martes, 21 de abril de 2015

apuntes de historia



La Historia del Pueblo Jonio

Jonia es el conjunto de territorios de la costa de Asia Menor, situados entre el cabo Poseidón al Sur y Fócea y Magnesia al Norte, a los que se añadían las islas de Quíos y Samos. Estaban habitados por población de origen griego.

La región comenzó a recibir población de origen griego en torno al 1400 a.C., procedente en su mayor parte de Acaya, el Peloponeso y del Ática, y la última oleada migratoria llegó en la segunda mitad siglo VIII a.C. y se estableció en Magnesia y Fócea. Los primeros pobladores fundaron las ciudades de Mileto y Colofón, que fueron seguidas por Samos y Quíos, ya en la Edad del Bronce, pero los núcleos urbanos más importantes -Éfeso, Teos, Clazomene, etc.- se fundaron en torno al año 1000 a.C. Por lo general, las ciudades estaban situadas en bahías con pequeñas llanuras costeras, pues los abundantes recursos naturales de estas zonas garantizaban el autoabastecimiento.


Con el tiempo, los jonios intentaron controlar una cada vez más amplia franja de territorio hacia el interior, lo cual consiguieron bien eliminando a la población autóctona, bien mediante un severo proceso de helenización, hasta que finalmente las fronteras orientales quedaron fijadas en los límites de los reinos de Lidia y Caria. Poco a poco fue surgiendo entre las diversas ciudades jonias  una unidad cultural y lingüística, dado que en todas las ciudades se hablaba el dialecto jonio; también se desarrolló una escritura silábica, que terminaría en la adopción del alfabeto. Fue en esta región donde nació la Filosofía, que dio figuras tan grandes como Tales de Mileto y Heráclito.

Para defenderse de posibles ataques externos, se tomó la decisión de formar una Confederación; en un principio eran trece ciudades, Mileto, Miunte, Éfeso, Lebedos, Eritrea, Fócea, Colofón, Teos, Clazomene, Quíos y Samos y Melia, aunque la destrucción de esta última en el 700 a.C., redujo su número a doce. La conquista de Esmirna al norte y Halicarnaso al sur contribuyó a fortalecer las fronteras de la Confederación. La Liga Jonia eligió como centro político el Panionion, templo consagrado a Zeus que se hallaba ubicado en la sierra de Micala.

Algunos historiadores situaban en Jonia el origen de la institución de la polis. La sociedad jonia estaba organizada en fratías, que a su vez se dividían en cuatro phylai (‘tribus’), Geleontes, Hópletes, Esicoreis y Argadeis. Esta división surgió en los primeros momentos de la ocupación griega, y con el paso de los años se añadieron dos nuevas tribus, Boreis y Oinopes. En las ciudades se fue sustituyendo el sistema político establecido, la monarquía hereditaria, por un sistema oligárquico en el que el poder era compartido por una serie de magistrados procedentes de las grandes familias, arcontes (funcionarios civiles), polemarcos (los jefes del ejército), tesmóteles (magistrados judiciales) y el rey (encargado del culto). Este régimen hizo que algunas ciudades como Éfeso, Colofón y Mileto acabaran convertidas en tiranías.

El poder de la aristocracia se sustentaba en el comercio marítimo, debido a lo cual esta clase social recibía el nombre de aeinautai (‘los que siempre navegan’). La riqueza de las ciudades jonias llamó la atención de los soberanos de Lidia, que a su vez buscaban una salida al mar. El rey lidio Ardis (651-613 a.C.) convirtió a Jonia en un protectorado de su reino, pero esto no convenció a su sucesor Creso que conquistó militarmente la región en el 560 a.C. Mileto fue la única ciudad que consiguió conservar su independencia gracias a la firma de un tratado de alianza. El general de Ciro II el Grande, Harpagón, sometió a todas las ciudades jonias, algunas de las cuales, como Teos y Fócea, fueron abandonadas por sus habitantes para asentarse lejos del dominio persa. Darío I  utilizó la potencia marítima de Jonia para expandir sus dominios en el Mar Negro pero, la presión era tan insoportable, que las ciudades jonias se reunieron a iniciativa de Mileto para librarse de la hegemonía persa. La guerra estalló en el 499 a.C., y durante el tiempo que duró ésta los jonios contaron con el apoyo de las naves de la Atenas de Clístenes. La primera victoria importante para los griegos fue la conquista de Sardes, pero la reacción de Darío no se hizo esperar. La flota jonia fue derrotada por la persa en el 494 a.C., lo que obligó a la firma de un tratado de paz, según el cual las ciudades jonias podían conservar sus instituciones mientras que las cuestiones internacionales quedaban en manos persas.

Durante las Guerras Médicas, Samos y Quíos fueron las primeras ciudades que lograron pasarse al bando griego. La paz de Calias (449 a.C.) obligó a los persas a abandonar Jonia. Tras el fracaso de los atenienses en Sicilia, los jonios trataron de hacerse con el control marítimo del Egeo. Para conseguir este objetivo toda la flota se puso al servicio de la Liga del Peloponeso, lo cual no evitó que perdieran su independencia cuando los peloponesios reconocieron la soberanía de los persas sobre la región. La nueva etapa de dominio persa duró hasta que Alejandro Magno liberó a las ciudades del continente en el 334 a.C.; a las islas de Quíos y Samos les llegó su independencia dos años más tarde. Tras la muerte del rey macedónico el control de Jonia recayó en Lisímaco, rey de Tracia. Los romanos incluyeron los territorios en la provincia de Asia.   






Historia del Reino de Moab


Moab fue una región histórica de Palestina situada en la meseta que domina el este del Mar Muerto, actualmente Jordania. Su capital era Rabbat Moab (posteriormente Areópolis Rabba). La región estuvo poblada desde el principio de la Edad de Bronce (comienzos del 3.000 a. C.) durante casi un milenio. Después parece ser que no hubo un segundo poblamiento hasta el siglo XIII a.C., cuando se produjo el asentamiento de un grupo semita de ganaderos y agricultores. A esta época se remonta la primera mención de Moab en los textos egipcios. Estos nuevos pobladores se enfrentaron con otros pueblos como los de Sijón de Jesbón, los israelitas y con el rey David que sometió a los moabitas probablemente después de la batalla de Medebá. Tras la escisión del Estado Salomónico, en el país de Moab se dejó notar la influencia de Israel bajo el gobierno de Omrí y su hijo Ajab. A la muerte de este último, Mesá dejó de pagar el tributo a Israel; consiguió la independencia del país de Moab y reconquistó todo el territorio al Norte de Arnón hasta el extremo septentrional del Mar Muerto. Durante esta época, el comercio internacional, la agricultura y la cría de ganado alcanzaron un notable desarrollo.
A comienzos del siglo VIII a. C., las correrías de los moabitas por los territorios limítrofes fueron frecuentes; en el año 729 Salmán de Moab que había devastado Bet Arbel, pagó tributo a Tiglat Piléser. Los moabitas se convirtieron en fieles vasallos y tributarios de Asiria, abriéndose una etapa de prosperidad para el territorio hasta el siglo VI a. C. Posteriormente dependió del Imperio neobabilónico y del persa. En tiempos del sucesor de Mahoma, Abu Bark, un ejército mahometano invadió Moab a las órdenes de Khalib Ben Said. En el año 636, la victoria musulmana de Jarmuk dio a los árabes la posesión de esta región. Desde entonces el territorio de Moab quedaría sujeto al yugo mahometano durante varios siglos. En tiempos de las Cruzadas, Balduino I rey de Jerusalén, convidó a los cristianos moabitas a ir a Jerusalén, y en 1136 se llegó a fundar el efímero principado de Kerak con un obispo latino.
Tras la caída del Imperio Bizantino, los cristianos moabitas quedaron sujetos al arbitrio de los mahometanos;como consecuencia pidieron ayuda al patriarca griego de Jerusalén y se vieron arrastrados al Cisma de Focio. En el año 1879 se estableció una comunidad católica en el territorio, que significó el principio de la renovación religiosa en Moab. En 1894 se estableció un centro semejante. Actualmente existe una gran diversidad religiosa, donde conviven mahometanos, cismáticos y católicos.

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