sábado, 18 de abril de 2015

cultura educativa


n definitiva, los primeros filósofos también deseaban saber cuál era el origen de todo, pero quisieron llegar al origen explicando cómo era la realidad. Hasta aquél momento, la diversidad de formas y de materias que ofrecía la realidad, originada desde un principio o causa única, se había explicado a través del movimiento. El movimiento era lo que permitía cambios y transformaciones.
Así, Heráclito concibió el universo como un proceso de constante transformación, todo está siempre en perpetuo movimiento, no hay presente, sólo pasado y futuro. Planteando así la realidad, concluyó que no había habido nunca un origen o causa, sino simplemente materia en constante movimiento.
Heráclito de Efeso
Heráclito de Efeso
Parménides, por el contrario, negó el movimiento porque consideraba que una única realidad no podía generar la pluralidad. Para él, la realidad era única y no podía hablarse de movimiento (no necesario, si no es para explicar la pluralidad) y, por lo tanto, no hay ni pasado ni futuro, sino únicamente presente.
En la segunda mitad del siglo V a. de C., los filósofos comenzaron a dar explicaciones más complejas; son los llamados pluralistas.
Anaxágoras, alejado ya del principio único, mantenía que el universo estaba compuesto de partículas de todas las sustancias, de manera que cada forma era diferente porque en ella predominaba un tipo concreto de partículas; así un árbol tenía su forma concreta porque en él las partículas que predominaban eran las de árbol. Para Anaxágoras esas partículas se movían y se ordenaban según un entendimiento o inteligencia (Nous), cuyo origen no queda aclarado en su teoría.
Anaxágoras
Anaxágoras
Demócrito fue más lejos. No habló de partículas, sino de átomos que flotaban en el vacío y que al unirse daban lugar a las diferentes formas. Esos átomos se movían por una necesidad ciega, de manera que el universo se originó en el caos y por azar. La idea de vacío fue fundamental para Demócrito, porque gracias a él existía el movimiento y, por lo tanto, la pluralidad.
Demócrito de Abdera
Demócrito de Abdera


Los primeros filósofos (continuación)
Platón
latón nació y murió en Atenas, desde el 427 al 347 a. de C. y es el primer gran filósofo, en el sentido de que su pensamiento se ocupó de dar respuestas a muchas cuestiones diferentes, intentando además dar una coherencia al conjunto de su obra.
Fue discípulo de Sócrates y, casi todo lo que sabemos de éste, es gracias a él. Platón fundó una escuela llamada La Academia. El eje del pensamiento platónico parte de la idea del Nous de Anaxágoras.
Platón, discípulo de Sócrates
La inteligencia ordenadora es, para Platón, el Demiurgo, que actúa sobre la materia caótica ordenándola y dándole forma de acuerdo con un plan o modelo. El modelo que usa el Demiurgo está en las ideas que son reales y perfectas. Ese mundo de las ideas es un sistema ordenado y jerárquico, presidido por la idea de Bien, que es la Idea Suprema.
Dada la perfección de las ideas, el mundo hecho a la medida de éstas debiera ser perfecto, pero como Platón reconoce la imperfección de la realidad que nos es conocida, la justifica diciendo que la imperfección no está en las ideas, sino en la materia que, procedente del caos, es ordenada por el Demiurgo según el modelo de las ideas.
Mosaico romano representando a Platón en la academia con sus discípulos
Mosaico romano representando a Platón en la academia con sus discípulos
Hay que hacer notar que, para Platón, las ideas son, como se ha dicho, auténticas realidades, tan auténticas que, de hecho, la realidad que nosotros vemos, Platón la explica como la sombra de la única realidad que es la Idea.
Esta concepción del mundo es la parte más original del pensamiento platónico. Debemos tener en cuenta, no obstante, que las preocupaciones de este filósofo se extendieron a otros campos como el de la moral, la política o el hombre, a quien considera dotado de alma inmortal, alma que sufre en un cuerpo en el que debe purificarse para prepararse para la contemplación de las ideas. El pensamiento platónico tendrá una enorme influencia en el pensamiento cristiano, hasta el punto de que algunos planteamientos del dogma tendrán su origen en las ideas de Platón.

ristóteles nació en Estagira en el 384 a. de C. y a los 18 años se trasladó a Atenas para ingresar en la Academia. Durante 20 años fue discípulo de Platón. A la muerte del maestro abandonó Atenas y, durante seis años, se dedicó a la educación de Alejandro Magno. Regresó a Atenas y fundó su propia escuela, El Liceo. Tras la muerte de Alejandro, Aristóteles se trasladó a la isla de Eubea, donde murió en el 322 a. de C.
El pensamiento aristotélico se forma tras el abandono de la Academia. Poco a poco se va alejando del platonismo, partiendo de no aceptar un mundo de ideas separado de la realidad. Así entenderá el Bien, no como una Idea Suprema, sino como la tendencia que lleva a todos los seres hacia su propia perfección.
Aristóteles
Con respecto al movimiento, Aristóteles da un paso importante. Si Parménides lo negaba porque suponía "dejar de ser" (recordemos que, para Parménides, el ser era único), Aristóteles lo explica como el paso de la potencia al acto, es decir, el movimiento es el paso que se da entre poder ser algo y serlo. Así el movimiento puede clasificarse en dos tipos de cambios: sustancial y accidental. El primero supone la aparición de una sustancia nueva; el segundo tipo de cambio, el accidental, Aristóteles lo concibe de tres formas diferentes: cuantitativo, cualitativo y de traslación.
Unida a esta idea de movimiento está la concepción aristotélica de la naturaleza. Un ser es el fruto de cuatro causas: la material (la materia de que está hecho), la formal (la forma que adopta la materia), la causa agente o eficiente (lo que hace que se pase de la potencia al acto) y la causa final (la finalidad o la necesidad de ese ser). Así una llave será el resultado de una materia (el hierro), una forma (la forma de llave), un agente (el cerrajero que la fabrica) y un fin (la necesidad de cerrar o abrir una cerradura).
Todos estos planteamienos los realiza Aristóteles dentro de los estudios de lo que él considera la física (la naturaleza), pero también se ocupa Aristóteles de otros estudios a los que llama metafísicos (más allá de lo físico). La metafísica aristotélica está compuesta por la teología, que es la ciencia de Dios, a quien concibe como forma sin materia, acto sin potencia y como motor sin movimiento; y la ontología, que es la disciplina que estudia lo real en cuanto tal, no una cosa real en concreto, sino la capacidad de ser real de esa cosa. La ontología es importante, porque de lo que trata es de descubrir el método de conocimiento.
Aristóteles se ocupó también de la idea de alma, a la que no consideraba encerrada en un cuerpo, como Platón, sino como principio formal del cuerpo que sólo es materia.
Desde el punto de vista moral es interesante su aportación, según la cual el fin último de todo ser humano es la felicidad.
Y por último, hay que destacar la importante aportación de Aristóteles en materia de política, al afirmar que el hombre es un ser social por naturaleza. Ese principio dará lugar a muchas teorías posteriores y aún hoy, nadie lo niega.

Los primeros filósofos (continuación)
Los sofistas y Sócrates
n el marco de la Atenas democrática surgió un grupo de pensadores a los que se puede calificar como los primeros enseñantes profesionales, fueron los sofistas, individuos que cobraban por enseñar derecho, retórica, política, etc.
La práctica democrática suponía, para los deseosos de entrar en política, la necesidad de tener capacidad como oradores y conocimiento de las leyes, ya que sólo así podrían triunfar ante la masa o discutir con un adversario. Los sofistas fueron los encargados de preparar a los jóvenes líderes y por ello llegaron a cobrar grandes sumas de dinero.
Sócrates
El pensamiento sofista se caracterizó por dos aspectos. En primer lugar por su escepticismo relativo, que le hizo afirmar que no había verdades absolutas y, de haberlas, que no era posible conocerlas. Esta idea era la consecuencia lógica de tantas teorías anteriores, tan opuestas entre sí; y, además, esa postura relativista resultaba particularmente útil aplicada a la política. Como consecuencia de esta postura se derivó el segundo aspecto, característico de los sofistas, consistente en considerar que las leyes, las instituciones políticas y las normas morales eran convencionales, esto es, fruto de la conveniencia de los grupos humanos. Esta consideración suponía negar la existencia de una ley o una moral natural.
En el ambiente de los sofistas fue donde vivió Sócrates, a quien muchos consideraron como un sofista más. En realidad no lo fue.
Sócrates nació en Atenas en el 470 a. de C. y fue hijo de un escultor y una comadrona. Su vida la dedicó a la enseñanza, pero la ejerció de un modo bien distinto al de los sofistas. No cobraba por sus enseñanzas, su pensamiento era antirrelativista y su idea de la moral no aceptaba el convencionalismo.
Para enseñar utilizó como método el diálogo, considerando que, a través de las preguntas que le hacía al discípulo se lograba que fuera éste el que llegara a descubrir, por sí mismo, la verdad. A ese sistema le llamaba la Mayéutica (arte de conducir a la luz) por influencia de la profesión de su madre.
En moral, su teoría se fundamentaba en la idea de que sólo obra mal el que no sabe y, por lo tanto, el saber significa virtud. A esa teoría se la conoce como el intelectualismo moral.
Opuesto al pensamiento de los sofistas y con su actitud desinteresada ante la educación. Sócrates se ganó demasiados enemigos y envidias, por lo que fue acusado de impiedad y condenado a quitarse la vida tomando cicuta (planta venenosa). Sus amigos y alumnos le prepararon una fuga de la cárcel, pero tal como nos lo cuenta Platón, alumno suyo, Sócrates prefirió acatar las leyes de su ciudad y morir en el año 399 a. de C.

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