historia y arte :
LAS CIVILIZACIONES FLUVIALES
Las artes figurativas
os artistas mesopotámicos practicaron la pintura, pero ésta apenas ha perdurado a causa de la pobreza de los materiales que se emplearon. Prácticamente, sólo han resistido el paso del tiempo unos pocos murales, en Mari, del siglo XVIII a. de C.
De todos modos, fueron la escultura y, sobre todo el relieve, las formas de representación más frecuentes y, sobre todo, de mayor interés.
La escultura exenta estuvo concebida sin pretensiones de inmortalidad y sin carácter funerario. En la mayor parte de las ocasiones las figuras parecen adoptar una postura de plegaria o de sometimiento a los dioses. Esa actitud queda reforzada en los relieves por las diferencias de tamaño que se ajustan a un principio de jerarquía, según la cual los dioses son más grandes que los hombres o los reyes más que los súbditos.
La escultura exenta es siempre unitaria y no aparecen grupos escultóricos. El cuerpo humano no tiene un tratamiento que pretenda resaltar su belleza ni crear un canon, por esa razón, el desnudo prácticamente no aparece.
De la época sumerio-acadia destacan las esculturas de dioses, reyes o personajes importantes, sedentes y cubiertas con la típica falda de piel de oveja o kaunakés. Se trata de esculturas poco naturalistas, con ojos de gran tamaño, que con el tiempo ganarán en realismo, pero que crearán un modelo, según el cual las manos se entrecruzan en el pecho y el rostro presenta un gesto apacible. De este tipo son las numerosas estatuas de Gudea, patesi de Lagash.
Durante el periodo asirio, la escultura exenta pierde importancia (tan sólo se conocen dos estatuas de reyes asirios, una de Assurnasirpal II y otra de Salmanasar III). Destacan tan sólo las gigantescas estatuas que, como genios alejadores del mal, se colocaban en las puertas de los templos, palacios o ciudades. Estos guardianes eran representaciones híbridas de distintos animales, generalmente con cabeza de hombre. Son los conocidos toros o leones alados androcéfalos, entre los que destacan los toros del palacio de Sargón en Jorsabad (siglo VIII a. de C.). Estas esculturas pueden considerarse como relieves de bulto redondo o esculturas arquitectónicas por sus lugares de colocación.
El relieve fue frecuente desde épocas tempranas, pero alcanzó su máximo esplendor en época asiria.
Estela de Naram-Sin Museo del Louvre - París
En época sumerio-acadia fueron frecuentes las plaquetas o estelas narrativas, entre las que destacan la estela de Naram-Sin, que representa un triunfo militar de un rey o la estela de Sargón II, que narra en orden cronológico los grandes momentos de este rey.
En época Babilónica, la estela de Hammurabi nos muestra, en su parte superior, al rey con el dios Shamash y debajo de ellos y en texto cuneiforme aparecen grabados los 282 artículos del Código de Hammurabi. Del periodo asirio, la estela más destacable es el llamado Obelisco de Salmanasar III, que también tiene un texto cuneiforme que narra los éxitos políticos del rey.
Las artes figurativas (continuación)
n este mismo periodo asirio, los grandes relieves alcanzaron una notable belleza. Se caracterizan por ser obras detallistas y minuciosas de notable naturalismo, que separan los asuntos divinos de los humanos. Los mejores narran o ensalzan los hechos políticos o militares de los monarcas asirios.
Pueden destacarse los de Sargón en Jorsabad o los de su hijo Senaquerib en Nínive (de los siglos VIII y VII a. de C. respectivamente), pero los mejores son, sin duda, los de Assurbanipal en Nínive (siglo VII a. de C.). En ellos puede verse al rey en escenas de guerra, caza, o de banquete; su figura aparece erguida en una dignidad que pretende demostrar su poderío. De todos, quizá sobresalen los dedicados a la caza, por su realismo en el tratamiento de las figuras de los animales.
Relieve de cacería de Assurbanipal, del palacio de Ninive Museo británico - Londres
Por último deben mencionarse, con respecto a las artes figurativas, los sellos. Éstos eran pequeños cilindros de 2 a 5 cm de diámetro por 3 a 6 de alto en los que se grababa un dibujo. Haciendo rodar el cilindro sobre arcilla se imprimía en ésta el positivo de dibujo que en negativo contenía el sello.
Se utilizaron como firmas de propiedad y los temas más frecuentes eran animales o representaciones geométricas, aunque también los hubo que presentaban al dueño y a un dios. En general, los sellos tendieron hacia formas simétricas. Este tipo de trabajo artístico que consiste en grabar o tallar sobre piedra fina (los cilindros-sello) recibe el nombre de glíptica.
La música en Mesopotamia
Partiendo de la base de que hay pocos datos para analizar el desarrollo del arte musical en Mesopotamia, y de que se desconoce por completo el tipo de música que se empleó, tan sólo cabe señalar qué tipos de instrumentos se utilizaron y cuáles fueron los textos cantados.
Durante la época sumeria y coincidiendo con el poderío de los templos, se cantaron himnos de carácter ritual en las ceremonias religiosas. Estos cantos eran, con frecuencia, lamentaciones dirigidas al dios, como corresponde a una religión sin idea de salvación. Los instrumentos utilizados para acompañar estos salmos eran tambores, panderetas, liras, arpas y cascabeles (se conocen gracias a los ajuares de las tumbas reales de Ur y Kish). El periodo Babilonio no introdujo grandes novedades, pues los textos cantados siguieron siendo los sumerios, aunque alternados con intermedios instrumentales.
El imperio asirio supuso el desarrollo de una música profana destinada a engrandecer el lujo y la fama de los palacios y sus monarcas. Existían músicos de palacio que actuaban tanto en las fiestas palaciegas como en los desfiles militares. Los instrumentos también aumentaron, apareciendo trompetas y nuevos tipos de tambores. Estas actividades y nuevos instrumentos debieron desarrollar una música profana popular, pero, si fue así, es desconocida por completo.
Los primeros textos de leyes
no de los legados culturales más importantes que nos han dejado las sociedades mesopotámicas ha sido la creación de los primeros códigos de leyes.
La complejidad de la vida en las grandes comunidades (ciudades) pronto debió plantear la necesidad de regular muchos aspectos de esa convivencia entre miles de individuos. Esa necesidad quedó resuelta durante siglos con la existencia de un derecho oral y con la resolución de los litigios por parte de la autoridad (rey, príncipe o sumo sacerdote). Ese derecho oral, no obstante, tenía el inconveniente de poder ser interpretado de muchas maneras distintas, dando lugar a constantes conflictos.
La aparición de la escritura resolvió el problema, al poder fijar los códigos de manera que su interpretación no resultase ambigua. Las relaciones comerciales y la importancia de los intereses que manejaban los mercaderes, también fueron causa de peso en la redacción de los códigos mesopotámicos.
Los dos primeros textos de leyes que se conocen son de principios del segundo milenio a. de C. y sólo han llegado hasta nosotros de forma fragmentada. Son los códigos de Lipit-Istar, rey de Babilonia (trata de asuntos de pagos, salarios, herencias, esclavos y daños corporales) y el de la ciudad de Esnunna, que contiene 59 artículos en dos tablas escritas en acadio y babilonio arcaico (fija precios de productos agrícolas, tipos de interés, compensaciones por daños, etc.).
Relieve con las figuras del dios Shamash y el rey Hammurabi, sobre un fragmento del código de Hammurabi Museo del Louvre (París)
Pero la mayor y mejor obra legislativa es el Código de Hammurabi, rey de Babilonia de mediados del siglo XVIII a.de C. Este código apareció escrito en una estela de diorita negra encontrada en Susa. En su parte superior hay un relieve con el propio Hammurabi y el Dios Shamash; bajo estas figuras y en la parte posterior de la estela, están grabados con caracteres cuneiformes acadios 282 artículos en 34 columnas horizontales (el texto se dispone en posición vertical y se lee de arriba abajo).
Escritura cuneiforme en un fragmento del código de Hammurabi Museo del Louvre (París)
En este código se regulan todo tipo de asuntos relacionados con el comercio, los castigos para los delitos contra la propiedad, el derecho familiar, los impuestos y determinados derechos profesionales. Entre otras normas, destaca la llamada Ley del Talión, según la cual los castigos o penas que deben imponerse ante los daños corporales a los hombres libres, deben consistir en producirle al causante del daño, el mismo daño ocasionado (ojo por ojo). El código establece también los distintos tipos de clases sociales y sus diferencias ante la ley.
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