sábado, 18 de abril de 2015

cultura educativa


historia y arte :

PREHISTORIA
Las nuevas técnicas (continuación)
on respecto a las formas de habitación, el Neolítico supone la aparición de poblados que, a veces, reunieron a más de un millar de habitantes y, sobre todo, la aparición de casas, es decir de construcciones sólidas en las que se diferencian los muros de la techumbre.
Los tipos de viviendas, así como los materiales empleados variaron mucho según las zonas, pero en todos los casos, los restos hallados demuestran la existencia de edificaciones estables, fruto de la nueva vida sedentaria. En donde el clima no era muy lluvioso fue frecuente la techumbre plana de azotea, pero en el área europea predominaron los tejados a dos aguas de materia vegetal. Las plantas más frecuentes fueron las cuadradas y las rectangulares, aunque no desaparecen las circulares, heredadas de las antiguas chozas.
El Neolítico es el periodo en el que aparecen las primeras ruedas, aunque de su invención no se sabe nada concreto y de su difusión tampoco se pueden hacer afirmaciones rotundas. De todos modos, en los lugares en donde primero se utilizó debió favorecer, de forma importante, el comercio.
También la navegación tiene un origen oscuro, pero durante el Neolítico sufrió un impulso que pudo estar motivado por los deseos comerciales de los primeros pueblos con economías productivas. La incapacidad para orientarse por los astros sólo permitió travesías costeras.
La aparición de la agricultura supuso la necesidad de fabricar útiles para las tareas agrícolas. La mayor parte de estos útiles fueron construidos con madera y no se han conservado. No obstante, es evidente que fue necesario desarrollar el arado que, inicialmente, debió ser un simple palo puntiagudo que permitía introducir las semillas en la tierra. De entre los pocos útiles agrícolas que han perdurado destacan las hoces de madera con pequeñas piedras incrustadas que hacían de filo cortante.
Las manifestaciones artísticas
La producción artística del Neolítico significó una ruptura con el arte del Paleolítico. La pintura de este nuevo periodo no tiene ninguna relación ni estilística, ni temática, ni de localización con la del Magdaleniense. La escultura, que apareció durante el Neolítico con más frecuencia, tampoco puede considerarse como una evolución de las Venus primitivas.
La pintura neolítica se localiza, fundamentalmente, en dos áreas geográficas bien definidas: el norte de África y el Levante español. En ambas zonas se produjeron unos estilos pictóricos que tienen muchos aspectos comunes.
Las pinturas norteafricanas se caracterizan por ser representaciones de grupos en escenas de caza, ceremonial o trabajo. Técnicamente se realizaron con colores planos (rojo, negro, amarillo) que producen siluetas; en algunos casos se utilizó el color blanco para resaltar algún detalle. El soporte de estas pinturas siguió siendo la roca, pero no en el fondo de las cuevas, sino en abrigos naturales.
En cuanto a las formas humanas fue frecuente un cierto naturalismo, aunque aparecen también representaciones esquemáticas. Las localizaciones más importantes son: Hoggar, Tassili y Fezzan.

Las manifestaciones artísticas (continuación)
a pintura neolítica del Levante español es más importante, está más extendida y es más variada. Predominan las escenas de grupos con temas similares a los norteafricanos, aunque destacan las dedicadas a ceremonias o ritos. Técnicamente estas representaciones fueron realizadas con un solo color (monócromas) dando como resultado siluetas que, en ocasiones, son muy expresivas. Las pinturas del Levante español fueron siempre realizadas en abrigos de roca o en rocas expuestas a la luz del día. A diferencia de la pintura norteafricana, la levantina representó la figura humana siempre de forma esquemática con una notable tendencia a alargar las figuras.
En general, la pintura neolítica tuvo una clara tendencia narrativa de lo colectivo. Los artistas de este periodo parecieron muy interesados en plasmar actividades realizadas por grupos de personas, como si la idea de comunidad prevaleciera sobre la de individualidad. Esta preocupación por la figura humana entendida como colectividad parece coincidir con un momento en el que aumentó la población y se realizaron los primeros asentamientos de poblados numerosos. En cualquier caso, resultó evidente el menor interés por los animales aislados, propio del Paleolítico.
Entre las localizaciones levantinas, que llegan a ser más de sesenta, destacan las de el Cogull (Lleida), Valltorta (Castellón), Bicorp (Valencia), Alpera (Albacete) y Minateda (Almería).
La otra manifestación artística importante del Neolítico es la escultura. Las formas escultóricas son muy variadas y difieren mucho de unas localizaciones a otras; pueden destacarse una serie de tipos.
viñeta
Estatuillas femeninas que parecen ser herederas de las Venus paleolíticas. Estas obras están muy difundidas y su significado no siempre está claro.
viñeta
Esculturas funerarias del Oriente Próximo. Se trata de esculturas que parecen rendir culto a los cráneos, ya que son cabezas realizadas en arcilla, que con frecuencia utilizan auténticos cráneos como base para la arcilla.
viñeta
Figuras femeninas con niños en brazos. Estas obras son las primeras manifestaciones de lo que habrá de denominarse grupo escultórico (más de una figura). Aparecen en distintas zonas.
viñeta
Figuras sentadas del área europea. Estas obras muestran por primera vez espacios vacíos entre sus formas (hueco entre el brazo y la pierna en la que se apoya).
En general, la escultura neolítica muestra, como la pintura, una tendencia al esquematismo que se manifiesta en la realización de rostros y formas. Con frecuencia, las caras no eran más que dos puntos o formas almendradas para los ojos, separados por una tosca nariz.
Las figuras femeninas con niños en brazos, no sólo son las primeras esculturas de grupo, sino que muestran, como la pintura, esa preocupación por lo colectivo al alejarse de la figura individual.
Por último debe considerarse la decoración de la cerámica como una manifestación artística, sobre todo desde que, en la última etapa del Neolítico se utiliza la pintura o barros de distintos colores para generar formas geométricas que se enriquecieron con el paso del tiempo, hasta llegar a producir las cerámicas geométricas de la Grecia antigua.

uando aparece la metalurgia algunos pueblos han desarrollado ya la escritura. Este hecho pone de manifiesto que, a finales del Neolítico, se produjo un notable distanciamiento cultural entre unos pueblos y otros.
Mientras en los valles de los ríos Tigris y Éufrates, en Mesopotamia, y del Nilo, en Egipto, surgen poderosas civilizaciones, en el resto del mundo habitado los niveles de desarrollo eran muy diferentes. Algunos pueblos comenzaban a dominar los metales, pero otros apenas habían comenzado la revolución neolítica y aún buena parte de la humanidad seguía en el Paleolítico.
Por todo esto, resulta difícil determinar si las épocas de los metales son épocas prehistóricas, o deben considerarse ya plenamente dentro de la Historia.
La evolución de la metalurgia
Los primeros metales que usó el hombre debieron ser el cobre, el oro y la plata, que, a veces, se encontraban en la naturaleza en estado puro. Este uso no implicaba el conocimiento de las técnicas de metalurgia. Los primeros metales fundidos aparecen en el cuarto milenio a. de C. y se localizaron en Oriente Próximo, desde donde se fueron difundiendo hacia Asia y Europa.
Espadas de de la Edad de Bronce (Museo Arqueológico de Orense)
Espadas de de la Edad de Bronce (Museo Arqueológico de Orense)
Se desconoce cómo se llegó al descubrimiento de la metalurgia. La obtención de metales fundidos exige una técnica compleja que resulta difícil explicar cómo se llegó a conocer y dominar. En cualquier caso, el primer metal que sufre un proceso metalúrgico es el cobre. La facilidad con la que se podía trabajar (es un metal muy maleable) hizo que pronto se adoptara para sustituir armas y útiles de piedra.
El cobre dejó paso al bronce en el momento en que se descubrió que esta aleación de cobre y estaño ofrecía unas cualidades superiores a las del cobre. También se desconoce cómo llegó a realizarse el descubrimiento de la técnica de aleación, aunque parece que pudo ser un descubrimiento casual producido por la circunstancia de que los minerales de cobre y estaño se parecen entre sí. Alguien pudo, de ese modo, desear fundir sólo cobre y descubrir el bronce al utilizar los dos tipos de mineral. La importancia de este nuevo metal hace que se hable de la Edad del Bronce.
La mayor calidad del bronce, así como las dificultades de la metalurgia del hierro (necesita temperaturas mucho más altas que el bronce) hizo que esta aleación tuviera una larga etapa de predominio de más de dos mil años. Cuando aparece el hierro, hacia fines del segundo milenio a. de C., la mayor parte de las culturas disponen de su propia escritura y, por lo tanto, han entrado ya en los tiempos históricos.

Las culturas europeas de los primeros metales
oincidiendo con la expansión del cobre y, poco después, del bronce, se producen en Europa ciertos movimientos culturales de importancia que se ponen de manifiesto a través de los llamados monumentos megalíticos (grandes piedras).
Las culturas megalíticas parecen tener su origen en la actual Bretaña francesa, desde donde se difundieron hacia el sur de Inglaterra, la península ibérica y Centroeuropa.
Las construcciones con grandes piedras dieron lugar a muy diversos tipos de monumentos, pero los más frecuentes fueron los dólmenes y los menhires. El dolmen estaba constituido por una o dos grandes piedras dispuestas en posición horizontal sobre dos o más piedras de disposición vertical. Los dólmenes, en algunos casos, se utilizaron como indicadores de enterramientos colectivos.
El dolmen puede ser considerado el primer edificio de la humanidad, entendiendo como tal la disposición de elementos constructivos para cubrir un espacio con una finalidad concreta. Los menhires fueron simples piedras de gran tamaño y forma alargada que se clavaban verticalmente en tierra.
Dependiendo de su disposición podían formar cromlechs si se colocaban en círculo o alineamientos cuando se disponían en hileras. El estudio de algunos cromlechs parece haber demostrado cierto culto al Sol porque, según la disposición de sus elementos, se podían anunciar algunos eclipses.
Cromlechs de Stonehenge, en Salisbury (Gran Bretaña)
Cromlechs de Stonehenge, en Salisbury (Gran Bretaña)
Los monumentos megalíticos pueden considerarse como la primera muestra de la arquitectura monumental. Su grandiosidad pone en evidencia el grado de organización social de los pueblos neolíticos. Su construcción se realizó a base de grandes esfuerzos humanos, debidos a la falta de técnicas constructivas, que demuestran un alto sentido de comunidad y una notable organización capaz de dirigir las obras con muchos operarios.
Las culturas de la península ibérica a la llegada de los metales
Hacia el segundo milenio ya había llegado el cobre a la península introducido por el sudeste (Almería). En esa época se desarrolló la arquitectura megalítica, manifestándose de manera especial con la construcción de dólmenes que, con frecuencia, solían recubrirse de tierra. El dolmen así cubierto fue desarrollándose hacia construcciones más complejas para dar lugar a las llamadas tumbas de corredor. Éstas estaban constituidas por una sucesión de dólmenes que creaban un corredor que se ensanchaba mediante el uso de pilares, en un fondo cerrado.
En épocas más avanzadas, la techumbre del fondo se constituía como falsa cúpula por aproximación de hiladas. En todos los casos el conjunto se cubría de tierra, quedando sólo limpia la entrada. Las mejores muestras de estas tumbas de corredor fueron las llamadas cuevas de la Menga y del Romeral en Málaga.
Cueva de la Menga, en Antequera (Málaga - España)
Cueva de la Menga, en Antequera (Málaga - España)
Con respecto a la cerámica, en la península destacó la que estaba decorada mediante la impresión de conchas marinas cerámica cardial. Este tipo fue desplazado por la cerámica campaniforme (vasos de boca muy ancha) que estaba decorada con formas geométricas.
La pintura de la época de los primeros metales es, quizá, la manifestación artística menos importante. Se trata de una pintura muy esquemática, cercana a la abstracción. En ella, las figuras humanas quedan reducidas a simples formas geométricas (un triángulo era la representación femenina); lo mismo sucedió con las representaciones de animales, entre las que podía encontrarse un ciervo transformado en simples líneas rectas.

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