«Astrogeología»
Astrogeología, también llamada geología planetaria o exogeología, es una disciplina científica que trata de la geologíade los cuerpos celestiales —planetas y sus lunas, asteroides, cometas y meteoritos—. Los científicos astrogeólogos han acuñado el término cuerpo planetario para designar a todos los cuerpos con órbitas alrededor de una estrella y demasiado pequeños para que en su interior se inicien reacciones de fusión nuclear.1 2 Esta definición abarca tanto a planetas como a satélites, que son geológicamente iguales.
Eugene Shoemaker, quien introdujo la rama de astrogeología en el Servicio Geológico de los Estados Unidos, realizó importantes contribuciones en el campo y en el estudio de los cráteres de impacto, ciencia lunar, asteroides y cometas.
El envío de sondas espaciales a los diversos cuerpos planetarios de nuestro sistema solar a partir de los años sesenta está proporcionando valiosos datos, de cuyo análisis se deriva una revolución en el conocimiento geológico de nuestro propio planeta, acerca de cómo se formó y cual será el futuro que le espera. Así, la finalidad de la astrogeología es conocer la evolución de los planetas.
Eugene Shoemaker, quien introdujo la rama de astrogeología en el Servicio Geológico de los Estados Unidos, realizó importantes contribuciones en el campo y en el estudio de los cráteres de impacto, ciencia lunar, asteroides y cometas.
El envío de sondas espaciales a los diversos cuerpos planetarios de nuestro sistema solar a partir de los años sesenta está proporcionando valiosos datos, de cuyo análisis se deriva una revolución en el conocimiento geológico de nuestro propio planeta, acerca de cómo se formó y cual será el futuro que le espera. Así, la finalidad de la astrogeología es conocer la evolución de los planetas.
Por su parte, Las ciencias planetarias, también llamadas planetología o astronomía planetaria, son el conjunto de materias interdisciplinares implicadas en el estudio de los planetas, o sistemas planetarios, incluyendo al Sistema Solar, de cuyos planetas se tienen más datos, por lo que sus modelos son más elaborados, pero también a los planetas extrasolares.
Las ciencias planetarias estudian objetos que van desde el tamaño de un meteorito hasta los gigantes de gas del tamaño de varias veces el planeta Júpiter.
A grandes rangos las ciencias planetarias estudian la formación de los sistemas planetarios y de sus satélites; se ocupan en particular de estudiar su masa, tamaño, gravedad superficial, velocidad de rotación, achatamiento, estructura interna, densidad, antigüedad de su superficie, erosión, evolución, actividad tectónica, vulcanismo, campo magnético, auroras, interacción de la magnetosfera con el viento solar, estaciones del planeta y su atmósfera, velocidad de escape y búsqueda de vida entre otros objetivos de estudio. En cuanto al estudio de la atmósfera se comprende el estudio de su composición, formación, presión superficial, densidad, circulación general, temperaturas, vientos, actividad erosionadora de la atmósfera, transporte de energía, perfiles en altura de temperatura, densidad y presión, entre otras.
La planetología es una disciplina de reciente creación. Alimentada por la gran masa de informaciones recogidas en el curso de las exploraciones espaciales, la planetología estudia el origen y la evolución de los planetas de los mecanismos que en el tiempo han modelado sus superficies. Se basa en las ciencias de la Tierra, pero convenientemente generalizadas para incluir las distintas masas, atmósferas, temperaturas, o energía recibida desde el astro central y que es el motor de la máquina planetaria. Naturalmente la astronomía es la ciencia principal pero seguida de una geología planetaria o comparada (Astrogeología), la ciencia de las atmósferas planetarias es una generalización de la meteorología y como ciencia básica de soporte de todas las referidas la física, cuyo objeto de estudio es universal por lo que cabe aplicar a los distintos planetas. Otra disciplina auxiliar es la Astrobiología. Los datos a incluir en la teoría de las ciencias planetarias provienen de la astronomía y la exploración espacial además existe un importante componente teórico que utiliza como herramienta la simulación por computadora.
Qué es la astrogeología?
Durante siglos la geología se dedicó a analizar lo único de donde podía obtener muestras rocosas, la Tierra. Ahora, la geología, esa "ciencia de la Tierra", en el siglo XX ha comenzado a mirar fuera de la Tierra ante las nuevas preguntas que surgían al explorar el espacio y profundizar en las preguntas geológicas tradicionales. De este modo, la astronomía añadió a sus ramas una dedicada a la geología y de ahí surge la astrogeología.
(A la izquierda imagen de un asteroide.)
¿Qué estudia la astrogeología?
Es fácil hacerse una idea de que estudia la astrogeología si se sabe que estudia la geología. Así la astrogeología estudia los cuerpos celestes (planetas, sus satélites, cometas y asteroides) y los analiza con las herramientas de la geología, así la astrogeología no se centra en sus órbitas, sino en sus componentes y su composición por ejemplo.
¿Por qué nació en el siglo XX?
Una pregunta interesante es la causa de su inicio en el siglo XX, pero si miramos bien veremos que es obvio que su nacimiento se diera en el siglo de la carrera espacial. Antes de este siglo no había modo alguno de acceder a muestras de los cuerpos celestes, sólo podían obtenerse muestras de los cuerpos celestes, sólo asteroides y meteoritos, que habían impactado contra la Tierra.
Así, la carrera espacial y sus sondas permitieron a los geólogos empezar a recolectar muestras a distancia de otros planetas, o incluso analizarlas a distancia. Por ello, podemos decir que la astrogeología es una ciencia muy nueva.
(A la izquierda imagen de un asteroide.)
¿Qué estudia la astrogeología?
Es fácil hacerse una idea de que estudia la astrogeología si se sabe que estudia la geología. Así la astrogeología estudia los cuerpos celestes (planetas, sus satélites, cometas y asteroides) y los analiza con las herramientas de la geología, así la astrogeología no se centra en sus órbitas, sino en sus componentes y su composición por ejemplo.
¿Por qué nació en el siglo XX?
Una pregunta interesante es la causa de su inicio en el siglo XX, pero si miramos bien veremos que es obvio que su nacimiento se diera en el siglo de la carrera espacial. Antes de este siglo no había modo alguno de acceder a muestras de los cuerpos celestes, sólo podían obtenerse muestras de los cuerpos celestes, sólo asteroides y meteoritos, que habían impactado contra la Tierra.
Así, la carrera espacial y sus sondas permitieron a los geólogos empezar a recolectar muestras a distancia de otros planetas, o incluso analizarlas a distancia. Por ello, podemos decir que la astrogeología es una ciencia muy nueva.
Existen millones de rocas flotando en el espacio, impactando a veces contra la superficie de astros como por ejemplo la Tierra. Tal como señala Kim Tait, profesora de geología en la Universidad de Toronto, esas piedras son trocitos de cosmos que van a parar a nuestras manos y que pueden contarnos secretos sobre el universo.
Menéame
A pesar de que la atmósfera usualmente protege a la Tierra de todos esos pedruscos cósmicos, cuando no lo hace, especialistas como Tait obtienen provecho de ello, pues los meteoritos que consiguen alcanzar la superficie terrestre llevan consigo pistas del pasado. Han sido encontrados aproximadamente 30.000 meteoritos en la Tierra. El Museo Real de Ontario alberga cerca de 2.300 fragmentos. Es la segunda colección más grande en Canadá.
Los meteoritos preservan las evidencias de las primeras etapas de la formación del sistema solar, el cual tiene cerca de 4.600 millones de años.
"Para la historia de las etapas más tempranas, desde su origen hasta sus primeros 50 millones de años, encontramos pistas sobre la formación y la evolución de varios cuerpos del sistema solar preservadas sólo en meteoritos, porque los planetas que ya han evolucionado como la Tierra han reciclado su corteza", explica Gopalan Srinivasan de la citada universidad.
Los meteoritos también pueden ayudar a explicar la composición química primaria de toda la Tierra y la formación del sistema Tierra-Luna.
Y, por supuesto, cada meteorito tiene una historia.
Bajo la supervisión de Tait, la investigadora Katrina van Drongelen está escribiendo la historia de un "meteorito desconocido"; desconocido en el sentido de que la piedra de 7,5 kilogramos aún no ha sido estudiada o clasificada formalmente.
Ella está utilizando varias técnicas para caracterizar este meteorito, incluyendo un microscopio especial para examinar texturas y un equipamiento para detectar los cambios químicos producidos como consecuencia de alteraciones térmicas.
La colección del Museo Real de Ontario es un recurso científico importante. La importancia auténtica de esta colección de meteoritos no radica en el tamaño de los mismos, sino en su calidad. Esta colección contiene el mayor porcentaje de los tipos más raros de meteoritos. En ella figuran, por ejemplo, una piedra de Marte y una piedra lunar de 1,1 kilogramos, el meteorito lunar más grande del mundo que esté en exhibición.
La "joya de la corona" de la colección es el meteorito del Lago Tagish. Es especial por varias razones.
El meteorito del Lago Tagish pertenece a una de las clases más raras de meteoritos ricos en carbono, los cuales son ricos en compuestos orgánicos. Contiene compuestos químicos basados en el carbono y minerales que datan de los inicios del sistema solar; algunos podrían ser incluso anteriores al nacimiento del Sol como estrella.
El meteorito del Lago Tagish tiene, definitivamente, algunas moléculas orgánicas peculiares que podrían brindar pistas sobre la historia molecular orgánica de la evolución en la nebulosa de la que se formó el Sol.
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A pesar de que la atmósfera usualmente protege a la Tierra de todos esos pedruscos cósmicos, cuando no lo hace, especialistas como Tait obtienen provecho de ello, pues los meteoritos que consiguen alcanzar la superficie terrestre llevan consigo pistas del pasado. Han sido encontrados aproximadamente 30.000 meteoritos en la Tierra. El Museo Real de Ontario alberga cerca de 2.300 fragmentos. Es la segunda colección más grande en Canadá.
Los meteoritos preservan las evidencias de las primeras etapas de la formación del sistema solar, el cual tiene cerca de 4.600 millones de años.
"Para la historia de las etapas más tempranas, desde su origen hasta sus primeros 50 millones de años, encontramos pistas sobre la formación y la evolución de varios cuerpos del sistema solar preservadas sólo en meteoritos, porque los planetas que ya han evolucionado como la Tierra han reciclado su corteza", explica Gopalan Srinivasan de la citada universidad.
Los meteoritos también pueden ayudar a explicar la composición química primaria de toda la Tierra y la formación del sistema Tierra-Luna.
Y, por supuesto, cada meteorito tiene una historia.
Bajo la supervisión de Tait, la investigadora Katrina van Drongelen está escribiendo la historia de un "meteorito desconocido"; desconocido en el sentido de que la piedra de 7,5 kilogramos aún no ha sido estudiada o clasificada formalmente.
Ella está utilizando varias técnicas para caracterizar este meteorito, incluyendo un microscopio especial para examinar texturas y un equipamiento para detectar los cambios químicos producidos como consecuencia de alteraciones térmicas.
La colección del Museo Real de Ontario es un recurso científico importante. La importancia auténtica de esta colección de meteoritos no radica en el tamaño de los mismos, sino en su calidad. Esta colección contiene el mayor porcentaje de los tipos más raros de meteoritos. En ella figuran, por ejemplo, una piedra de Marte y una piedra lunar de 1,1 kilogramos, el meteorito lunar más grande del mundo que esté en exhibición.
La "joya de la corona" de la colección es el meteorito del Lago Tagish. Es especial por varias razones.
El meteorito del Lago Tagish pertenece a una de las clases más raras de meteoritos ricos en carbono, los cuales son ricos en compuestos orgánicos. Contiene compuestos químicos basados en el carbono y minerales que datan de los inicios del sistema solar; algunos podrían ser incluso anteriores al nacimiento del Sol como estrella.
El meteorito del Lago Tagish tiene, definitivamente, algunas moléculas orgánicas peculiares que podrían brindar pistas sobre la historia molecular orgánica de la evolución en la nebulosa de la que se formó el Sol.
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