martes, 21 de abril de 2015

apuntes de historia


La Historia de Nínive

Ciudad de la antigua Mesopotamia y última capital del Imperio asirio, cuyos restos se hallan en la orilla izquierda del río Tigris, junto a la actual ciudad de Al-Mawsil (Mosul), situada al norte de la República de Irak. Sus ruinas ocupan una superficie de forma trapezoidal con un anchura máxima de 2 kilómetros y una longitud de cinco.
La fama de Nínive, llamada Ninua en las fuentes asirias, le viene dada por sus restos arqueológicos, presentes en los modernos tells de Kuyunjik y Nebi Yunus, separados ambos por el riachuelo de Khazir (el Hausar de la Antigüedad). Y también por ser citada en el Antiguo Testamento, bajo su forma de Nineveh, en cuatro de sus libros. Así, en el Génesis (10, 11-12) se dice que la ciudad había sido fundada por el héroe Nemrod. El profeta Nahúm (Nahum, 1, 9-11, 14; 2, 2; y 3, 1) consagra su profecía a tal ciudad, hablando de su ruina y calificándola de ciudad “sanguinaria” y cruel, guarida de fieras, “toda ella mentira y llena de violencia”. Jonás (Jon., 3-3), que había recibido de Yahvé la misión de vilipendiar a Nínive y a sus habitantes por su conducta, nos dice que se necesitaban tres días para atravesar sus calles, dada su extensión. Nínive también es mencionada por el profeta Sofonías (Sof., 2, 13-15), quien dijo que cumpliéndose la palabra de Yahvé, quedaría toda la ciudad en desolación, habitándola toda suerte de animales del campo. Asimismo, aparece citada varias veces en el Nuevo Testamento.
El conocimiento de Nínive
Además de las referencias de Diodoro Sículo (Diod. 1, 27. 1-2) alusivas a la caída de Nínive, más tarde Luciano de Samosata negó en el siglo II de nuestra era en uno de sus escritos (Charon., cap. XXIII) la posibilidad de descubrir Nínive por haber sido totalmente destruida. Muchísimo tiempo después, en 1184, Ibn Gubayr pudo identificar los escombros cercanos a Mosul como los pertenecientes a la “ciudad de Jonás”, esto es, Nínive. El hecho de que la tradición hiciese de ella el lugar de la sepultura de tal profeta motivó que se iniciase muy pronto la exacta localización de sus ruinas. Tras ser visitadas sus ruinas por C. Niebuhr en 1766 y años después por C. J. Rich, que levantó un singular mapa finalizado en 1820, los primeros arqueólogos que excavaron el norte de Irak creyeron, sin embargo, haberla hallado en diferentes lugares. Así, P. E. Botta (1842) supuso que se trataría de Dur-Sharrukin, A. H. Layard (1845) pensó en Kalakh (Nimrud), aunque pronto este arqueólogo identificó a Nínive con los tells de Kuyunjik y Nebi Yunus.
Entre 1842 y 1932 se efectuaron una docena de prospecciones, sondajes y excavaciones, participando, además de Botta y Layard, el iraquí H. Rassam (1852-1854) con la supervisión de H. C. Rawlinson, W. Loftus (1854-1855), G. Smith (1873-1876), nuevamente Rassam (1878-1882) y finalmente C. Thompson (1927-1932), con la colaboración de otros especialistas, entre ellos, M. E. L. Mallowan, el esposo de Agatha Christie.
En los años de la década de 1950 las excavaciones fueron reiniciadas y continuadas entre 1987 y 1990 por excavadores norteamericanos (David Stronach de la Universidad de California en Berkeley) e iraquíes (Departamento Iraquí de Antigüedades), restaurándose incluso parte de sus murallas. La Guerra del Golfo Pérsico, en 1991, detuvo las mismas.
Los períodos prehistóricos
Nínive ocupó una posición de primera fila en la historia del Imperio asirio, debido a su situación geográfica, gracias a la cual controlaba la zona alta del Tigris y la llanura oeste del norte de Mesopotamia.
Nínive ya existía a finales del sexto milenio antes de Cristo. La estratigrafía facilitada por la cerámica y otros objetos, obtenidos en una cata de más de 27 metros de profundidad, permiten distinguir cinco niveles antiguos, entre el sexto y el tercer milenio. Cerámicas del periodo Hassuna, de Samarra, de El Obeid hablan de su gran antigüedad. En el nivel III se halló el primer útil de metal (un alfiler de cobre), con una cronolgía entre el 4300 y el 3200 a.C. El nivel V se caracteriza por los restos de una cultura local que fue capaz de extenderse por todo el norte mesopotámico, cultura conocida en Arqueología como “ninivita V”.
El primer documento escrito que hace referencia a Nínive es una carta, escrita en cuneiforme y hallada en las ruinas de la colonia asiria de la antigua ciudad de Kanish (en las cercanías de la actual Kültepe, en Turquía), fechable en torno al 2000 a.C. En ella el nombre de la ciudad aparece escrito en ideograma, representado por el dibujo de un pez en el interior de una ciudad (en acadio nun equivale a “pez”, también el pez fue el símbolo de la diosa Ninua).
Desarrollo histórico
Arqueológicamente, desde el final del tercer milenio hasta los dos primeros siglos del primero antes de Cristo están mal documentados.
Los sumerios se establecieron en ella un tiempo, pero fue con el acadio Manishtushu (2269-2255 a.C.), el hijo de Sargón, cuando Nínive empezó a alcanzar su esplendor al construir allí un templo a la diosa Ishtar. A comienzos del segundo milenio precristiano los textos de Mari aluden a Nínive bajo la forma Ninet. También queda recogida en el prólogo del famoso Código de Hammurabi, como perteneciente al Imperio babilonio.
Diferentes reyes asirios la enriquecieron con templos y palacios, pero en el siglo XVI a.C. cayó en manos de los cassitas, pueblo que se apoderó también de Babilonia. En 1280 a.C un terremoto la destruyó, pero pudo ser reconstruida. En cualquier caso, hasta la época de Tiglat-pileser I (1115-1075 a.C.) la historia de Nínive permaneció en el más absoluto anonimato. Con Sargón II (722-705 a.C.) comenzó a desempeñar un papel político de primera importancia al ser instalado en ella el príncipe heredero Senaquerib, quien haría de la misma su capital imperial, una vez en el poder. La rodeó de una poderosa muralla doble, la exterior de piedra, con un perímetro de 12 kilómetros, defendida con almenas y torres intercaladas, precedida de un profundo foso. La interior era de adobe, de gran espesor y una veintena de altura, reforzada por un segundo muro en su sector este. En ellas se abrieron entre 15 y 18 puertas monumentales, en su mayoría dedicadas a diferentes dioses. Sus nombres, de acuerdo con las inscripciones, son: Adad, Nergal, Sin, Assur, Halakhkhi, Shibaniba, Mushlalu, Ninlil, Shamash, Khalzi, Mashke, Kari, Madbari, Ekal masharti y Khanduri. De las mismas han sido identificadas arqueológicamente doce, sobresaliendo la dedicada al dios Nergal, en el norte y que todavía conserva las estatuas colosales de sus toros con cabeza humana. La muralla fue llamada en las fuentes Bad nigalbi kura shushu (‘La muralla cuyo esplendor sumerge al enemigo’).
Assurbanipal haría de Nínive en el 668 a.C. el faro cultural más famoso de todo el Próximo Oriente al establecer en su palacio su famosísima biblioteca, en la cual se han hallado más de 25.000 tablillas que copiaban lo mejor de las letras y ciencias de Mesopotamia. A la muerte de tal rey se inició la decadencia de la ciudad. Finalmente, en el año 612 a.C., sería destruida por la coalición de escitas, medos y caldeos.
No obstante, logró recuperarse y durante la época de los partos pudo instalarse en ella una colonia griega que levantó un templo a Hermes.
Restos arqueológicosa más importantes
Los restos arqueológicos de Nínive constituyen hoy el orgullo del Museo Británico y del Louvre, que atesoran gran parte de sus relieves; sin embargo, los restos de algunas construcciones palaciales y religiosas aún permanecen in situ.
En el tell de Kuyunjik se hallan las ruinas del Palacio de Sennaquerib, denominado en las fuentes “Palacio sin rival”. En 1966 se pudo identificar el Salón del Trono del mismo. Lo más llamativo, sin embargo, eran sus losas de alabastro decoradas con relieves, en las que se figuraron escenas de guerra (campañas contra los caldeos del “País del Mar”, campañas de Judea).
Al nordeste del tell se ubicó el Palacio de Assurnasirpal, levantado sobre las ruinas de otro anterior. Era de menores dimensiones y también se hallaba decorado con lastras con relieves.
Al norte de éste estaba el Palacio de Assurbanipal, conocido con el nombre de “Palacio del Norte”. Lo formaban tres edificios de planta rectangular, conectados por largas galerías ornamentadas con relieves con temática guerrera y con escenas de caza, de claro contenido simbólico religioso y no sólo cinegético. Aquí fueron hallados los famosísimos relieves conocidos con “la leona herida” y el “león moribundo”, así como el denominado “Banquete bajo el emparrado” en el que aparece Assurbanipal banqueteando con su esposa Assur-sharrat bajo una pérgola, de cuyos árboles cuelga la cabeza decapitada del enemigo elamita Te-umman. Asimismo, en este palacio apareció la Biblioteca, sin duda el hallazgo más espectacular de Nínive.
Entre los palacios de Assur-nasirpal y de Assurbanipal, esto es, en el centro de Kuyunjik, se hallaba el Templo de Nabu, de base trapezoidal, erigido por un rey cuyo nombre se ignora, y restaurado, entre otros, por Adad-nirari III, Sargón II y Assurbanipal. Fue conocido como Ezida y fue erigido para adorar a Nabu y a su padre, el dios Marduk, que también tuvo alto predicamento entre los asirios. Por debajo de este templo se hallaba el Templo de Ishtar, construido por el acadio Manishtushu, como se dijo, hacia el año 2450 a.C. El culto a tal diosa, bajo su aspecto de diosa de la guerra, estuvo muy arraigado en Asiria, por lo que el templo fue rstaurado y ampliado varias veces. Fue conocido con el nombre de Emashmash.
En el tell de Nebi Yunus se hallaba el arsenal, denominado Ekal masharti. El mismo almacenaba todo el material bélico del ejército asirio. No han podido realizarse excavaciones en esta colina por estar ocupada por viviendas, un cementerio y una mezquita que alberga, según la tridición, la tumba de Jonás.
Del mayor interés son las obras hidráulicas que se construyeron en Nínive y sus alrededores. Senaquerib ordenó levantar una presa sobre el riachuelo Hausar y un canal de unos 16 kilómetros de longitud, complementado por otros 18 pequeños canales subsidiarios. Otras dos nuevas presas, también obra del mismo rey, suministraban agua a la ciudad. Una de ellas medía 150 metros de longitud y la otra 225. La feracidad de sus campos y la serie de arbolado plantados en ellos ha sugerido que en Nínive, y no en Babilonia, muy posiblemente debieron de ubicarse los famosos “Jardines colgantes”

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