Elmer Diktonius. Helsinki
“Niño en luz de estrellas”
“Niño en luz de estrellas”
Hay un niño,
un niño recién nacido -
un sonrosado niño recién nacido.
un niño recién nacido -
un sonrosado niño recién nacido.
Y el niño gime -
todos los niños lo hacen.
Y la madre pone el niño al pecho:
entonces se calla.
Así hacen todos los hijos del hombre.
Y el tejado no está demasiado bien ajustado -
no todos los tejados lo están.
Y la estrella mete
su nariz de plata a través de la grieta
y se posa en la cabeza del pequeño:
a las estrellas les gustan los niños.
Y la madre mira la estrella
y comprende -
todas las madres comprenden.
Y aprieta asustada al niño pequeño
contra su pecho -
pero el niño mama tranquilo a la luz de las estrellas:
todos los niños maman a la luz de las estrellas.
Aún no sabe nada de la cruz:
ningún niño lo sabe.-
y comprende -
todas las madres comprenden.
Y aprieta asustada al niño pequeño
contra su pecho -
pero el niño mama tranquilo a la luz de las estrellas:
todos los niños maman a la luz de las estrellas.
Aún no sabe nada de la cruz:
ningún niño lo sabe.-
De: “Muelle y nubes” (1934)-
Traducción: Pentti Saaritsa-Mona Moltke-Francisco Uriz-Kirsti Bagetthun
MARÍA MADRE
Gloria Fuertes
La Virgen,
sonríe muy bella.
¡Ya brotó el Rosal,
que bajó a la tierra
para perfumar!
La Virgen María
canta nanas ya.
Y canta a una estrella
que supo bajar
a Belén volando
como un pastor más.
Tres Reyes llegaron;
cesa de nevar.
¡La luna le ha visto,
cesa de llorar!
Su llanto de nieve
cuajó en el pinar.
Mil ángeles cantan
canción de cristal
que un Clavel nació
de un suave Rosal.
JESÚS, EL DULCE, VIENE...
Juan Ramón Jiménez
Jesús, el dulce, viene...
Las noches huelen a romero...
¡Oh, qué pureza tiene
la luna en el sendero!
Palacios, catedrales,
tienden la luz de sus cristales
insomnes en la sombra dura y fría...
Mas la celeste melodía
suena fuera...
Celeste primavera
que la nieve, al pasar, blanda, deshace,
y deja atrás eterna calma...
¡Señor del cielo, nace
esta vez en mi alma!
¿QUIEN HA ENTRADO EN EL PORTAL DE BELÉN?
Gerardo Diego
¿Quién ha entrado en el portal,
en el portal de Belén?
¿Quién ha entrado por la puerta?
¿quién ha entrado, quién?.
La noche, el frío, la escarcha
y la espada de una estrella.
Un varón -vara florida-
y una doncella.
¿Quién ha entrado en el portal
por el techo abierto y roto?
¿Quién ha entrado que así suena
celeste alboroto?
Una escala de oro y música,
sostenidos y bemoles
y ángeles con panderetas
dorremifasoles.
¿Quién ha entrado en el portal,
en el portal de Belén,
no por la puerta y el techo
ni el aire del aire, quién?.
Flor sobre impacto capullo,
rocío sobre la flor.
Nadie sabe cómo vino
mi Niño, mi amor.
NACIMIENTO DE CRISTO, EN QUE SE DISCURRIÓ LA ABEJA
NACIMIENTO DE CRISTO, EN QUE SE DISCURRIÓ LA ABEJA
Sor Juana Inés de la Cruz
De la más fragante Rosa
nació la Abeja más bella,
a quien el limpio rocío
dio purísima materia.
Nace, pues, y apenas nace,
cuando en la misma moneda,
lo que en perlas recibió,
empieza a pagar en perlas.
Que llore el Alba, no es mucho,
que es costumbre en su belleza;
mas quién hay que no se admire
de que el Sol lágrimas vierta?
Si es por fecundar la Rosa,
es ociosa diligencia,
pues no es menester rocío
después de nacer la Abeja;
y más, cuando en la clausura
de su virginal pureza,
ni antecedente haber pudo
ni puede haber quien suceda.
Pues a ¿qué fin es el llanto
que dulcemente le riega?
Quien no puede dar más Fruto,
¿qué importa que estéril sea?
Mas ¡ay! que la Abeja tiene
tan íntima dependencia
siempre con la Rosa, que
depende su vida de ella;
pues dándole el néctar puro
que sus fragancias engendran,
no sólo antes la concibe,
pero después la alimenta.
Hijo y madre, en tan divinas
peregrinas competencias,
ninguno queda deudor
y ambos obligados quedan.
La Abeja paga el rocío
de que la Rosa la engendra,
y ella vuelve a retornarle
con lo mismo que la alienta.
Ayudando el uno al otro
con mutua correspondencia,
la Abeja a la Flor fecunda,
y ella a la Abeja sustenta.
Pues si por eso es el llanto,
llore Jesús, norabuena,
que lo que expende en rocío
cobrará después en néctar.
LAS PAJAS DEL PESEBRE
Lope de Vega
Las pajas del pesebre
niño de Belén
hoy son flores y rosas,
mañana serán hiel.
Lloráis entre pajas,
del frío que tenéis,
hermoso niño mío,
y del calor también.
Dormid, Cordero santo;
mi vida, no lloréis;
que si os escucha el lobo,
vendrá por vos, mi bien.
Dormid entre pajas
que, aunque frías las veis,
hoy son flores y rosas,
mañana serán hiel.
Las que para abrigaros
tan blandas hoy se ven,
serán mañana espinas
en corona crüel.
Mas no quiero deciros,
aunque vos lo sabéis,
palabras de pesar
en días de placer;
que aunque tan grandes deudas
en pajas las cobréis,
hoy son flores y rosas,
mañana serán hiel.
Dejad en tierno llanto,
divino Emmanüel;
que perlas entre pajas
se pierden sin por qué.
No piense vuestra Madre
que ya Jerusalén
previente sus dolores
y llora con José;
que aunque pajas no sean
corona para rey,
hoy son flores y rosas,
mañana serán hiel.
LA NIÑA A QUIEN DIJO EL ÁNGEL
Lope de Vega
La Niña a quien dijo el Ángel
que estaba de gracia llena,
cuando de ser de Dios madre
le trujo tan altas nuevas,
ya le mira en un pesebre,
llorando lágrimas tiernas,
que obligándose a ser hombre,
también se obliga a sus penas.
¿Qué tenéis, dulce Jesús?,
le dice la Niña bella;
¿tan presto sentís mis ojos
el dolor de mi pobreza?
Yo no tengo otros palacios
en que recibiros pueda,
sino mis brazos y pechos,
que os regalan y sustentan.
No puedo más, amor mío,
porque si yo más pudiera,
vos sabéis que vuestros cielos
envidiaran mi riqueza.
El niño recién nacido
no mueve la pura lengua,
aunque es la sabiduría
de su eterno Padre inmensa.
Mas revelándole al alma
de la Virgen la respuesta,
cubrió de sueño en sus brazos
blandamente sus estrellas.
Ella entonces desatando
la voz regalada y tierna,
así tuvo a su armonía
la de los cielos suspensa.
Pues andáis en las palmas,
Ángeles santos,
que se duerme mi niño,
tened los ramos.
Palmas de Belén
que mueven airados
los furiosos vientos
que suenan tanto.
No le hagáis ruido,
corred más paso,
que se duerme mi niño,
tened los ramos.
El niño divino,
que está cansado
de llorar en la tierra
por su descanso,
sosegar quiere un poco
del tierno llanto,
que se duerme mi niño,
tened los ramos.
Rigurosos yelos
le están cercando,
ya veis que no tengo
con qué guardarlo.
Ángeles divinos
que vais volando,
que se duerme mi niño,
tened los ramos.
AL NACIMIENTO DE CRISTO
Lope de Vega
Repastaban sus ganados
a las espaldas de un monte
de la torre de Belén
los soñolientos pastores,
alrededor de los troncos
de unos encendidos robles,
que, restallando a los aires,
daban claridad al bosque.
En los nudosos rediles
las ovejuelas se encogen,
la escarcha en la hierba helada
beben pensando que comen.
No lejos los lobos fieros,
con los aullidos feroces,
desafían los mastines,
que adonde suenan, responden.
Cuando las oscuras nubes,
de sol coronado, rompe
un Capitán celestial
de sus ejércitos nobles,
atónitos se derriban
de sí mismos los pastores,
y por la lumbre las manos
sobre los ojos se ponen.
Los perros alzan las frentes,
y las ovejuelas corren
unas por otras turbadas
con balidos desconformes.
Cuando el nuncio soberano
las plumas de oro escoge,
y enamorando los aires,
les dice tales razones:
«Gloria a Dios en las alturas,
paz en la tierra a los hombres,
Dios ha nacido en Belén
en esta dichosa noche.
»Nació de una pura Virgen;
buscadle, pues sabéis donde,
que en sus brazos le hallaréis
envuelto en mantillas pobres».
Dijo, y las celestes aves
en un aplauso conformes
acompañando su vuelo
dieron al aire colores.
Los pastores, convocando
con dulces y alegres voces
toda la sierra, derriban
palmas y laureles nobles.
Ramos en las manos llevan,
y coronados de flores,
por la nieve forman sendas
cantando alegres canciones.
Llegan al portal dichoso
y aunque juntos le coronen
racimos de serafines,
quieren que laurel le adorne.
La pura y hermosa Virgen
hallan diciéndole amores
al niño recién nacido,
que Hombre y Dios tiene por nombre.
El santo viejo los lleva
adonde los pies le adoren,
que por las cortas mantillas
los mostraba el Niño entonces.
Todos lloran de placer,
pero ¿qué mucho que lloren
lágrimas de gloria y pena,
si llora el Sol por dos soles?
El santo Niño los mira,
y para que se enamoren,
se ríe en medio del llanto,
y ellos le ofrecen sus dones.
Alma, ofrecedle los vuestros,
y porque el Niño los tome,
sabed que se envuelve bien
en telas de corazones.
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