historia y arte :
Las civilizaciones orientales
Ciencia y técnica
os persas no realizaron grandes aportaciones al mundo científico y técnico. En general, puede decirse que fueron tomando de cada pueblo conquistado aquello que les pareció más útil o que mejor se acomodaba a sus necesidades. La mayor parte de su cultura fue tomada del mundo mesopotámico. De allí tomaron la escritura cuneiforme y el sistema decimal.
Probablemente, de los fenicios copiaron la idea de acuñar monedas, aunque debe reconocerse que la difusión y la importancia política del dárico de oro, puesto en circulación por Darío I, fue superior a la de las monedas fenicias.
Quizá las técnicas de comunicaciones fueron la más importante creación de los persas. Preocupados los emperadores por el control de sus territorios, llevaron a cabo la realización de unas vías de comunicación seguras y, en algunos tramos, pavimentadas. Las carreteras reales unían entre sí las diferentes capitales o recorrían el imperio casi de un extremo a otro, como el famoso "Camino real". Esta larga vía de comunicación unía la capital, Susa, con la ciudad de Sardes, situada en las costas de Asia Menor, frente al Egeo. El recorrido de unos 2.700 km. estaba jalonado por 111 postas, que permitían a los correos reales, descansar o cambiar de montura.
Los magníficos jinetes persas llegaron a realizar este recorrido en nueve días, lo que suponía todo un alarde organizativo de postas, jinetes y caballos. De este modo, las noticias del control ejercido por los inspectores reales (los llamados ojos y oídos del rey), sobre los distintos sátrapas que gobernaban las provincias, llegaban sin retraso al emperador.
Manifestaciones artísticas
Las producciones artísticas persas no estuvieron vinculadas a la religión, ya que la falta de culto del mazdeísmo no exigió templos ni recintos sagrados. El arte de los aqueménidas estuvo, por completo, al servicio de los reyes.
Como en otros muchos aspectos, el arte persa es un compendio de influencias tomadas de los distintos territorios conquistados. La arquitectura tomó mucho de Mesopotamia, sobre todo en lo referente a las decoraciones de muros con relieves y al gusto por las rampas y escalinatas. De los asirios tomaron las gigantescas esculturas de genios androcéfalos alados. Y, por influencia de Egipto, algunos reyes debieron de adoptar la costumbre de hacerse tumbas excavadas en paredes rocosas.
Columna de Darío en Persépolis
Ahora bien, no todo fue copia en la arquitectura persa, ya que el peculiar uso de las columnas, así como su forma, son la gran aportación original de los constructores de los palacios aqueménidas. Son columnas notablemente esbeltas (las de Persépolis tienen casi 20 metros de altura por 1,5 de grosor) con una base acampanada decorada con motivos vegetales o geométricos y con un originalísimo y complicado capitel. Estos capiteles estaban formados por dos medios cuerpos de toros (lo más frecuente), grifos o dragones, entre los que se colocaban las vigas de madera de la techumbre.
El uso de columnas fue muy temprano; en las más antiguas construcciones de Pasagarda, la capital establecida por Ciro "El Grande", ya se utilizaron abundantemente, aunque eran de madera decorada con yeso y pintura y estaban colocadas sobre una base de piedra.
Manifestaciones artísticas (continuación)
Los Palacios
ueron importantes los palacios de Pasagarda, Persépolis y Susa, pero de ellos es, sin duda, el de Persépolis, el más grandioso y mejor conservado. Se construyó sobre una gran explanada (en parte construida) con una única puerta llamada "Puerta de todos los pueblos" que estaba flanqueada por toros androcéfalos alados.
La puerta daba a un patio desde el que se accedía a dos grandes salas hipóstilas: la sala de audiencias, iniciada por Darío I y terminada por Jerjes, que estaba concebida como una gigantesca nave que culminaba en el trono, y la "Sala de las cien columnas", iniciada por Jerjes y terminada por Artajerjes, llamada así por ser un enorme salón cuya techumbre era sustentada por un bosque de columnas. Del resto del palacio de Persépolis cabe destacar la escalinata que conducía a los aposentos reales y a otras dependencias anejas.
Toros androcéfalos de la Puerta de Jerjes, en Persépolis, unas grandes esculturas tomadas de los modelos mesopotámicos, que eran muy frecuentes en las construcciones persas
Una vista de las ruinas de Persépolis, donde se pueden observar los restos de una lujosa residencia imperial. En los basamentos y muros todavía se pueden ver representados cortejos portando regalos para el rey, y también parte de la guardia de los llamados Diez Mil Inmortales
El hecho de estar toda la construcción en un mismo nivel, con una única puerta y con decenas de columnas para sustentar el techo, ha inducido a pensar que estos palacios persas fueron realizados tomando como modelo las antiguas tiendas de campaña que los persas y los medos levantaban en su época nómada.
Manifestaciones artísticas (continuación)
Las Tumbas
unque el mazdeísmo no permitía el enterramiento de los cadáveres, algunos reyes aqueménidas tuvieron sus propias tumbas o, al menos, sus monumentos funerarios (para algunos historiadores es posible que los cuerpos reales nunca fueran depositados en estas construcciones).
En Pasagarda se conserva un pequeño y sencillo monumento que se conoce como la tumba de Ciro. Se trata de un recinto rectangular con cubierta pétrea a dos aguas e instalado sobre una base de seis escalones sin decoración de ningún tipo. En Nakshé Rusten están, talladas en la roca, las tumbas de Darío, Jerjes y Artajerjes.
Este tipo de enterramiento disponía de una pequeña sala sin decoración y de una fachada en forma de cruz griega que enmarcaba la entrada a dicha sala. En la fachada se disponían algunos relieves, entre los que destacaba el símbolo de Ahura Mazda (Ormuz).
Tumba de Ciro el Grande
Las artes figurativas
El relieve fue la manifestación artística de representación más utilizada por los persas. De la pintura, nada se ha conservado, y de la escultura exenta, tan sólo la animalística merece ser mencionada. El relieve, sin embargo, estuvo presente en la arquitectura como motivo decorativo constante.
Sin intención narrativa, los relieves persas son monótonos y repetitivos; con frecuencia, la misma figura se representa una y otra vez sin variación alguna, en los muros de los palacios. Este modelo de representación se realizó tanto en piedra (Persépolis) como en ladrillo vidriado (Susa, "Friso de los arqueros"). Entre los relieves, son frecuentes las representaciones de animales, pero carentes del naturalismo que tenían los relieves asirios, de donde parece que fueron tomados algunos modelos.
Las artes suntuarias
Son numerosos los objetos de lujo encontrados en las excavaciones. Aunque resulta difícil señalar el origen y la pertenencia de algunos de estos tesoros (parece ser que Alejandro Magno requisó y reunió muchos de los objetos preciosos de las cortes aqueménidas), es evidente que ponen de manifiesto el gusto de los persas por los adornos de metales preciosos. Collares, pectorales, pulseras, pendientes, colgantes, copas y platos de oro y plata, generalmente decorados con animales reales o fantásticos, son piezas frecuentes de estos tesoros.
La inclinación por este tipo de riquezas ha sido siempre una característica de los pueblos poco estables y dados a frecuentes cambios de residencia.
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