sábado, 18 de abril de 2015

cultura educativa



historia y arte :
PREHISTORIA

Las técnicas de habitación y el fuego
arece claro que el fuego fue utilizado por el hombre desde el Paleolítico Inferior, pero se desconoce desde qué momento lo dominó. Del pavor que embargaría a ese ser, oculto ante el trueno y su poderosa manifestación en forma de rayo, se pasaría a otra fase de búsqueda de tímido conocimiento y aprovechamiento de esa energía.
Inicialmente, debió tomar el fuego de los incendios que producían los rayos de las tormentas y durante mucho tiempo se limitaría a mantener encendido el fuego conseguido de ese modo.
Los fuegos naturales debieron ser ya un recurso utilizado por el hombre que habitó durante el Paleolítico Inferior
Los fuegos naturales debieron ser ya un recurso utilizado por el hombre que habitó durante el Paleolítico Inferior
Descubrir cualquiera de los sistemas mediante los cuales podía producirse una llama pudo ser fruto de la casualidad (como la chispa que se produce al golpear el sílex del que obtenía sus útiles) o de la experiencia (el calentamiento por rozamiento o frotación) pero, en cualquier caso, el llegar a dominar esas técnicas y, sobre todo, su difusión debió ser tarea de cientos o miles de años.
El fuego fue utilizado inicialmente para calentarse, para iluminar y para ahuyentar a las fieras de las cuevas o de los lugares de residencia. Su uso para asar la carne de la caza fue posterior y las técnicas de cocinado no se desarrollaron hasta el Neolítico.
Con respecto a las formas de habitación a lo largo del Paleolítico se utilizaron tanto refugios naturales (abrigos de roca y cuevas) como cabañas o chozas fabricadas por los hombres. Estas cabañas fueron generalmente de planta circular u oval, y los materiales empleados ramas y troncos, cubiertos, a veces, por tierras arcillosas. En las zonas donde la vegetación arbórea no era abundante se llegaron a construir chozas de barro y, en Siberia, una especie de tiendas de campaña con pieles de animales que permitían montar y desmontar los campamentos con mayor rapidez y así perseguir mejor a los renos que constantemente cambiaban de lugar en busca de pastos. En algunos casos se llegaron a construir cabañas dentro de las propias cuevas.
Como formas de habitación, a lo largo del Paleolítico se utilizaron indistintamente espacios construidos por los hombres y refugios naturales, como las cuevas de roca
Como formas de habitación, a lo largo del Paleolítico se utilizaron indistintamente espacios construidos por los hombres y refugios naturales, como las cuevas de roca
Todas estas construcciones tienen como características comunes no distinguir muros y tejado (eso es lo que diferencia una choza de una casa), adecuarse al medio en lo que se refiere a materiales de construcción y ser obras sencillas que se acomodan a una vida nómada, por ser fáciles de construir o de transportar.
La construcción de cabañas no fue una práctica constante, ni de todos los pueblos del Paleolítico. Su uso, desde luego, estuvo muy unido a los distintos cambios de clima que se produjeron a lo largo del periodo y, siempre que fue posible, el modo de vida habitual se desarrollaba al aire libre o ligeramente protegidos de los vientos por cualquier roca o accidente del terreno.

Las manifestaciones artísticas
as primeras manifestaciones artísticas del hombre prehistórico se producen a lo largo del Paleolítico Superior y, según el soporte utilizado o los materiales u objetos en que se manifestaban, pueden clasificarse en dos categorías:
viñetaArte parietal (de las paredes) y
viñetaArte mobiliar (de objetos).
El arte parietal
Comúnmente denominado "rupestre" está constituido por pinturas o grabados y utilizó como soporte las paredes de cuevas o de abrigos rocosos; se localiza, fundamentalmente, en el sur de Francia y a lo largo de la Cordillera Cantábrica, en España.
Las primeras pinturas aparecieron en el periodo Auriñaciense, pero son trazos confusos, difíciles de identificar. Hay que esperar al periodo Solutrense para poder encontrar representaciones pictóricas definibles. De todos modos, el gran periodo de la pintura paleolítica es el Magdaleniense, época a la que pertenecen las mejores pinturas de Lascaux, Font-de-Gaume, Rouffignac y Les Trois-Frères en Francia; o las de Altamira, Puente Viesgo, Pindal, Peña Candamo, Tito Bustillo y Parpalló en España.
Pinturas de Altamira (España)
Pinturas de Altamira (España)
En la mayor parte de estas cuevas se han encontrado pinturas o grabados que pertenecen a periodos más antiguos que el Magdaleniense (último periodo del Paleolítico Superior), pero las mejores y más abundantes representaciones que en ellas se encuentran son magdalenienses.
Las actividades cazadoras y las prácticas mágicas de los hombres del Paleolítico quedaron fielmente reflejadas en estas cuevas, en las que el tema predominante son los animales. La capacidad creadora fue enorme, como lo demuestran la cantidad de representaciones. Los animales más representados fueron el caballo y el bisonte, seguidos del ciervo y de los elefantes (mamut y elefante).
Las representaciones humanas de cuerpo completo fueron escasísimas, no así las representaciones de manos, bien pintadas directamente, bien en negativo (puesta la mano sobre la roca se pintaba en torno a ella, quedando así la silueta de la misma).
Son frecuentes los dibujos de signos o trazos de significado desconocido.
Desde el punto de vista técnico, se deben distinguir tres tipos de representaciones: las pinturas polícromas, las monócromas y los grabados (acompañados o no de pintura). Destacan las representaciones policromadas en las que es frecuente utilizar el color negro para el contorno y los detalles, como los ojos, y otros colores para darle volumen a la figura.

Las manifestaciones artísticas (continuación)
El arte parietal (continuación)
ara obtener la materia prima de los distintos colores utilizados, los artistas del Paleolítico recurrieron a lo que la naturaleza les ofrecía y a unas toscas técnicas de preparación de los pigmentos. Utilizaron así distintas tierras para los ocres, óxidos de hierro (limonita y hematites) para amarillos y rojos, bióxido de manganeso y carbón vegetal para los negros y yeso para el blanco. Estos pigmentos eran machacados con piedras y mezclados con sustancias como la grasa, la resina o la sangre, que actuaban de aglutinantes, dándole a la mezcla una textura pastosa-líquida que permitía extenderla y fijarla a la roca. La aplicación de los pigmentos se hacía directamente con los dedos o con la ayuda de palos con un extremo aplastado, a modo de espátula, o, incluso con pinceles de crin.
En algunas ocasiones utilizaron una técnica de soplado con huesos huecos que permitía pulverizar la pintura sobre las paredes. En algunas figuras de Altamira la pintura, una vez aplicada, se frotaba o lavaba para difuminarla, eliminando los trazos. Para resaltar los contornos de los animales y conseguir el volumen, fue frecuente aprovechar relieves de la roca que se pudieran acomodar a parte de la silueta del animal, dándole mayor verismo a la representación, lo que nos permite hablar del carácter naturalista de estas pinturas.
El arte mobiliar
Se puso de manifiesto en la superficie de útiles o de objetos cuya utilidad o significado desconocemos (como los denominados "bastones de mando") de asta, hueso, marfil o piedra. Su difusión coincide con la del arte rupestre, aunque extendiéndose algo más por Centroeuropa, norte de Italia y algunos puntos del área ruso-siberiana.
La mayor parte de estas manifestaciones artísticas son grabados o esculturas talladas que representan animales (sobre todo caballos, como en la pintura parietal) o signos sexuales. Todos estos objetos del arte mobiliar son de proporciones reducidas y ello hace pensar que se trataba de piezas que el hombre o la mujer acostumbraban a llevar consigo. El arte mobiliar ofrece auténticas muestras de composición que se producían al tener que acomodar en una superficie concreta (la del hueso o asta) la figura de un animal. Buenas muestras de esas características son El bisonte de la cabeza vuelta hacia atrás del mango de un propulsor de La Madeleine (Francia) o el Caballo del propulsor de Mas d'Azil.
Una escultura "Venus" del Paleolítico
Una escultura "Venus" del Paleolítico
Consideración aparte merecen las llamadas "venus", que son las únicas esculturas exentas del Paleolítico. Se trata de pequeñas estatuillas femeninas con los caracteres sexuales muy desarrollados, que se han encontrado en Francia, Centroeuropa, Italia y Rusia. Algunas de estas pequeñas esculturas han alcanzado un notable nivel de abstracción geométrica, como en el caso de la Venus de Lespugue (Francia). Destacan, junto a ésta, la de Willendorf (Alemania) y la de Grimaldi (Italia).

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