sábado, 18 de abril de 2015

cultura educativa



historia y arte :
Las civilizaciones fluviales 
Las tumbas (continuación)
Hipogeos
stas tumbas eran enterramientos situados en los acantilados del valle del Nilo. En las pareces rocosas de las montañas se excavaban unos túneles más o menos profundos y en su interior se depositaba el sarcófago que contenía la momia del faraón. Los hipogeos comenzaron a realizarse durante el Imperio Medio, pero los más grandiosos pertenecen al Imperio Nuevo y se encuentran en el Valle de los Reyes y el Valle de las Reinas, cerca de Tebas. Allí se encontró la famosa tumba del faraón Tutankhamon (XVIII dinastía). Este faraón no fue importante en la historia de Egipto, pero su tumba fue la única hallada sin profanar por los arqueólogos del siglo XX. Entre los hipogeos que merecen ser citados, están los de Ramsés VI y los de la reina Nefertari, que destacan por su decoración interior, ya que estas tumbas carecían de estructura exterior para evitar su localización y reducir así el riesgo de profanación.
La fórmula de enterramiento en hipogeo se adoptó en Tebas, probablemente por no disponer de un terreno llano cerca del Nilo que pudiera ser la base de una pirámide. También fue determinante la situación económica del imperio faraónico y ciertos conflictos internos que no permitieron abordar las imponentes obras del Imperio Antiguo.
Los templos
Estas construcciones responden a dos tipos de funciones; por un lado están los denominados templos solares o funerarios, dedicados a las ceremonias de enterramiento de los faraones y los templos de las divinidades.
Los templos funerarios datan de las primeras épocas y su estructura fue siempre bastante sencilla. La construcción, de planta cuadrangular, constaba de un patio central al que daban diferentes salas y dependencias cubiertas con techumbres planas. En estos templos era donde se preparaba el cuerpo del faraón antes de introducirlo en su tumba.
En el Imperio Antiguo cada pirámide disponía de su correspondiente templo solar, que solía estar situado en la misma ribera del Nilo; se les llamó por ello templos del valle y estaban comunicados con la pirámide mediante una rampa de acceso perfectamente pavimentada. Con frecuencia, el cuerpo del faraón llegaba hasta el templo del valle navegando por el río en una compleja y ritual procesión fúnebre, que finalizaba con la introducción de la momia en la cámara sepulcral de la pirámide.
De los templos solares del conjunto de las pirámides de Gizeh sólo se conserva bien el correspondiente a la tumba de Kefrén.
Los templos dedicados a las divinidades ofrecieron fundamentalmente tres tipos: el templo clásico, el espeos y los hemiespeos. En general, la inmensa mayoría de los templos que se han conservado son del Imperio Nuevo o época posterior. En la dinastía XVIII es cuando se crea el llamado templo clásico, cuya estructura básica responde a los siguientes elementos: una avenida de acceso bordeada por esfinges, una fachada denominada pilono, un patio rodeando al santuario y una serie de dependencias para los servicios del culto y administración del templo.
Con frecuencia, ante el pilono se colocaban obeliscos y en algunos templos hay varios pilonos que separan las distintas partes del templo. Los mejores ejemplos del modelo clásico se encuentran en Luxor y Karnak formando un grandioso conjunto unido por una larga avenida de esfinges y destacando el Gran Templo de Amon de Karnak. También son importantes el de Horus en Edfú o el de Isis en Filé (una pequeña isla del Nilo).
Muy cerca de Karnak hay un monumental templo de tipo hemiespeos, construido por la reina Hatchepsut, que consta de varias terrazas a las que se llega mediante unas rampas y que tiene el santuario excavado en la roca del acantilado al que está unido el templo.
Fachada del templo Espeos de Ramsés II
Fachada del templo Espeos de Ramsés II
El modelo de templo espeos, es decir, totalmente excavado, tiene su culminación en el de Ramsés II (XIX dinastía) de Abu Simbel. Tiene una fachada de 33 metros de altura directamente tallada en la montaña, con cuatro gigantescas estatuas sedentes del faraón. En el interior de este espeos hay dos salas sostenidas por pilares y doce dependencias más, que culminan en una capilla central que contiene cuatro estatuas, una de ellas la del faraón.

Las artes figurativas
ntre las manifestaciones artísticas de los egipcios, las artes figurativas ocupan un lugar importante por la fuerte tendencia a la decoración de este pueblo. Tal vez la monotonía del paisaje desértico quiso ser compensada con la abundante y rica decoración de la arquitectura o de muchos objetos y utensilios de la vida cotidiana. Sea como fuere, la pintura, el bajorrelieve y la escultura tuvieron un notable desarrollo en todas las épocas.
La pintura
Durante el Imperio Antiguo ya quedaron fijadas sus principales características: uso de colores planos (blanco, negro, ocre, rojizo, amarillo, azul y verde), dibujo de contornos y formas con líneas de color oscuro; ausencia de fondos, figuras sin tratamiento de perspectiva, que se sitúan sobre una línea de base, escasa composición, frecuente dinamismo; temática referente a aspectos de la vida cotidiana, representación de dioses o escenas de culto, tratamiento de la figura humana según la denominada ley de frontalidad. Esta última es la característica más definitoria de la pintura y el relieve egipcio. Se trata de un auténtico modelo representativo, según el cual las distintas partes del cuerpo humano son consideradas desde puntos de vista diferentes (cabeza, piernas y brazos de perfil y tronco de frente).
Este modelo representativo no respondió a una incapacidad de pintores y escultores, sino al deseo de transmitir una idea, en lugar de una imagen. Lo que los artistas pretendían era representar la figura humana tal y como se piensa o imagina, esto es, dando a cada parte del cuerpo la posición que mejor la define. Esta concepción estuvo fuertemente relacionada con las ideas religiosas. Según éstas, una representación del cuerpo humano podía actuar como sustituto, para el Ba y el Ka, del cuerpo real; por ello resultó evidente que la representación del cuerpo debía hacerse de modo que cada una de sus partes quedara lo más fielmente representada.
Si cada parte estaba más definida, el conjunto habría de ser, por lógica, más definitorio también. La utilidad de este modelo de representación es lo que hizo olvidar que, en la realidad, nunca se ve a persona alguna en posición tan forzada e imposible. Una vez más el carácter eminentemente práctico de los egipcios se impuso a lo que otros podrían considerar realidad objetiva.
El relieve
Fue siempre bajorrelieve plano, con un realce de unos pocos centímetros, o hundido, lo que sobresale es el muro que hace de fondo. Sus características son muy similares a las de la pintura e incluso, con frecuencia, estuvieron pintados. Su momento de esplendor fue el Imperio Nuevo, debido a que las mejores muestras se encuentran decorando muros y columnas de los templos divinos clásicos. En su elaboración debió pesar la idea de que las figuras representadas en bajorrelieve eran más difícilmente destruibles que las pintadas. Debido a que los escultores que los realizaron tuvieron en cuenta el tipo de luz que incidiría en ellos, alcanzan una notable belleza plástica, realzada por el juego de las sombras que sobre ellos se producen.

La escultura
a escultura tuvo una gran continuidad estilística, predominando la tendencia idealista, que se suavizó en época del Imperio Nuevo. En general resulta más estática que la pintura o el bajorrelieve. Los materiales empleados fueron muy variados, pero para las obras más importantes de los faraones se utilizaron rocas de gran dureza, como la diorita, la cuarcita o el granito, que permitían un acabado de perfecto pulido.
Fue frecuente el uso de la madera y de la caliza policromadas. Las representaciones más habituales fueron las esculturas unitarias, aparecen también parejas (matrimoniales) y tríos (faraón, esposa y un dios o faraón con dos divinidades) pero aun en estos casos, nunca se trata de escenas, sino de dos o tres esculturas juntas, pero independientes entre sí.
Del Imperio Antiguo destacan la escultura de Kefrén, la triada de Mikerinos, el Alcalde de Pueblo y el Escriba del Louvre, llamado así por encontrarse en ese museo.
Triada de Mikerinos - Museo Arqueológico de El Cairo
Triada de Mikerinos - Museo Arqueológico de El Cairo
Durante el Imperio Nuevo fueron frecuentes las esculturas de gran tamaño asociadas a los templos, destacando las de las fachadas de los templos espeos de Ramsés II y de Nefertari en el Valle de los Reyes de Abu Simbel.
Destaca también la pequeña estatuaria, más naturalista, que formaba los ajuares funerarios (usebtis) generalmente en madera o arcilla.
La música en Egipto
Esta manifestación artística debió ser importante en el valle del Nilo, puesto que hasta nosotros han llegado incluso los nombres de algunos músicos o de algunas cantantes de los templos.
Pintura mural en la necrópolis de Tebas
Pintura mural en la necrópolis de Tebas
Parece claro que la relación musical de Egipto con el área mesopotámica supuso un importante trasvase de influencias.
Existió una música religiosa, de la que sólo se conocen algunos textos, pero no el tipo de ritmos o melodías que los acompañaban.
En algunos ceremoniales, como los dedicados a Isis, las sacerdotisas cantaban interpretando a la diosa, mientras eran acompañadas por instrumentos como el sistro, los crótalos y los panderos.
El sistro estaba compuesto de varias láminas metálicas colgadas de una horquilla, que, al chocar entre sí, producían un tintineo cuyo sonido era símbolo del poder divino.
Los crótalos eran unos diminutos platillos que se enganchaban a los dedos para hacerlos chocar y producir el sonido.
Otros instrumentos fueron el arpa de caja (del tercer milenio), la flauta recta y el clarinete doble (dos tubos con lengüeta que sonaban al unísono); la lira y los tambores fueron traídos de Mesopotamia, así como el oboe doble, que desplazó al clarinete.
En época del Imperio Nuevo se introdujeron las trompetas (que eran de oro y plata) y el laúd.
Junto a la música religiosa existió una música profana de carácter cortesano, pero casi nada se sabe de ella. Por algunas referencias a textos literarios, parece ser que ciertas composiciones poéticas se recitaban con acompañamiento musical de instrumentos como el arpa. Este tipo de recitales no se limitó, según se desprende de la temática de los textos, al ámbito cortesano.
También debió existir una música profana popular relacionada con las tareas agrícolas y muy adecuada al carácter despreocupado del pueblo egipcio.

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