Esculturas urbanas de Barcelona del siglo XIX
La fuente de Ceres es una fuente escultórica de Barcelona situada en la plaza de San Jorge —también conocida como Mirador del Llobregat—, en la montaña de Montjuic. Fue creada en 1830 por Celdoni Guixà. Esta obra está inscrita como Bien Cultural de Interés Local (BCIL) en el Inventario del Patrimonio Cultural catalán con el código 08019/1446.
Esta fuente, también conocida como El Surtidor, se instaló inicialmente en el término de la entonces independiente villa de Gracia, a la altura del actual paseo de Gracia con la calle de Provenza, donde fue inaugurada el 28 de junio de 1830. Posteriormente, en el transcurso de la revuelta de las Quintas de 1870, el general Eugenio Gaminde situó en este lugar sus cañones, protestando del emplazamiento de la fuente, que dificultaba su estrategia. Entonces, el Ayuntamiento de Barcelona aprobó su traslado, y el 14 de mayo de 1874 se colocó en la plaza Blasco de Garay —actual plaza del Surtidor—, en el Pueblo Seco. Este emplazamiento no acabó de convencer al consistorio, ya que el monumento era demasiado grande para una plazuela de pequeñas dimensiones, y con el cambio de siglo, cuando se empezó a urbanizar la montaña de Montjuic, se pensó en ponerla en este lugar. Finalmente, en 1918 fue instalada en la plaza de San Jorge, cerca de la estatua ecuestre del santo obra de Josep Llimona.2
La fuente está dedicada a la diosa romana Ceres, protectora de la agricultura, advocación muy apropiada para su emplazamiento original en la villa de Gracia, entonces mayoritariamente rural. En el siglo XIX era corriente dedicar las fuentes a personajes mitológicos, y en la ciudad condal hubo varios ejemplos, como la fuente de Hércules o la fuente de Neptuno; a la misma Ceres hubo dedicada una fuente en el jardín del General, desaparecida en 1877 al construirse el parque de la Ciudadela.3
Está formada por un estanque circular con diversos surtidores de agua, sobre el que se alza una columna con cuatro delfines en la base, que vierten agua por la boca. Esta columna tiene un capitel en forma de almeja, sobre el que se sitúa la estatua de la diosa, vestida con túnica y llevando en la mano unas espigas de trigo. La resolución de la obra es en un estilo clasicista de aire académico, no en vano su autor se formó en la Escuela de la Lonja, siendo discípulo de Salvador Gurri.
La fuente de Hércules (en catalán, Font d'Hèrcules) es un monumento escultórico situado en el paseo de San Juan en su cruce con la calle Córcega, en el distrito de Gracia de Barcelona. Obra de Josep Moret y Salvador Gurri realizada entre 1797 y 1802, está considerada como la estatua pública original más antigua de Barcelona. Esta obra está inscrita como Bien Cultural de Interés Local (BCIL) en el Inventario del Patrimonio Cultural catalán con el código 08019/2652.
El origen de esta obra se sitúa en los trabajos de abastecimiento de agua para la ciudad realizados entre el siglo XVIII y XIX, que permitieron subsanar una grave carestía de tiempos anteriores.2Esta fuente estaba situada inicialmente en el Paseo de la Explanada, frente a la Fortaleza de la Ciudadela, una nueva vía promovida por el capitán general de Cataluña, Agustín de Lancaster —actualmente se correspondería al Paseo de Picasso—. La primera piedra del monumento se puso el 28 de agosto de 1797, y las obras duraron cinco años. La estatua de Hércules fue ejecutada por Josep Moret, sobre un proyecto original de Salvador Gurri. Está considerada como la estatua pública de confección original más antigua de Barcelona, ya que un monumento anterior, la Fuente de Santa Eulalia, de 1673, fue destruida durante la Guerra Civil y restaurada posteriormente.3
La Fuente de Hércules formaba un conjunto con otras tres que jalonaban el Paseo de la Explanada, todas dedicadas a personajes mitológicos: la primera presentaba al dios marino Forcis luchando con un tritón; la segunda mostraba una nereida cabalgando sobre un delfín; la tercera estaba dedicada a Aretusa, una ninfa de la diosa Diana; y la cuarta era la de Hércules, el héroe hijo de Zeus y Alcmena, que obró los doce trabajos de Hércules. La figura del guerrero aparece desnuda, apoyado en una clava, en actitud de contrapposto, con el brazo izquierdo envuelto con la piel del león de Nemea. La ejecución, si bien cabría enmarcarla en la corriente neoclásica que imperaba en la época, tiene un gusto tardobarroco, al que era afecto Salvador Gurri.4 La composición de la figura es una copia del Hércules Farnesio hallado en las Termas de Caracalla.5
La estatua del semidiós griego se situó flanqueada por dos leones que despedían agua por la boca, y junto a una pirámide con el escudo de Barcelona y un medallón que tenía grabadas las efigies del rey Carlos IV y su mujer María Luisa de Parma, de visita en la ciudad condal en el momento de inaugurar las fuentes, en 1802. Sin embargo, tras la visita de los reyes se realizaron algunas modificaciones: se eliminó la pirámide y se construyó un pedestal más alto para la estatua de Hércules, en el que se instaló el medallón con los retratos reales; se conservaron los leones, y se añadió una lápida con la historia del Paseo de la Explanada.6
En 1869 la fortaleza de la Ciudadela fue cedida a la ciudad, y en su terreno se instaló el nuevo Parque de la Ciudadela. El Paseo de la Explanada fue perdiendo importancia en la nueva trama urbana, y se fue degradando, hasta que finalmente desapareció en el contexto de las obras efectuadas para la Exposición Universal de 1888. La fuente, al encontrarse en un extremo del paseo, no se vio afectada, pero quedó en un emplazamiento que la desmerecía totalmente. Así, en 1928, al urbanizarse la zona alta del Paseo de San Juan, se decidió trasladar allí la fuente, donde aún permanece. Todavía es prácticamente la misma obra que en 1802, tan solo ha desaparecido la placa que narraba la historia del antiguo Paseo de la Explanada, retirada en tiempos de la Segunda República.
La fuente de Hércules (en catalán, Font d'Hèrcules), también conocida como Fuente Gaudí, se encuentra en el Palacio Real de Pedralbes de Barcelona, antigua residencia de la familia real española en sus visitas a la ciudad condal y actual sede de la Unión para el Mediterráneo. Se halla ubicada en los jardines del palacio, donde fue construida en 1884 con un diseño del arquitecto Antoni Gaudí. Esta obra está inscrita como Bien Cultural de Interés Local (BCIL) en el Inventario del Patrimonio Cultural catalán con el código 08019/2050.
Historia
El Palacio tiene su origen en la antigua masía de Can Feliu, del siglo XVII. La finca fue adquirida en 1862 por Eusebi Güell, junto con la vecina Can Cuyàs de la Riera. Juntas formaron la finca Güell, de una extensión de 30 000 m2. Güell encargó la reforma de la torre Can Feliu al arquitecto Joan Martorell, que construyó un palacete de aire caribeño, acompañado de una capilla neogótica y rodeado de magníficos jardines.2 Más tarde, se encargó a Antoni Gaudí el encargo de reformar la casa y construir un muro de cerca y los pabellones de portería. Gaudí también se encargó parcialmente del diseño de los jardines de la finca, construyó dos fuentes y una pérgola, y plantó diversos tipos de plantas mediterráneas (pinos, eucaliptos, palmeras, cipreses y magnolias).3
Posteriormente, Eusebi Güell cedió la casa y parte de los jardines a la Corona, en agradecimiento por su nombramiento nobiliario como conde en 1918. Entonces se acometió una nueva remodelación para convertirla en Palacio Real (1919-1924), a cargo de los arquitectos Eusebi Bona y Francesc Nebot, en estilo novecentista. Los jardines fueron entonces rediseñados por Nicolau Maria Rubió i Tudurí, a partir de un proyecto que integraba, en un trazado geométrico decorativo, gran parte de los árboles ya existentes, con un estanque y diversos elementos decorativos, como la fuente de Gaudí, bancos de bambú, tres fuentes luminosas obra de Carles Buïgas y diversas estatuas. Al proclamarse la República en 1931, el palacio pasó a ser propiedad del Ayuntamiento de Barcelona, que decidió instalar el Museo de Artes Decorativas, inaugurado en 1932. Durante el régimen franquista volvió a ser residencia del jefe del estado. Actualmente el palacio es de titularidad de la Generalidad de Cataluña.
La fuente fue restaurada en 1983.
Descripción
Esta obra pertenece a la etapa orientalista de Gaudí, en la que realizó una serie de obras de marcado gusto oriental, inspiradas en el arte del Próximo y Lejano Oriente (India, Persia, Japón), así como en el arte islámico hispánico, principalmente el mudéjar y nazarí. En esta época Gaudí emplea con gran profusión la decoración en azulejo cerámico, así como los arcos mitrales, cartelas de ladrillo visto y remates en forma de templete o cúpula.4
Dentro del conjunto desarrollado en la finca Güell, Gaudí realizó esta fuente en un paraje algo escondido de los jardines, en medio de un bosquete de bambús que provocó que durante años la obra pasase desapercibida, hasta que fue redescubierta en 1983 por el arquitecto municipal Ignasi Serra Goday.5 La fuente está dedicada al héroe mitológico Hércules, al que está dedicada también la reja de entrada de los pabellones de portería realizados por Gaudí; esta reja, ejecutada en hierro por Joan Oñós, un colaborador de Gaudí, tiene forma de dragón, y representaría a Ladón, el dragón guardián del Jardín de las Hespérides, vencido por Hércules en su undécimo trabajo. Este episodio fue narrado por Jacinto Verdaguer en su poema La Atlántida, dedicado a Antonio López y López, primer marqués de Comillas, que era el suegro de Eusebi Güell; según Verdaguer, Hércules fue el fundador legendario de Barcelona.6
La fuente consta de un banco de piedra de forma elíptica con respaldo de mampostería, en cuya parte central se alza un pedestal sobre el que se encuentra un busto de Hércules —este busto no es el original, y fue colocado en la restauración efectuada en 1983—. De la base de este pedestal surge un caño con forma de dragón chino, que vierte el agua en una pila con el escudo de Cataluña. El conjunto es sobrio pero estético, y se integra de forma armónica con la naturaleza circundante, una de las preocupaciones del arquitecto en su obra, ya que para el genio reusense la naturaleza era su gran maestra.
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