jueves, 11 de junio de 2020

CRUZADAS - HISTORIA Y PERSONAJES

BATALLAS

La batalla de Monte Cadmo fue un enfrentamiento que disputaron cerca de Laodicea del Licos el 6 de enero del 1148 el ejército cruzado que mandaba Luis VII de Francia y el selyúcida, que acabó con la derrota de los cristianos y supuso el fin de la segunda cruzada.

Llegada del ejército cruzado a Asia Menor[editar]

El ejército cruzado, muy poco disciplinado, en especial el contingente alemán, había causado malestar a su paso por los Balcanes, de camino a Constantinopla. El emperador bizantino Manuel I Comneno temía que la llegada de los cruzados reforzaría al Principado de Antioquía, que antes había sido parte del imperio y que deseaba recuperar. También le preocupaba que la existencia de este principado debilitase la alianza que había establecido con el monarca alemán contra Roger II de SiciliaConrad III de Alemania y Luis VII de Francia se negaron a rendir homenaje al emperador bizantino en el otoño del 1147, por lo que los ejército bizantinos no colaboraron con ellos. Mientras, Roger II aprovechó para apoderarse de las islas bizantinas de Corfú y Cefalonia y luego atacó las ciudades de Corinto y Tebas.
Los franceses y los alemanes decidieron tomar rutas separadas. Las tropas de Conrado fueron vencidas en la batalla de Dorilea el 25 de octubre. Los que sobrevivieron del ejército de Conrado se unieron al del rey francés. Juntamente siguieron el camino abierto por los participantes en la primera cruzada, que pasaba por Filadelfia. Al llegar a esta, los alemanes desistieron de continuar camino y decidieron regresar Constantinopla. Conrado III, se reconcilió con Manuel, que le proporcionó barcos para ir a conquistar Acre. Mientras tanto, las tropas de Luis VII siguieron por la costa y después prosiguieron hacia el este. Los selyúcidas los esperaban a la orilla del río Meandro, pero los franceses se apresuraron a alcanzar Laodicea antes de que los interceptasen. Llegaron a la ciudad el 6 de enero y seguidamente se encaminaron hacia las montañas que separan Frigia de Pisidia.

La batalla[editar]

La vanguardia, que mandaba Godofredo de Rancon, estaba demasiado adelantada y alejada del grueso del ejército. En vez de esperar a este en el lugar acordado, continuó la marcha. El rey Luis, que mandaba este, no le dio importancia y también siguió avanzando. Los soldados franceses marchaban con confianza, convencidos de que sus camaradas de la vanguardia ocupaban las alturas hacia las que se dirigían. Los selyúcidas aprovecharon un momento en el que habían roto la formación para abalanzarse contra ellos blandiendo las espadas y empujarlos hacia una estrecha garganta, bordeada por barrancos y precipicios, por los que se despeñaron muchos hombres, monturas y carros. El rey, acorralado contra un árbol, hubo de batirse con varios atacantes.1​ Aprovechó la oscuridad de la noche para reunirse con la vanguardia del ejército, que lo creía muerto.3​ Después de la batalla, el ejército cruzado francés, que había sufrido numerosas bajas y se hallaba muy maltrecho, se dirigió a Atalea, que alcanzó el 20 de enero. Luis hubo de dejar en la ciudad a los que acompañaban al ejército y embarcarse junto a sus caballeros con rumbo a Antioquía. Para entonces las desavenencias entre bizantinos y cruzados había llevado a que estos perdiesen tres cuartas partes de su ejército.









La Reconquista de Constantinopla y la recuperación de la ciudad de Bizancio por los bizantinos del Imperio de Nicea se llevó a cabo con un golpe de Estado el 25 de julio de 1261. El evento terminó el efímero Imperio latino y permitió la restauración del Imperio bizantino.

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Antecedentes[editar]

Durante la Cuarta Cruzada en 1204, el emperador bizantino Alejo IV Ángelo huyó de Constantinopla en lugar de hacer frente al ejército cruzadoConstantino Láscaris fue coronado en la basílica de Constantinopla, pero poco después, junto con su hermano Teodoro, yerno de Alejo III Ángelo, tuvo que huir a la ciudad de Nicea de Bitinia, al comprender que la situación resultaba insostenible.
Los cruzados establecieron el Imperio latino en Constantinopla, pero no consiguieron el control sobre el antiguo territorio bizantino, y surgieron el Despotado de Epiro, el Imperio de Trebisonda, y el Imperio de Nicea. Nicea era la más cercana al Imperio latino y se encontraba en la mejor posición para intentar restablecer el Imperio bizantino. Teodoro I Láscaris no logró un éxito inmediato, pero logró arrebatarle gran parte de la Anatolia noroccidental al emperador latino Balduino I, cuando a éste no le quedó más remedio que defenderse de los ataques de Kaloyan de Bulgaria. Teodoro también derrotó a un ejército trapisondes, así como a otros rivales menores, y se hizo con el más poderoso de los estados sucesores de Bizancio. En 1206, sintiéndose seguro, se confirmó como emperador coronándose en Nicea.
Durante los siguientes años, se establecieron y rompieron numerosas treguas y alianzas entre los distintos estados sucesores de Bizancio, el Imperio latino y los turcos selyúcidas de Iconio o el Sultanato de Rum. Teodoro trató de reforzar sus derechos nombrando un nuevo Patriarca de Constantinopla en Nicea. En 1219 se casó con la hija de la emperatriz latina Yolanda de Flandes, pero murió en 1222 y fue sucedido por su yerno Juan III Ducas Vatatzés.
En 1260 Miguel Paleólogo comenzó el asalto de la propia Constantinopla, algo que sus predecesores habían sido incapaces de llevar a cabo. Se alió con Génova y su general Alejo Estrategopoulos dedicó meses a estudiar Constantinopla para planear su ataque.

El Sitio[editar]

El 25 de julio de 1261, Alexios Strategopoulos, recientemente liberado del Despotado de Epiro, fue enviado con una pequeña fuerza de 800 soldados, la mayoría de ellos cumanos,1​ a mantener una vigilancia sobre los búlgaros y espiar las defensas de los latinos.2​ Cuando la fuerza bizantina llegó a la aldea de Silivri supieron de los campesinos que toda la guarnición latina y la flota veneciana estaban atacando a los nicenos de la isla de Dafnusia, en el Mar Negro. Aunque dudando por las reducidas dimensiones de su fuerza y para ir más allá de sus órdenes, decidió no perder esta oportunidad de oro para retomar la ciudad. Pudo convencer a los guardias que abrieron las puertas de la ciudad y una vez dentro, incendió el barrio veneciano, pues los venecianos en gran medida fueron los responsables de la toma de la ciudad en 1204.

Consecuencias[editar]

Miguel VIII Paleólogo fue reconocido emperador pocas semanas más tarde, y restauró el Imperio bizantino. Los habitantes del restaurado Imperio consideraron al Imperio de Nicea como el verdadero sucesor del Imperio bizantino, aunque aún seguían existiendo el Imperio de Trebisonda y el Principado de Acaya. Acaya fue reconquistada, pero Trebisonda permaneció independiente hasta la conquista otomana. El restaurado Imperio tuvo que hacer frente desde entonces a la nueva amenaza que representaban los turcos otomanos que surgieron en sustitución de los derrotados selyúcidas.








El sitio de Castelnaudary fue una operación militar de Simón de Montfort durante sus campañas para conquistar el condado de Toulouse, durante la cruzada albigense en el siglo XIII, en la que en septiembre de 2011 logró mantener frente al asedio de la nobleza occitana la ciudad de Castelnaudary (hoy en el departamento de Aude).

Las razones del asedio[editar]

En junio de 1211Simón de Montfort IV intentó sin éxito asediar Toulouse, viéndose obligado a levantar el sitio. Aprovechando la llegada de un contingente de cruzados liderados por Teobaldo I, conde de Bar y Luxemburgo, realizaron diversas incursiones por el condado de Foix, en represalia a la batalla de Montgey.
Posteriormente partió a Quercy para recibir homenaje de Guillermo de Cardaillac, obispo de Cahors y conde de Quercy. Los occitanos aprovecharon la retirada de Guy de Lacy, a quién Montfort había encomendado la plaza de Puylaurens y que marchó ante la llamada para la cruzada que estaba organizando el rey Alfonso VIII de Castilla,1​ consiguiendo Sicard Puylarens ocupar de nuevo su castillo y que Raimundo VI de Toulouse movilizase de nuevo sus tropas.
Cierto número de barones de la comitiva de Simón no se animaban a tener que recuperar constantemente el país, abandonando sus nuevos feudos conquistados para regresar a casa. Algunos de ellos propusieron atrincherarse en Carcassona o Fanjeaux, principales fortalezas del país. Hugo de Lacy propuso elegir un lugar estratégicamente débil para atraer al enemigo. Por lo que Simón de Monfort escogió Castelnaudary.

El sitio[editar]

Antes de entrar en Castelnaudary, Simón de Montfort esperó a contar con el apoyo de Guy de Lacy y cincuenta de sus caballeros. Nada más ocupar Simón la ciudad, el conde de Toulouse instaló su campamento en los suburbios de la ciudad, donde sus habitantes le rendían homenaje. Por la noche, Montfort realizó una salida y eliminó a los partidarios de Toulouse.
El ejército occitano estaba dividido entre Raimundo VI de Tolosa, que era partidario de la prudencia, y Raimond-Roger de Foix, que estaba dispuesto a lanzar un ataque contra la ciudad. Su superioridad numérica coloca a Montfort en una posición desesperada. Savary de Mauleon, senescal del Poitou para el rey de Inglaterra, se unió al ejército de Toulouse.
Montfort envió a Gui I de Levis a Carcasona y a Beziers a solicitar tropas de estas dos ciudades, pero éstas se negaron, así como el vizconde de Narbona Aymeri III. La gran mayoría de las ciudades del Languedoc prefirieron no intervenir, a la espera de un vencedor.
Aunque los partidarios de Monfort no querían intervenir, prepararon un convoy de alimentos para los sitiados, que fue conducido hasta la ciudad por Bouchard de Marly y trescientos voluntarios. El convoy fue atacado por el conde de Foix en Saint-Martin-Lalande, a pocos kilómetros de Castelnaudary, poniendo en un dilema a Monfort, que no sabía si debía quedarse en la ciudad y perder a sus aliados y suministros, o bien salir a su rescate con el riesgo de perder la ciudad. Finalmente, eligió atacar al conde de Foix, dejando sólo unos pocos caballeros y sargentos para defender la ciudad. Mientras las tropas del conde de Foix estaban saqueando la caravana de víveres, fue sorprendida por el ejército de Montfort. Tras intensos combates, el ejército de Raimond-Roger de Foix huyó, refugiándose en el campamento del conde de Toulouse. Simón de Montfort, en la euforia de la victoria y el reencuentro con sus aliados, desperdició una gran oportunidad para invertir la situación.
Sus tropas eran insuficientes para hacer frente al ejército de Toulouse, por lo que marchó a Carcasona para solicitar nuevas tropas. Tras ponerse en marcha con un nuevo contingente de cruzados, dirigidos por Alain de Roucy, se enteró de que el conde de Toulouse había levantado el asedio y quemado su campamento.

Consecuencias del asedio[editar]

Este asedio fue una victoria para Simón de Monfort, que frustró el ataque del conde de Toulouse, debido principalmente a una indecisión por parte de los mismos. Pero, la nobleza occitana, convencida por Raimundo VI inició una ofensiva para recuperar sus castillos. En pocas semanas, los cruzados perdieron unas cincuenta fortalezas. La llegada de nuevos contingentes de cruzados, permitieron a Montfort recuperar la iniciativa y el terreno perdido.








El sitio de Jerusalén se llevó a cabo del 20 de septiembre al 2 de octubre de 1187. Su resultado fue la conquista de Jerusalén por Saladino y el colapso casi total del Reino de Jerusalén. La toma de Jerusalén por los musulmanes sirvió de motivo para el inicio de la Tercera Cruzada.

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Contexto[editar]

En TiroBalián de Ibelín, señor de Ramala y Nablús - la más alta jerarquía noble que logró escapar de la derrota de Hattin - había pedido a Saladino paso seguro a Jerusalén con el fin de recuperar a su mujer María Comneno y su familia. Saladino le concedió el permiso, a condición de que Balián no tomara las armas en contra suya y no permaneciera en Jerusalén durante más de un día. Sin embargo, al llegar a la Ciudad Santa, el Patriarca Heraclio, la reina Sibila y el resto de los habitantes le suplicaron que se hiciera cargo de la defensa de la ciudad. Heraclio, quien sostuvo que debía permanecer por el bien de la cristiandad, le ofreció eximirle de su juramento, y Balián aceptó.

Situación en Jerusalén[editar]

Balián comunicó su decisión a Saladino, en Ascalón, a través de una diputación de burgueses, que rechazó las propuestas del sultán para una rendición negociada de Jerusalén. Sin embargo, Saladino dispuso una escolta para acompañar a María, sus hijos y toda su familia a Trípoli. Como el señor de más alta jerarquía que permanecía en Jerusalén, según el cronista Ibn al-Athir, Balián fue visto por los musulmanes como el más alto rango "más o menos equivalente al de un rey".
Balián encontró una situación calamitosa en Jerusalén. La ciudad estaba llena de refugiados que huían de las conquistas de Saladino, llegando cada vez más a diario. Había menos de catorce caballeros en toda la ciudad, por lo que armó sesenta nuevos caballeros de entre las filas de los escuderos (caballeros en formación) y los burgueses. Preparó el almacenamiento de alimentos y dinero para el inevitable sitio. A su vez, Saladino unió bajo su mando los ejércitos de Siria y Egipto, y tras un breve e infructuoso asedio de Tiro, el sultán llegó a las afueras de Jerusalén el 20 de septiembre.

El sitio[editar]

Las negociaciones se llevaron a cabo entre Saladino y Balián a través de la mediación de Yusuf Batit, uno de los clérigos ortodoxos orientales, que habían sido reprimidos en gran parte bajo dominio cristiano latino y sabía que tendría más libertad si la ciudad se volviese a manos musulmanas. Saladino prefería tomar la ciudad sin derramamiento de sangre, pero dentro se negaban a abandonar su ciudad santa, asegurando que la destruirían en una lucha hasta la muerte en vez de verla entregada pacíficamente. Así comenzó el asedio.
El ejército de Saladino se enfrentó a la Torre de David y la Puerta de Damasco. Sus arqueros hostigaban continuamente las murallas con sus flechas. Las máquinas de asedio se arrastraron hasta las paredes, pero fueron empujados de nuevo cada vez. Por días, las escaramuzas se lucharon con pocos resultados. El 26 de septiembre, Saladino trasladó su campamento a otra parte de la ciudad, en el Monte de los Olivos, donde no había puerta desde la que los cruzados pudieran contraatacar. Las paredes fueron machacadas constantemente por máquinas de asedio, catapultas, mangoneles, fuego griego, ballestas y proyectiles. Una parte de la pared estaba minada, y se derrumbó el 29 de septiembre. Los cruzados no pudieron expulsar a las tropas de Saladino fuera de la brecha, pero al mismo tiempo, los musulmanes no pudieron penetrar en la ciudad. Los musulmanes eran mucho más numerosos que los cruzados, y como antes sólo había unas cuantas docenas de hombres capaces de llevar armas y defender las murallas, no era posible encontrar más hombres incluso en el caso de la promesa de una enorme tasa.
Los civiles estaban en gran desesperación. De acuerdo con un pasaje posiblemente escrito por Ernoul, un escudero de Balián, en la continuación de la crónica de Guillermo de Tiro, los clérigos organizaron una procesión descalzos alrededor de las murallas, como habían hecho los clérigos durante la Primera Cruzada, marchando fuera de los muros en 1099. En el Monte Calvario, las mujeres cortaron el cabello de sus hijos, después de la inmersión profunda del mentón en cuencos de agua fría. Estas penitencias tenían por objeto alejar la ira de Dios fuera de la ciudad, pero «Nuestro Señor no se dignó a escuchar las oraciones o el ruido que se hizo en la ciudad. Porque el hedor de adulterio, la repugnante extravagancia y el pecado contra la naturaleza, no dejaron alzar las oraciones hasta Dios».

Negociaciones entre Balián y Saladino[editar]

A finales de septiembre, Balián cabalgó con una embajada a reunirse con el sultán, ofreciendo la entrega a la que se habían negado inicialmente. Saladino no aceptaría esto, al ver que a medida que hablaba, sus hombres escalaban las paredes y plantaban sus banderas. Pronto, sin embargo, los cruzados repelieron su ataque. Saladino aceptó, y los dos estaban de acuerdo en que la ciudad se entregaría a Saladino pacíficamente. El sultán permitió un rescate de veinte besantes para los hombres, diez para las mujeres, y cinco para los niños, pero los que no podían pagar se vendieron como esclavos. Balián argumentó en vano que hay muchas más personas que no podían pagar, ya que quizás había hasta 20.000 refugiados de otras partes del reino.
Después de regresar a Jerusalén, se decidió que siete mil habitantes pobres podrían ser rescatados con dinero procedentes de la tesorería que Enrique II de Inglaterra había establecido allí, y que estaba siendo vigilada por los Hospitalarios. Este dinero estaba destinado para ser usado por Enrique en una peregrinación o una cruzada, en penitencia por el asesinato de Tomás Becket, pero el rey nunca llegó, y su tesoro ya había sido utilizado para pagar mercenarios antes de la batalla de Hattin.
Balián se reunió de nuevo con el sultán Saladino para bajar el rescate a diez besantes por hombre, cinco por mujer y uno por niño. Balián argumentó que esta aún era demasiado grande, y Saladino propuso un rescate de 100.000 besantes para todos los habitantes. Balián pensó que esto era imposible, y Saladino dijo que un rescate de siete mil personas no sería inferior a 50.000 besantes. Finalmente se decidió que Saladino liberaría a los siete mil por 30.000 besantes; se permitió que dos mujeres o diez niños pudieran ocupar el lugar de un hombre por el mismo precio.

Entrega de Jerusalén[editar]

Balián entregó las llaves de la Torre de David, la ciudadela, el 2 de octubre. Se anunció que todos los habitantes tenían alrededor de un mes para pagar su rescate, si podían (el tiempo tal vez fue de 30 a 50 días, dependiendo de la fuente). Saladino fue generoso y liberó a algunos de los que fueron forzados a la esclavitud; Safadin, su hermano, hizo lo mismo, y Balián y Heraclio pagaron la libertad de muchos otros con su propio dinero. Se ofrecieron como rehenes para el resto de los ciudadanos (por lo menos varios miles) cuyos rescates no se habían pagado, pero Saladino se negó.
Saladino permitió una marcha ordenada de Jerusalén e impidió el tipo de masacre que se había producido cuando los cruzados tomaron la ciudad en 1099. Los habitantes rescatados marcharon lejos en tres columnas; los Templarios y Hospitalarios llevaron a las dos primeras, con Balián y el Patriarca liderando la tercera. Se permitió a Balián reunirse con su esposa y familia en Trípoli. Se permitió a Heraclio evacuar varios tesoros de iglesias y relicarios, hecho que escandalizó al cronista musulmán Imad al-Din, a pesar de que ya había contribuido a los rescates.

Consecuencias[editar]

Algunos de los refugiados se dirigieron primero a Trípoli, donde se les negó la entrada y fueron despojados de las posesiones que habían tomado con ellos en Jerusalén. Muchos de ellos fueron a AntioquíaCilicia, y a Bizancio. Otros refugiados marcharon a Egipto, y se permitió embarcar en buques italianos que partieron para Europa.
Saladino permitió peregrinaciones cristianas a Jerusalén, y permitió a la Iglesia del Santo Sepulcro permanecer en manos cristianas. Para solidificar las reclamaciones musulmanas a Jerusalén, muchos sitios sagrados, incluyendo lo que ahora se conoce como mezquita de Al-Aqsa, se levantó un ritual con agua purificada. Siguió la captura de una serie de otros castillos que se mantenían en contra de él, incluyendo BelvoirKerak, y Montreal, y volvió a sitiar a la ciudad de Tiro por segunda vez.
Mientras tanto, las noticias de la desastrosa derrota de Hattin, fueron traídas a Europa por el arzobispo Joscio de Tiro, así como por otros peregrinos y viajeros, mientras que Saladino fue a la conquista del resto del reino en todo el verano de 1187. Inmediatamente, se hizo planes para una nueva cruzada; el 29 de octubre, el papa Gregorio VIII emitió la bula Audita tremendi, incluso antes de que hubiera oído de la caída de Jerusalén. En Inglaterra y Francia, los diezmos de Saladino fueron promulgados con el fin de financiar los gastos. La posterior Tercera Cruzada no se puso en marcha hasta 1189, en tres contingentes dirigidos por Ricardo Corazón de LeónFelipe Augusto, y Federico Barbarroja.

El sitio en la ficción[editar]

El sitio de Jerusalén es el punto culminante de la trama de la película de 2005 Kingdom of Heaven, dirigida y producida por Ridley Scott. Es tal vez la parte más histórica de la película, sobre la base de una serie de fuentes primarias, aunque con mucha imaginación material añadida.
Catherine Jinks escribió una comedia de la historia para adultos y jóvenes, Pagan's Crusade (1993), que describe los acontecimientos que condujeron al asedio. Aunque es una obra de ficción, describe con cierto grado de verosimilitud el daño hecho a la ciudad, las armas utilizadas y las negociaciones entre Saladino y Balián de Ibelín.

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