiones). Cerca de las 2 p.m. los franceses atacaron Castel Ceriolo. Pero casi al mismo tiempo, Marengo cayó ante los austríacos. El flanco izquierdo de los franceses se retiró unos 2 kilómetros y trató de reagruparse para defender la villa de San Giuliano. Con los franceses superados en número, 23.000 hombres y 16 piezas de artillería, y conducidos fuera de su mejor posición defensiva, la batalla parecía ganada por los austríacos. Melas, que se hallaba ligeramente herido, dio el mando al general Zach y los austríacos reunieron una columna masiva para un ataque a las posiciones de las que se estaban retirando los franceses.
Refuerzos franceses y contraataque[editar]
Poco después de las 3 p.m., el general Desaix, al mando de las tropas que Bonaparte había enviado al sur, informó a Napoleón en persona que sus tropas (5.000 hombres y 8 piezas de artillería) se encontraban cerca. La historia dice que, al preguntar Bonaparte acerca de lo que pensaba de la situación, Desaix dijo: «Esta batalla está completamente perdida, pero apenas son las 2 p.m., hay tiempo para ganar otra».
Los franceses trajeron y desplegaron rápidamente las tropas frente a San Giuliano, y los austríacos fueron lentos al organizar su ataque (una columna de cerca de 6.000 hombres). La mayoría de la artillería francesa sobreviviente disparó contra los austríacos a medida que avanzaban. La división francesa del general Boudet avanzó en línea contra el frente de la columna austríaca. Al encontrarse con los franceses, la columna austríaca intentó desplegarse, pero estaba tremendamente amenazada por la cercanía de los franceses. Un poco más atrás, un carro de municiones austríaco explotó. En la confusión, la columna fue atacada en su flanco derecho por la caballería pesada de Kellerman (cerca de 400 hombres) y fue desintegrada. Zach y muchos de sus hombres fueron tomados prisioneros y el ala derecha austríaca buscó refugio detrás del Bormida, perseguida por los franceses. Durante la persecución, el general Desaix fue mortalmente herido.
Los austríacos, al mando de Ott, se retiraron en buen orden, pero habían sufrido muchas bajas en las 12 horas de combate: 40 piezas de artillería, 8.000 prisioneros y 6.000 muertos. Las bajas francesas, entre muertos y heridos fueron de 4.000 a 7.000, pero retuvieron el campo de batalla y la iniciativa estratégica.
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