sábado, 18 de abril de 2015

cultura educativa



historia y arte :
PREHISTORIA

on respecto a la agricultura, no es seguro que ésta se practicara de forma rigurosa, es decir, plantando una simiente cuyo fruto se recolectaba después, pero sí parece probable que los hombres del Mesolítico tuvieran la costumbre de hacer recolecciones masivas de cereales silvestres.
No obstante, en este período se efectúa la importante transición de la economía paleolítica a la neolítica; las comunidades empiezan a producir alimentos. Por este motivo esta etapa de la historia de la humanidad se inició primero en Oriente Medio donde los recursos naturales permitieron la sedentarización de los grupos humanos: las principales especies de cereales y de animales domesticables ya existían en estado salvaje en los ecosistemas del Oriente Próximo.
En realidad, hace unos 7.000-8.000 años a. de C. los cazadores-recolectores ya conocían de sobra como funcionaban los ciclos de la vida de los vegetales y animales, no en vano llevaban alimentándose de ellos desde hacía miles de años, así que no les sería difícil adaptarse a las nuevos tiempos.
La evolución de la agricultura no se produjo de forma inmediata, sino que fue un proceso gradual a partir de las actividades de recolección, caza y pesca, las cuales todavía hoy en día son practicadas por algunos pueblos primitivos, y se ha ido estableciendo muy probablemente a partir de la domesticación de animales.
Existen evidencias de que las explotaciones se realizaban de forma mixta, combinando cultivo y cría de animales. La domesticación cumplía dos funciones básicas: garantizar el suministro de carne sin depender de la caza, y la utilización de los animales como fuerza de tiro.
Se sabe por hallazgos arqueológicos que el perro fue el primer animal doméstico hace 8.000 años, y con posterioridad lo fueron la oveja, el buey y el cerdo. Se produjo así una "revolución neolítica", al descubrirse la agricultura y la domesticación de animales como un perfecto combinado para sobrevivir dentro de las nuevas formas de vida sedentarias.
Por su parte, en el campo del arte debe destacarse la aparición de pinturas en el área mediterránea, con unas características peculiares, que habrán de desarrollarse a lo largo del Neolítico.

 partir de los cambios climáticos y de la desaparición de animales importantes para su dieta alimenticia, el hombre prehistórico se vio obligado a buscar otras formas de alimentación distintas a la caza y a la recolección. Aparecieron así la agricultura y la ganadería en un proceso lento y de difícil localización.
Parece que fue en la actual Jordania en donde se localizaron los primeros poblados dedicados a la agricultura. Se desconoce si desde allí se difundió hacia Europa y Asia o si la aparición de las prácticas agrícolas fue simultánea en varios focos distintos. Sea como sea, en poco tiempo las nuevas técnicas de producción se emplearon en todo el mundo mediterráneo y en zonas de Asia.
El paso de la actividad depredadora, propia del Paleolítico, a la productora del Neolítico supone el cambio más importante de la Prehistoria.
Las nuevas actividades productivas trajeron consigo la aparición de formas y estructuras sociales nuevas. Con la agricultura y la ganadería llegaron los asentamientos estables, las primeras construcciones de viviendas, los primeros poblados con un número importante de habitantes, una auténtica división del trabajo, la aparición de formas de gobierno, las diferencias de clase según la posesión de riqueza, el comercio, el poder militar y el poder religioso.
Los hombres del Neolítico, no teniendo que perseguir la caza, se establecieron en aquellos lugares donde la tierra era adecuada para la agricultura. La domesticación de algunas especies animales suponía asegurarse el abastecimiento de alimentos (leche y carne) y de ciertas materias primas (pieles, grasas y huesos) sin necesidad de cambiar de lugar. El hombre se hizo sedentario y pudo construir con más interés y más sólidamente sus viviendas. La comida asegurada no ponía ya límites al número de individuos que componían un clan o una tribu y los grupos humanos comenzaron a ser más numerosos.
Las nuevas comunidades, tanto por el número de sus miembros, como por las diferentes tareas que se desprendían del nuevo sistema productivo, necesitaron pronto una autoridad que regulara los trabajos y que organizara a la aldea como una totalidad propietaria de tierras y de ganado. Surgió así el poder político como una necesidad organizativa que en cada zona se manifestó de forma diferente (familias de gobernantes, elección de los más capacitados o, tal vez, los más fuertes).
La distinta capacidad laboral o el deseo de ostentar el poder pudieron ser la causa de que apareciera la propiedad privada y, con ella, la diferenciación en clases mediante la posesión de riqueza (algunos poblados excavados y estudiados muestran notables diferencias entre unas viviendas y otras, lo que parece demostrar la existencia de familias más ricas). La posesión de bienes, fruto de buenas cosechas, o de ganado más productivo debió suponer la necesidad de defensa de esa riqueza que podía ser, tanto comunal, como particular.
En cualquier caso, se hizo preciso proteger los excedentes agrícolas y ganaderos de las ambiciones de vecinos, quizá menos afortunados en sus tareas productivas. Los más fuertes de cada poblado fueron los encargados de la protección de los bienes (división del trabajo) estableciéndose así un nuevo poder, el militar. Esos excedentes que hacían rica a una comunidad pronto se utilizaron para intercambiarlos por otros productos en poder de otras tribus; surge así el comercio y la conciencia de que cuanto más se tiene, más se puede tener, de modo que lo que pudo comenzar de forma casual pronto sucedió de manera premeditada y significó intentar producir excedentes para dedicarlos al intercambio.
La producción agrícola dependía de la climatología y la ganadera de la salud de unos animales atacados, con frecuencia, por epidemias. Hacer propicia la lluvia o aislar de malos espíritus a la ganadería fue tarea de los magos o hechiceros y ello supuso la aparición del poder religioso encargado de propiciar la buena marcha de los intereses de la comunidad.
El proceso hasta aquí expuesto se produjo a lo largo de cientos de años y no siempre de forma tan rotunda, pero puede dar una idea, muy real, de lo que significó la revolución neolítica.

Mentalidad y pensamiento
as nuevas condiciones de vida, que supuso la aparición de la economía productiva neolítica, trajeron consigo cambios en la manera de plantearse la existencia los pueblos agrícolas y ganaderos. Las garantías de tener asegurada la alimentación ya no hacían de la supervivencia la principal preocupación del hombre neolítico.
Ciertamente, la obtención de comida era la tarea dominante, pero ésta ya no se conseguía de forma directa, ahora lo importante era hacer producir a la tierra o que el ganado no enfermara y que aumentaran las crías. De este modo surgió una preocupación nueva: la de la fertilidad. Así, las prácticas religiosas del Neolítico se orientaron hacia la idea de fertilidad (esta idea ya estaba presente en el Paleolítico, pero relacionada con la mujer, no con respecto a la naturaleza vegetal y animal). Surgieron así magos, hechiceros o sacerdotes cuya principal misión fue practicar ritos potenciadores de la fertilidad.
La aparición de comunidades con gran cantidad de miembros hizo que los rituales ganaran importancia, al participar en ellos gran número de individuos. De igual modo, el mago o hechicero se hizo una figura permanente cuya única misión era la práctica religiosa. Los ritos en torno a la fertilidad debieron buscar la protección de formas o manifestaciones de la naturaleza que pronto recibieron la categoría de divinidad, como la Tierra, el Sol o la Lluvia.
Con respecto a los ritos funerarios, durante el Neolítico, se generalizó la costumbre de enterrar a los muertos. En los asentamientos del Mediterráneo oriental, los enterramientos se hacían en el suelo de las mismas casas o en el interior de los poblados, pero en el área occidental europea, los enterramientos se realizaban lejos de los poblados, en cuevas o simples fosas que, en algunas zonas, como Cataluña, se cubrían con losas.
Sepulcro de la Cueva del Romeral (Málaga - España)
Sepulcro de la Cueva del Romeral (Málaga - España)
Con frecuencia los cadáveres se colocaban en posición de descanso, como si estuvieran dormidos y en el Oriente Próximo se llegó a maquillar a los muertos.
Todas estas circunstancias hacen pensar que el culto funerario se fue desarrollando a lo largo del Neolítico para llegar a finales del periodo a las construcciones megalíticas (de grandes piedras) con las que se indicaban algunos cementerios.

Las nuevas técnicas
l término Neolítico designó, originalmente, un tipo de técnica de fabricación de útiles: el pulimentado.
Ya en el Mesolítico se usó esta técnica, cuya importancia funcional no es significativa. El perfecto acabado de un hacha pulimentada no representó una notable diferencia, con respecto a su utilidad, frente a una pieza semejante, pero trabajada con el sistema de tallado.
Es probable, sin embargo, que la aparición de la técnica del pulimentado significara cierto deseo de dar a los útiles un valor estético. La perfecta simetría de muchas de las piezas, así como el hecho de que sus fabricantes se ocuparan de pulir no sólo los filos, sino el útil completo, demuestra, al menos, que sus autores sintieron un gusto estético al realizarlas. Muchos de estos útiles fueron las nuevas herramientas necesarias para la agricultura.
Mucho más importante que la técnica del pulimentado es la aparición de la cerámica, cuyo valor hace que muchas de las clasificaciones culturales del Neolítico se realicen a partir de sus diferentes estilos y formas.
Vaso de cerámica del Neolítico hallado en la Cova de l'Or (Alicante -  España)
Vaso de cerámica del Neolítico hallado en la Cova de l'Or (Alicante-España)
La cerámica se difunde como consecuencia lógica de la agricultura y del nuevo sistema de vida que ésta impone. Los granos de cereal (los primeros cultivos fueron cereales) exigieron un almacenaje adecuado para impedir que la humedad o el sol los deteriorara; las épocas de recolección significaban momentos en los que el agricultor se encontraba con gran cantidad de grano que tardaría en consumir, aun sin tratarse de excedentes, y la cerámica fue la solución que se dio al problema de la conservación del cereal.
El desarrollo de la cocina, así como las grandes aglomeraciones, también potenciaron la aparición de la cerámica. Ésta aparece en el Oriente Próximo hacia el año 6000 a. de C. Las primeras formas fueron toscas y carentes de decoración. Moldeadas a mano, pues el torno de alfarero no apareció hasta finales del Neolítico, los primeros tipos de decoración fueron simples incisiones hechas con punzones, con los dedos o con diferentes objetos, entre los que destacan las conchas marinas (cerámica cardial).
Las formas geométricas pronto aparecieron entre los métodos decorativos y, con el tiempo, la pintura pasó a ser el método ornamental más frecuente.


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