historia y arte :
Las civilizaciones orientales
Ciencia y técnica
on respecto a las técnicas empleadas por los chinos para obtener alimentos, debe señalarse que, además de practicar una agricultura de regadío, que pronto supuso el empleo de la noria en los arrozales, debieron de ser los primeros en utilizar abonos que aumentaron el rendimiento de unas tierras que cada vez debían alimentar a más personas.
También debieron de desarrollarse, desde épocas tempranas, las artes de pesca, sobre todo las trampas de redes en las corrientes fluviales.
Por otro lado, a los chinos se debe la invención o el descubrimiento de cosas tan fundamentales para la historia de la humanidad como el papel, la brújula o la pólvora.
La invención del papel data del siglo I d. de C. y fue determinante para el desarrollo de la escritura. De la brújula no se tienen noticias concretas hasta el siglo VII, pero es probable que hiciera ya tiempo que se utilizaban elementos magnéticos para orientarse.
Tanto el papel como la brújula tardaron varios siglos en llegar al mundo occidental, lo cual pone de manifiesto el aislamiento de los chinos.
Pintura china donde se representa el proceso de la fabricación del papel
En lo que respecta a la pólvora, aunque hoy no se duda de que los chinos fueron los primeros en inventarla, parece ser que este descubrimiento no traspasó sus fronteras.
Otro invento del que los chinos fueron precursores fue la imprenta, puesto que en el siglo X ya utilizaron un sistema de impresión por xilografía (planchas de madera).
Originarias de la China antigua son también las técnicas de la seda. Pronto fueron la causa de un activo comercio con occidente, llegando a significar la creación de una ruta comercial para la seda que incluso estuvo defendida militarmente.
Por último, debe señalarse que los antiguos chinos desarrollaron un calendario con la duración, casi exacta, del año solar en 365 días y cuarto, lo que les permitió establecer la corrección equivalente a los años bisiestos. Conocían, también, el año lunar y eran capaces de predecir eclipses.
Las manifestaciones artísticas
artiendo del hecho de que muchos de los aspectos de la historia y de la cultura china aún son poco conocidos o están en proceso de estudio, pueden, no obstante, señalarse algunos rasgos definitorios del arte de este pueblo durante los primeros siglos de su historia.
En primer lugar, y como sucede en casi todos los pueblos de la antigüedad, las manifestaciones artísticas en China estuvieron muy vinculadas a lo religioso. Ahora bien, en este país confluyeron concepciones religiosas propias con otras procedentes del exterior y eso dejó su huella en el terreno artístico. Así, puede decirse que todo lo que el arte chino tiene de monumental y desmesurado, está en relación con el budismo; mientras que el arte que responde a la mentalidad religioso-filosófica del taoísmo o del confucionismo está marcado por las ideas de armonía y perfección más que por la monumentalidad.
Pintura de Buda, una de la figuras más representadas en el arte chino
Esa doble tendencia ya se puso de manifiesto en la simple elección del material de construcción preferido, pues mientras el arte originado por las concepciones autóctonas utilizó la madera (material poco perdurable), el derivado del budismo prefirió la dureza de la piedra y del ladrillo. Por esta razón, las construcciones conservadas más antiguas son las enormes pagodas de ladrillo del s. VI d. de C., que son una adaptación al mundo chino de los stupa indios (con el tiempo, este tipo de construcciones pasarían a ser típicamente chinas, al construirse en madera y adoptar los característicos aleros levantados hacia el cielo).
La Pagoda de las Seis Armonías (Liu Ho Ta)
La idea de armonía y de unión con la naturaleza (ejemplo de armonía) se puso de manifiesto, desde época temprana, en la construcción de los palacios. Éstos seguían un plan de rigurosa simetría y, en ellos, los jardines ocupaban gran parte del espacio, en un intento de fundir arquitectura y naturaleza. Téngase en cuenta que el jardín ha sido siempre una parte fundamental de la casa china.
Esa presencia de la naturaleza, importantísima para el espíritu taoísta, que era capaz de considerar un árbol o una roca como un ideal de suprema armonía, hizo que la más importante pintura china fuera, precisamente, el paisaje o la representación de flores y animales (naturaleza también). Debe añadirse que la pintura china se hacía en largos rollos de papel o de seda para ser contemplada sólo en parte cada vez y buscando un adecuamiento entre representación y estado de ánimo o momento del día.
Las manifestaciones artísticas (continuación)
odas las ideas de perfección, armonía, equilibrio o ritmo (cualquiera de estos términos define el Tao) pueden encontrarse en la infinita cantidad de pequeños objetos, adornos, amuletos, piezas rituales o utensilios decorados a los que el pueblo chino fue siempre tan aficionado.
Las minúsculas y preciosas piezas de jade, los bronces, las sedas, las porcelanas o los muebles lacados, el predominio de las formas sutiles, rítmicas y armónicas, ofrecen la más perfecta muestra del espíritu del pueblo chino. El mismo grado de perfección y refinamiento que alcanzan todas estas artes menores parece estar concebido para que la contemplación de lo perfecto produzca el estado de calma y reposo que conduce hacia el sentimiento místico.
El propio lujo de las sedas que fabricaban los chinos constituyó un comercio muy activo con Occidente, que incluso obligó al establecimiento de campañas militares con objeto de defender las rutas que seguía ese producto.
Seda china
Junto a las primeras pagodas de ladrillo y piedra, que llegaron a alcanzar los 60 metros de altura durante la dinastía de los Tang (siglos VII al X d. de C.), la otra tendencia artística, la marcada por la influencia budista, ha dejado numerosas muestras en el mundo del arte, como son los santuarios rupestres de Yun-Kang y Long-Men que contienen buenas muestras de pintura y escultura (estatuas de Buda de hasta 14 metros).
Mención aparte merece la construcción más gigantesca de la historia de China: La "Gran Muralla". Esta obra, que escapa a la influencia religioso-filosófica, por tratarse de una realización militar de carácter defensivo, fue iniciada por el primer gran emperador de China, She Huang-ti, de la dinastía Ts'in en el siglo III a. de C. Este emperador, famoso por su carácter despótico, aprovechando tramos de muralla ya construidos por los príncipes del Norte y construyendo otros nuevos, logró cerrar un vasto territorio que impidió el avance de los pueblos de las estepas.
En su época, la Gran Muralla alcanzó los 2.000 km. de longitud, con una altura que oscila entre los 8 y 10 metros y una anchura media de 6 metros. Para su construcción empleó la mano de obra forzada de unos 300.000 hombres. En el siglo XIV, la antigua muralla se restauró y amplió hasta los 4.000 kilómetros de longitud.
La Música
e todas las manifestaciones artísticas de la antigua China es, sin duda, la música la que mejor se vincula al pensamiento filosófico y religioso. Si la perfección era la armonía, nada mejor que la música para alcanzar esa perfección.
Sin jugar con el significado de los términos, es evidente que sólo una concepción armónica puede vincular el sonido de una nota con el de la siguiente de su escala. Hay además para los chinos una fortísima unión entre música y naturaleza, ya que en su teoría musical, el tono base que genera todos los demás es el sonido sagrado y eterno que produce una caña de bambú de una determinada longitud. La leyenda que explica cómo se dio con ese tono, cuenta un viaje a un mítico valle de las montañas (la naturaleza) donde el enviado del emperador encontró el bambú deseado.
También los antiguos instrumentos muestran esa vinculación con la naturaleza, ya que se clasificaban según el material del que estaban construidos (metal, piedra, seda, bambú, madera, piel, calabaza y tierra) siendo, como puede verse, esos materiales una representación de cada forma que la naturaleza podía adoptar para un chino de hace tres mil años.
La tradición musical china es, posiblemente, la más antigua muestra cultural de este pueblo. Para ellos, la música debía imitar la armonía entre el cielo y la tierra, originada a partir de la fusión del yang (lo masculino) con el yin (lo femenino).
Desde el punto de vista técnico, el tono base, llamado "campana amarilla", generaba 12 sonidos, de los que se escogían cinco (escala pentatónica) a los que se añadían dos notas de carácter auxiliar. Se formaba así una escala que podía ordenarse de distintas maneras, según los 12 sonidos de la campana amarilla.
En cuanto a los instrumentos, la variedad es sorprendente, así como la antigüedad de muchos de ellos. Deben destacarse cuatro como más importantes: los carillones de jade (serie de catorce a veinticuatro láminas de piedra curvilíneas que se suspendían de un bastidor), las series de campanillas (muy variadas y sin badajo), el órgano-flauta (de cañas de bambú clavadas en una calabaza que dispone de una boquilla para soplar el aire) y el ch'in o cítara (de cuerdas de seda de número variable).
La música estuvo muy ligada a los festivales agrícolas que se celebraban anualmente, en los que la poesía y la danza también exigían el acompañamiento musical. Las canciones populares fueron una de las formas más frecuentes de la expresión de este arte, también vinculado a los rituales religiosos y a los de las cortes imperiales.
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